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Maria isabel riquelme Día de la madre


Enviado por   •  16 de Octubre de 2019  •  Documentos de Investigación  •  4.965 Palabras (20 Páginas)  •  282 Visitas

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Señores, señoras  y todos quienes hoy se  encuentra en este auditorium:

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                  ¿Por qué no destacar  su grandeza de madre y de mujer  chilena a aquella mujer que fue capaz   desafiar a la  sociedad  de su época,  a la pobreza y a la  absurda  discriminación por  quedar embarazada siendo menor de edad?  ¿Por qué no destacar  su grandeza de madre y de mujer  chilena?                ¿Por qué no tener  un gesto de nobleza  y de reconocimiento cuando hoy se celebra   un Natalicio?   ¡Sí,  el del Padre de la Patria  don Bernardo O`Higgins  Riquelme!  Ello, fue   para esta humilde jovencita    un  momento  sublime  de  dar a luz   a un nuevo ser. Pues, a la  distancia en  el tiempo  me imagino ver    en los ojos  doliente cubiertos de lágrimas   por lo que es un parto, agonía para dar vida en una madre,  esa sonrisa que aflora  cuando recibe esta   junto a  su pecho  al hijo recién nacido. ¿No fue ello  lo que viviera la madre de  quien llegó a ser  el Padre de la Patria, don Bernardo O`Higgins?  ¡Es  el momento que  como  chilenos  que a nombre de todas las madres  la recordemos a ella!

                  “Madres  y mujeres chilenas,  ellas,  cumplen un rol irremplazable   como pilar fundamental  en la  familia y en la sociedad. En Chile casi el 30%  de las  viviendas tienen   como  jefe de hogar a una mujer y sobre  el 90%.  de la población es cristiana  por  sus principios  somos cristianos. En el  Chile  hoy muchos de los más importantes cargos, Gracias a  Dios, están en manos de una mujer   empezando por la Primera Dama de la República la señora Presidente Michaelle Bachelet, altos cargos   en los Ministerios, en salud  y muy especialmente en Educación  tal es  el caso nuestro señora Directora  del DEM   señora FABIOLA RETAMAL QUIÑONES.

                    La madre  es quien educa,  acompaña,  acoge,  consuela,  alimenta,  ama,  corrige, perdona,   acurruca,  entretiene, calma,  contiene e impone  disciplina;  ella es,  la mayor de las veces, la que invita a los hijos a seguir   el camino difícil  pero  correcto,  con valores  como el esfuerzo,  el estudio  y  el trabajo, la honestidad,   la honradez, la  solidaridad.

                 Ustedes jóvenes  que me   escuchan  cuando su madre  les reprenda o le de  un consejo inclinen  vuestro rostro y en su corazón den  gracias a Dios  porque jamás van a  encontrar  un mejor  Consejo bajos estos  que  de ella.                  Hay  otras madres,  que no necesariamente tienen hijos y,  sin embargo,   cumplen con ese  rol materno esencial  en nuestra  sociedad:  madres profesoras  que  educan a  sus   alumnos,  madres  tías que  acogen  a niños y  sobrinos,   madres  enfermeras  que  curan en los hospitales;  madres religiosas que  guían en la fe;  madres nanas  que dan  cariño  a tantos niños  ajenos; madres abuelas  que a pesar de sus años vuelven a ser madres… ¡Son tantos los ejemplos de vida de una mujer! Todas  estas madres también merecen nuestro  abrazo y agradecimiento.        Más, hasta hoy hay ausencia de mentes legisladoras que velen por este  sublime papel social, moral y ético, pues,  es  otra de las muchas debilidades de la alicaída política chilena.

            Finalmente, es preciso recordar a nuestra Madre: la que nos  dio a luz y a aquella  que dio a luz a nuestros hijos en  el caso de nosotros los varones padres. Hoy es  el natalicio de un prócer patrio,  don Bernardo O`Higgins  Riquelme.  Su madre,  doña Isabelita,  apenas una adolescente  dio a luz  al hijo, lo  alimentó, lo educó,  acompañó y aconsejó   con cariño,  paciencia y amor. Ella se  convirtió en referente de Madre de todos nosotros.  ¡Qué  Dios bendiga hoy a  las madres presentes y a todas y cada una de ellas a  la  distancia!

                       

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           Y, por ello les invito  a recordar  a esa madre, la madre  del niño Bernardo O`Higgins.  Sí, a esa madre  que debió enfrentar momentos muy difíciles   para los años previos a nuestra Independencia Nacional,  su nombre María Isabel Riquelme Ulloa nació en Chillán y  se presume que en 1758.       Desde muy niñita manifestó una gran  bondad y creció en valores y belleza,  recibió, como cualquier vecino, una regular educación. Pertenecía a las  antiguas familias  de Chillán y  fue una  más de  diez hermanos.

         En su casa, situada cerca de la plaza mayor de Chillán Viejo, se alojaban a menudo algunos personajes de importancia  especialmente a oficiales españoles que marchaban a la guerra de Arauco. Entre ellos fue a hospedarse en una ocasión, en 1777, el irlandés al servicio de España don  Ambrosio O'Higgins, que tenía entonces 57 años. El servidor de la  corona española  vio a la bella doncella criolla y se propuso  conquistarla.  Isabelita,  que  era casi una adolescente, recién  cumplía los  17    se deslumbró  del  jefe militar y por las inquietudes propias de  su edad, burlando la vigilancia materna ante las promesas de boda cedió a las instancias del astuto militar  al  cuál creyó honesto. El terco y maduro irlandés, de aspecto agrio y corpulencia deslucida, cautivado por la mirada azul y ardiente por los ojos casi celestes y la negra cabellera de Isabel, finalmente la dejó embarazada. Su severo padre  al darse  cuenta de  su estado de gravidez  le ordena  recluirse en su casa paterna, y  su espacio libre  era  el jardín en  el cual ella  cultivaba  hermosas  flores y tejía para  su bebé.   Siguiendo las costumbres de la época, a la señorita  Isabel Riquelme le fueron arrebatados los honores de madre y de esposa, pero hoy bien  se  merece ella el honor de ser la primera dama de la historia de Chile, por haber llevado en  su vientre   al Padre de la Patria,  don Bernardo O`Higgins.

                                      El invierno  de    1878  era muy riguroso, llovía  torrencialmente   el día 20 de agosto y la joven  sufría  los trabajos de parto.  Su madre  envía  a un sirviente  a buscar  al extremo norte  del pueblo a  la Partera, una  viejecita  plena de  bondad,  llegó  y cuando los rayos  del sol luchaban  por  romper las negras nubes en tanto  el viento arreciaba  implacable en  el exterior,  allí  al fondo de la casa  surgía   el primer vagido de un niño recién nacido.  El sudor perlaba la frente  y las lágrimas las mejillas de Isabelita, la partera  limpia  al niño y lo coloca  junto al pecho materno  y en  el rostro de la joven se  dibuja una  sonrisa y  sus ojos se iluminan con  si fuera la claridad del alba  tras los Andes  en un día primaveral de la tierras  sureñas.                                        Ha nacido un niño hermoso, como  son los hijos para todas las madres, su abuelo  no lo coge en sus brazos solo lo mira con severidad  pero  seguramente  su corazón de padre palpitó  con emoción,  su abuela lo bendice y la madre llora de gozo recorriendo  con sus manos   el cuerpecito del infante. Y, pronto, este se  apega a  su seno y liba la leche materna y la madre lanza un grito  quizás de  alegría o de dolor al sentir  apretado su pezón.

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