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La subliteratura

apamonApuntes8 de Octubre de 2018

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Instituto Salesiano de Valdivia[pic 2]

Lengua Castellana y Comunicación        

Prof. A. Paredes – C. Morales

               

“Cultivemos el Arte de Escuchar y Acompañar[pic 3]

LA SUBLITERATURA

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                A pesar de que nos guste mucho comer diferentes cosas y a cualquier hora, no da lo mismo realizarlo en un restaurante de lujo que en una cadena de comida rápida. A lo mejor nos sentimos incómodos en el restaurante, porque nos apabulla la presencia de un cubierto numeroso o porque la cuenta va a costar algo más o quizás porque no logramos reconocer todos los ingredientes de la comida o los nombres nos suenan extraño. Pero cuando logramos superar estos obstáculos, sin duda, saboreamos el exquisito plato con mayor placer que el hot dog al que nos habíamos acostumbrado.

                Algo similar ocurre con los libros que leemos. No es lo mismo leer a Mary Shelley que a Stephen King, ni da lo mismo leer a Pablo Neruda que a Corín Tellado. Aunque todas estas obras “nos entretengan”, existen claras diferencias de calidad literaria. Sin embargo, a diferencia del ejemplo de los restaurantes, en que es muy poco probable que en uno de lujo sirvan una hamburguesa y que en una fuente de soda nos ofrezcan un filete mignon, en el caso de la literatura sí sucede que textos subliterarios con el tiempo se consideran canónicos y, por otro lado, textos que surgen de la literatura canónica, es decir, del restaurante de lujo, sirvan de inspiración o motivación para expresiones subliterarias, es decir, la fuente de soda literaria.

                A partir de lo anterior, podemos reconocer dos tipos de literatura, diferenciadas claramente por su calidad, pero que en ningún caso se excluyen. Ambas formas de expresión se entrecruzan y se complementan en la historia de la literatura, particularmente a partir del siglo XIX.

1. Literatura culta o canónica

                

                Es aquella vinculada a la tradición clásica, a grandes obras o estilos literarios que conectan con los grandes autores de reconocido prestigio intelectual y, por lo tanto, reconocida institucionalmente como tal (estudiantes, críticos, profesores, universitarios etc.) Además, se la identifica por tener una fuerte idea de creación individual independiente de un público masivo. De esto se deduce la idea de originalidad que trae aparejada por la asociación a un autor que se responsabiliza por ella. Es una literatura que trasciende la contingencia de su aparición y sobrevive en el tiempo, enriqueciéndose con lecturas renovadoras que no la agotarán nunca. Ejemplos, Shakespeare, Cervantes, Jorge Luís Borges, Mistral, Neruda, etc.).

Características:

  • Es reconocida institucionalmente y bien evaluada.
  • Es estable y tiene un alto grado de organización estructural.
  • El autor no tiene dependencia abusiva por lo económico ni se dirige a un sector de la población.
  • Es original y tiene el sello original del autor. En otras palabras, es creada por individuos responsables de su creación.
  • Tiene un alto grado de elaboración formal y estilística que no descuida ni la expresión ni el material temático.
  • Selecciona un público minoritario, aunque algunos son de gusto masivo (por ejemplo, Cervantes o García Márquez).
  • Las obras poseen un mayor grado de intelectualización y su mensaje es más relevante.
  • Su alto valor estético se determina por su grado de elaboración.
  • Renueva la codificación habitual con una información artística compleja.
  • La obra culta apunta a la imaginación, siendo audaz e innovadora.
  • Al tener lectores más preparados, éstos enriquecen su lectura con otros tipos como la erudita, la intertextual, etc., en la que se descubren ecos de otras obras.
  • La obra literaria culta enriquece incluso las expresiones desgastadas al colocarlas en contextos diferentes.
  • Su vocabulario está anclado en la realidad más tangible.
  • La literatura canónica proporciona un “goce distanciado” y hasta mediatizado por la reflexión.

2. Literatura popular o de masas

                        

                        Suele ser menospreciada por los grupos culturales dominantes. Nace como un producto de las sociedades industrializadas, sobre todo a partir del siglo XIX, y es consumida por grandes sectores de la población. En este tipo de literatura la noción de autor pierde gran parte de su validez al constituirse en un objeto de consumo que implica un interés económico. Además, su función se reduce, en su gran mayoría, a la evasión y al entretenimiento. Se le denomina también subliteratura.

