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Materialismo Filosofos


Enviado por   •  18 de Octubre de 2014  •  12.208 Palabras (49 Páginas)  •  376 Visitas

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Francis Bacon

(Londres, 1561-id., 1626) Filósofo y político inglés. Su padre era un alto magistrado en el gobierno de Isabel I, y fue educado por su madre en los principios del puritanismo calvinista. Estudió en el Trinity College de Cambridge y en 1576 ingresó en el Gray's Inn de Londres para estudiar leyes, aunque pocos meses después marchó a Francia como miembro de una misión diplomática. En 1579, la muerte repentina de su padre lo obligó a regresar precipitadamente y a reemprender sus estudios, falto de recursos para llevar una vida independiente.

Francis Bacon

En 1582 empezó a ejercer la abogacía, y fue magistrado cuatro años más tarde. En 1584 obtuvo un escaño en la Cámara de los Comunes por mediación de su tío, el barón de Burghley, a la sazón lord del Tesoro; durante treinta y seis años se mantuvo como parlamentario y fue miembro de casi todas las comisiones importantes de la cámara baja. La protección de Robert Devereux, segundo conde de Essex, le permitió acceder al cargo de abogado de la reina.

Su situación mejoró con la subida al trono de Jacobo I, quien lo nombró procurador general en 1607, fiscal de la Corona en 1613 y lord canciller en 1618, además de concederle los títulos de barón Verulam de Verulam y de vizconde de St. Albans. Sin embargo, en 1621, procesado por cohecho y prevaricación, fue destituido de su cargo y encarcelado. Aunque fue puesto en libertad al poco tiempo, ya nunca recuperó el favor real.

Durante toda su carrera persiguió una reforma coherente de las leyes y el mantenimiento del Parlamento y los tribunales a salvo de las incursiones arbitrarias de los gobernantes; pero, sobre todo, su objetivo era la reforma del saber. Su propósito inicial era redactar una inmensa «historia natural», que debía abrir el camino a una nueva «filosofía inductiva», aunque la acumulación de cargos públicos le impidió el desarrollo de la tarea que se había impuesto, a la que, de hecho, sólo pudo dedicarse plenamente los últimos años de su vida.

Sometió todas las ramas del saber humano aceptadas en su tiempo a revisión, clasificándolas de acuerdo con la facultad de la mente (memoria, razón o imaginación) a la que pertenecían; llamó a este esquema «la gran instauración», y muchos de los escritos dispersos que llegó a elaborar, como El avance del conocimiento(Advancement of Learning, 1605) –superado más tarde por el De augmentis scientiarum–, estaban pensados como partes de una Instauratio magna final.

Criticando el planteamiento aristotélico, consideró que la verdad sólo puede ser alcanzada a través de la experiencia y el razonamiento inductivo, de acuerdo con un método del que dio una exposición incompleta en su Novum organum scientiarum (1620). El método inductivo que elaboró pretendía proporcionar un instrumento para analizar la experiencia, a partir de la recopilación exhaustiva de casos particulares del fenómeno investigado y la posterior inducción, por analogía, de las características o propiedades comunes a todos ellos. Según Bacon, ese procedimiento había de conducir, gradualmente, desde las proposiciones más particulares a los enunciados más generales.

Aun cuando el método baconiano ejerció, nominalmente, una gran influencia en los medios científicos, lo cierto es que el filósofo desarrolló su pensamiento al margen de las corrientes que dieron lugar al surgimiento de la ciencia moderna, caracterizada por la formulación matemática de sus resultados, a la que él mismo no concedió la importancia debida. Bacon concibió la ciencia como una actividad social ligada a la técnica, elaborando una utopía, Nueva Atlántida (The New Atlantis, publicada póstumamente en 1627), basada en la organización científica de la sociedad.

MATERIALISMO Y DETERMINISMO DE THOMAS HOBBES

Antes de empezar este pequeño fragmento acerca del determinismo y materialismo del filósofo inglés Thomas Hobbes (1588 – 1679), definiré el significado de estas dos palabras (determinismo y materialismo). De esta manera podrá ser más claro el tema a tratar.

