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La prosa


Enviado por   •  11 de Agosto de 2014  •  Síntesis  •  441 Palabras (2 Páginas)  •  195 Visitas

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La prosa es una forma que toma naturalmente el lenguaje para expresar los conceptos, y no está sujeta, como el verso, a medida y cadencia determinadas.1

La prosa es una forma de la lengua escrita, definida por oposición al verso hacia atrás, con figuras que se agrupan en el llamado paralelismo. Se ha definido la prosa por oposición al verso, porque aquella no tiene ni ritmo métrico, ni repetición (formas fijas) ni periodicidad (rima) como aquél (Ducrot y Todorov, a prosa es una modalidad de expresión natural del lenguaje que, a diferencia de la poesía, no está sujeta a versificación y rima determinadas. Dicho esto, es importante aclarar que hay diferentes tipos de prosa, y algunos lindan más con el lenguaje poético que otros. Por ejemplo, la prosa literaria se asemeja más al verso que la prosa coloquial o la prosa científica que, si bien esta última es culta, tiene un fin informativo en lugar de artístico.

Por ende, a veces resulta problemático distinguir entre la prosa literaria (o poética) y la poesía en verso libre, porque en ambas aparecen tropos, figuras y artificios. El escritor Yuri Tyniánov (1894-1943), integrante del formalismo ruso, ana1974). Ritmo, repetición y periodicidad son justamente los elementos caracterizadores de la oralidad.

Es necesario resaltar que no debe confundirse el lenguaje hablado con la prosa. Monsieur Jourdain alguna vez preguntó: «Qué, cuando digo; “Nicole, tráeme las pantuflas y deme mi gorro de dormir”, ¿eso es prosa?». La respuesta sería no, ya que la prosa es una forma de escritura, que se diferencia del verso, más parecido que la prosa a la oralidad; y que es usada en obras literarias tales como cartas, cuentos y novelas.

De Los adioses, de Juan Carlos Onetti:

Quisiera no haber visto del hombre, la primera vez que entró en el almacén, nada más que las manos; lentas, intimidadas y torpes, moviéndose sin fe, largas y todavía sin tostar, disculpándose por su actuación desinteresada. Hizo algunas preguntas y tomó una botella de cerveza, de pie en el extremo más sombrío del mostrador, vuelta la cara--sobre un fondo de alpargatas, el almanaque, embutidos blancos por los años--hacia afuera, hacia el solo del atardecer y la altura violeta de la sierra, mientras esperaba el ómnibus que lo llevaría al hotel viejo.

De Ocnos, de Luis Cernuda:

El sol poniente encendía apenas con toques de oro y carmín los bordes de unas frágiles nubes blancas que descansaban sobre el horizonte de los tejados. Caprichoso, con formas irregulares, se perfilaba el panorama de arcos, galerías y terrazas: blanco laberinto manchado aquí o allá de colores puros, y donde a veces una cuerda de ropa tendida flotaba henchida por el aire con una insinuación

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