DESCENTRAMIENTO
jhonarvey26 de Mayo de 2015
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Para comprender la desigualdad del sistema capitalista mundial reviste un gran análisis a un problema de carácter estructural, sistémico y civilizatorio. En primera instancia, esta es una crisis de valorización que entraña una espiral de sobreacumulación, la caída de las ganancias y la ruptura de las dinámicas de acumulación; en última instancia significa una crisis civilizatoria. La acumulación mundial centralizada, comandada por el capital transnacional y basada en la explotación del trabajo barato, devastación ambiental muestra sus verdaderos límites. El gran capital pretende restaurar el proceso de concentración de capital, poder, riqueza y conocimiento, sin importar que la vida humana y el metabolismo social estén amenazados de múltiples formas.
La estrategia de acumulación mundial centralizada, la llamada globalización neoliberal, desplegada en las últimas tres décadas, articula nuevas modalidades de generación y apropiación de riqueza que le permite a los monopolios y oligopolios transnacionales acceder a fuentes de ganancia extraordinaria que sistemáticamente realizan una división internacional del trabajo basada en la configuración de cadenas globales de producción y el uso masivo de fuerza de trabajo barata, la incorporación de la mayoría de los recursos naturales al proceso de valorización de capital, tanto de la litosfera como de la biosfera, la privatización de medios de producción y sectores económicos estratégicos, la sobreexplotación del trabajo directo, generación de una desbordante sobrepoblación e incremento de la migración forzada y la privatización del conocimiento mediante la propiedad intelectual y explotación del “capital humano”, es decir, la pretensión de subsumir realmente el trabajo científico-tecnológico donde también participa la migración de trabajadores altamente calificados.
Se requiere o se tiene la necesidad de generar cambios profundos en las estructuras de la sociedad capitalista y en el entramado institucional y político que le da soporte, en beneficio de la mayoría de las clases sociales que ha sido paulatinamente despojada de sus medios de producción y subsistencia, expuesta a condiciones altas de explotación laboral, excluida de los procesos de producción social confinada a espacios de hacinamiento y servicios precarios, expuesta a la compra de alimentos y medicinas caros, pese a su abundancia en el mercado, aunado al hecho de que la violencia social y estatal se ha desatado por todos los rincones del planeta, para este caso se tienen ejemplos cercanos como lo es el despojo de tierras en Colombia por todo el tema de conflicto armado en nuestra nación, despojos realizados por la extrema izquierda y por otro lado la extrema derecha, que sistemáticamente han desplazada a grandes cantidades de comunidades rurales.
Para los grandes acumuladores de capital, poco importan las diversas expresiones de crisis humanitaria, como la pobreza, desempleo, hambrunas, enfermedades, en todo caso esos son daños colaterales. Ahora, los recursos naturales renovables y no renovables son incorporados a la órbita de la valorización del capital sin importar los daños ocasionados al ecosistema o el despojo al que son sometidos pueblos enteros con la finalidad de explotarlos. El criterio de máxima ganancia en el menor tiempo posible resulta demasiado frenético como para que los recursos renovables se regeneren, y devastador para aquellos que no son renovables. Simultáneamente se están generando problemas contiguos como la contaminación, el cambio climático y en algunos casos la escasez de recursos vitales, como el agua, y necesarios, como el petróleo. Por si fuera poco, el intercambio desigual en materia ambiental especializa a los países subdesarrollados como proveedores de materias primas baratas sin importar los daños ambientales y sociales vinculados. Aún más, la relación simbiótica entre la humanidad y la naturaleza
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