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El hambre es la sensación que indica la necesidad de alimento o ganas y necesidad de comer.

El hambre, al que deben enfrentarse cada día 925 millones de personas, no es una fatalidad a la que una parte de la humanidad esté predestinada. Es resultado de la injusticia. De la violación del derecho fundamental de toda persona a disponer, en todo momento, de alimentos en cantidad y calidad suficiente que le permitan vivir una vida digna y saludable.

En México en el sexenio pasado, cuando se establecieron tres líneas de pobreza: alimentaria, de capacidades y de patrimonio. A la opinión pública se le hizo creer que la primera línea corresponde a la población que padece hambre, lo cual es falso, ya que la pobreza alimentaria es mucho más extensa que lo que dicha línea mide, como veremos.

Nuestro país vive lamentablemente, de rodillas frente al gran cáncer de las sociedades, políticas y económicas; me refiero a la corrupción, este término tan escuchado a lo largo de los años en territorio mexicano, quien describe con acierto a las características de lo que hoy padecemos con más fuerza, la injusticia, impunidad, delitos que pasan desapercibidos. Este mar del que hacía mención va subiendo de nivel al pasar del tiempo, y va hundiendo poco a poco a lo que en efecto suponen, dan democracia e igualdad al país; nuestras instituciones. Parece que para estas aguas no existen salvavidas o bien, no nos permiten usarlos, se ven bloqueados debido a la represión y al autoritarismo “simulado” que existe en este mismo fenómeno, un océano de corrupción.

Cada día, millones de personas en el mundo ingieren tan sólo la cantidad mínima de nutrientes para mantenerse con vida. Cada noche, cuando se acuestan, no tienen la certeza de que tendrán comida suficiente al día siguiente, a esto se le llama “inseguridad alimentaria”.

La historia del hambre en México ha servido para idear campañas políticas espectaculares por demás populistas, y que desde que soy joven me he dado cuenta de que no logran erradicar el problema de raíz pues con despensas o brindando comidas y bebidas gratis como se ha hecho con programas para erradicar la pobreza y el hambre no se ha podido hacer nada a pesar de programas como Oportunidades en el gobierno de Vicente Fox o la actual Cruzada contra el Hambre del ahora presidente Enrique Peña Nieto.

Bueno, en fin, nuestra nación necesita un milagro pues la deuda con nuestros niños en hambre es impresionante y las expectativas de los líderes del poder son estratosféricas, aun así es importante salvar nuestra tierra de las evidentes diferencias que la aquejan y hacen que el encuentro con la muerte nos siga carcomiendo el cuerpo, el espíritu y nuestra alma mexicana.

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