CARTA A GARCIA: EL GRAN ROWAM

La maravillosa historia de obediencia y disciplina, que enmarca la citada “carta a García”, es sin lugar a dudas una de las enseñanzas más profunda sobre como poder obedecer en el mundo de hoy y sobre todo en una sociedad que, cada día pierde el respeto por la autoridad. La abstracción que se hace de la entrega de una carta que envía el presidente de la unión americana a general Calixto García con un personaje llamado Rowan, quien es además el personaje central de la historia y no García, como el titulo pareciera deslumbrar, consiste en que radicalmente no se sabía en donde estaba el general García y en el momento en que le entregaron la carta a Rowan para hacerla llegar a García él no pregunto nada, simplemente la recibió y se fue en busca del destinatario de dicha carta, seguramente sin parecer ilusos aunque la carta no señala direcciones, el que seguramente era muy atento y servicial, sabía el contexto general de la situación, lo que no sabía era los detalles en el punto exacto en donde estaba García. Sin embargo el autor nos hace caer en cuenta de la pereza, la perdida de deseo, voluntad, negligencia, ociosidad que pueden tener los hombres para llevar la ejecución de un acto.

En el contexto de hoy, el jefe le pide algo a un empleado y el empleado lo bombardea de preguntas y de todas maneras no ejecuta lo que le ha solicitado su jefe. La carta hace un duro análisis acerca de la incapacidad de acción independiente. Tanto así que afirma que la mala gana para remover por si mismos los obstáculos es lo que retarda el bienestar colectivo de la sociedad y si los hombres no obran en su provecho personal, mucho menos obraran por los demás, es decir no tendrán principios de altruismo.

Quisiera terminar esta corta reflexión de esta genial carta, sabiendo que es una meditación maravillosa a lo más profundo del ser en tres ejes del desarrollo humano, como el pensar, sentir y actuar, estas acciones son propias del ser humano, solo nos hace falta es potencializarla, de verdad nuestra misión es muy simple en la vida, solo que no la entendemos y tratamos de complicarla. No hay fuerza mayor en el hombre que ser un apasionado con sus quehaceres y obligaciones en su misión de vida.

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