Eduardo Barajas Sandoval
51316Documentos de Investigación19 de Agosto de 2021
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Vanessa Salazar-63191133
Alejandro Gaviria - Movilidad social - 19 Feb 2012 - 1:00 am
- Conector lógico (de estructura):
Pero… Pero, la verdad sea dicha,
Casi simultáneamente,
Como es usual,
Por lo tanto
Paradójicamente
- Conectores de autor:
A comienzos de los años cincuenta
En una serie de artículos ya olvidados
En un libro publicado en 1974
En su opinión,
El antropólogo austríaco… El sociólogo estadounidense… el sociólogo… los economistas…
Pero, en el presente,
En los años setenta,
En un influyente artículo,
Casi simultáneamente,
Los debates descritos tocaban un asunto crucial.
Pero, la verdad sea dicha,
Más allá de las comparaciones
Casi una tercera parte
A un catálogo conocido de improperios
- Mis conectores:
Antiguamente a mediados del Siglo XX,
A mediados del Siglo XX
Consultando artículos ya aislados en el tiempo…
En la década de los setenta,
A comienzos de los años cincuenta tuvo lugar en Colombia un interesante debate.
El sociólogo estadounidense T. Lynn Smith señaló, en una serie de artículos ya olvidados, que la movilidad social en Colombia era casi inexistente. En su opinión, las clases altas eran una casta inexpugnable y las clases medias, un refugio de ricos decadentes. El antropólogo austríaco Gerardo Reichel-Dolmatoff criticó duramente el pesimismo de Smith: “Colombia —escribió— no es un país dominado por un sistema feudal manejado por unas cuantas familias de sangre azul que dominan una mayoría de mestizos analfabetos. Esto pudo haber sido cierto hace doscientos años. Pero, en el presente, Colombia es un país cuya estabilidad política y social descansa sobre una firme fundación de miembros de la clase media”.
En los años setenta, el debate volvió a repetirse en los mismos términos. En un influyente artículo, el sociólogo Rodrigo Parra Sandoval cuestionó de nuevo las posibilidades de ascenso social. “Cuando se mira con detenimiento a la sociedad colombiana —señaló—, se observa que las posibilidades de movilidad ascendente son mínimas... sólo existen para grupos específicos, estratos medios y altos urbanos, para quienes representa no un ascenso sino un mantenimiento de su posición”. Casi simultáneamente, los economistas Albert Berry y Miguel Urrutia presentaron una visión mucho más optimista. En un libro publicado en 1974, argumentaron que las personas talentosas y educadas tenían las puertas abiertas en Colombia.
Los debates descritos tocaban un asunto crucial. Pero, la verdad sea dicha, los debatientes tenían muy pocos datos para sustentar sus conclusiones. Una encuesta reciente, realizada de manera conjunta por el Departamento Nacional de Estadística (DANE) y el Departamento Nacional de Planeación (DNP), permite retomar el debate con mayor objetividad. La encuesta incluye, como es usual, un conjunto de preguntas sobre las condiciones de vida de las personas en el momento actual. Y contiene, al mismo tiempo, una interesante innovación: una serie de preguntas retrospectivas sobre las condiciones de vida (las características de las viviendas, la educación de los padres, etc.) de las mismas personas cuando tenían 10 años de edad. La encuesta permite, por lo tanto, comparar las condiciones de vida presentes y pasadas, y cuantificar las posibilidades de movilidad social.
Los resultados muestran un pequeño grado de movilidad social. Aproximadamente 5% de los colombianos pasó, en una generación, de la parte inferior de la distribución (el 40% más pobre) a la parte superior (el 20% más rico) y un poco más de 15% pasó de la parte intermedia a la superior. La movilidad social es menor a la observada en otros países, como Chile y México, donde se realizaron encuestas similares. Más allá de las comparaciones, la movilidad es insuficiente por decir lo menos. Casi una tercera parte de la población nace pobre y muere pobre. Los otros apenas se mueven. Muy pocos logran ascender decididamente.
Y si lo hacen, deben enfrentarse al clasismo, a un catálogo conocido de improperios: lobos, mañés, igualados, provincianos, carangas resucitadas, etc. Paradójicamente, la crítica social en Colombia se ha dedicado más a denigrar de las costumbres de quienes logran ascender socialmente que a denunciar la falta de movilidad social. Al subido, hay que caerle. Los caídos, caídos están
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23 nov 2020 - 10:13 p. por: Eduardo Barajas Sandoval
EXÁMENES PARA ESTADISTAS
- Conectores lógicos (de estructura):
- También
- Entonces
- Lo anterior
- Por eso
- En todo caso
- Debido a que
- Por lo tanto
- Pero
- En pocas palabras
- A pesar de que
- Sino
- Conectores de autor:
- El manejo de desastres, incluyendo de vez en cuando
- Uno de los riesgos de la aventura de gobernar
- En todas las tragedias
- Y claro
- Sea como sea, en todo caso
- Más que cualquier otro
- Como si no se tratara
- Tal vez en favor nuestro
- Por grave que sea
- Se trata más bien
- En algunas ocasiones lo hemos hecho bien
- En otras hemos perdido oportunidades
- Pero sí, indudablemente
- Mis conectores:
- El tratamiento de catástrofes, incluido algunas veces
- Algún peligro del contratiempo de guiar
- En todo tipo de desastres
- Quizá nos beneficia
- En ciertos momentos hemos hecho lo correcto
- En otras hemos desperdiciado situaciones convenientes
El manejo de desastres, incluyendo de vez en cuando el de su propia gestión, será siempre examen que pone a prueba el talante y la calidad de los gobernantes. Uno de los riesgos de la aventura de gobernar es el de que, súbitamente, la fuerza de la naturaleza, terremoto, huracán, inundación o pandemia se desate para alterar el curso de la vida de una comarca, el destino de una sociedad y las posibilidades de acción de cualquier gobierno.
Nadie parece estar suficientemente preparado para prevenir desastres ni afrontar sus consecuencias con éxito. Sin que importe quién esté al mando, las miradas se vuelven en todo caso hacia los responsables del gobierno, de quienes se espera apoyo, orientación, y solución a problemas inéditos. Entonces se pone a prueba no solamente su aplomo sino su conocimiento de las posibilidades y limitaciones de la acción estatal, y se descubren su visión de país, la idoneidad de los conceptos propios de su credo político y el control que puedan tener respecto de los recursos necesarios para orientar una reconstrucción que en buena medida depende de su buen criterio.
En todas las tragedias, los que más pierden son quienes viven en condiciones más precarias, con mayores limitaciones de recursos, con un hábitat más frágil, y en los asentamientos humanos más improvisados. También salen a flote las fallas de construcción de la infraestructura pública, con frecuencia fruto de la corrupción o la falta de idoneidad, y claro, las deficiencias de organización de los gobiernos, la falta de disciplina y las deficiencias de armonía entre los diferentes niveles de la administración de los asuntos públicos.
Lo anterior no quita que todos los vicios posibles de la condición humana se hagan presentes con motivo y en medio de las crisis más profundas. Por eso, pasado el incidente catastrófico y a través del periodo de construcción de una nueva realidad, será inevitable el sobrevuelo de “carrangueros” dispuestos a criticar a posteriori lo que se hizo o se dejó de hacer, sacar provecho político, entorpecer las acciones gubernamentales, o buscar credenciales para entrar en el festín de la contratación que inevitablemente se desata para componer un orden renovado.
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