Corazon
cica111Informe9 de Octubre de 2014
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La población debe controlar las estructuras
económicas mundiales. Esto presupone democratizar el modo de funcionamiento de
instituciones como la Organización Mundial del ComercIO
Para hacer una crítica a las corporaciones en términos razonables, es necesario admitir el
avance irrefrenable de dos fenómenos: el desmoronamiento de las fronteras de los Estados
nacionales desde el fin de la Guerra Fría y la aceleración de los mercados mundiales
mediante nuevas tecnologías, como Internet. Ahora el gran desafío consiste en encontrar
caminos adecuados para utilizar esos cambios de modo tal que las personas –todas las
personas– puedan alcanzar estándares mínimos en lo que respecta a la libertad y el
bienestar económico.
En la actualidad, ninguna zapatilla, casi ningún televisor y sólo unos pocos autos se
fabrican allí donde las firmas vendedoras tienen su sede. Ya desde la época de la colonia, las
materias primas proceden de África, América latina y Asia. Y mientras Alemania aún no sabe
si permitir la misericordiosa entrada de expertos indios en sistemas, las empresas más
astutas han establecido desde hace rato sus divisiones
"El comprar una marca transporta a los compradores hacia un mundo imaginario;
tienen la sensación de que realmente comparten con otros los valores y significados creados
por los diseñadores.” 30
Internet, además de
haber acelerado el ritmo del mercado mundial, constituye el arma más poderosa para ejercer
la crítica hacia las corporaciones.
Muchas empresas con tal de maximizar sus ganancias llegan incluso a disminuir buenas condiciones de trabajo, presentándose así explotación de los trabajadores: exceso de trabajo, remuneración muy poca, y hasta reclutación de menores o esclavización. Es el caso de la denuncia que hizo pública el médico norteamericano Peter R. Breggin, en 1998, en la que Food and Drug Administration había otorgado el permiso para que se realizaran experimentos en niños neoyorquinos con la fenfluramina (que por entonces ya estaba prohibida). En septiembre de 1997, ese mismo organismo había prohibido que el medicamento se continuara comercializando en EE.UU., ya que sus efectos colaterales incluían valvulopatías con riesgo vital y destrucción de células del cerebro. Por esa razón, la fenflurafnina fue retirada del mercado en todo el mundo, incluso en Alemania, donde la distribuidora Itherapie la comercializaba como medicamento adelgazante con el nombre Ponderax. Los niños utilizados como conejillos de Indias por los investigadores de las universidades de Nueva York y Queens no eran niños elegidos al azar. Eran de origen negro o latino, de familias pobres cuyos miembros seguramente no formularían ninguna pregunta incómoda. Estos ensayos fueron financiados por autoridades estatales.
Para que en Europa puedan consumirse alimentos baratos,
muchas empresas recurren al trabajo infantil, la esclavitud, la
explotación, el maltrato a los animales y la destrucción del
medio ambiente. Con sus campañas publicitarias, compañías
como Nestlé ponen incluso en riesgo la vida de los lactantes.
Sin embargo, existe una alternativa: el Comercio Justo.
Los bajos salarios conducen al trabajo infantil
Como casi ningún cosechero está en condiciones de mantener a su familia, también hay
muchos niños que trabajan en las plantaciones. Niños de entre diez y catorce años de edad
tienen que cargar bolsas de naranjas de 25 kilos durante catorce horas al día. Según cálculos
de la central obrera CUT, en 1994 el 15% de los cosecheros de naranja de San Pablo tenían
menos de 14 años. En 1996, en la región de Itápolis, uno de cada tres niños
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