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ARISTOTELES


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2014  •  2.881 Palabras (12 Páginas)  •  143 Visitas

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tra situación pudiera ser la siguiente:

El profesor hace preguntas a sus alumnos, e inicia con ellos una discusión sobre el tema de la clase. De pronto, ante una intervención del profesor, uno de sus estudiantes reacciona agresivamente, con un marcado enojo que se manifiesta en el tono y en lo elevado de la voz. El profesor se molesta, cae en la provocación, responde igual de agresivo, y saca de clase al alumno. No se explica qué fue lo que tanto molestó al alumno. Lo que el profesor no sabe es que uno de sus gestos, unido a una determinada palabra, hizo que el alumno lo identificara con su padre, con quien había tenido un gran disgusto esa mañana. Así es que la reacción de enojo del alumno, más que contra el profesor a quien tenía enfrente y que era el objeto concreto de su conducta, iba dirigida contra su padre, quien, aunque no estaba presente físicamente en ese momento, era el objeto virtual al que estaba ligada la conducta del alumno. Con esto no quiero decir que siempre el profesor deberá pagar los platos que no rompió, sino explico las causas motivacionales de la conducta de los alumnos. En este caso, a través del proceso de la transferencia, el estudiante transfiere en la figura del maestro las características de una figura anterior, revive el vínculo primitivo que el alumno tiene con sus objetos primarios, de su primera época de vida; la madre y el padre.

Ya Freud señalaba en la dinámica de la transferencia que "si la necesidad de amor de alguien no está satisfecha de manera exhaustiva por la realidad, y como de hecho nadie lo tiene, se verá precisado a volcarse con sus representaciones-expectativa libidinosas hacia cada nueva persona que aparezca, y es muy probable que las dos porciones de su libido, la susceptible de conciencia y la inconsciente, participen de tal acomodamiento. Esa investidura se atendrá a modelos, se anudará a uno de los clisés preexistentes en la persona en cuestión", y por lo tanto responderá con vínculos reales con el profesor.

A través de estos ejemplos hemos confirmado que toda conducta está siempre ligada a un objeto y que la relación con ese objeto puede ser real o virtual, también vimos que la conducta que el sujeto emite corresponde a una situación concreta determinada por sus antecedentes tanto genéticos como educativos así como a la disposición psicológica en la que el alumno se encuentre. Esto determina que las características del mundo interno de una persona sean completamente diferentes de las del mundo interno de otras personas frente a la misma experiencia de la realidad externa.

En general podemos afirmar que los dos tipos básicos de vínculo con el objeto de la conducta son dos, el de atracción y el de rechazo.

De acuerdo con los anterior, podemos describir las diferentes maneras como el ser humano capta y vive los objetos de sus conductas. Los puede captar como amenazantes, en tanto que pueden poner en peligro su equilibrio interno (recuérdese que todo organismo intenta mantener constante, o recuperar si las ha perdido, las condiciones internas de equilibrio), y en esa medida los rechazará y procurará alejarse de ellos. También los puede captar como atractivos, si le pueden ayudar a conservar ese equilibrio interno, a través de la satisfacción de una necesidad; y en esa medida procurará acercarse y apropiarse dichos objetos; o bien, por último, las verá con indiferencia si no le ayudan ni ponen en peligro ese equilibrio interno, y en esa medida dejará de involucrarse con ellas.

No debemos perder de vista que lo más primitivo en el desarrollo del ser humano es el odio como precursor del amor y que su necesidad de comunicación lo lleva a establecer vínculos con otros de manera que vivirá, tanto en el acercamiento como en el aislamiento.

Hasta aquí hemos explicado estos dos tipos básicos de vínculos, pero en la realidad pueden darse otros vínculos, por ejemplo de dependencia, de cooperación, de competencia; y otros. Puede darse el caso de que un alumno se relacione con el maestro en una mezcla de atracción y rechazo al mismo tiempo, ya que determinado maestro reune características que le gusten y le atraigan y otras que le disgusten y le irriten. Lo mismo puede decirse de nuestro trabajo, de nuestra escuela; nos gusta por algo, pero nos disgusta por otras cosas. Esto puede presentarse también respecto de alguna materia, en la realización de alguna actividad, etcétera.

Cuando un alumno experimenta al mismo tiempo atracción y rechazo por algún objeto, persona o situación, decimos que está en conflicto, en un conflicto de ambivalencia. Si rechaza al objeto, podría perderlo, y con ello perder todas las ventajas que le reportaría; pero si se acerca a él, podría poner en peligro su equilibrio interno. De este estado de conflicto surgen los mecanismos de defensa —negación, disociación, proyección...— que le permitirán en primera instancia separar los aspectos malos y establecer la relación sólo con la parte buena o mala del objeto, (mi madre me regaña pero me sirve el desayuno, en la escuela me exigen que estudie pero veo a los cuates y a la novia), aquí es necesario decir que si el alumno puede relacionarse parcialmente con el objeto y esto le permite resolver el conflicto, llega a esa relación bastante debilitado y con poca capacidad para su realización. (Ya Anna Freud, había señalada el debilitamiento del yo al utilizar éste los mecanismos de defensa).

Un grado determinado de "ambivalencia" —término acuñado por Bleuler— es normal, sin embargo un grado más alto de ella es una marca particular de las personas neuróticas, es aquí donde la capacidad de transferir se ha vuelto negativa, y por consecuencia cesa la posibilidad de establecer vínculos de calidad y afectividad.

A través de estos planteamientos podemos afirmar que el estudiante no sólo recibe aprendizaje cognoscitivo en la escuela, sino avanza en su proceso de formación a través del aprendizaje de formas específicas de establecer vínculos, de relacionarse con los profesores, personal directivo, administradores, y con los propios compañeros. La mayor parte de la información estudiada y aprendida en las aulas de la escuela será olvidada, en la medida en que no es utilizada en la vida diaria, pero estos otros aprendizajes de socialización permanecerán allí; sedimentados en el alumno. Se constituirán como patrones de conducta que formarán y estructurarán su personalidad.

El profesor a través de cómo realice su función docente, va a propiciar en sus estudiantes el aprendizaje de determinados vínculos. Por esto, la manera de ser del profesor, la manera de impartir la clase, cobra una importancia especial, no sólo en función de los aprendizajes académicos que registre en los

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