Egon Schiele
tiiago28 de Abril de 2013
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Universidad de Antioquia. Facultad de educación.
Humanidades, Lengua Castellana
Teoría del texto narrativo. Trabajo Final
Huber Santiago Molina Roldan – Juan Sebastián Montoya Contreras – Laura Cristina Mesa Bustamante – Luisa Fernanda López Cifuentes
Egon Schiele: ¿Determinante o decorante?
Desde el inicio de Los Cuadernos de Don Rigoberto , vemos que la mayoría de la obra gira en torno a este artista y que no es gratuita su aparición en la obra, como dice Martí-Peña (2000), la vida y obra de Egon Schiele no están insertadas en la novela como relleno ni como objeto meramente decorante o simple telón de fondo.
El artista de origen Austrohúngaro, nace el 12 de junio de 1890, el tercero de los hijos, la mayor Melanie y en medio Gertrude (Gerti) quien aparece en varias de sus obras. Quince años después (1905) su padre Adolf Schiele muere de sífilis a tal punto que su enfermedad lo llevó a la locura. En 1906 es enviado a Viena por su madre Marie Schiele a estudiar en la Academia de Bellas Artes de Viena, después de abandonar la academia (1909) conoce al maestro y allegado amigo Gustav Klimt que lo introduce al estilo artístico conocido como Secessión, de allí su estilo único entre Seccesion y expresionismo, con toques naturalistas.
En 1911 conoce a Valerie Neuzil (Wally) con quien comienza una relación, ella menor de edad. Por ella y las pinturas de que fue protagonista junto a otras menores, es acusado de corrupción de menores y es enviado a prisión en 1912. Después de salir de la cárcel en 1913, con ayuda de su amigo Klimt en 1914 comienza su época considerada de mayor producción artística y calidad, contrae matrimonio con Edith Adams (que aparece en varias obras junto a su hermana Adele Adams).
A los pocos días de su matrimonio es enlistado en la primera guerra mundial pero al ser considerado como “intelectual” no fue enviado a primera línea. En 1918 Edith muere en un embarazo de 6 meses, tres días después también lo hace Egon Schiele, por causa de la epidemia “Gripe Española” el 31 de Octubre de 1918.
Egon Schiele, tenía un gusto por el erotismo y sus modelos eran en muchas ocasiones menores, lo que. Reiteramos, lo llevó a la cárcel. Así pues podemos identificar que Los cuadernos tiene un drama similar, en el que Lucrecia como un adulto, es castigada por “corromper” a su hijastro Alfonso (suceso que tiene existencia en la precuela El elogio de la Madrastra), quien a la vez, es un hombre-niño que para nuestro parecer cumple dos funciones: Salvar un poco a Vargas Llosa de ser dictado como Egon Schiele por corromper a ese menor y de poder construir una trama desde él. Sin embargo, se ve claramente la capacidad que este niño tiene para llevar a cabo sus fechorías y retomar la imagen que él mismo se creó a partir de una similitud con Egon Schiele, Alfonso mismo nos recrea en varias ocasiones la historia de este artista, mostrándonos la capacidad que tenía este para convencer y terminar teniendo relaciones con sus modelos (incluso con su cuñada Adele), de igual manera posee Alfonsito esta habilidad de convencimiento, haciendo de su inocencia un arma infalible a la hora de actuar. Es tanto así, que es capaz de convencer a Lucrecia y Justiniana de posar para él como lo hacían para Egon Schiele, tan convencido está de que es una reencarnación de este último que en ocasiones le dice a Lucrecia que sólo le falta pintar, refiriéndose tal vez a ser un genio o a ser igual que Egon Schiele. “Es que yo soy él, madrastra. Aunque lo tomes a broma, es así.” (Llosa, 1997:237). Alfonso también llega en algún momento a temer que a su padre Rigoberto le pueda ocurrir lo mismo que al padre del artista.
Es pues de apuntar, que Egon Schiele, mantenía un dibujo un poco “perturbador e inquietante” (102; 2000. Énfasis nuestro) a la hora de presentar sus obras, algunos creen que su inclinación por este estilo es debido a los problemas y dificultades de su infancia.
Retomando el tema, la relación de este artista con Alfonso va más allá de una posibilidad imaginaria del niño, y que en ciertas ocasiones Lucrecia vislumbra en su hijastros actitudes tenebrosas. En este caso, Martí-Peña (2000) nos ejemplifica con la imagen de la portada original (Ver imagen 1), en la que aparece el retrato de Herbert Rainer, con su expresión placentera pero a la vez en una posición antinatural y en su incorpóreo semblante de fondo
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