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La hidrografía


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2022  •  Biografías  •  4.210 Palabras (17 Páginas)  •  40 Visitas

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BLOQUE 4. La hidrografía.

1. La diversidad hídrica de la Península y las islas.

2. Las vertientes hidrográficas.

3. Regímenes fluviales predominantes.

4. Los humedales.

5. Las aguas subterráneas.

6. El aprovechamiento de los recursos hídricos: la incidencia de la

sequía y de las lluvias torrenciales.

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1. La diversidad hídrica de la Península y las islas.

En el territorio de España se encuentran representados todo tipo de elementos hídricos, tanto aéreos como subterráneos. Entre los primeros tenemos los ríos, lagos, humedales, glaciares y neveros; entre los segundos los acuíferos subterráneos.

No obstante, la importancia de unos y otros es dispar, siendo los ríos, organizados en redes hidrográficas, los que más agua disponen y los que cubren la mayor parte del consumo. Los lagos y humedales, aunque son numerosos (2.400 y 2.500), presentan dimensiones reducidas con escasa acumulación de agua, algunos descendiendo notablemente en períodos de sequía e incluso desapareciendo temporalmente. Las masas sólidas de glaciares y neveros son poco significativas y en el primer caso en franco retrocediendo (glaciar del Aneto). Por último, los acuíferos están presentes en amplias áreas (mitad del territorio) pero muchos tienen problemas de recarga, con riesgo de agotamiento y de contaminación.

Cabe preguntarse por los factores que explican la diversidad hídrica:

• Factores naturales. El clima, mediante la precipitación es responsable del aporte líquido o sólido a los ríos, lagos, humedales y acuíferos. Las temperaturas cuando son elevadas merman la humedad, pero cuando bajan de cero retienen el agua en glaciares y neveros.

Otro factor es el relieve. Su configuración da forma a las vertientes y a las cuencas hidrográficas marcando divisorias de aguas; además, en las depresiones se originan áreas endorreicas, lagos o lagunas; en las llanuras aparecen meandros fluviales, en lugares accidentados gargantas, etc.

El roquedo influye en la circulación del agua. La caliza facilita la circulación subterránea (cavernas con galerías y salas). Las rocas silíceas son más impermeables, de modo que sólo en lugares con grietas se dificulta la circulación aérea. Los terrenos arcillosos favorecen la escorrentía superficial por la impermeabilidad de los materiales.

El tipo de suelo, dependiendo de la textura, favorece o no la filtración. Además, si dispone de cubierta vegetal frena la escorrentía, pero si carece de ella el agua arrastra los horizontes superficiales empobreciendo el suelo.

• El factor humano es cada vez más decisivo para explicar nuestra hidrografía. La construcción de embalses y trasvases crea elementos hídricos artificiales que modifican el ciclo natural del agua. Los consumos en áreas del litoral y las islas reducen a mínimos ecológicos los caudales de las cuencas bajas de los ríos; también merman los acuíferos de modo que se salinizan y llegan a agotarse. Para compensarlos déficit hídrico se instalan plantas desalinizadoras, con lo que ello supone en consumo de energía y daño medioambiental (salmuera).

En resumen, España cuenta con variedad de elementos hídricos, pero no quiere decir que tenga resuelto el problema del agua, pues los recursos están mal distribuidos; así, las áreas deficitarias son las de mayor consumo, creando dificultades a las actividades económicas y a los asentamientos de población.

2. Las vertientes hidrográficas.

Entendemos por vertiente hidrográfica el área que vierte sus aguas a un mismo mar u océano. En el caso de la Península tenemos la vertiente atlántica, que abarca la mayor parte del territorio (63%), y la vertiente mediterránea. Es frecuente diferenciar la vertiente cantábrica, si bien forma parte del mismo océano.

Las vertientes se organizan en cuencas hidrográficas, definidas como áreas drenadas por un río principal y sus afluentes. A este conjunto de ríos jerarquizados se denomina red hidrográfica. Existen espacios donde la red no tiene salida al mar, se denominan áreas endorreicas.

Las dos grandes vertientes de la Península disponen de cuencas muy diversas relacionadas con la configuración del relieve. Caractericemos las más importantes.

En la vertiente atlántica diferenciamos y caracterizamos las siguientes cuencas:

• Cuencas del Cantábrico. Desde la frontera francesa hasta el límite entre Asturias y Galicia encontramos pequeñas cuencas con ríos cortos, caudalosos y regulares, con pendiente pronunciada que acentúa la torrencialidad. Bidasoa, Nervión, Pas, Narcea-Nalón, Navia y Eo son algunos de los destacados.

• Las cuencas atlánticas de Galicia son más tendidas, los ríos menos torrenciales, pero también caudalosos y regulares. Tambre y Ulla.

• La cuenca del Miño-Sil abarca una extensión mayor (17.000 km2), la longitud de los ríos mencionados es importante (300 km el Miño), al igual que su caudal anual (340m3/s). La regularidad del caudal y lo accidentado del terreno permiten el aprovechamiento hidroeléctrico (embalses de Belesar y los Peares).

• El resto de las grandes cuencas atlánticas se organizan en redes hidrográficas complejas (arboriformes) con ríos de caudal medio abundante (Duero, 650 m3/s) e irregular y con perfiles tendidos excepto en algunos tramos. Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir son los principales y cuentan con afluentes notables (Esla, Jarama, Genil). El aprovechamiento se orienta al riego, consumo de la población, producción hidroeléctrica y usos recreativos; para ello se construyeron embalses de envergadura: Ricobayo, Almendra, Buendía, Alcántara, El Tranco, La Serena, etc. (cuadro con ríos, embalses...).

En la vertiente mediterránea las cuencas presentan estos rasgos:

• Las mediterráneas son de tamaño medio o pequeño. Disponen de pocos ríos medianamente largos (Júcar, Segura) y muchos cortos, todos con caudales escasos, muy irregulares, con sequías que los reducen o los hacen desaparecer y con avenidas catastróficas. El aprovechamiento tradicional de riego entra en competencia con los usos turísticos y recreativos (piscinas, campos del golf), lo que da lugar a déficit crónicos problemáticos, más con la polémica de los trasvases y el coste de las plantas desalinizadoras.

• La cuenca del Ebro es excepcional en la vertiente mediterránea, primero por su extensión y segundo por la importancia del colector principal, que tiene el mayor caudal en territorio español (600 m3/s). Sin embargo, ese caudal es bastante irregular, a pesar de los aportes de los ríos pirenaicos (Aragón, Gállego...). La cuenca está bien aprovechada, con un conjunto de embalses y canales que regulan el caudal, posibilitan el regadío y la producción de electricidad.

En el caso de las islas Baleares y Canarias no puede hablarse de redes hidrográficas propiamente. Las pequeñas cuencas están drenadas por arroyos con origen en manantiales, muchos de ellos temporales, con pronunciada pendiente que les da carácter torrencial arrastrando agua, piedras y barro que dañan cultivos y poblaciones. Estos limitados recursos se aprovechan al límite junto con las aguas freáticas y los almacenamientos de lluvia. Aun así, el déficit hídrico es crónico y las plantas desalinizadoras son la solución a la creciente demanda turística y a la agricultura de exportación.

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