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Hermitte, Esther. La observación por medio de la participación

Carina ItzelResumen6 de Mayo de 2021

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Hermitte, Esther. La observación por medio de la participación

Historia y estilos de la Antropología Argentina. Visacovsky y Guber (comps.). Editorial Antropofagia: pp. 268-287.

Nota: se hace la aclaración de que, si bien se usa la expresión de observación-participante para traducir “participant-observation”, en este texto consideraron más correcto traducirla como “observación por medio de la participación”

La técnica de la observación por medio de la participación ha sido utilizada tradicionalmente por la antropología en el estudio de la cultura y organización social de los pueblos.

“Compartir consciente y sistemáticamente, tanto como lo permitan las circunstancias, las actividades y en su oportunidad los intereses y afectos de un grupo de personas” (Kluckhohn, 1940 en Hermitte: 212)

En el trabajo de campo el investigador intenta vivir con o cerca del grupo que estudia para convivir con el pueblo y observar su diario vivir. La observación por medio de la participación en el trabajo de campo está precedida por: la formación del investigador en la teoría, historia y métodos de la antropología, así como en la diversidad cultural y en el estudio sobre el grupo ha estudiar.

El diseño de la investigación surge de la formación del investigador, de su orientación teórica y de su interés por algún aspecto de la cultura o de la organización social, lo que le permite, en la etapa de campo, recoger material que posibilitará el ulterior análisis. Para la recolección de los datos de campo se han formulado categorías (tecnología, economía, parentesco, etc.).

Las preguntas del antropólogo se van respondiendo a partir de la observación de los hechos de la vida cotidiana y las conversaciones, de manera que se obtiene la imagen que tienen los miembros de la comunidad de lo sucedido. Se afina su comprensión en entrevistas sobre el significado de los actos sociales.

La antropología pone el enfoque en lo particular, la teoría ha de verificarse frente a lo particular; contrastar y comparar el caso con otros y proponer generalizaciones y teoría (Wolf en Hermitte).

La observación por medio de la participación inicia a fines del siglo XIX, pues antes los antropólogos se basaban en información obtenida por terceros.

En 1887 Franz Boas visita la Bahía de Baffin y para 1899 se realizó la primera expedición antropológica. A principios del siglo XX se da un cambio radical en la práctica del trabajo de campo, volcándose a una prolongada convivencia con los pueblos estudiados y a la participación en múltiples aspectos de la cultura. Radcliffe-Brown realiza un estudio de los nativos de las islas Andamanesas entre 1906-1908 (hace mayor trabajo en el análisis de los datos de campo, pero no explicita el trabajo de campo en sus escritos); B. Malinowski estudia a los melanesios de las islas Trobriand entre 1915-1916 y 1917-1918 (participa activamente en la vida comunal y lo refleja en el primer capítulo de su libro, donde se sientan las bases de la técnica).

Se pone especial atención en los métodos y técnicas del trabajo de campo y se da una creciente concientización sobre el peso de la “ecuación humana” en la observación por medio de la participación como el grado ideal de involucramiento del investigador con los miembros del grupo en estudio

Se puede hablar, en términos generales, de tres etapas en el trabajo de campo, si bien no son monolíticas, ni únicas, sirven para contextuar el trabajo realizado y planear los pasos a seguir. Las etapas que plantea son:

  1. Iniciación. Entrada a la comunidad, establecimiento de contacto con los pobladores, observación de carácter general, selección de la ubicación y tipo de vivienda, adaptación personal a la nueva situación;
  2. Focalización.  Concentración de esfuerzos sobre el tema de estudio y el trabajo con informantes ya localizados. También podríamos llamar a esta etapa de profundización;
  3. Post-trabajo de campo. Implica la readaptación a la propia sociedad y cultura del antropólogo. (Hermitte: 2015).

Robert Redfield argüía que hasta pasados cuatro meses después de la iniciación del trabajo de campo no se comenzaban a desentrañar los hilos de la compleja trama de un sistema social y por lo tanto no se podrían responder a las clásicas preguntas que “quién con quién” y “por qué” de las relaciones sociales. Si bien no se puede establecer un tiempo fijo, la re-socialización en una cultura extraña, lleva necesariamente un tiempo que fluctúa de acuerdo a distintas circunstancias.

