CAER EN DESGRACIA” (Mario Vargas Llosa)

“CAER EN DESGRACIA” (Mario Vargas Llosa)

                                         Por: Yiseth Amaya

“Cuanto más cambian las cosas,

más idénticas permanecen.                                                                                La historia se repite, aunque con modestia.                                                                                   Tal vez la historia haya aprendido una lección.”

Un profesor de poesía universitario de 52 años de edad, divorciado, una de sus alumnas de clase, un romance de desgracia, y una hija condenada a una crueldad devastadora que terminara cambiando drásticamente la vida de estos dos personajes esta es la historia que cuenta el reconocido escritor sudafricano John M. coetzee. En la vida de las personas siempre existen diferentes sucesos ya sean  dolorosos, de mala suerte, de infelicidad, de quien ha perdido la gracia o amistad, de desagrado, de desabrimiento y aspereza, en resumen todo estos términos nos llevan a la desgracia.

La desgracia surge ante David Lurie como algo superficial, como cuando el protagonista fue a visitar a una de las amigas de su hija para discutir acerca del consumo de carne y el cuidado de animales, pues la mujer es la encargada de los perros que se encuentran en estado grave y pueden llegar a morir ( se encuentran en agonía) . Él no es amigable con los animales, en aquél momento. Y ahí, entre el aire a muerte de los perros  y la lejanía de su vida pasada, el protagonista le dice a la mujer:

“-¿Sabe usted por qué me ha enviado mi hija a verla?

-Me dijo que tiene usted problemas.

-No solo problemas. Supongo que he caído en desgracia.”(pág. 72).

 El protagonista muestra ese pensamiento como duda. “Supongo…”, dice, pero no afirma. La duda constituye su caída en desgracia. La pérdida del orgullo y de seguridad, de saber que la desgracia le era ajena por negligencia.

Después de este episodio sufren la desgracia él y su hija víctimas de tres hombres que la violan a ella y lo queman a él, y para completar esta tragedia, los perros que él había cuidado mueren con tanta crueldad y salvajismo por aquellos hombres, lo que completa la desgracia que se mostró en la parte antes citada.

“Ay, ay, ay: ¿qué podrá ser? El secreto de Lucy; su desgracia.”(pág. 91).

En lo plasmado en el resto de la novela, aquel mal que les causaron los hombres al padre y la hija se convierte en un asunto reprimido para aquella familia. Una duda que ellos alcanzan a notar por el silencio que denotan al ocultar lo ocurrido. Ella nunca habla de eso, tan solo se entrega a una desgracia lenta y mortífera, igual que él.   

“Prefiere ocultar la cara, y él sabe por qué. Es por la desgracia. Es por la vergüenza. Eso es lo que han conseguido los visitantes; eso es lo que le han hecho a esa mujer tan segura de sí, tan moderna, tan joven. Como una mancha, la historia se extiende por toda la provincia. No es la historia de Lucy la que se extiende, sino la de ellos: ellos son sus dueños. Así la han puesto en su sitio, así le han enseñado para qué sirve una mujer.” (pág. 92).

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