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Guelfos Y Gibelinos


Enviado por   •  19 de Mayo de 2013  •  2.609 Palabras (11 Páginas)  •  346 Visitas

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Güelfos y Gibelinos

Nombres adoptados por las dos facciones que mantuvieron a Italia dividida y devastada por la guerra civil durante una gran parte de la Edad Media. Grisar, en su biografía del Papa Gregorio el Grande, dice que la doctrina de los dos poderes para gobernar el mundo, uno espiritual y otro temporal , cada uno independiente del otro dentro de sus propios límites es tan antigua como el cristianismo y se basa en el mandato divino de “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Los primeros papas, como S. Gelasio (494) y Símmaco (506) escriben enfáticamente sobre este tema , ilustrado por el arte cristiano del siglo octavo en un mosaico del palacio Laterano que representa a Cristo dando las llaves a S. Silvestre y el estandarte al emperador Constantino. S. Pedro entrega la estola papal a León III y el estandarte a Carlomagno. La última escena insiste en la acción papal de la restauración del Imperio de Occidente, lo que para Dante es un acto de usurpación por parte de León. Para Dante el papa y el emperador son como dos soles que derraman su luz sobre los caminos materiales y espirituales del hombre respectivamente , ordenado todo por la infinita bondad de Aquel de Quien el poder de Pedro y el de César provienen y se bifurcan. Así, a través de los convulsos tiempos medievales los hombres miraban a la armoniosa alianza de esos dos poderes para renovar la faz de la tierra, o cuando los dos ya no podían trabajar al unísono, apelaban a uno o al otro para que salvara a la sociedad. La más noble de estas aspiraciones se refleja en el “De monarchia”, de Dante, por una parte, y en la concepción del papa ideal, el papa angélico en “ De Consideratione“ de S. Bernardo y en las cartas de Sta. Catalina d Siena.

Esta gran concepción puede entreverse en las fases de las luchas de los Güelfos y Gebelinos, aunque pronto quedó obscurecida por consideraciones y condiciones materiales poco ideales.

Se puede decir que hay dos principales grandes factores que produjeron y mantuvieron vivas estas luchas: el antagonismo entre papado e imperio, cada uno tratando de extender su autoridad al campo del otro y la mutua hostilidad entre la nobleza feudal territorial, de instintos militares y ascendencia extranjera y la municipalidad democrática y comercial , que se aferraba a las tradiciones del derecho romano y era cada vez más rica y poderosa. Desde la coronación de Carlomagno (800), las relaciones entre la Iglesia y el Estado habían sido mal definidas, llevando en sí la semilla de futuros problemas que estallaron en la larga “guerra de las investiduras”, comenzada por Gregorio VII y el emperador Enrique IV (1075) que terminan con Calixto II y Enrique V (1122). Ni la iglesia ni el imperio eran capaces de imponerse políticamente en Italia. Durante el siglo XI las ciudades libres italianas habían crecido por una alianza nominal con el imperio que habría heredado el poder de la Antigua Roma , pero al mismo tiempo buscaban el apoyo político y espiritual del papado. Parece que los nombres “Güelfo” y “Gibelino” se originaron en Alemania, en la rivalidad de la casa de Welf ( duques de Baviera) y la casa de Hohenstaufen (duques de Suabia),cuyo castillo ancestral era Waiblingen en Franconia. Inés, hija de Enrique IV y hermana de Enrique V, casó con el duque Federico de Suabio. “Welf” y “ Waibligen” fueron utilizados como gritos de guerra en la batalla de Weinsberg (1140), en la que el hijo de Federico, el emperador Conrado III (1138-1152), derrotó al Welf Enrique el Orgulloso, hermano del rebelde duque de Baviera. Federico Barbarroja(1152-1190), sobrino y sucesor de Conrado, intentó imponer su autoridad sobre las ciudades italianas y ejercer la supremacía sobre el papado. Reconoció a Víctor, un antipapa, en oposición al legítimo soberano pontífice Alejandro III(1159), destruyó Milán (1162) pero fue finalmente derrotado por las fuerzas de la Liga Lombarda en la batalla de Legnano (1176) y forzado a firmar la paz de Constanza (1183) con la que se aseguraba la libertad de las comunas italiana. Los celos entre las mismas ciudad italianas impidieron que la paz tuviera efectos duraderos para la independencia y unidad de la nación. Después de la muerte de Enrique VI (1197) hijo y sucesor de Federico, estalló la lucha en Alemania e Italia entre los pretendientes al imperio, Felipe de Suabia, (muerto en 1208) hermano de Enrique y Otto de Baviera. De acuerdo con la teoría más probable fue entonces cuando se introdujeron en Italia los nombres italianizados y las facciones de Güelfos y Gibelinos ( por Welf" y "Waiblingen").

Los príncipes de la casa Hohenstaufen opuestos permanentemente al papado y los términos Güelfo y Gibelino se tomaron el significado de “ a favor de la iglesia ”(Güelfo) y “a favor del imperio” (Gibelino). Los Güelfos formaban el partido republicano, comercial, burgués, de la ciudades italianas, cuyo crecimiento era favorecido por el papa. Los Gibelinos representaban a la antigua nobleza feudal italiana, que en su mayoría eran descendientes de familias teutónicas llegadas a la península durante las invasiones germánicas y naturalmente miraban al emperador como protector contra las crecientes pretensiones de la ciudades. Pero está claro que esos nombres se adoptaron para designar partidos que de una forma u otras habían existido desde el fin del siglo XI.

En el intento de explicar el significado preciso de esos términos, hay que tener en cuenta las políticas locales y la condiciones especiales de cada estado o ciudad. Así, en Florencia , las luchas entre las familias de los Buondelmonti y los Amidei, en 1215, llevaron a la introducción de los términos Güelfo y Gibelino para distinguir a los partidos que mantuvieron desde entonces a la ciudad dividida. Pero las facciones habían existido desde que a la muerte de la gran condesa Matilde de Toscana(1115), cien años antes, la república había quedo en libertad para elegir su propio destino. La rivalidad entre ciudades era con frecuencia razón suficiente para declararse güelfo o gibelino más que por la proclividad de los ciudadanos hacia el papado o al imperio. Pavía era gibelina porque Milán era güelfa. Florencia era la cabeza de la liga Güelfa de Toscana y Lucca que necesitaba su protección, también lo era. Siena era gibelina porque buscaba el apoyo del emperador contra los florentinos y contra los nobles rebeldes de su propio territorio. Pisa era gibelina en parte por hostilidad a Florencia y en parte porque rivalizaban, con la ayuda del emperador, para emular las antiguas glorias marítimas de Génova.

En muchas ciudades güelfos y gibelinos se turnaban en el poder, expulsaban a sus adversarios, destruían sus casas y confiscaban sus posesiones. Venecia que había ayudado

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