El Nadaismo
jorgepandoraEnsayo18 de Octubre de 2013
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EL NADAÍSMO
En Medellín, una de las ciudades más tradicionales de Colombia, apareció en 1958, en la papelería y tipografía Amistad, un folleto de 42 páginas titulado Manifiesto Nadaísta, firmado por gonzaloarango (sic). El diseño de los títulos era pueril y varias de las ideas perfectamente razonables. Pero a partir de allí un vasto movimiento de agitación intelectual iba a ocupar un papel preponderante en el panorama cultural colombiano.
"El Nadaísmo, en un concepto muy limitado, es una revolución en la forma y en el contenido del orden espiritual imperante en Colombia. Para la juventud es un estado esquizofrénico consciente entre los estados pasivos del espíritu y la cultura", anunciaba la primera página del texto, el cual procedía luego, aduciendo en su respaldo citas o menciones de Mallarmé y Sartre, Breton, Kierkegaard, Kafka, Gide y Spencer, a formular un vasto programa de subversión cultural (estético, social y religioso) que, apoyándose en la duda y en los elementos no racionales, y teniendo como armas principales la negación y la irreverencia, el desvertebramiento de la prosa y el inconformismo continuo, buscaba el cuestionamiento de una sociedad, la colombiana, en la cual "la mentira está convertida en orden"1.
Había, ciertamente, elementos de gran validez en esa formulación y una conciencia muy aguda de sus limitaciones: "La lucha será desigual considerando el poder concentrado de que disponen nuestros enemigos: la economía del país, las universidades, la religión, la prensa y demás vehículos de expresión del pensamiento. Y además, la deprimente ignorancia del pueblo colombiano y su reverente credulidad a los mitos que lo sumen en un lastimoso oscurantismo (...). Ante empresa de tan grandes proporciones, renunciamos a destruir el orden establecido. Somos impotentes. La aspiración fundamental del nadaísmo es desacreditar ese orden".
Esta generación "frustrada, indiferente y solitaria", como se autocalificaba, que coqueteaba con el suicidio y encontraba en La náusea de Sartre su Biblia, se proponía en consecuencia "no dejar una fe intacta, ni un ídolo en su sitio", mediante una actitud iconoclasta que se expresaría simultáneamente en dos campos: el literario y el vital. El primero gracias a la revista Nada, anunciado órgano del movimiento que sólo habría de volverse realidad doce años después con la aparición de Nadaísmo 70 (8 números entre 1970 y 1971), y lo segundo a través de un comportamiento humano abierto y en ocasiones desenfrenado que ya desde el primer momento buscaba mediante su vinculación con los jóvenes, los coca-colos de entonces, una vasta irradiación.
Este combate, que tomaba en cuenta tanto las precarias condiciones de la educación colombiana como las limitaciones de una literatura oscilante entre lo folklórico y lo regional (combate condenado de antemano tanto por los defensores de "lo autóctono" como por los partidarios de "la realidad histórica y social"), tenía el atractivo de presentarse como algo exento de dogmas. Apertura que hallaba su punto de partida no en una idea abstracta sino en una realidad exacerbadamente personal. Así las páginas finales estaban dedicadas a un bastante narcisista "Esquema para una definición de mi existencia", en el cual gonzaloarango a los 26 años (tenía, en verdad, dos más) repasaba, a todos sus niveles, su vida, para concluir en una esperanza de superación mediante una nueva fe y una nueva belleza ("-El Nadaísmo-. Mi última oportunidad"), como no dejaba de proclamar, en tono algo melodramático.
Más valiosas en realidad resultaban las líneas finales del citado Manifiesto, en las cuales, preguntándose hasta dónde llegarían, respondía en forma premonitoria: "El fin no importa desde el punto de vista de la lucha. Porque no llegar es también el cumplimiento
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