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Enviado por   •  4 de Noviembre de 2014  •  745 Palabras (3 Páginas)  •  169 Visitas

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“Todo conocimiento y toda resolución de nuestro espíritu tiene necesariamente en cuenta un bien de cierta especie, ¿cuál es el bien que es objeto de la política? y por consiguiente el bien supremo que podamos proseguir en todos los actos de nuestra vida, el vulgo como las personas ilustradas, llaman a este bien supremo felicidad, y según esta opinión común, vivir bien, obrar bien es sinónimo de ser dichoso. pero en lo que se dividen las opiniones es sobre la naturaleza y la esencia de la felicidad, y en este punto el vulgo está muy lejos de estar de acuerdo con los sabios, unos la colocan en las cosas visibles y que resaltan a los ojos, como el placer, la riqueza, los honores; mientras que otros la colocan en otra parte. Añadid a esto que la opinión de un mismo individuo varía muchas veces sobre este punto; el enfermo, cree que la felicidad es la salud; el pobre, que es la riqueza; o bien cuando uno tiene conciencia de su ignorancia, se limita a admirar a los que hablan de la felicidad en términos pomposos, y trazan de ella una imagen superior a la que aquel se había formado. a veces se ha creído que por encima de todos estos bienes particulares existe otro bien en sí, que es la causa única de que todas estas cosas secundarias sean igualmente bienes. Indagar todas las opiniones sobre esta materia, sería un trabajo bastante inútil; y así nos limitaremos a las más conocidas y divulgadas, es decir, a las que al parecer tienen alguna verdad y alguna razón. Por lo demás no perdamos de vista que hay mucha diferencia entre las teorías que parten de los principios, y las que se elevan a los mismos. Platón tuvo mucha razón para preguntar y para indagar, si el verdadero método consiste en partir desde los principios o en subir hasta ellos, a la manera que en el estadio se puede ir de los jueces a la meta, o, a la inversa, de la meta a los jueces. pero siempre es preciso comenzar por las cosas muy notorias y muy claras. Las cosas pueden ser notorias de dos maneras; o con relación a nosotros o de una manera absoluta. quizá deberemos comenzar por las que son notorias a nosotros, y he aquí por qué las costumbres y los sentimientos honrosos son una preparación necesaria para todo el que quiera hacer un estudio fecundo de los principios de la virtud, de la justicia, en una palabra de los principios de la política. Es un error formarse una idea del bien y de la felicidad en vista de lo que pasa a cada uno en su vida propia. Existen tres géneros de vida, la vida de los goces materiales en que las naturalezas vulgares y groseras creen que la felicidad es el placer, la vida política o pública la mayoría de los hombres, si hemos de juzgarlos tales como se muestran, son verdaderos esclavos, que escogen por gusto una vida propia de brutos, y lo que les da alguna razón y parece justificarles es, que los más que están en el poder sólo se aprovechan de éste para entregarse a excesos dignos de un Sardanápalo. Por el contrario

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