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Biografia


Enviado por   •  28 de Octubre de 2014  •  995 Palabras (4 Páginas)  •  119 Visitas

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“Canto de esperanza”

Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.

Un soplo milenario trae amagos de peste.

Se asesinan los hombres en el extremo Este.

¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?

Se han sabido presagios y prodigios se han visto

y parece inminente el retorno de Cristo.

La tierra está preñada de dolor tan profundo

que el soñador, imperial meditabundo,

sufre con las angustias del corazón del mundo.

Verdugos de ideales afligieron la tierra,

en un pozo de sombra la humanidad se encierra

con los rudos molosos del odio y de la guerra.

¡Oh, Señor Jesucristo! ¡Por qué tardas, qué esperas

para tender tu mano de luz sobre las fieras

y hacer brillar al sol tus divinas banderas!

Surge de pronto y vierte la esencia de la vida

sobre tanta alma loca, triste o empedernida,

que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida.

Ven, Señor, para hacer la gloria de Ti mismo;

ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,

ven a traer amor y paz sobre el abismo.

Y tu caballo blanco, que miró el visionario,

pase. Y suene el divino clarín extraordinario.

Mi corazón será brasa de tu incensario.

“Contra El Verso Retórico”

Contra el verso retórico y ornado

El verso natural. Acá un torrente:

Aquí una piedra seca. Allá un dorado

Pájaro, que en las ramas verdes brilla,

Como una marañuela entre esmeraldas –

Acá la huella fétida y viscosa

De un gusano: los ojos, dos burbujas

De fango, pardo el vientre, craso, inmundo.

Por sobre el árbol, más arriba, sola

En el cielo de acero una segura

Estrella; y a los pies el horno,

El horno a cuyo ardor la tierra cuece –

Llamas, llamas que luchan, con abiertos

Huecos como ojos, lenguas como brazos,

Savia como de hombre, punta aguda

Cual de espada: ¡la espada de la vida

¡Que incendio a incendio gana al fin, la tierra!

Trepa: viene de adentro: ruge: aborta.

Empieza el hombre en fuego y para en ala.

Y a su paso triunfal, los maculados,

Los viles, los cobardes, los vencidos,

Como serpientes, como gozques, como

Cocodrilos de doble dentadura,

De acá, de allá, del árbol que le ampara,

Del suelo que le tiene, del arroyo

Donde apaga la sed, del yunque mismo

Donde se forja el pan, le ladran y echan

El diente al pie, al rostro el polvo y lodo,

Cuanto cegarle puede en su camino.

El, de un golpe de ala, barre el mundo

Y sube por la atmósfera encendida

Muerto como hombre y como sol sereno.

Así ha de ser la noble poesía:

Así como la vida: estrella y gozque;

La cueva dentellada por el fuego,

El pino en cuyas ramas olorosas

A la luz de la luna canta un nido

Canta un nido a la lumbre de la luna.

“Non omnis moriar”

¡No moriré del todo, amiga mía!

de mi ondulante espíritu disperso,

algo en la urna diáfana del verso,

piadosa guardará la poesía.

¡No moriré del todo! Cuando herido

caiga a los golpes del dolor humano,

ligera tú, del campo entenebrido

levantarás al moribundo hermano.

¡Tal vez para entonces por la boca inerme

que muda aspira la infinita calma,

oigas la voz de todo lo que duerme

con los ojos abiertos de mi alma!

Hondos recuerdos de fugaces días,

ternezas tristes que suspiran solas;

pálidas, enfermizas alegrías

sollozando al compás de las violas...

Todo lo que medroso oculta el hombre

...

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