La llegada a una comunidad con el objeto de realizar un estudio generalmente conlleva un sentimiento de alienación inicial del antropólogo, el cual ha sido trabajado y explicitado en varios textos, por ejemplo, en Los argonautas, donde Malinowski narra que superó su iniciación y empezó a recoger material etnográfico valioso sólo cuando instaló su tienda de campaña junto a los nativos y comenzó a hablar la lengua local. En cambio, hay otros antropólogos que han aclarado la no-conveniencia de residir junto a los indígenas, como Evans-Pritchard.

En la etapa inicial, la presencia del antropólogo en la comunidad se caracteriza por una gran visibilidad, pues es un forastero que se acerca a la gente, conversa, pregunta, y trata de participar en los eventos comunales. Hay que especificar quién es y qué hace allí, teniendo una clara auto-definición y una explicación accesible del tema de estudio.

Aunque el antropólogo define en parte su rol, éste es también en parte definido para él por la situación y la perspectiva de los estudiados; tiene que asumir un rol a fin de estudiar la cultura. Sin embargo, debe conocer la cultura antes de asumir un rol satisfactorio. Al principio se suele atribuir al antropólogo un rol familiar para los habitantes de la comunidad. Por ejemplo, a la autora se le atribuyó ser bruja, hombre disfrazado de mujer, misionera protestante, agente forestal, espía del gobierno federal. Pero el tiempo y la creación de vínculos de parentesco ritual con varias familias canceló ese temor.

La entrada a una comunidad para iniciar un trabajo de campo requiere el establecimiento de “rapport” con los miembros de la misma, lo cual significa generar un carácter cordial en las relaciones con los informantes. Sin embargo, deben medirse los límites del rapport, el cual no implica convertirse en nativo.

Los canales para posibilitar la participación han de variar según la situación cultural en estudio. B. Paul (1953) enumera los posibles canales para participación que son:

1-La solidaridad potencial basada en el reconocimiento universal de la diferencia de edad y sexo. El realizar trabajo de campo con personas de género diferente demuestra el acceso diferencial de cada uno a situaciones sociales, a informantes y a datos distintos, aunque complementarios. La delimitación de los roles femeninos y masculinos puede dar mayor entrada al investigar(a) dependiendo de su sexo, pero también puede ser un factor limitante.

2-El interés manifiesto del antropólogo por las habilidades nativas y su esfuerzo para aprender algunas de las artesanías locales.

3-Las habilidades del trabajador de campo que pueden ser puestas a disposición de quienes las necesitan (escribiendo cartas, ofreciendo su casa o haciéndose presente para aportar ayuda).

4-La necesidad de aprender de gente de la comunidad para ciertas tareas en su casa, lo que vehiculiza algunos contactos.

5-La participación en relaciones rituales y la incorporación a asociaciones de prestigio local.

Las formas de participar son infinitas, pero con frecuencia no dependen del investigador sino de circunstancias externas, hay una variedad de situaciones en las que el antropólogo inicia su participación. Hermitte pone el ejemplo de cuando la picaron mosquitos en Pinola, una señora la diagnosticó con “Disipela” (Keshlal en lengua nativa), una enfermedad causada por la vergüenza, cuando se sometió a la curación, se supo en el poblado y eso le permitió en adelante un diálogo con los informantes de tono distinto. El haber permitido que le curaran de una enfermedad que es muy común en la aldea creó un vínculo afectivo y se convirtió en tema de prolongadas conversaciones.

El uso de controles en el trabajo de campo

La observación por medio de la participación ha sido siempre complementada por lo que podemos llamar empleo de controles para verificar la corrección de lo observado.

Malinowski planteó un variado conjunto de técnicas para perfeccionar la recolección de datos. En específico, planteó tres formas del método que tenían como objeto asir el punto de vista nativo, su relación con la vida y comprender su cosmovisión: 1) llevar a cabo una “documentación estadística de evidencia concreta” de genealogías, de censos, mapas y planos de la aldea. Esa recolección de datos concretos fue el primer objeto del método etnográfico. 2) la observación y el registro de “los imponderables de la vida real” (rutina diaria, de trabajo, detalles del cuidado corporal, la manera de preparar la comida, el tono de la vida social y las conversaciones, etc.), los cuales son parte de la sustancia real de la trama social y en ellos se entretejen los innumerables hilos que mantienen junta a la familia, al clan, a la aldea y a la tribu. 3) “la colección de expresiones, narraciones características, ítem de folklore y fórmulas mágicas que le proporcionarían un corpus inscriptionum, un verdadero documento de la mentalidad nativa” (225)

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