La manifestación pictórica del afecto Notas sobre la construcción del autorretrato en Francis Bacon

Isabel Ospina calle           #29            grado: 11 A         noviembre 4 del 2014

La manifestación pictórica del afecto

Notas sobre la construcción del autorretrato en Francis Bacon

Francis Bacon (1909-1992) fue sin lugar a dudas uno de los más reconocidos pintores en el siglo xx, caracterizado por la artificialidad y subjetividad de sus obras. Ahora bien, cada elemento empleado dentro de la obra de arte describe plenamente lo que la misma quiere trabajar o mostrar.

El vidrio empleado por el mismo artista es un claro ejemplo de ello, pues el mismo afirma: “me gusta la distancia que crea el cristal entre el cuadro y el observador; me gusta, en realidad, que el objeto esté lo más distanciado posible”. El vidrio refleja todo aquello que se encuentra en la sala de exposición, por lo que deforma la percepción de la obra, percepción que Bacon busca distanciar mediante el cuadro y el observador gracias al reflejo.

Ahora bien, si busca distancias al observador de la esencia en su pintura se podría decir que el mismo emplea un mecanismo de defensa al imponer la presencia del vidrio, como un factor que distrae al espectador, pero que si el mismo es lo suficientemente perspicaz como para mirar más allá de las fronteras, deja al desnudo las debilidades del autor.

Y si deja al desnudo las debilidades del autor, sucede de la misma manera en la que Francis Bacon ve la esencia de su ser, por así decirlo: ¿miro más allá de los horizontes de su humanidad, o es el reflejo de lo restringido que se encuentra lo profundo de su ser?

Por otra parte, el marco es fundamental dentro de la interpretación de sus obras: caracterizadas por su artificialidad, los marcos son artificiales, que tratan de hacer sus obras lo más extravagantes posibles, y que son establecidos como  factores distractores en sus obras: ¿acaso hay mensajes ocultos en cada una de sus obras? Y si los hay ¿cuáles serían?

Vidrio y lienzo forman la cara de la pintura, sin lugar a dudas pues se complementan entre si y le dan significado a la misma: extensiones bidimensionales que provocan un efecto de tridimensionalidad, efecto que busca obrar dentro de nosotros de manera confusa, y viscosa que pone una capa sobre la mirada del espectador.

¿Será aquella muralla de reflejos, vidrios y marcos las que no nos dejan ver más allá de los miedos interiores y que distorsionan la percepción de la obra de arte? El significado que adquiere dentro de nosotros la obra de arte es sin duda obra de nuestra sensibilidad, y depende de notros mismos configurar el significado que actué dentro de la persona.

Aquella muralla, denominada “muralla de esplendor” le pone el toque, la cereza, por asi decirlo, a la superficie, a la obra de arte en sí, superficie que contiene las inscripciones, experiencias empíricas y huellas del autor ligándose a él, representación que se acopla dentro del lienzo a lo que allí se plasma mediante el uso de los colores, las pinturas y su trabajo, que se funden, se unen para convertirse en uno solo donde no se identifica cuando uno empieza y cuando el otro termina.

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