¿Qué es determinismo? Es la pregunta para iniciar el relato acerca del materialismo y determinismo Hobbesiano. Pues bien, Determinismo es la doctrina filosófica que sostiene que todos los procesos y realidades naturales o psíquicas están rigurosamente determinados o articulados según leyes necesarias, de tal manera que no existe contingencia, azar, ni libertad.

El materialismo es aquella doctrina filosófica que solo reconoce como real y existente a la materia y a las fuerzas materiales. En este caso la palabra “material” se refiere a la negación del alma como sustancia espiritual.

Thomas Hobbes concibe el universo como una gran máquina corpórea, donde todo sigue las estrictas leyes del mecanicismo, según las cuales, cualquier fenómeno ha de explicarse a partir de elementos puramente cuantitativos: la materia (extensión), el movimiento y los choques de materia en el espacio.

"El universo es corpóreo. Todo lo que es real es material y lo que no es material no es real" (Leviatán).

Este fragmento del Leviatán compendia la filosofía materialista de Hobbes, estrechamente vinculada a una postura determinista del mundo que postula que todos los fenómenos del universo se hallan determinados por la cadena causal de los acontecimientos. Nada surge del azar; todo acontecer es el resultado necesario de la serie de las causas, y, por ende, podría ser anticipado y previsto.

El determinismo de Hobbes se fundamenta en un método racionalista de carácter matemático y geométrico (el método analítico-sintético de Descartes), que parte de la hipótesis de que las partes de un todo (materiales, engendradas y entendidas como causas) han de descomponerse y explicar el conjunto o las partes en su totalidad.

La teología queda excluida del ámbito de la filosofía (por no estar compuestas sus partes de elementos corpóreos engendrados), abarcando exclusivamente la geometría, una filosofía de la sociedad y la física, aunque esta última únicamente pueda proporcionar conocimientos basados en la mera probabilidad, no necesarios, como posteriormente defenderá David Hume.

La antropología de Hobbes se fundamentará también en el materialismo. Criticando el dualismo cartesiano, denunciará el paso ilícito del "cogito" a la "res cogitans". Del "pienso" puede deducirse únicamente que "soy", de lo contrario, de la proposición "yo paseo" se seguiría análogamente la existencia de una "substancia ambulante", lo cual es ciertamente un absurdo. El hombre es un cuerpo y, como tal, se comporta a la manera como lo hacen el resto de los cuerpos-máquinas. El pensamiento o la conciencia no es una substancia separada del cuerpo: la "entidad" corporal que somos, y su conocimiento de las cosas proviene y se reduce a la sensación. En disputa con la teoría aristotélica de la sensación, Hobbes afirma que ésta ha de explicarse también a partir de postulados mecanicistas, como producto de los movimientos de los cuerpos (materia). La simpatía y la antipatía provocan determinados movimientos y acciones en los cuerpos, denominados emociones. Los sueños y la imaginación son explicados, así mismo, como reacciones a una gran variedad estímulos (corporales), tanto externos como internos.

La libertad humana y el libre arbitrio (albedrío) de la voluntad quedan subordinados y limitados por el determinismo de Hobbes. Ambos están condicionados por los movimientos de los cuerpos externos.

Hobbes sostenía un materialismo mecanicista. Según él todo es material, tanto las cosas naturales como las artificiales e incluso las espirituales. Y la materia se encuentra gobernada por las leyes del movimiento. Incluso puede verse en Hobbes a un pensador que intentó hacer de la Física del Movimiento de Galileo la ley de toda realidad, siendo que para él no hay otra cosa más que cuerpos en movimiento.

La Filosofía debe ocuparse del estudio de los cuerpos, de sus propiedades y de su origen. Quedan fuera de ella los temas teológicos (Dios, los ángeles, Lo Eterno, Lo Increado, Lo "Supra-Racional").

