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Lazarillo


Enviado por   •  8 de Octubre de 2015  •  Resúmenes  •  428 Palabras (2 Páginas)  •  122 Visitas

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La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades.

Como Lázaro se asentó con un curandero, y de lo que le acaeció con él.

Hube de buscar un nuevo amo, de tal manera que acabé en los brazos de un curandero, de esos de tener tan desvergonzada fama así como de tener carácter tan serio. Con tanta rapidez como pudo, a su servicio me puso, acompañándole por la ciudad y trabajando hasta el agotamiento. Caí mas adelante en la cuenta de que en abundancia de dinero no se encontraba, pues cada bocado que de algo recibía con jornadas de trabajo debía pagar, este infame curandero conmigo finalmente iba a acabar, por lo que mi astucia yo debía usar, sin perder otro segundo, algo debía pensar.

Tras una hambrienta noche finalmente me paré a reflexionar, como habitual era a esas horas el egoísta del curandero se ponía a vaciar de vino y comida la casa, de modo que astuto de mi, no pasaría yo otro día más con el estómago vacío.

A la noche siguiente antes de anochecer a poco mas de cuatro bocados toqué, mientras que el avaricioso preparábase su abundante cena robada de la mía, enfadado yo y como pensado tenía fingí amabilidad con mi amo.

-Puedo servirle una copa de vino. Le dije cordialmente, esta copa acabaron siendo unas doce, de tal modo que ebrio como el que mas, cogí de su despensa una hierbas, que una vez pude meter dentro de él, retortijones tan sonoros como truenos oyéronse por toda la casa, de manera que el curandero tirando la copa de vino, casi a rastras entró en el baño, dejándome a mi una suculenta cena en la mesa, atranque la puerta del baño sigilosamente y llene mis bolsillos de todo lo que veía, justo me apresuraba a abandonar al curandero cuando este al no poder abrir la puerta comenzó a lanzarme insultos, dándose cuenta de lo ocurrido. Abandoné  corriendo la casa al tiempo que el curandero echaba la puerta abajo, corriendo yo por la calle y el curandero con un palo persiguiéndome, doblé una esquina por la que justo pasaba un jóven campesino el cual, al no saber nada de lo que ocurría se encontró de cara a un hombre con el rostro de un loco y un palo, que  hacia él corría, tal fue el susto del campesino como el puñetazo que este le dio al egoísta del curandero y así fue como yo conseguí escaparme entre carcajadas mientras la noche comenzaba a caer y con comida para hartarme.

Carlos Carracedo Gutiérrez

Nº7 1º C

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