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Control de lectura lenguaje y Comunicación

roberts84Examen25 de Noviembre de 2015

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Control Diagnóstico de Lenguaje y Comunicación

I.- Lee comprensivamente cada uno de los textos y luego responde marcando una de las alternativas según corresponda.

Texto I[pic 3]

                                 El calafate

Cuentan que había un jefe aonikenk tenía una hermosa hija llamada Calafate de la cual estaba muy orgulloso. Era poseedora de unos grandes y bellos ojos color dorado.

Un día pasó por el lugar un varonil y apuesto joven selknam, al verse, los dos jóvenes se enamoraron perdidamente, aún sabiendo que sus respectivas tribus no aceptarían esa unión. El amor pudo más que la razón, como suele suceder en estos casos, y decidieron fugarse para vivir juntos.

            Alguien descubrió sus planes y fueron denunciados al jefe aonikenk. Este supuso que el espíritu maligno de Gualicho se había apoderado de su hija instándola a huir con un enemigo de su tribu. Furioso, recurrió a la Chaman de la tribu para frustrar la huida de Calafate. Aquella la hechizó convirtiéndola en arbusto, pero permitiéndole al mismo tiempo que sus hermosos ojos contemplaran el lugar que la vio nacer.

Así, el calafate cada primavera se cubre de flores amarillo oro, que son los ojos de la niña aonikenk. El joven selknam jamás pudo encontrar a su amada, después de buscarla por mucho tiempo murió de pena.

La Chamán, arrepentida del mal que había causado, hizo que las flores del Calafate al caer, se convirtieran en un delicioso fruto de color púrpura que es el corazón de la bella joven aonikenk.

Todos los que comen del fruto caen bajo el hechizo del Calafate, lo mismo que el joven selknam, y aunque vivan lejos son atraídos a la región.

1.- Según las características del texto, este es

a

Un cuento

b

Una Novela

c

Una leyenda

d

Un Poema

2.- ¿En la actualidad y en nuestro país, se hubiese podido desarrollar esta Historia de amor?

a

No, porque las personas y las clases sociales, tal como las tribus, no se deben mezclar

b

Sí, porque según los derechos humanos cada persona es libre de acuerdo a sus sentimientos.

c

No, porque los padres poseen la libertad de casar a los hijos con quienes ellos quieran.

d

Ninguna de las anteriores.

3.-  Calafate, en un principio era el nombre de:

a

Un fruto que se da en la Patagonia Chilena

b

Una niña hija del jefe de los selknam

c

Una niña hija del jefe de los aonikenk.

d

Un jefe de una tribu indígena.

4.-  ¿Cual era la razón por la cual la joven no se podía enamorar del hombre?

a

Porque tenían mucha diferencia de edad.

b

Porque el chamán no permitía ese tipo de relaciones.

c

Porque las relaciones entre hombres y mujeres aonikenk no se permitían.

d

Porque las tribus a las cuales pertenecían eran enemigas.

5.-  Según el actuar de la Chamán esta se comportó          

a

Malamente y reflexivamente

b

Buenamente y malamente

c

Obedientemente

d

Ninguna de las anteriores

6.-  “ Los dos jóvenes se enamoraron perdidamente”

En la oración la palabra destacada  está tildada porque:

a

Es una palabra aguda y termina en s

b

Es una palabra grave

c

Es una palabra esdrújula

d

Es un sustantivo

Texto II

LA FLOR DEL COBRE

Resulta que una vez había un matrimonio que vivía en un campito, cerca de un pueblo en el sur. Los dos eran viejos, reviejos. Y resulta que el marido era tan flojo que nunca había trabajado en cosa alguna, y en cuanto le hablaban de hacer algo, se quejaba a gritos de sus muchas enfermedades y se iba a la cama, diciendo que ya poco le iba faltando para entregar su ánima al Tatita Dios. Y resulta también que la pobre mujer, a pesar de sus años, tenía que seguir comidiéndose para ella sola mantener el hogar.