En el pensamiento de Hobbes no hay lugar para el dualismo antropológico cartesiano. El hombre es sólo cuerpo. Y este cuerpo, como todos los demás, está sujeto al movimiento, que en su caso es generado por las pasiones, las acciones, los pensamientos.

El movimiento tiene lugar de acuerdo a leyes causales y, por lo tanto, no cabe hablar de libertad. Aprobamos lo que vemos como agradable y desaprobamos lo desagradable. El valorar y el obrar humanos están regidos por el utilitarismo y el egoísmo.

III. 4. JOHN LOCKE

A diferencia de Bacon y Descartes, que a pesar de ser primariamente filósofos hicieron (o intentaron hacer) contribuciones científicas en sus ratos libres, John Locke (1632-1704) fue un filósofo de tiempo completo. Su educación inicial fue en clásicos y en literatura, pero posteriormente estudió medicina y hasta la ejerció, aunque por poco tiempo. Ingresó al servicio de lord Shaftesbury en 1666 como consejero, médico y amigo, y cuando este político cayó y tuvo que refugiarse en Holanda, Locke lo acompañó y permaneció en ese país hasta la revolución de 1688, en que volvió a Inglaterra. Fue durante su estancia en Holanda que terminó de escribir su famoso Essay concerning human undurstanding("Ensayo sobre el entendimiento humano"), que apareció en 1690; de hecho, casi todos sus escritos importantes datan de un breve periodo posrevolucionario, comprendido entre 1687 y 1693. La filosofía política de Locke tuvo grandes repercusiones, no sólo en Inglaterra y posteriormente en EUA sino también en Francia, donde gracias a Voltaire su prestigio era enorme e inspiró a los reformistas moderados y a los philosophes. Sin embargo, de este aspecto de las ideas de Locke no diremos nada, porque tuvieron poca trascendencia en su teoría del conocimiento.

Locke es considerado como el fundador del empirismo, la doctrina que postula que todo el conocimiento (con la posible excepción de la lógica y las matemáticas) se deriva de la experiencia. Por consiguiente, se opone radicalmente a Platón, a los filósofos escolásticos y sobre todo a Descartes, al afirmar que no existen ideas o principios generales intuitivos o a priori. Locke dice:

John Locke (1632-1704)

Supongamos entonces que la mente sea, como decimos, papel blanco, ausente de todos los símbolos y de todas las ideas; ¿cómo es que se llena de ellos? ¿De dónde le llega esa inmensa colección que la activa e ilimitada inclinación humana ha pintado en ella con una variedad casi infinita? A esto contesto con una sola palabra: de la experiencia, en la que se funda todo nuestro conocimiento y de la que, en última instancia, todo él se deriva.

Nuestras ideas provienen de dos fuentes distintas, las sensaciones y la percepción de la operación de nuestra mente. Si sólo somos capaces de pensar con nuestras ideas, y todas las ideas provienen de la experiencia, es evidente que ninguna parte del conocimiento antecede a la experiencia. Pero una vez recibidas las sensaciones, la mente hace muchas cosas más con ellas que simplemente registrarlas: las analiza, las compara, las combina para formar ideas más complejas, las integra para construir conceptos más elaborados. Pero de todos modos, la percepción es el primer paso en el conocimiento. El empirismo parece obvio hoy, pero en el siglo XVI la opinión que prevalecía era que la mente podía conocer toda clase de cosas a priori, por lo que la postura de Locke era una doctrina nueva y revolucionaria. Con la filosofía empírica Locke intentó apoyar al mecanicismo de su tiempo y al principio de la causalidad; con relación al mecanicismo, aunque adoptó diversas formas, todas tenían en común la creencia de que existe un mundo de átomos o corpúsculos que subyace al mundo visible y cuyas interacciones y colisiones, así como sus atributos intrínsecos, explican los fenómenos de la experiencia cotidiana. Locke sostuvo que las cualidades primarias de los objetos (solidez, extensión, forma, movimiento o reposo y número) no sólo se percibían directamente a través de los sentidos sino que además eran las responsables de producir las sensaciones de las cualidades secundarias, como olor, sabor, color y otras. Además, estas cualidades primarias percibidas en los objetos existen porque sus componentes invisibles (átomos o corpúsculos) también las poseen, aunque nosotros no podemos apreciarlas directamente; además, como los átomos de un objeto pueden interactuar con los de otro objeto, alterando la capacidad de éstos para incidir en nuestros sentidos, resulta muy difícil o imposible imaginar la manera como los átomos producen sensaciones. De hecho, Locke señala que tal conocimiento sólo podrá alcanzarse por revelación divina.

