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La Dama de Negro


Enviado por   •  14 de Mayo de 2019  •  Apuntes  •  1.050 Palabras (5 Páginas)  •  1.421 Visitas

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La Dama de Negro

Elena:  ¿Cómo? ¿Qué yo soy la “Dama de Negro”? ¿Que la mujer que lleva más de diez asesinatos a sus espaldas en esta ciudad… soy yo? (piensa) ¿Cómo se te ha podido ocurrir? No, no, no, espera, déjame hablar. Lo sé. Supongo que habrás reunido pruebas -eso son pruebas ¿no?- o indicios, o sospechas que te dicen que la Dama de Negro soy yo, vale, sí. Mi pregunta es: ¿Cómo se te ocurre decírmelo aquí -¡aquí!- si sabes que la Dama de Negro mata a sus víctimas cuando está a solas con ellas? (silencio) ¿Te parece buena idea venir hasta aquí a decírmelo? ¿Hasta aquí? (grita, abriendo los brazos) ¡Hola! ¡Mi compañero dice que yo soy la Dama de Negro!  Negro, Negro, Egro… (reproduce ella misma el eco, luego mira a su compañero) Ni cobertura de móvil hay. No me lo puedo creer. Has sido tan vanidoso que has corrido a decírmelo nada descubrirlo. Te morías por demostrarme que tienes mejor instinto investigador que yo. Nunca has soportado que una mujer brille más que tú en el Departamento. Pues, ¿sabes?  -voy a pensar en voz alta-… (mira a su alrededor, no hay nadie a kilómetros de distancia) Yo… Creo que seguimos persiguiendo pistas falsas, creo que esa asesina es asquerosamente lista, que disfruta matando y riéndose de tipos como tú; y creo… que no soy yo.  Eso creo. Y creo que te conviene que yo siga teniendo mejor instinto investigador que tú… ¿Verdad? (el hombre no contesta) (Se vuelve al infinito y grita haciendo eco) ¡Verdad! ¡Verdad! ¡Erdad!…

Indicaciones:

Elena y su compañero son policías. Llevan tiempo siguiendo la pista de una asesina misteriosa que no para de matar. Unos indicios de última hora -y una sospecha que viene de antiguo- acaban de confirmarle al compañero de Elena que ésta, Elena, muy probablemente es la asesina. En lugar de comunicar este hallazgo al departamento. El compañero ha ido a decírselo a Elena, a la cara. No ha podido resistir el impulso. Ha actuado por vanidad. Llevaba demasiado tiempo soportando cómo todo el mundo pregonaba que Elena era mejor investigadora que él.

 

Monólogo de cine negro. De serie de TV negra. La actriz debe exprimir esos silencios, esas miradas, esas salidas de tono en las que grita al infinito. Ha callado a su compañero. Ella manda. Controla el instante. A medida que habla, siembra el miedo en su compañero -porque veladamente le está amenazando con matarle-. Y disfruta con ello. Elena no es la asesina. Pretende solamente que su compañero pase un mal rato, como reprimenda por su equivocación (equivocación doble: creer que ella es la asesina y venir a decírselo). Exprime, no obstante la duda que se genera en su compañero: ¿va a matarle? Esta duda también la tiene el espectador del monólogo. 

Variaciones:

¿Y si Elena sí es la asesina? En tal caso, Elena parece ofrecer un trato a su compañero: si callas lo que has descubierto, no te mato. El discurso no cambia pero el fondo puede variar un poco. Podría ser tan mala que, a pesar de abrir una puerta a la esperanza al compañero, Elena ha decidido matarle igualmente, y sólo se está recreando. Sea como fuere, se trata de in monólogo intenso que requiere una interpretación con carga. 

¿Le apetece un dolor de espalda?

Mateo:  Creo que no es necesario darle más vueltas: Tengo un agarrotamiento aquí en la espalda, en la zona del cuello, y me vienen mareos, y sudores fríos, y me atacan una especie de espasmos y pierdo la conciencia por momentos. Y creo que es más que suficiente para que me firme esa baja médica, doctor. Tenga en cuenta que hago visitas a clientes en el vehículo de la empresa. Y podría tener una de esas pérdidas de conciencia mientras voy conduciendo. Y usted sería responsable de lo que me pudiera pasar, doctor. Porque yo estoy aquí, hoy, y usted me está diciendo que no tengo nada… cuando sí tengo algo. Algo que me provoca mareos, que me hace perder el conocimiento y que además… duele mucho. Tengo un dolor continuo, doctor. Es como si recibiera una descarga eléctrica, pero permanente, zas, zas, zas, todo el rato… Yo no soy médico pero creo que necesitaré unos diez días de reposo, de “desconexión”, no menos de diez, lo suyo serían doce para curarme bien, a contar a partir del siete de abril y hasta el veintisiete. (El doctor muestra extrañeza por la precisión de las fechas). Sí: del lunes próximo al viernes de la semana siguiente, ambos inclusive. Es que además de doler, de dar mareos y provocar pérdidas de conciencia, esto que tengo yo: es contagioso. Podría contagiar al resto de compañeros de trabajo. Sería un drama. Y el primer expuesto, por el rato que llevamos aquí dándole vueltas, es usted, doctor. ¿Es que le apetece tener un dolor agudo en la espalda, un dolor horrible de descarga eléctrica que le dejará dormir ni le dejará hacer nada? ¿Le apetece…?

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