Nicolás Copérnico
Ragnell29 de Septiembre de 2012
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Nicolás Copérnico, vida y obra: ¿Cómo repercute en nuestros tiempos?
En nuestros tiempos puede resultar absurdo pensar que los planetas giran en torno al Sol incluida la Tierra, e incluso que es algo por demás obvio; sin embargo en el momento en que se plantea esta idea fue objeto de polémica, burla e incluso rechazo determinante por aquellos que vivían en la época.
Nicolás Copérnico, hombre visionario que dedicaba su tiempo a todo tipo de ocupaciones (entre ellas gobernador, médico y obispo de la diócesis de Warmia), vivió en una época en que la Iglesia Católica era la institución más poderosa del mundo, aún con el cambio de paradigmas que se estaban llevando a cabo entre la sociedad de ese entonces.
Se consideraba como dogma, entre otras cosas, que la Tierra era el centro del universo y que todo lo demás giraba alrededor de ella; aportación de Claudio Ptolomeo, se aceptaba como verdad absoluta hasta que Copérnico mostró evidencia contundente para desmentir esta teoría y hacer uno de los cambios de paradigmas más grandes de todos los tiempos.
Aunque ya se esbozaba algo de esta teoría en la obra de Aristarco de Samos, se consideraba que la teoría de Ptolomeo era indiscutible pues en palabras de la propia iglesia “todo debía girar en torno al hombre, pues este debe ser capaz de observar la obra de Dios a su alrededor”.
Tomando en cuenta el poder de la Iglesia y el peso que tenían sus creencias e ideas en el mundo occidental así como lo importante que era en ese entonces la astronomía para el mundo científico (no debemos olvidar que para la época se buscaba crear un calendario que pudiera medir realmente el transcurso del tiempo con la mayor precisión posible), Copérnico dudaba de publicar su obra por miedo a romper con lo que se pensaba y provocar conflictos con ambas facciones.
Debido a esto se retrasó la publicación de su obra provocando que no pudiera ver cuando salió a la luz en 1543 (curiosamente el año de su muerte). Teniendo como título De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de las esferas celestes), es el documento en el que se demuestra y argumenta la teoría heliocéntrica y que años después es comprobada y perfeccionada por Galileo Galilei.
¿Pero de que nos habla esta teoría? Copérnico nos hablaba sobre trayectorias circulares perfectas en torno a un punto muy cercano al Sol, perpetuas y que colocaban a Mercurio, Venus, la Tierra y la Luna, Júpiter y Saturno en este orden alrededor de este astro (aún no se conocían Uranio ni Neptuno), aparte de mencionar que la Tierra contaba con tres movimientos: de rotación (diario), de revolución (anual) y de inclinación de su eje.
Tiempo después Johannes Kepler en su obra Misterium Cosmographicum corrigió el aspecto de las órbitas y demostró que en realidad estas eran elípticas; Galilei hizo lo propio con sus experimentos deductivos que produjeron pruebas tales como las manchas solares o las mareas oceánicas que lograron establecer a esta teoría como la que cumple hasta ahora con los requisitos y condiciones para ser considerada como la verdadera.
Y después de las explicaciones podemos preguntarnos: “¿Y eso de que sirve saberlo si ya pasó tanto tiempo? ¿Ya ni siquiera me afecta o sí?”. Lo interesante es reflexionar y comprender que en realidad este acontecimiento es tan contemporáneo como lo fue hace tantos siglos; sin él nuestro calendario sería otro (probablemente menos preciso que el que se maneja actualmente).
Si no se hubiera dado este cambio paradigmático es probable que nuestro retraso tecnológico y científico fruto del Oscurantismo fuera mucho mayor debido a la falta de un catalizador para la revolución científica que significó el Renacimiento. Seguramente ni siquiera podría estar estudiando
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