Frontispicio del libro An Essay Concerning Human Understanding, de John Locke, publicado en 1690.

La defensa de la causalidad hecha por Locke se relaciona con su idea del "poder", aunque la palabra se usa de manera muy distinta a como la entendían sus contemporáneos o a como la entendemos nosotros. Según Locke, cuando pensamos en objetos corporales combinamos tres clases de ideas: cualidades primarias, cualidades secundarias y "poder":

...Lo amarillo no se encuentra en el oro, sino que es un poder del oro para producirnos esa idea a través de la vista cuando está iluminado de manera adecuada; y el calor que no podemos eliminar de nuestra idea del Sol, realmente no está más en el Sol que el color blanco que produce en la cera

En sentido estricto, la noción de "poder" de Locke es ilegítima dentro del empirismo, ya que lo que se observan son fenómenos, no "poderes" con propiedades causales. Para ser congruente, Locke debería haberse limitado, como lo hizo Hume posteriormente (véaseinfra,p. 96), a registrar secuencias constantes. Pero Locke no estaba tratando de ser congruente sino de mantenerse dentro del sentido común, por lo que también señala:

En el registro que nuestros sentidos llevan de la vicisitud constante de las cosas, no podemos dejar de observar que ciertos eventos individuales, tanto cualidades como sustancias, inician su existencia, y que la reciben gracias a la aplicación y operación adecuadas de algún otro evento. De esta observación derivamos nuestras ideas de causa y efecto.

Conviene mencionar la crítica del empirismo al concepto aristotélico de "esencia", a partir del cual sería posible deducir las propiedades de las cosas. De acuerdo con Locke y los empiristas, lo único que realmente puede existir son las cosas individuales; es posible que tengan una "esencia", pero si es la escolástica, es imposible conocerla. En realidad, el concepto de "esencia" es puramente verbal, se trata de la definición de un término genérico. Por ejemplo, discutir si la "esencia" de un objeto es puramente extensión, o extensión más solidez, es discutir sobre palabras; la voz objeto se puede definir de cualquiera de las dos maneras. De modo que la "esencia" aristotélica y con ella el esencialismo y el idealismo, se eliminan de la filosofía (en realidad, sólo se han barrido debajo de la alfombra, de donde seguirán surgiendo en forma reiterada pero aperiódica hasta nuestros días) y con Locke triunfa el nominalismo, aunque no se trata de haber ganado la guerra, sino simplemente una batalla en el siglo XVIII.

El empirismo ha sido acusado de muchas cosas a través de la historia, y casi todas las acusaciones han tenido gran parte de razón. Una de las acusaciones más graves (que comparte con el idealismo) es que no explica cómo es que poseemos conocimiento de algo más que no sean nuestras ideas y las operaciones de nuestra mente. Locke dice:

En vista de que la mente, en todos sus pensamientos y razonamientos, no incluye más que sus propias ideas, que es la única que puede contemplar, es evidente que nuestro conocimiento sólo se refiere a ellas.

