TRODUCCIÓN

TRODUCCIÓN

La explotación de bovinos, con fines comerciales para la producción de leche y carne, mueve una cadena de alimentación interna, que va de la mano con la creación de alimentos y agentes en el mercado, que proporcionan al productor, un mejor aprovechamiento de la capacidad de sus animales. En este sentido, los sistemas de producción, han sido tradicionalmente extensivos, con una alimentación a pastoreo, que desde el punto de vista analítico, no es suficiente para que los animales cumplan sus procesos orgánicos, alcanzando sólo para satisfacer los requerimientos de mantenimiento como, respirar, bombear sangre, digerir alimento, moverse y mantener la temperatura corporal, este requerimiento de energía es dependiente del peso. Según Jouany (2006):

Se han obtenido datos en cámaras respiratorias que se han validado en pruebas de alimentación indicando requerimientos de energía para vacas de producción de leche en período de transición de 490 kJ de energía metabolizable para mantenimiento y 293 kJ por Kg de PV0, 75 de energía neta para lactación (p13).

Con el propósito de obtener una producción alta y eficiente, ya favorece que en la actualidad, existen los denominados “promotores del crecimiento”, que son los aditivos no esenciales, para la función biológica del animal, pero que tienen un efecto positivo, como el de inocularse en el organismo, para interactuar como mejorador orgánico. Lo que quiere decir, que de una cantidad determinada de alimento, aditivos o suplemento, el metabolismo del animal, puede obtener más energía, por lo consecuente más carne, y por ende, contar con sus reservas energéticas a plenitud, para utilizarlas en pleno desarrollo.

La alimentación juega un papel indispensable en la producción bovina, ya que es la fuente de sustento, que las vacas utilizan, para obtener los nutrientes necesarios para crecer, desarrollarse, producir y reproducirse. De igual forma, es necesario resaltar que los animales tienen requerimientos nutricionales, que en algunos casos pueden ser suplidas por dietas básicas, mediante el consumo de pasto y bien sea mediante la suplementación alimenticia. Así mismo, Barrantes E. (2001), señala que: “Generalmente lo que consumen los animales, no alcanza a solventar sus necesidades diarias para que produzcan eficientemente, esta causa es atribuida a la escases de comida en los potreros, pastos de mala calidad o por ambas condiciones” (p.14).

Igualmente, dentro del contexto sobresale, que las grasas son fuentes de energía disponible, pero pueden interferir con la fermentación ruminal, el aprovechamiento de la fibra y deprime la producción de grasa láctea, por tal motivo, la grasas de sobrepaso, se presenta como una alternativa viable, para establecer un equilibrio en el funcionamiento del rumen, estas están elaboradas principalmente a partir de aceites vegetales, sometiéndolos a procesos que dan como resultado, ácidos grasos libres parcialmente hidrogenados o sales cálcicas de ácidos grasos libres; “este tipo de grasas elaboradas, son inertes o insolubles en el rumen, lo cual

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