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Boldo


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2012  •  Informes  •  1.371 Palabras (6 Páginas)  •  317 Visitas

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El boldo (Peumus boldus Mol.), especie endémica de Chile perteneciente a la familia

Monimiaceae, crece desde la Provincia de Limarí ( IV Región) hasta la Provincia de Osorno

(X Región) (Rodríguez et al. 1983). Debido a su adaptación a condiciones de sequía, es más abundante en las provincias centrales que en las del sur (Donoso, 1974).

Es un árbol o arbusto dioico, con inflorescencias en racimos cortos. Sus flores, de 5 a

10 mm de diámetro, presentan un perigonio verdoso, cubierto de pelos estrellados y escamas

petaloídeas blanco-amarillentas insertas en su garganta. Las flores masculinas, de mayor tamaño, presentan más de 40 estambres. Las femeninas poseen un gineceo súpero, con 2 a

9 ovarios libres y uniloculares, con un solo óvulo cada uno; estigma arqueado y gelatinoso.

En las flores femeninas los estambres están representados por escamas nectaríferas. Sus frutos son drupas más o menos ovoides, carnosas, de 5 a 7 mm de longitud (Navas, 1976).

Se caracteriza por su copa globosa, densamente ramificada, de color verde oscuro. Las hojas simples, opuestas, son de consistencias coriáceas y muy aromáticas, como consecuencia de los aceites esenciales sintetizados por esta especie (San Martin y Doll, 1998). La lámina es aovada a elíptica, con ápice obtuso y base redondeada (Rodríguez et al. 1983). Su cara superior es de color verde oscuro y áspera al tacto, mientras que la cara inferior es verde amarillenta con nervaduras marcadas. El margen de las hojas es entero y revoluto cuando las mismas están expuestas al sol (San Martin y Doll, 1998).

El boldo, que es usado tradicionalmente para leña y carbón, aparenta frecuentemente un hábito arbustivo, debido a su capacidad de rebrotar frente a la corta e incendios (3). El principal interés radica en sus hojas, que son cosechadas en verano para su comercialización y exportación (Toral, 1988; Roach, 2001). Los principios activos extraídos de sus hojas (aceites esenciales, alcaloides, flavonoides) han sido objeto de numerosas investigaciones que avalan su actividad biológica (Vila et al. 1999).

Sus hojas se usan en infusión como digestivo; en afecciones hepáticas se le considera un excelente colagogo y colerético. En 1960, Valenzuela y Rebolledo (citados por Navas, 1976) determinaron que las hojas, además de la boldina, contenían otros tres alcaloides, un glucósido, 2% de aceites esenciales, taninos, ácido cítrico, gomas y azúcares. Según Rodríguez

et al., (1983) los aceites esenciales son eugenol y terpineol.

La boldina se perfila como un principio activo muy interesante (Speisky y Cassels, 1994). Su actividad fisiológica se ha estudiado en detalle, siendo muy levemente tóxica, ocasionando sólo en grandes cantidades parálisis de los nervios motores, sensoriales y de las fibras musculares. No provoca adicción y sus efectos no son acumulativos (Vásquez, 1977, citado por Esposito, 1986). No es genotóxica, ni induce mutaciones (Henriques et al., 1991; Moreno et al., 1991). Investigaciones durante la década de 1990 llevaron al descubrimiento que la boldina es una de los antioxidantes naturales más potentes.

Incluso es bastante más eficiente que algunos compuestos utilizados comercialmente

(O’Brien et al., 2000; Konrath et al., 2008). Es muy difícil encontrar tan altas concentraciones en otra especie como en el boldo.

Kannegiesser (1987) demostró que la boldina se encuentra en todo el árbol, conteniendo la corteza el mayor porcentaje (3,7%) y las hojas el menor (0,03%). Además, informa que entre 1983 y 1986 se ha exportado un promedio anual de 786 ton de hojas y 6 ton de corteza, principalmente a Europa, Argentina y Brasil.

Aunque el boldo rebrota fácilmente, ha sido sometido desde hace muchos año a una fuerte explotación, sin que se repongan los ejemplares que mueren por agotamiento del tocón, o porque los árboles son destroncados o por la destrucción del ambiente apropiado para su reproducción por semillas. De hecho, en la zona central es muy raro encontrar plántulas con los lugares donde aún existen ejemplares de boldo.

Por otra parte, su propagación en vivero es difícil, ya que sus semillas sembradas en otoño o invierno, no germinan hasta el invierno del año siguiente. Generalmente el porcentaje de germinación es bajo, produciéndose una nueva germinación durante el invierno del segundo año.

Algunos investigadores han tratado de encontrar tratamientos pregerminativos, o la época de siembra apropiada, para obtener germinación en

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