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La Cifa


Enviado por   •  9 de Abril de 2013  •  Informes  •  391 Palabras (2 Páginas)  •  255 Visitas

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En su último paso por la cárcel, Dick Hickock había escuchado el relato que le hizo otro preso de la gran fortuna de Clutter, hombre piadosísimo, querido y respetado en Holcomb por su desprendida bondad y antes miembro de la Junta de Crédito a la Agricultura, en la administración de Eisenhower. Hickock se puso de acuerdo con Perry Smith, otro antiguo penado amigo suyo, mestizo de blanco y de indio cheroqui. Ninguno de los dos había visto a sus víctimas hasta la noche del crimen.

Cometida la matanza, sólo consiguieron llevarse cuarenta o cuarenta y cinco dólares (Hickock no lograba recordar la cantidad exacta), que fue todo el dinero hallado en la granja. Además de asesinar a Herbert Clutter, acabaron con la vida de su esposa Bonnie, de su hija de dieciséis años, Nancy, y de su hijo de quince, Kenyon; ambos adolescentes eran brillantísimos estudiantes, joviales y apreciados en la minúscula comunidad. Sólo la madre parecía haberse reservado cuanto de negativo hubiese en aquella familia, tan prosaica como típicamente americana. Devorada por las depresiones, de ella dijo un corresponsal de Newsweek que acaso aceptó su brutal e imprevista muerte como una liberación.

Aunque Truman Capote narre en tercera persona e infunda a su obra un tono documental y objetivo, el libro no deja de revelar su descubrimiento personal de la complejísima naturaleza de aquellos asesinos. Ambos son fascinantes combinaciones de talento y de estupidez, de salvajismo y de sensibilidad. También de puritana y reprimida pederastia, por parte del mestizo. Indignado, Perry Smith no tolera que Dick Hickock viole ni moleste a Nancy Clutter y habla con la muchacha de poesía y de pintura, antes de volarle la cabeza él mismo de un escopetazo. También acomoda al padre con una almohadilla debajo de la nuca, cuando va a degollarlo con un machete.

Los dos muchachos detestaban a sus familias; pero, durante el juicio, Dick Hickock se desvivió por confortar a la suya. Perry Smith dijo a Truman Capote: "Irónicamente los Clutter nunca me hicieron daño alguno. Al revés de otras personas, que tan crueles han sido conmigo. Acaso los Clutter tuvieron que pagar por ellos, de una forma bárbara e injusta". En vísperas de su ejecución, Hickock se recrea también barajando paradojas. Muchos asesinos andan sueltos y perecerán en la cama, reflexiona. En cambio, y aunque él nunca mató a nadie, van a ahorcarlo.

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