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Leyenda Del Nahual


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2012  •  459 Palabras (2 Páginas)  •  1.042 Visitas

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La leyenda del Nahual

Los brujos mas conocidos son los nahuales. La palabra nahual o nagual viene del vocablo azteca nahuali que quiere decir el que se disfraza o encubre el nahual no es mas que un ser. Según lo que se cuenta es un espíritu animal que vive en la persona de algún brujo. Se dice que al llegar la noche el animal se manifiesta a través del brujo y sale a buscar alimento. Satisface devorando el alma de sus victimas las cuales se van consumiendo poco a poco a consecuencia de alguna enfermedad. Los nahuales son seres mágicos y estéreos. Para poder materializarse y afectar el medio donde se aparecen, adoptan la figura de algún animal domestico o silvestre, como los tigres, zorros, lobos y coyotes, entre otros. Ellos también pueden adoptar fenómenos.

DEDALO E ICARO

Dédalo era un arquitecto de gran renombre en Grecia y tuvo un hijo al que llamo Ícaro. Dédalo le enseño a Ícaro la escultura, la arquitectura y, sobre todo, sembró en el ansia de libertad.

Minos, el rey de Creta, lo llamo a su palacio y le encargo la construcción de un edificio que sirviera a la vez de residencia y de prisión a su hijo el Minotauro.

La construcción fue llamada laberinto de Creta y era un lugar de donde resultara imposible escapar. Al terminar la obra, el rey Minos prohibió a Dédalo y a su hijo salir de la isla, para que no se divulgara el secreto de como escapar de aquella fortaleza, ya que solo Dédalo lo sabía.

Pero este no se dio por vencido e ideo un medio de escapar a la prohibición del rey.

Los hombres no tienen alas. Pero nosotros las construiremos y entonces podremos volar. Primero juntaron plumas de aves, separándolas las ataron con hilos de lino, colocando cera debajo de ellas para que quedaran adheridas.

Finalmente la obra estuvo lista: Dos enormes pares de alas blancas. Con tiras de cuero, el arquitecto amarro a sus brazos y piernas el ingenioso aparejo.

Preocupado, el padre recomendó a su hijo que volara siempre a una altura media: ni demasiado bajo, para no hundirse en el mar, ni demasiado alto, no fuera el sol a quemar sus frágiles plumas.

El viento era favorable y los ayudaba en la difícil empresa. Pero Ícaro deslumbrado por la belleza del firmamento y con la música de los pájaros, no se dio cuenta y cobro altura poco a poco, hasta que llego un momento en que los rayos del sol empezaron a deshacer las alas y el cuerpo de Ícaro cayo al mar.

Cuando Dédalo miro hacia atrás no encontró a su hijo. Solo pudo ver flotando en la inmensa superficie de las aguas, dos alas blancas perdidas, tan perdidas como el suelo de vivir en libertad.

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