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Dios


Enviado por   •  15 de Febrero de 2015  •  Exámen  •  1.593 Palabras (7 Páginas)  •  203 Visitas

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¿Quién es Dios? El hecho de la existencia de Dios es tan famosa, tanto a través de la creación y a través de la conciencia del hombre, que la biblia llama “necio” al ateo (Salmo 14:1 “Dice el necio en su corazón “no hay Dios” están corrompidos, sus obras son detestables, ¡No hay uno solo que haga lo bueno!) De acuerdo a esto, la biblia nunca intenta probar la existencia de Dios; más bien, asume su existencia desde el mismo inicio (Génesis 1:1 Dios es el principio, creo los cielos y la tierra). Lo que la biblia hace es revelar la naturaleza, el carácter y la obra de dios.

En definición, es de suma importancia entender correctamente a Dios, porque una falsa idea acerca de Dios es idolatrada. (En el Salmo 50:21 “Has hecho todo esto y has guardado silencio; ¿acaso piensas que soy como tú? Pero ahora voy a reprenderte, cara a cara voy a denunciarte), Dios reprueba al hombre impío con esta acusación “Pensabas que de cierto sería yo como tú”. Para empezar, una buena manera de resumir la definición de lo que es Dios es “el ser supremo; el creador y gobernador de todo lo que hay, el Auto-existente que es perfecto en poder, bondad y sabiduría”.

Dios en su naturaleza sabemos que ciertas cosas acerca de Él son verdad por una razón: Su misericordia, Él ha acontecido a revelarnos algunas de sus cualidades. Dios es espíritu por naturaleza intangible (Juan 4:24 “Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad), Dios es Uno pero existe en tres personas –Dios el padre, Dios el hijo y Dios el Espíritu Santo. Dios es infinito (Timoteo 1: 17 “Por tanto al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos, amén”), incomparable (Samuel 7:22 “¡Qué grande eres, Señor omnipotente! Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios”), e inmutable (Malaquías 3:6 “Yo, el Señor, no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, no han sido exterminados”). Dios existe en todas partes (Salmo 139:7 – 12 ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío», ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!”), sabe todas las cosas (Mateo 11:21 “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos.”) y tiene todo el poder y autoridad.

Lo cierto es que hemos visto, leído y pronunciado miles de millones de referencias hacia Dios y a pesar de eso no hemos podido encontrarlo. Entrando en la especialidad médica llamada Neurología, el cerebro es el centro de la vida. Con el cerebro procesamos la manera en que percibimos el mundo, sentimos, pensamos y hacemos todo. Sin embargo, algunos neurocientificos creen que el cerebro humano estaría predispuesto o “diseñado” para la espiritualidad: según los estudiosos la religión podría tener un substrato neural. La creencia en un dios, es tan antigua como la humanidad misma. La necesidad de tener un fundamento espiritual, es común en todas las culturas. Sin embargo, esto deja de ser un fenómeno antropológico para los neuroteólogos. Según la neuroteología, la estructura del cerebro estaría predispuesta para tener experiencias espirituales o metafísicas, incluida la creencia en un dios. Los sustratos del sistema límbico, situados en lo más profundo del cerebro, son el centro de nuestras emociones. El hipocampo y la amígdala cerebral, son estructuras que se asocian con las creencias religiosas.

Se creó un ejemplo para demostrarlo, los investigadores escanearon la actividad cerebral de varios sujetos mientras tenían sus estados de meditación o introspección espiritual. El incremento de la actividad cerebral, deja ver que a diferencia de los no creyentes, en los sujetos religiosos, la actividad cerebral mostró un cambio dramático.

A este respecto, los neurocientíficos afirman que esta inusual actividad cerebral al pensar en Dios, se puede contrastar con otros cerebros de personas depresivas, obsesivas o alegres. Ilia Delio, miembro de la orden franciscana, con grado doctoral en farmacología y teología histórica, dice que «se siente tentada a pensar en un “módulo Dios” situado en lo profundo del sistema límbico cerebral». Con esto se llega a creer que la fe en determinada religión, crearía una nueva red de transmisores neuronales, alterando completamente la manera en la que el cerebro funciona. Esto explicaría por qué los creyentes pensarían y sentirían tan distinto de quienes no comparten su fe religiosa.

Cabe destacar a muchos Filósofos que intentaron dar explicación a la existencia de dios, pero a mi parecer, el más cercano a ello sin duda fue Baruch Spinoza, su filosofía parte de la identificación de Dios con la naturaleza y a continuación, para finalizar con este trabajo pronunciare Al Dios de Spinoza:

Este es el Dios de Spinoza:

Dios hubiera dicho:

"Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.

Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.

Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.

El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito...

¡No me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?

Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti.

Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.

Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.

Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.

Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di.

Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?... ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?...

Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.

Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?

Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme. Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?

No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en tu interior.

...

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