Con la terrible pereza del marido, a quien llamaban don Quejumbre-No-Hace-Nada, el campito estaba hecho una maraña de zarzas y la casa se caía a pesar de los puntales que le habían arrimado algunos vecinos misericordiosos. Pero esto no era impedimento para que don Quejumbre-No-Hace-Nada siguiera durmiendo o lamentándose de sus males. Y resulta que un día estaba doña María Soplillo --que así se llamaba la mujer--zurciendo los pantalones de don Quejumbre-No-Hace-Nada cuando sintió que éste llegaba muy contento del pueblo, donde había ido en busca de remedios para las muelas.

Apenas la divisó le dijo:

--Figúrese la suerte, vieja...

--Usté dirá. Aunque sería mejor que diera antes las güenas tardes... --Güenas tardes. Pero no interrumpa. Figúrese la suerte... A la primera güelta del camino me le encontré con una señora muy encachá, que me preguntó pa'ónde iba. Yo le contesté que pa'l pueblo a mercar medicinas pa'l dolor de muelas. Entonces ella me ice qu'es meica y que me puede dar un remedio no sólo pa' las muelas, sino que es pa' toititos los males conocíos. Y voy entonces yo y le pregunto: "¿Y qué remedio es ése, Misiá?" Y ella al tiro me contesta: "Es la Flor del Cobre". "No la conozco, ni nunca la había oído mentar", le respondí. Y ella va y me ice: "Aquí tiene la semilla, váyase para su campito y la siembra, y en cuanto florezca verá cómo se alivia de sus muchos achaques".

--¿Y qué le dio, vieja?

--Esta bolsita con semillas. Mire. Al tiro las voy a sembrar.

Entonces doña María Soplillo se puso en pie, muy contenta al ver a su marido tan dispuesto y alegre. Y le preguntó:

--¿Dónde las va'sembrar?

--Aquí, no más, en la huerta. Pero la Misiá me'ijo tamién que tenía que sembrarlas toas y en tierra limpia y bien barbechá. Por suerte que no son muchas las semillas.

Y don Quejumbre-No-Hace-Nada se fue en busca de la pala, el azadón y el rastrillo, que estaban por ahí, en un cuarto, todos llenos de telarañas y moho.

Por la tarde se pasó arreglando un retazo de tierra, sacando maleza, arrancando raíces, arando y rastrillando. Cuando llegó la puesta del sol estaba el retazo de huerta convertido en una lindeza de barbecho. Y don Quejumbre-No-Hace-Nada se fue a acostar completamente rendido, dispuesto a levantarse al alba para sembrar las semillas de la planta del cobre, cuya flor había de mejorarle la salud.

Pero resulta que a la mañana siguiente, cuando comenzó a esparcir la semilla --que estaba en una bolsita de cuero no más grande que una mano cerrada-, ésta no terminaba nunca, y aunque don Quejumbre-No-Hace-Nada lanzaba grandes puñados al surco, el contenido de la bolsa no menguaba. ¡Y ya no había dónde sembrar más!

--¿Qué haré? --le preguntó a doña María Soplillo.

--Usté sabrá --dijo la mujer modosamente--. Pero, según dijo usté ayer, la Misiá le recomendó que sembrara toititas las semillas.

--Así no más jué --dijo el viejo.

Y se puso a preparar otra porción de tierra más grande que la que barbechara la víspera.

Pero al día siguiente pasó exactamente lo mismo: la semilla no llevaba trazas de disminuir. Al gran holgazán de don Quejumbre-No-Hace-Nada le dieron ganas de no seguir en la empresa; pero, justamente, en ese momento, le dieron unas fuertes punzadas en las muelas, tan fuertes como no las había sentido nunca. Y esto lo hizo decidirse a barbechar un pedazo del potrerillo, en vista de que la huerta ya estaba toda sembrada y que las semillas parecía que no se hubieran empleado nunca.

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