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Microeconimia De Fergusun


Enviado por   •  24 de Julio de 2012  •  9.978 Palabras (40 Páginas)  •  592 Visitas

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La Vida Económica

Evolución de la vida económica.

El hombre, en su largo y constante afán de evolución, asumió desde su origen la actitud combatiente incansable frente a un medio que le fue siempre hostil. Mucho antes de pensar en resolver los problemas que le planteaba la convivencia con sus semejantes, que habrían de presentársele con la integración de los primeros grupos sociales, el hombre no pudo sustraerse a una dramática y cotidiana lucha por su propia subsistencia, para lo cual tuvo que hacer valer su ingenio y su calidad de ser racional. En la fórmula de que “el hombre es bastante más que el alimento que come, pero si no comiera, no sería nada”, descansa, en forma simple, lo que fue el nacimiento del hombre y de su actitud económica, que, podemos afirmar, tuvieron una aparición simultánea.

El individuo al evolucionar, buscó apoyo en la unión con sus semejantes con lo que obtuvo más fácilmente los medios para subsistir y un mejor sistema de defensa; su integración social no s muestra cómo ha avanzado, desde el tiempo en que se sirvió de la recolección de frutos silvestres para satisfacer sus necesidades más urgentes hasta la fabricación, en nuestros días, de alimentos artificiales en comprimidos; desde el uso de las más rudimentarias herramientas hasta los más complicados mecanismos electrónicos; ha visto, en fin, desfilar acontecimientos de gran trascendencia científica y ha ensayado, por convicción o por fuerza, multitud de nuevas y complejas doctrinas e ideologías. Las ciencias avanzan a veces tan vertiginosamente, que el hombre no siempre se ha encontrado debidamente preparado para hacer frente a la acelerada marcha de la civilización.

No obstante por la creciente especialización el hombre ha debido permanecer al margen de un gran número de sus conquistas cognoscitivas, producto del anhelo humano de progreso, no puede permanecer desligado del fenómeno económico, que en sus múltiples manifestaciones le persigue, le acosa, le intimida y le insta a superar su complejo mundo de necesidades.

Desde la prehistoria el hombre se dedicó a utilizar métodos elementales para lograr su subsistencia; entre tales aportaciones sucesivas recordamos el arte de hacer fuego y trabajar los metales, el cultivo de las plantas, la navegación en pequeñas áreas, la domesticación de los animales, tejido rudimentario, la cerámica y, junto a ello, el definitivo auxilio de la escritura como medio de comunicación del pensamiento humano. Pronto, el desenvolvimiento del hombres se realizó a mayor prisa y se llegó a constituir la base de la civilización que fue integrándose y surgiendo mutaciones a lo largo de su propia historia, hasta llegar al complicado mundo en que se desenvuelve actualmente.

Los antropólogos han escudriñado la vida del hombre durante la Edad de Piedra a través de su lento avance en los períodos eolíticos, paleolítico y neolítico y, han encontrado que la imperiosa satisfacción de sus necesidades le condujo con relativa prontitud al logro de soluciones primigenias para dominar el medio. Al fin de uno de estos períodos se encuentra al hombre “en posesión de cierto número de artes mecánicas que le permitían fabricar considerable variedad de herramientas; lo ve controlar el fuego, cocer sus alimentos, usar trajes y vivir en habitaciones acondicionadas; probablemente poseía ya alguna especie de agrupación social y cierta idea del orden, de la ley y de la justicia; estaba ya, evidentemente, bajo la influencia de alguna forma de religión. En resumen, muchos de los elementos fundamentales de la civilización estaban ya establecidos”.

El fenómeno económico y el principio de elección

Sólo en un mundo ideal, cuya posible existencia se hace cada vez más difusa y en la cual la naturaleza fue tan pródiga que el hombre no requirió realizar esfuerzo alguna para subsistir, pudo no conocerse el fenómeno económico. Acaso tampoco en los tipos de organización primitiva en que el medio proporcionaba más de lo que se necesitaba e hizo que no se captara el valor de las cosas. Pero pronto habría de crecer el número de consumidores y por tanto de necesidades, a la vez que la naturaleza se agotaba en su prodigalidad haciendo que los bines naturales resultan insuficientes para cubrirlas y nació el fenómeno económico.

Cuando el hombre sintió frío se protegió de la intemperie introduciéndose en una cueva; arrancó frutos silvestres que para entonces había en abundancia o cazó animales a su alcance para saciar su hambre. Pero al paso del tiempo, el crecimiento natural de los pobladores, reflejó los primeros rasgos de lo que iba a ser una dramática competencia, y así, las inclemencias del clima hicieron que el nombre, al no encontrar refugio en cuevas ya ocupadas por competidores más fuertes, pensase en la construcción de las primeras chozas; los animales, por instinto, huyeron a zonas poco accesibles al habitual cazador y al no encontrar frutos que otras manos ya habían arrancado, le hizo meditar en la siembra y cuidado de algunas especies comestibles. En la historia del hombre se iba a gestar así el cambio de su actitud nómada por la vida sedentaria.

Ferguson narra con profundo realismo la formación de ese estado angustioso en que se colocó el hombre como miembro de la sociedad primitiva y de los esfuerzos que para aquél entonces tiene que realizar “por conseguir lo que necesita para satisfacer el número siempre mayor y más variado de sus necesidades. La naturaleza rara vez otorga sus dones con liberalidad y proporciona un nivel normal de nacimientos más elevado que el de muertes naturales. Por eso jamás tendrá fin la lucha de la humanidad para escapar de la necesidad. El hombre, preso entre sus deseos insaciables y una naturaleza tacaña, dedica la mayor parte de sus horas de vigilia al drama económico en el que inevitablemente se ve envuelto”. En efecto, el problema se presenta al hombre en forma de multitud de interrogantes que le acosan y que le instan a pensar, al tratar de disiparlas, acerca de qué tipo de actividad es a la que ha de dedicar su esfuerzo, bajo qué sistema habrá de organizarse para el cultivo de sus campos y si será o no conveniente dedicarse a producir sólo algunos objetos útiles para cambiarlos después por bienes producidos por otra tribu vecina; de ahí que la actividad del homo occonomicus encaminada a resolver tales interrogantes, se agua encerrado en los siguientes supuestos:

a) Existe un conjunto de necesidades o de finalidades por alcanzar, las cuales, en ciertas condiciones pueden adquirir distinto grado de importancia.

b) Los medios apropiados para la satisfacción de varias necesidades resultan escasos, por lo cual no todas pueden ser

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