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La regenta


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2023  •  Resúmenes  •  18.008 Palabras (73 Páginas)  •  47 Visitas

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LA REGENTA

CAPÍTULO 1

Vetusta es una ciudad con nombre simbólico creada por Clarín. Era una ciudad antigua, triste y vieja, pero noble. La torre de la catedral. Bismarck, ciudadano de Vetusta, empuñaba el cordel de la Wamba (gran campana de la Catedral de Oviedo para llamar a los canónigos). Bismarck era delantero de diligencia, pero sus aficiones le llevaban a los campanarios. Celedonio, hombre de la iglesia, cobarde, hipócrita y malicioso. Celedonio estaba asomado a la ventana y le tiraba cosas a los transeúntes. Bismarck=el de la tralla, adulaba a Celedonio en el campanario, pero en la calle le trataba a puntapiés y le arrancaba las llaves para subir a tocar las oraciones. Celedonio=monaguillo, defendía las costumbres de la Iglesia primitiva. Empezaba el Otoño. Don Fermín de Pas, Magistral de la iglesia catedral y Provisor del Obispo. El Magistral estaba subiendo a la torre y el delantero se escondió detras de la campana porque, aunque no tenía motivos, temía que le pegara. El Palomo/perrero, empleado laico de la catedral encargado de echar a los perros. Al contrario de lo que había dicho Celedonio antes sobre él, de Pas no se pintaba la cara. El Magistral sacó un catalejo para ver por la ventana que Bismarck al principio pensó que era un fusil. El Magistral allá adonde iba le gustaba subir a los montes más altos, y si no había montes, a las torres. Era montañés. Celedonio, por el anteojo del Provisor (Fermín de Pas es el provisor del obispo y el magistral de la catedral de Vetusta), había visto a la Regenta, una guapísima señora que se paseaba leyendo un libro por su huerta, llamada el Parque de los Ozores. De Pas asciende a la torre de la catedral para compensar pasiones, ya que no puede poseer Toledo o Roma, puede poseer Vetusta: “su pasión y su presa”. Encimada: barrio noble y pobre de Vetusta (?). En el Campo del Sol vivían los rebeldes. En el Noroeste estaba la Colonia, la Vetusta novísima y deslumbrante. División de Vetusta en tres grandes zonas: la aristocrática y clerical en la Encimada, la burguesa de la Colonia, y la popular del Campo del Sol. Todas las personas pudientes creen y practican. Don Saturnino Bermúdez (arqueólogo) contaba la historia de los caserones de la Encimada, y cada vez que el Ayuntamiento radical (progresista) derribaba algunas ruinas ponía el grito en el cielo y publicaba en El Lábaro, el órgano de los ultramontanos de Vetusta, algunos artículos que nadie leía, en los que mentía y exageraba. Don Custodio (clérigo) el beneficiado (de la oposición), propalaba todas las injurias con que se quería derribar al Provisor, al que envidiaba. Don Saturnino no era clérigo y en su tiempo libre (15:30-16:30) , en cuanto llegaba algún forastero de alguna importancia a Vetusta, Bermúdez le acompañaba a ver las antigüedades de la catedral y otras de la Encimada. Se enamoró de una señora casada, pero le sucedió lo mismo que con las solteras: no se atrevió a decírselo. A esta señora la llamaban en Vetusta la Regenta, porque su marido, ahora jubilado, había sido regente de la Audiencia. Bermúdez nunca había probado el amor carnal. Un día Saturnino recibió una carta de su amiguita Obdulia Fandiño, viuda de Pomares, en la que le decía si podía acudir a su casa a las 3 de la tarde, y que esta le esperaría con unos amigos de Palomares que querían visitar la catedral acompañados de una persona inteligente. El señor de Palomares=Infanzón. Saturnino (el sabio) soñaba con el olor del pañuelo de Obdulia. Obdulia era hija de confesión del Magistral, que no la soportaba por ser “muy escandalosa” físicamente y en su forma de vestir: “Estas señoras desacreditan la religión”. A Bermúdez le encantaba y se perdía con sus exageradas curvas. Ella quería seducir al Magistral. El señor Infanzón recriminaba constantemente a su mujer que le avergonzaba cuando él ni siquiera sabía lo que era la pátina. Dentro de la capilla del Panteón, Obdulia (amiga del obispo de Nauplia) teme que haya ratones y se agarra a don Saturno. Se aprietan las manos.

CAPÍTULO 2

Don Cayetano Ripamilán/el Arcipreste, era un canónigo con dignidad de arcipreste de baja estatura. Hizo alusiones corteses, un poco verdes, a la hermosura de la viuda. Se consideraba a sí mismo disgno de respeto por su don de poeta bucólico y epigramático. Su culto a la mujer se basaba en que este era el sujeto poético. El Arcipreste nunca había bailado con ninguna mujer. Nunca faltaba a las tertulias desde que los médicos le habían prohibido leer y escribir de noche. Le gustaba tratar con la juventud. Trifón Cármenes: poeta oficial de Vetusta. Un canónigo muy buen mozo decía que don Cayetano utilizaba vocablos y alusiones impropias de una dignidad, y este le tapaba la boca dando a entender que él tenía los verdores en la lengua, y otros, no menos canónigos que él, en otra parte. La visita de Obdulia a la catedral había despertado sus instintos anafrodíticos. Tertulín=plática de la sacristía después del coro. El Arcipreste le había puesto de apodo al señor Arcediano don Restituto Mourelo: Glocester, porque era un poco torcido del hombro derecho, y así se llamaba el Regente jorobado y torcido de una obra de teatro que Ripamilán había ido a ver años atrás. Obdulia servía en Madrid a su prima Tarsila Fandiño, y esta a cambio le daba los vestidos que no se ponía. Ripamilán era el más fiel al Magistral, y el de Mourelo, su más cordial enemigo (del Magistral). Don Custodio el beneficiado era el lugarteniente de Glocester, y le había dado la noticia de que la Regenta (esposa de don Víctor Quintanar) estaba en la capilla del Magistral esperándole para confesar. Don Custodio le tenía envidia por esto. La Regenta = Ana Ozores. Al Arcediano creía pertenecerle el honor de confesarla. Don Custodio adulaba a Glocester y le animaba a luchar por la causa de sus derechos. El Magistral, en vez de acudir al confesionario, se había quedado a oír a don Cayetano, pues era su día de descanso. La Regenta iba a confesarse por primera vez, con Visitación. Al Magistral, al contrario que a don Custodio, no se le ganaba en el confesionario. Rodríguez = el Palomo. La Regenta y Visitación se fueron sin confesión porque el Magistral no estaba. Fueron al Espolón. Estaban en la capilla de Santa Clementina el Magistral y el Arcipreste cuando escucharon a Obdulia y a Saturnino, que estaba en medio de la capilla expresando su indignación a los Infanzones. El Infanzón ya estaba mareado con tantas cosas que le había contado el arqueólogo. Su esposa estaba también cansada y aburrida, pero no aturdida. La Infanzona se dio cuenta de que iban por lugares oscuros para que Obdulia y Saturnino se dieran la mano. La señora de pueblo = Carolina, sentía celos de Obdulia porque no sabía de qué la conocía su marido. Carolina le dice a Saturnino que la capilla le parece muy bonita, pero que le parece feo profanar el templo. Saturnino creía que su amor por Obdulia era correspondido.

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