Caracteristicas Del Cuento
xoki1 de Junio de 2015
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CLASIFICACIÓN DE LOS CUENTOS
Desde el siglo VXIII se ha intentado clasificar los cuentos en un subdivisión en particular. Sin embargo, la diversidad de estos y la narrativa en si misma anula estas intenciones debido a que no hay alguno que pueda decirse es exclusivamente de tal o cual clasificación.
Sin embargo, y para facilitar la comprensión del lector se pueden agrupar según distintos criterios:
• autor
• destinatario
• tema
• personaje
La primera agrupación no tiene discusión. Sin importar el subgenero al que pertenezca siempre se definirá por su origen ya sea este popular o literario, lo cual detallaremos mas adelante.
SEGÚN EL AUTOR
CUENTO POPULAR:
El cuento popular es una narración tradicional breve de hechos imaginarios que se presenta en múltiples versiones. Son trasmitidos de forma oral a través de generaciones Tiene tres subtipos definidos: Los cuentos de hadas, los cuentos de animales y los cuentos de costumbres.
Los mitos y leyendas son reconocidas como género autónomo ya que, si bien son narraciones tradicionales estas no se presentan como ficciones.
CUENTO LITERARIO:
El cuento literario es el que es concebido y trasmitido mediante la escritura. El autor suele ser conocido. El texto fijado por escrito presenta por lo general una sola versión, sin el juego de variantes del cuento popular.
La primera muestra de cuentos conocidos en este género se encontraron en el antiguo Egipto, y una de las primeras manifestaciones en la lengua castellana es "El conde Lucanor" que reúne 51 cuentos diferentes escritos por el infante DON JUAN MANUEL en el siglo XVI.
DESTINATARIO
Esta clasificación esta basada en el criterio de edad y pueden ser:
• Infantiles
• Para adultos
TEMA
Esta clasificación se da basada en la temática desarrollada y según sus variantes, puede ser una de las mas extensas.
• Cuentos de amor
• Cuentos de odio
• Cuentos de suspenso
• Cuentos de denuncia
• Cuentos fantásticos
• Cuentos dramáticos
• Cuentos de terror....
En fin... como lo dije anteriormente, dependiendo el tema y la variante de este podría decirse que hay un sinnúmero de clasificaciones, las anteriores solo son demostrativas.
PERSONAJES:
Al igual que en la clasificación anterior, esta puede ser muy extensa, pues se basa en el criterio PERSONAJE. Aquí algunos ejemplos:
• Cuentos de hadas o princesas
• Cuentos espías policíacos
• Cuentos de animales
• Cuentos históricos
• Cuentos de fantasmas o monstruos...
popular
LA MUJER DEL MOÑITO por María Teresa Andruetto
Hacía pocos días que Longobardo había ganado la batalla de Silecia, cuando los príncipes de Isabela decidieron organizar un baile de disfraces en su honor.
El baile se haría la noche de Pentecostés, en las terrazas del Palacio Púrpura, y a él serían invitadas todas las mujeres del reino.
Longobardo decidió disfrazarse de corsario para no verse obligado a ocultar su voluntad intéprida y salvaje.
Con unas calzas verdes y una camisa de seda blanca que dejaba ver en parte el pecho victorioso, atravesó las colinas. Iba montado en una potra negra de corazón palpitante como el suyo.
Fue uno de los primeros en llegar. Como corresponde aun pirata, llevaba el ojo izquierdo cubierto por un parche. Con el ojo que le quedabalibre de tapujos, se dispuso a mirar a las jóvenes que llegaban ocultas tras los disfraces.
Entró una ninfa envuelta en gasas.
Entró una gitana morena.
Entró una mendiga cubierta de harapos.
Entró una campesina.
Entró una cortesana que tenía un vestido de terciopelo rojo apretado hasta la cintura y una falda levantada con enaguas de almidón.
Al pasar junto a Longobardo, le hizo una leve inclinación a manera de saludo.
Eso fue suficiente para que él se decidiera a invitarla a bailar.
La cortesana era joven y hermosa. Y a diferencia de las otras mujeres, no llevaba joyas sino apenas una cinta negra que remataba en un moño en mitad del cuello.
Risas.
Confidencias.
Mazurcas.
Ella giraba en los brazos de Longobardo. Y cuando cesaba la música, extendía su mano para que él la besara.
Hasta que se dejó arrastrar en el torbellino de baile, hacia un rincón de la terraza, junto a las escalinatas.
Y se entregó a ese abrazo poderoso.
Él le acarició el escote, el nacimiento de los hombros, el cuello pálido, el moñito negro.
-¡No! - dijo ella-. ¡No lo toques!
