El Mito De La Eterna Vocación: El Maestro Sísifo Y Su Piedra Rodante
carlosrios1236 de Octubre de 2013
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Cuenta la leyenda, que Sísifo desafió a los dioses,
se burló de ellos, regresó de la muerte y se negó
a volver. Los dioses condenaron a Sísifo a rodar
una roca a la cima de una montaña desde donde la
piedra volvería a caer por su propio peso; se pensaba,
que no habría un castigo más terrible que el trabajo inútil
y sin esperanza (Camus, 2000). La sentencia estaba
dictada, tocaba a Sísifo emprender el viaje cuesta arriba,
cada vez que la piedra llegara a la montaña ésta caería
siempre para repetir por toda la eternidad su condena.
¿Pero qué podría hacer Sísifo sin una “pizca” de vocación?
Disponerse a rodar la piedra requiere de un halo
de cierta abnegación, de sentirse llamado a cumplir con
una tarea que es asignada, no por convicción, no por
deseo, sino por obligación; pero en cierto sentido, se
trata de una tarea que redime, que enaltece, que está
marcada por el sufrimiento y la entrega sin esperar
recompensa, se trata de una misión que sin vocación,
perdería su sentido. Y ahí está el maestro Sísifo, empujando
una piedra y cargando sobre su espalda todas
las miserias de la humanidad. Quien ha de gozar de la
vida, tendrá que dejar su cuota de sufrimiento en ella.
Vemos caminar al maestro Sísifo por una vereda que ha
labrado con el paso de los años, haciendo camino, forjando
conciencias, haciendo escuela, predicando la palabra
de la razón. La piedra no resulta tan grande cuando
se la mira como una misión, cuando se la ve como
una noble tarea; se trata de predicar la verdad, de ayudar
a conformar la nación, de dar sin esperar gratificación
alguna.
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Pero hay algo más, el maestro Sísifo no puede
ser cualquiera, el maestro Sísifo ha de ser un hombre o
una mujer sin tacha, educado, noble, comprensivo, abnegado,
de físico resistente para aguantar las arduas
horas de trabajo, debe tener el oído y la vista siempre
alertas; además ser pulcro en el vestir, no importa si se
tiene o no para comprar una vestimenta adecuada, ser
pulcro no significa vestir opulentamente, sino con limpieza
y decoro.
La pesada loza puesta, e impuesta, sobre los
hombros del maestro Sísifo y el tamaño de la piedra que
empuja, no serían tan pesadas si se le reconociera y valorara
social y económicamente, de ahí la pregunta: ¿Es
suficiente la vocación para que el maestro Sísifo emprenda
todos los días su complicada misión? Hay quien
dice que si el maestro Sísifo no tuviera vocación, no tendría
la fuerza suficiente para enfrentarse todos los días
a su desalmado destino, pero ésta no nos es concedida
a todos por igual, algunos nacen con ella, otros la adquieren
sobre el camino. Quienes nacen con ella, creen
que su destino está prescrito, que su tarea es salvar
almas; quienes la adquieren en el camino y lo hacen
además con una aproximación al estudio y conocimiento
de las razones para educar, creen que su destino es
ofrecer una y mil formas de ver las cuestas y los caminos
que la vida nos depara a cada uno de nosotros.
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