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Pedagogia


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2014  •  1.346 Palabras (6 Páginas)  •  274 Visitas

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Varias son las definiciones que han sido dadas al concepto de socialización. Entre ellas, están las siguientes (Goode, 1983) (Llor, Abad, Gracia, & Nieto, 1995) (Ridruejo, 1996): “Proceso mediante el cual se transmite al individuo, durante su desarrollo y maduración, el conocimiento de la cultura, sus reglas, normas y expectativas”; “Proceso por el que cualquier persona adquiere habilidades, roles, normas y valores sociales, así como patrones de personalidad” (Goode, 1983) “Proceso que dura toda la vida mediante el cual adquirimos los patrones de conducta que nos ayudan a interactuar con otras personas”; (Llor et al., 1995) “Proceso por medio del cual uno hace propias las normas del grupo, de tal modo que surge un yo distinto y único en este individuo”; “Proceso por el que la gente adopta códigos de conducta de su sociedad, logrando el respeto a sus propias reglas”; “Proceso por el cual el animal humano se convierte en ser humano y adquiere un yo, esto es adquiere identidad, ideales, valores y aspiraciones sociales”; “Proceso alterno de diferenciación e integración”.

Aunque diferentes, todas las definiciones anteriormente citadas coinciden al afirmar que la socialización es un proceso, lo cual implica que la socialización no se produce en un momento determinado de la evolución del individuo, como por ejemplo durante la infancia, sino que a lo largo de su evolución el individuo va adquiriendo conocimientos y conductas que le permiten vivir en sociedad. Este aprendizaje de las normas sociales sólo es posible a través de la interacción social, mediante la cual se llega a conocer los valores, símbolos, normas, creencias, usos, costumbres, sanciones, etc. del grupo de personas con las que va a convivir.

La necesidad de interacción social para el adecuado desarrollo de la socialización ha sido reconocida hace años. Varios autores coinciden al afirmar que el desarrollo social empieza en el momento que nace un niño (Miller, 1982), (Liebert & Neale, 1984), (Beltrán, 1988), (Carrasco & Avia, 1988), (Iglesias de Ussel, 1988), (Llor et al., 1995), (Ridruejo, 1996). En este sentido se ha llegado a atestiguar que el individuo que carece de vínculos sociales no es susceptible de ser socializado. Los casos de niños totalmente aislados, también llamados "niños lobos", es decir privados casi por completo de contacto con otras personas, lo revelan con claridad. Sin recibir influencias sociales el niño puede, a lo sumo, lograr cierto desarrollo físico, aunque muy deficiente. No basta, por lo tanto, que al niño se le suministre meras atenciones para su supervivencia física, necesita convivencia social, interacción, comunicación, afecto y contacto corporal. Sólo con ello es posible el desarrollo de la socialización.

La película El pequeño salvaje de Truffaut (1970) está basada en la verdadera historia del niño salvaje de L’Aveyron.

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Con el fin de estudiar los efectos que sobre la socialización tienen la privación de interacción social H. Harlow y sus colaboradores en la Universidad de Wisconsin (1971) realizaron varios experimentos. Debido a la imposibilidad moral de efectuar una investigación de este tipo en humanos utilizaron como sujetos experimentales monos rheus.

Uno de los experimentos de Harlow et al. consistió en sustituir a la madre de los monos por una estructura de madera o alambre (Figura 1). Fabricaron dos maniquíes, uno que denominaron “madre sustituta”, consistente en una estructura de madera recubierta de goma espuma y forrada de felpa y otro hecho exclusivamente de alambre. La mitad de los monos obtenían leche de la “madre sustituta” y la otra mitad de la estructura de alambre, cuando se dejaba al mono lactante que fuera libremente a la “madre” que deseaba todos los monos elegían a la

madre de felpa. Los que se veían obligados a tomar su alimento de la otra madre, permanecían allí el tiempo imprescindible para alimentarse, pero después volvían a trepar a la madre de felpa. Si algo asustaba al monito, también corría a buscar consuelo y protección en la madre que resultaba acogedora al tacto, no a la madre de alambre que le alimentaba. Dándole a elegir entre la madre que le daba alimento y la que le proporcionaba un estímulo agradable al tacto, el mono prefería claramente el estímulo táctil.

Cuando

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