-¿Por qué?
-Si me amas debes jurarme que jamás desataras ese moño.
-Lo juro -respondió él.
Y siguió acariciándola.
Hasta que el deseo de saber qué secreto había allí le quitó el sosiego.
La besaba en la frente.
Las mejillas.
Los labios con gusto a fruta.
Obsesionado siempre por el moñito negro.
Y cuando estuvo seguro de que ella desfallecía de amor, tiró de la cinta.
El nudo se deshizo y la cabeza de la joven cayó rodando por las escalinatas.
María Teresa Andruetto nació el 26 de enero de 1954 en Arroyo Cabral, hija de un partisano piamontés que llegó a Argentina en 1948 y de una descendiente de piamonteses afincados en la llanura. Se crió en Oliva, en el corazón de la Córdoba cereal era, un pueblo marcado por la existencia de un asilo de enfermos mentales que, en tiempos de su infancia, era considerado el más grande de Sudamérica.
En los años setenta estudió Letras en la Universidad Nacional de Córdoba. Después de una breve estancia en la Patagonia y de años de exilio interno, al finalizar la dictadura trabajó en un centro especializado en lectura y literatura destinada a niños y jóvenes. Formó parte de numerosos planes de lectura de su país, municipales, provinciales y nacionales, así como de equipos de capacitación a docentes en lectura y escritura creativa, acompañó procesos de escritura con niños, adolescentes, jóvenes en riesgo social y adultos en programas oficiales e instituciones privadas, dentro y fuera de la institución escolar, y ejerció la docencia en los niveles medio y terciario. Coordinó ateneos de discusión y colecciones de libros para niños y jóvenes.
Amor
[Serie de 43 cuentos breves. Textos completos]
Emilia Pardo Bazán
El amor asesinado
Nunca podrá decirse que la infeliz Eva omitió ningún medio lícito de zafarse de aquel tunantuelo de Amor, que la perseguía sin dejarle punto de reposo.
Empezó poniendo tierra en medio, viajando para romper el hechizo que sujeta al alma a los lugares donde por primera vez se nos aparece el Amor. Precaución inútil, tiempo perdido; pues el pícaro rapaz se subió a la zaga del coche, se agazapó bajo los asientos del tren, más adelante se deslizó en el saquillo de mano, y por último en los bolsillos de la viajera. En cada punto donde Eva se detenía, sacaba el Amor su cabecita maliciosa y le decía con sonrisa picaresca y confidencial: «No me separo de ti. Vamos juntos.»
Entonces Eva, que no se dormía, mandó construir altísima torre bien resguardada con cubos, bastiones, fosos y contrafosos, defendida por guardias veteranos, y con rastrillos y macizas puertas chapeadas y claveteadas de hierro, cerradas día y noche. Pero al abrir la ventana, un anochecer que se asomó agobiada de tedio a mirar el campo y a gozar la apacible y melancólica luz de la luna saliente, el rapaz se coló en la estancia; y si bien le expulsó de ella y colocó rejas dobles, con agudos pinchos, y se encarceló voluntariamente, sólo consiguió Eva que el amor entrase por las hendiduras de la pared, por los canalones del tejado o por el agujero de la llave.
Furiosa, hizo tomar las grietas y calafatear los intersticios, creyéndose a salvo de atrevimientos y demasías; mas no contaba con lo ducho que es en tretas y picardihuelas el Amor. El muy maldito se disolvió en los átomos del aire, y envuelto en ellos se le metió en boca y pulmones, de modo que Eva se pasó el día respirándole, exaltada, loca, con una fiebre muy semejante a la que causa la atmósfera sobresaturada de oxígeno.
Ya fuera de tino, desesperando de poder tener a raya al malvado Amor, Eva comenzó a pensar en la manera de librarse de él definitivamente, a toda costa, sin reparar en medios ni detenerse en escrúpulos. Entre el Amor y Eva, la lucha era a muerte, y no importaba el cómo se vencía, sino sólo obtener la victoria.
Eva se conocía bien, no porque fuese muy reflexiva, sino porque poseía instinto sagaz y certero; y conociéndose, sabía que era capaz de engatusar con maulas y zalamerías al mismo diablo, que no al Amor, de suyo inflamable y fácil de seducir. Propúsose, pues, chasquear al Amor, y desembarazarse de él sobre seguro y traicioneramente, asesinándole.
Preparó sus redes y anzuelos, y poniendo en ellos cebo de flores y de miel dulcísima, atrajo al Amor haciéndole graciosos guiños y dirigiéndole sonrisas de embriagadora ternura y palabras entre graves y mimosas, en voz velada
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