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La Leyenda Del Ykua Bolaños


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2014  •  427 Palabras (2 Páginas)  •  1.449 Visitas

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La leyenda del Ykua Bolaños

El nombre de Fray Luis Bolaños está inscripto con letras de fuego en la historia paraguaya. El franciscano, en su tiempo, ha realizado un trabajo evangelizador ejemplar. Pero ha perdurado en la memoria del pueblo por ser instrumento de Dios en la concreción de un milagro cuya obra se ha quedado para siempre entre nosotros.

Marcha Fray Luis Bolaños al frente de un numeroso grupo de indígenas apenas convertidos a la fe católica. Hace ya varios días que avanzan por tierras chamuscadas. El calor se hace cada vez más y más insoportable. Las reservas de agua se agotan y no hay cómo reponerlas.

Ni un bañado, ni un estero, ni un arroyo, ni unas míseras gotas de lluvia.

Nada de agua.

Las hierbas son mudos testigos de la sequía y se quiebran con sonidos tristes al paso de los hombres. La fe se debilita. Desde la conversión los nuevos católicos sólo han pasado penurias y creen ver en ello una venganza terrible de sus antiguos dioses.

Fray Bolaños les habla, trata de apaciguarlos, les pide calma. Siente el franciscano mucha pena por la situación que deben atravesar estas gentes pero a la vez les demuestra una fe inquebrantable que no podrá ser doblegada por ninguna sequía por más terrible que fuese.

Les habla de los sacrificios que tuvo que hacer el hijo de Dios para salvarnos del pecado. Les habla y más que nada él mismo se da fuerzas para continuar. El camino agobia y ya las fuerzas desfallecen. Es hora de detenerse y volver a empezar con las palabras para que los recién iniciados puedan entender que no se trata de un castigo de sus antiguos dioses sino simplemente de un fenómeno de la naturaleza. Al dar un rodeo para ubicar un mejor lugar de descanso Fray Bolaños se encuentra con tres de los más importantes caciques de la zona que vienen a su encuentro.

El más anciano llega junto al fraile y dialogan.

En realidad el cacique intima al fraile. Si no consigue agua invocando a su Dios será atravesado por las flechas de su tribu. El fraile pide unos momentos a solas. Recorre el lugar lentamente. Cerca de unos arbustos hay una piedra grande. El fraile pide ayuda para mover el peñón. Lo retiran de su lugar y como si hubiesen arrancado la tapa a un interminable recipiente, la surgente deja escapar un chorro de agua cristalina y fresca en medio de aquel polvaredal.

Las tribus de aquellos tres caciques también se convirtieron al catolicismo y Fray Bolaños siguió adelante con más confianza que nunca en su campaña evangelizadora.

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