“Académicos e imperio: The Minerva Research Iniciative”.

El libro del señor  David H. Price, antropólogo estadounidense, nos lleva a entender  la antropología militarizada de formas distintas, las universidades de Estados Unidos (Minerva Consortium, Pat Roberts Intelligence Scholars Program, Intelligence Community Centers of Academic Excellence), ofrecen becas  y apoyos para la investigación enfocada en los organismos militares y de inteligencia.

Las universidades de USA afirman que la guerra contra el terror que actualmente sigue aumentando, da un nuevo valor a la antropología que se presenta como herramienta útil para proyectos de inteligencia y guerras.

Junto con la Segunda Guerra Mundial surgen los códigos de ética, los militares notaron la importancia que tenía entender culturas, lenguas, costumbres y geografías, de los, en ese momento, enemigos. Comenzaron a utilizar a  antropólogos estadunidenses, británicos, alemanes, franceses y japoneses como analistas de inteligencia, especialistas en sobrevivencia, saboteadores y espías.

El Código de Nuremberg persistía en que a los seres humanos, ya sea en la guerra o en la paz, se tenía que evitar causar daños emocionales o físicos. Los códigos de ética son para practicar de la mejor forma la antropología.

Actualmente, no es suficiente un código de ética si en este no se incluyen posiciones políticas y el derecho a los pueblos y naciones de la autodeterminación.

Para los militares estadounidenses, la antropología es un plus injusto, lo utilizan para conquistar y explotar naciones. Ninguna asociación hace nada por cambiar eso, se concentran en la ética dejando a un lado la política, mientras la antropología es cómplice de los sectores militares, de inteligencia y seguridad de Estados Unidos.

Asociaciones como la AAA (American Anthropological Association), se consideran con posición neutral aunque de eso no tengan nada y menos hablando en el campo de la política.

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