Humanismo Existencialista

Después de la segunda guerra mundial Francia se ve dominado por la figura de Sartre y por el existencialismo, corriente de pensamiento que difundió a través de su obra filosófica. En 1933-34, Sartre entre en contacto directo con el pensamiento de Husserl y Heidegger. Para Sartre -que hace propia la posición de Husserl- la conciencia no es un simple contenedor de “hechos” síquicos, ni una suerte de espejo que pasivamente refleja, o deforma, la realidad externa; la conciencia es fundamentalmente intencional, activa.

Sartre estudia las estructuras fundamentales de la conciencia que permiten y explican el fenómeno emotivo. La emoción y la imaginación son tipos de organizados de conciencia. La función imaginativa, revela la propiedad fundamental que tiene la conciencia de tomar distancia de las cosas, de crear libremente otra realidad. Para Sartre, es fundamental el estudio de la relación entre la conciencia humana real, existente, la conciencia (él para sí) y el mundo (él en sí). El ser humano: es contingente, está destinado a morir, podría no estar, pero no obstante existe, está alli, arrojado en el mundo sin haberlo elegido.

La conciencia que es libertad absoluta de crear los significados de las cosas, esta siempre obligada a elegir, a discriminar la realidad. La nada, niega, anula lo existente creando nuevos proyectos, nuevas posibilidades. Esta libertad absoluta que es la esencia misma de la conciencia, es la que genera angustia. Para Sartre la angustia es la sensación de vértigo que invade al hombre cuando este descubre su libertad y se da cuenta de ser el único responsable de las propias decisiones ya acciones. Estos temas del existencialismo ateo, se hicieron muy populares y llegaron a transformarse en una verdadera moda en el pensamiento. Para el año de 1946 el existencialismo se reformula como doctrina humanista en cuyo centro está el hombre y su libertad.

La filosofía atea de Sartre afirma que si Dios no existe, todo está permitido. He aquí el punto de partida del existencialismo, y como consecuencia el hombre está abandonado. Y sobre todo no encuentra excusas.

El hombre, según la concepción existencialista, no es definible, en cuanto al principio no es nada. Sera solo después, y será como se habrá hecho. El hombre es al comienzo un proyecto que se vive así mismo subjetivamente… nada existe antes de este proyecto… el hombre ante todo, será aquello que habrá proyectado ser.

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