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Lecturas El zorro y el caballo


Enviado por   •  27 de Octubre de 2012  •  Prácticas o problemas  •  439 Palabras (2 Páginas)  •  381 Visitas

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El zorro y el caballo

Un campesino tenía una vez un caballo fiel, pero que se había vuelto viejo y ya no podía trabajar, por lo que su amo le escatimaba la comida. Al fin le dijo:

–Ya no puedo utilizarte, aunque todavía te tengo cariño; si me demostraras que tienes fuerza suficiente para traer un león hasta nuestra casa, te mantendría hasta el fin de tus días. Pero ahora vete de mi establo.

Y le abrió la puerta, dejándolo en medio del campo.

El pobre caballo estaba muy triste, y buscó en el bosque un cobijo donde resguardarse del viento y la lluvia. Pasó por allí un zorro, que le dijo:

–¿Por qué bajas la cabeza y vagas por el bosque?

–¡Ay de mí –contestó el caballo–. La avaricia y la honradez no pueden vivir juntas. Mi amo se olvida de todos los servicios que le he prestado durante largos años, y como ya no puedo trabajar, no quiere mantenerme y me ha echado de su establo.

–¿Sin ninguna consideración? –preguntó el zorro.

–El único consuelo que me ha dado ha sido decirme que si yo tuviese fuerza bastante para llevarle hasta casa un león, me guardaría y me mantendría; pero bien sabe él que esta hazaña no la puedo hacer.

Dijo el zorro:

–Te quiero ayudar. Échate aquí y estira las patas como si estuvieras muerto.

El caballo hizo lo que el otro le dijo, y el zorro se fue en busca del león a contarle:

–En el bosque hay un caballo muerto. Ven conmigo y verás qué rico bocado.

El león le siguió y, cuando hubieron encontrado al caballo, el zorro le dijo:

–Aquí no podrás comértelo cómodamente. Yo te diré lo que tienes que hacer. Te ataré al caballo y así podrás llevártelo a tu guarida y comértelo a placer.

El plan agradó al león, que se colocó muy quieto cerca del caballo, mientras el zorro le ataba a ál. Ataba el zorro las cuatro patas del león con la cola del caballo, tan juntas y tan prietas y con unos nudos tan fuertes, que a la fiera le era imposible moverse. Cuando acabó su trabajo, dio una patada en el lomo del caballo y dijo:

–¡Vamos, amiguito! ¡Adelante!

Entonces el caballo se alzó y echó a correr, arrastrando al león tras de sí. Enfurecido el león, rugía tan fuerte que todos los pájaros del bosque se aterrorizaron y echaron a volar. Pero el caballo le dejó rugir y no se detuvo hasta estar ante la puerta de su amo.

Cuando el amo le vio llegar con el león prisionero, se entusiasmó y le dijo:

–Ahora te quedarás

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