         La concepción de subliteratura ha cambiado, ya que, al hablar tradicionalmente de la misma se hace referencia a obras de ficción que atraen a una masa de lectores, pero que lo críticos literarios no consideraban dignos de estudio académico. Pero esta actitud, en los últimos años, ha sido desechada y las obras subliterarias se estudian, aparte de por su mérito literario, por lo que revelan acerca de la sociedad que las consume. La subliteratura abarca una amplia variedad de géneros, aunque cada uno tiene sus propias características, hay varias básicas y compartidas, la fundamental de las cuales es que llegan a un público vasto y variado. La segunda característica general de la subliteratura es que suele escribirse según ciertas fórmulas; esto se aplica incluso a la mayoría de las novelas de detectives y thrillers, cuyos argumentos, a pesar de partir de algo que se desconoce, por lo general comparten una estructura bien establecida.

             A los lectores de casi todo tipo de subliteratura les agrada anticipar lo que va a ocurrir. No quieren sorpresas, sino repetir la experiencia de disfrutar con la lectura de novelas semejantes. En las novelas románticas y best-sellers, por ejemplo, héroes y heroínas cambian de nombre, nacionalidad, vehículo y empleo, pero básicamente son siempre los mismos. El carácter previsible de los argumentos de las novelas románticas y los best-sellers revela el deseo de rechazar a la ambigüedad, el caos y el fracaso tan frecuentes de la vida real. Estos tipos de subliteratura ofrecen una salida temporal de la realidad, aunque están ambientadas en el mundo real.

             Una característica común de la subliteratura es que se concentra en la acción y los diálogos, más que en especulaciones o relaciones internas. Además, tiende a un lenguaje cotidiano y a evitar las descripciones largas. Todas estas características aceleran el ritmo narrativo y lo diferencian de la escritura que suelen valorar los críticos literarios. Ciertos elementos que uno espera encontrar en la novela (por ejemplo, una psicología compleja, a la confrontación de ideas) están ausentes de la mayoría de los géneros subliterarios.

             La noción de autor en la subliteratura es opuesta a la del creador de la literatura culta. El autor subliterario selecciona un grupo amplio de la población lectora para apropiarse de los gustos básicos de ésta y satisfacerlos. En algunos casos extremos llega al ya mencionado best-seller, en que hay todo un equipo de producción detrás. Sin embargo, también sucede otro fenómeno: determinados autores se transforman en autores de culto para unos seguidores incondicionales, por ejemplo, Stephen King y Anne Rice para los lectores del relato de terror; Philip K. Dick para los consumidores de ciencia ficción; Raymond Chandler y Patricia Highsmith, para los lectores del relato policiaco, etc.

                Antes de darle importancia al talante creador de un autor determinado, la subliteratura busca repetir hasta el cansancio ciertos “esquemas de composición”, eludiendo la complejidad de la literatura culta o canónica. De ello se desprende que puedan ser fácilmente decodificados y que resulten constituirse en una descansada fuente de comodidad, como una suave y placentera almohada. Esta simplicidad estructural se debe a que su esquema de género se repite una y otra vez complaciendo el pedido del público que se ha adaptado a tal modalidad, por ejemplo, las reiteradas historias en las que un investigador demuestra su poder de deducción (como en las aventuras de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle y las técnicas de investigación de Hercules Poirot en Agatha Christie).

                En las obras subliterarias se produce la presencia de un gran número de sentimientos exagerados y expresados sin mayor elaboración ni sutileza, que a veces desemboca en la cursilería. El odio, el amor, la pasión, la comicidad aparecerán en bruto ante nuestros ojos y sólo demandarán una integración con la heroína en apuros o la identificación con las aventuras de un héroe.

Dejando de lado su valor literario, la escala en la que actúa la subliteratura la convierte en una poderosa fuente de información sobre la sociedad que la produce; en potencia, dispone del poder de mantener o desafiar las convicciones vigentes. A menudo se cree que favorece las instituciones reconocidas y la organización actual de la sociedad. De hecho, los distintos géneros de la subliteratura, tienen distintos objetivos y hay que analizar estas por separado.           

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