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La Divina Comedia


Enviado por   •  19 de Junio de 2012  •  677 Palabras (3 Páginas)  •  455 Visitas

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La divina comedia

Lo primero que noté en la obra es el nuevo camino abierto para el cristianismo, una ventana hacia la subjetividad personal que se da como producto de un desgarramiento interno. En primer plano aparece la angustia de una vida sin rumbo, sin salvación, a merced de las fieras. Esto nos revela que la cristiandad nos saca de la subjetividad pagana para llevarnos a la suya, en un proceso de acrecentar más el sufrimiento y el dolor en el mundo, para poner luego e inmediatamente el paliativo. Esta constatación de la miseria humana, que hace del mundo un valle de lágrimas, está mejor e insuperablemente mostrada en los cantos relativos al infierno. Es de pesadilla las descripciones que allí se hace, se pasa por tormento y tormento hacia otros peores. Unamuno nos cuenta que de niño no temía a tales tormentos, más le temía al hecho de no ‘ser’; pero en el infierno el ‘ser’ de los allí castigados se reduce, se empequeñece y se humilla hasta sólo ser para el castigo, para el dolor, el ‘ser’ se hace minúsculo, casi nada. Vivo, cierto, pero para un tormento que no tendrá fin jamás. Este infierno tan universal y plural que recibe desde Papas hasta delincuentes está compuesto de una serie de mitologías, griegas, romanas, judías y cristianas; es un verdadero mosaico, es una síntesis de las zonas más oscuras y horrorosas que las diversas culturas imaginaron y que el florentino sabe conjugar y expresar.

El objetivo de Dante es recorrer todas las esferas, junto al purgatorio e infierno, para arrepentirse de su vida alejada del camino recto, para salvarse. Según se puede inferir, Dante se aparta del camino cuando Beatriz muere y deja de irradiar luz para el poeta; hay hermosas palabras que realmente conmueven en el recuentro entre el afligido Dante y su amada en la cima del monte del purgatorio. El purgatorio es solo un punto de engranaje, lugar necesario para la purificación de los que se arrepienten en el último momento. Esbozado con trazos maestros; pero aún sigue siendo imborrable la imagen del infierno, hace falta otras maravillas para sanar el alma de tal espanto.

Me imagino que canto del paraíso habrá sido el de mayor fama y el más celebrado en la Edad Media. Apuesto que para el hombre del medioevo leer tales líneas habrá sido como la concretización de la iconografía estética y estilística de sus más anheladas esperanzas ultraterrenas. Lo más propio y auténtico de Dante, y de lo que puede llamarse medioevo y cultura cristiana, se encuentran en los cánticos del paraíso. Allí se respira el espíritu de convicción y firmeza con que el hombre vive su fe, a diferencia de la prédica vacua e indiferente de los curas. Los puntos más sublimes del canto al paraíso rozan, alcanzan un sentimiento místico; late con intensidad ese anhelo de fundirse con lo absoluto. Cuando se ve el río de oro salpicado con diamantes, cuando el

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