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Los delfines, la ballena y la caballa

judithgrimaldo22Informe26 de Septiembre de 2013

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Los delfines, la ballena y la caballa

Delfines y ballenas libraban entre sí una batalla. Como la lucha se prolongaba con encarnizamiento, una caballa (que es un pez pequeño) salió a la superficie y quiso reconciliarlos. Pero un delfín tomó la palabra y dijo:

-Nos humilla menos combatirnos y morir los unos por los otros, que tenerte a ti por mediador.

Hay personas sin valor alguno, que en épocas de confusión, se llegan a creer grandiosos.

El cuervo y la oveja

Un cuervo, acostumbrado a molestar, se asentó al dorso de una oveja. La oveja, muy en contra de su voluntad, la llevó de uno a otro lado durante mucho tiempo, y por fin dijo:

--Si usted hubiera tratado a un perro de esta manera, habría sido su postre en sus dientes agudos.--

A esto el cuervo contestó:

--Desprecio al débil y cedo ante el fuerte. Sé a quien puedo intimidar y a quien debo adular; así prolongo mi vida a una vejez buena.--

Quien no tiene propósitos definidos para su vida, sólo puede vivir bajo las sombras ajenas.

Los árboles que querían rey.

Decididos un día los árboles a elegir un rey que los gobernara, dijeron al olivo:

-Reina en nosotros. Y el olivo contestó:

-¿Renunciar yo al líquido aceite que tanto aprecian en mí los dioses y los hombres, para ir a reinar entre los árboles?

Y los árboles buscaron a la higuera pidiéndole:

-Ven a reinar entre nosotros.

Y la higuera respondió igualmente:

-¿Renunciar yo a la dulzura de mis frutos para ir a reinar entre vosotros?

Entonces los árboles dijeron al espino:

-Ven a reinar en nosotros.

Y el espino respondió a los árboles:

-Si en verdad queréis ungirme para reinar entre vosotros, venid a poneros bajo mi amparo, o si no que surja el fuego de la espina y devore los cedros del Líbano!

Quien no tiene buenos frutos que dar, dará lo malo que tenga para sufrimiento de los que le rodean.

El caballo de guerra.

Un caballo de guerra, al que se le presentaban las enfermedades de los mayores de edad, fue enviado para trabajar en una granja en vez de salir para luchar.

Pero cuándo lo obligaron para transportar la hierba en vez de servir con las guerras, él lamentó su cambio de fortuna y trajo a la memoria su antiguo estado, diciendo,

-¡Ay agricultor!, en efecto yo iba a las campañas antes, y yo era alistado elegantemente, y un hombre iba a cepillarme; y ahora no puedo entender lo que me pasó para que me trajeran a la granja en lugar de a la batalla.-

-No sigas-, le dijo el agricultor, -soñando con lo que fueron tiempos anteriores, ya que es parte común de todos los mortales sostener los altibajos de fortuna.

Es mejor encarar el presente con sinceridad, que sentir dolor por la ausencia del pasado.

El gato y el perro.

Había un perro y un gato que vivían en un pueblo muy pequeño de España, en una casa.

Vivían con su amo que tenía muy, muy, muy poco dinero.

El perro era grande, fuerte y de color marrón con puntos blancos.

El gato era pequeñito y débil y de color todo blanco.

Le gustaban mucho las pelotas de lana.

Tenían un problema, que se peleaban mucho, lo cual era un problema para su amo.

Un día el perro estaba durmiendo y mientras, el gato le quitaba la comida.

El perro se despertó y empezó a perseguir al gato.

El perro era más veloz que el gato y siempre le pillaba.

Un día, mientras el perro estaba durmiendo, el gato cavó un agujero muy hondo y le puso una manta por encima.

Y el gato volvió a quitarle la comida al perro.

El gato corrió llevando al perro a la trampa.

El gato pegó un gran salto y pudo saltar

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