GUÍA DE RECUPERACIÓN PRIMER PERÍODO SOBRE LA ACTIVIDAD COMPLEMENTARIA ESTUDIANTE: “YO SOLO SE QUE NADA SE”
Santiago AcostaEnsayo12 de Diciembre de 2020
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INSTITUCIÓN EDUCATIVA SAN JOSÉ DE CANALETE
ÁREA: FILOSOFÍA. GRADO 11°. PROFESOR: JOSÉ L. BELEÑO T.
GUÍA DE RECUPERACIÓN PRIMER PERÍODO SOBRE LA ACTIVIDAD COMPLEMENTARIA
ESTUDIANTE:
“YO SOLO SE QUE NADA SE”
En toda la historia se presentan injusticias que, a la luz del día de hoy lamentamos como seres humanos ignorantes.
Sócrates fue condenado a muerte por sus conciudadanos atenienses, por sus vecinos, por gente con la que había convivido y que lo conocía de cerca. Su juicio se celebró en el mes de Targelión, entre mayo y junio del año 399 antes de nuestra era.
Hijo de un albañil y una matrona, trabajó por un tiempo en el oficio de su padre. No parece que Sócrates ocupara tiempo en acumular riqueza o disfrutar de ella. Ocupó una vez, y durante solamente un año, un cargo democrático con responsabilidades jurídicas y legislativas. Sócrates no hizo carrera política o litúrgica, que era el camino civil hacia el poder en Atenas. Completó el servicio militar, pero no intentó promocionar en el ejército. Tampoco impartió clases ni publicitó su actividad, a diferencia de poetas y sofistas. Triunfar como militar era, al igual que triunfar en el arte, la ciencia o el deporte, fuente de honor, gloria y fama en Atenas.
Sabemos lo que Sócrates no hizo. Sócrates no consagró su vida al poder, la fama, o la riqueza.
Sabemos por sus coetáneos que se dedicaba a entablar conversación con todo tipo de gente (políticos, militares, sacerdotisas, poetas, médicos, empresarios), personas que consagraron sus vidas al reconocimiento, al poder o a la riqueza.
Un buen militar, por ejemplo, dedicado a cuidar de la integridad e independencia política de su comunidad, suele estar convencido de que la valentía es buena, y que un buen líder debe ser valiente. Al conversar con él, Sócrates le pregunta qué es la valentía y por qué es buena. Son preguntas obvias, simples. El interlocutor, convencido de su postura, responde. Pero Sócrates encuentra siempre algo incontestado en la respuesta, algo que motiva otra pregunta. Parece imposible zanjar el asunto, acabar de una vez con las preguntas. El interlocutor descubre entonces que su convicción no se sostiene. Y busca otra convicción, pero las preguntas siempre vuelven.
Para los antiguos griegos (y también para nosotros) vivir bien pasa por asegurar estos bienes: dinero, reconocimiento, poder. La vida depende de estos bienes porque, en su ausencia, vivir se reduce a sobrevivir. ¿O acaso alguien elegiría vivir esclavizado, en la pobreza y el ostracismo? Una vida que carezca de estos bienes es una vida abocada al sufrimiento y a la muerte. Consagrarse a estos bienes es resistir ante la muerte. Todos tenemos mayor o menor gusto por alguno de estos bienes, y dedicamos nuestra vida a procurárnoslos o procurárselos a otros.
Justo antes de ser sentenciado, Sócrates señaló que, de quedar libre tras el juicio, seguiría haciendo lo que había hecho hasta entonces, sabiendo que sería condenado de nuevo, y ejecutado. Sócrates no eligió con esto morir, sino vivir la vida que estaba viviendo y no otra. No hay quizás convicción más absoluta, más irreversible que ésta.
La causa de la condena del justo personaje de Sócrates estuvo marcada por su gran intelecto y por la forma correcta de pensar las cosas, estuvo en contra de los principios políticos del primer gobierno democrático que existió en el mundo, y por ser consecuente a los hechos fue acusado de corromper a la juventud en sus enseñanzas y de ateísmo.
Actualmente todo el que piensa distinto a los estereotipos establecidos por las sociedades anarquistas es acusado de revoltoso y caótico por provocar dudas sobre cualquier tipo de argumento previamente impuesto.
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