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Pedagogia


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2014  •  390 Palabras (2 Páginas)  •  456 Visitas

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PECADO AGRIO Y DESENCAJADO

RESEÑA

BONETT, Piedad. Pecado agrio y desencajado. En: Magazín dominical El Espectador # 828. 1999.

La envidia, aquel pecado agrio y desencajado, aquel sentimiento contagioso y perturbador, aquella pasión desenfrenada que se siente por el éxito ajeno, puede entenderse como uno de los tantos malestares culturales que ataña nuestra sociedad individualizadora y competitiva.

De manera religiosa y moralista, el tema de la envidia toma un tono aburrido y un contraste de sermón, puesto que es solamente los pastores, curas y personas dedicada a dios quienes hablan de esta y la remiten directamente al libro sagrado. Desde un punto de vista fisiológico, la envidia carcome al envidado, lo debilita, hace que este se sienta mal y luzca enfermo frente a los demás. Revisándola desde un punto psicológico, esta puede tomarse como un sentimiento de pasión, sentimiento de intranquilidad, sentimiento de deseo y sentimiento de admiración aunque sea manera inconsciente.

Tema tan agradadle para discutir, tan poco apetecible para sentir, pero tan vivido y experimentado que termina siendo naturalizado. Olvidamos que es uno de los planteamientos de la doctrina cristiano-católica impuestos durante el siglo V por el papa San Gregorio Magno, en un contexto donde se castiga al cuerpo y la mente por sentir pasión o quizá admiración por los bienes del otro. No obstante, ¿continuamos en el siglo V, donde lo importante es salvar el alma y castigar el cuerpo?

En diferentes ambientes de nuestra cotidianidad encontramos la envidia: estando en nuestra familia, llegando al trabajo, compartiendo con nuestros “amigos”, o, deambulando en la calle. Sin embargo, ¿Qué es la envidia? Todo es envidia, hablamos de la envidia, la ejemplificamos, la vivimos pero no sabemos su significado.

Es importante y de gran relevancia resaltar la intertextualidad que la escritora en el transcurrir de sus párrafos realiza al trenzar su opinión personal con el pensamiento de escritores como Borges y Dante, permitiéndole realizar al lector de manera segmentada y lineal, la ejemplificación y quizá concepción que a través de los siglos se ha tenido esta palabra. Asimismo, resulta interesante y muy brillante la conclusión, invitación, o llamado de atención, que en escasas cuatro líneas llenas de sentimiento y erudición, logran enlazar el contenido y recorrido de la envidia con el contexto social y cultural de Colombia, tema que para sus ciudadanos se ha convertido en el “pan de cada día”.

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