La conclusión obvia de este argumento es que todo el mundo exterior, incluyendo a las demás gentes, nos está vedado, porque aunque realmente exista de manera independiente, para nosotros sólo son ideas registradas en nuestra mente. Tanto el empirismo lockeano como el idealismo nos dejan a cada uno encerrado en sí mismo y sin capacidad alguna de conocer a la realidad externa. No conozco mejor salida de este dilema que la de Russell:

Todavía nadie ha logrado inventar una filosofía simultáneamente creíble y congruente. Locke deseaba credibilidad y la alcanzó a expensas de esto. La mayoría de los grandes filósofos han hecho lo contrario. Una filosofía que no es congruente no puede ser completamente cierta, pero una filosofía que lo es puede muy bien ser totalmente falsa. Las filosofías más fructíferas han contenido inconsistencias estridentes, pero por esa misma razón han sido parcialmente ciertas. No hay razón alguna para suponer que un sistema congruente contiene más verdad que otro que, como el de Locke, está obviamente más o menos equivocado.

Rene descartes 2013

Rene Descarte 1596-1650

1. Vida y obras

Filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la filosofía moderna. Nació en en La Haye en Touraine (actual “Descartes”), en el seno de una familia de la baja nobleza, su padre era consejero en el Parlamento de Bretaña, y su abuelo fue alcalde de Nantes. Su madre murió a los pocos meses de nacer él. Entre los 11 y los 16 años estudia en el colegio jesuita de La Flèche. Parece que estaba eximido de acudir a clase por la mañana debido a su débil salud, y era muy valorado por los educadores a causa de sus precoces dotes intelectuales. Aprendió física y filosofía escolástica, y mostró un notable interés por las matemáticas.

Obtuvo una sólida introducción a la cultura clásica, habiendo aprendido latín y griego. A los 18 años de edad, Descartes ingresó a la Universidad de Poitiers para estudiar derecho y medicina. A los 20 años era licenciado en Derecho. A los veintidós años parte hacia los Países Bajos, donde observa los preparativos del ejército para la inminente Guerra de los Treinta Años. En 1618, y 1619 reside en Holanda. En 1619 se enrola en las filas del duque Maximiliano de Baviera durante un año. Tras abandonar Holanda, vive una temporada en Dinamarca y luego en Alemania. Regresa a Francia en 1622, estancia que aprovecha para vender sus posesiones y así asegurarse una vida independiente. Pasa una temporada en Italia (1623-1625), se afincó luego en París, donde se relaciona con la mayoría de científicos de la época. En esta época sus amigos propagan su reputación, hasta el punto de que su casa se convirtió entonces en un punto de reunión para quienes gustaban intercambiar ideas y discutir. Con todo ello su vida parece haber sido algo agitada, pues en 1628 libra un duelo, tras el cual comentó que «no he hallado una mujer cuya belleza pueda compararse a la de la verdad». En 1629, con la intención de dedicarse por completo al estudio, se traslada definitivamente a los Países Bajos, donde llevaría una vida modesta y tranquila, aunque cambiando de residencia constantemente para mantener oculto su paradero. Descartes permanece allí hasta 1649, viajando sin embargo en una ocasión a Dinamarca y en tres a Francia. La preferencia de Descartes por Holanda parece haber sido bastante acertada, pues mientras en Francia muchas cosas podrían distraerlo y había escasa tolerancia, las ciudades holandesas estaban en paz, florecían gracias al comercio y grupos de burgueses potenciaban las ciencias fundándose la academia de Ámsterdam en 1632. Entre tanto, el centro de Europa se desgarraba en la Guerra de los Treinta Años, que terminaría en 1648.

Pronto su filosofía empezó a ser conocida y comenzó a hacerse famoso, lo cual le acarreó amenazas de persecución religiosa por parte de algunas autoridades académicas y eclesiásticas, tanto en los Países Bajos como en Francia. En 1649 aceptó la invitación de la reina Cristina de Suecia y se desplazó a Estocolmo, donde murió cinco meses después de su llegada a consecuencia de una neumonía.

Obras destacadas

- Filosóficas:

o Reglas para la dirección de la mente

o Discurso del método

o Meditaciones metafísicas

o Principios de filosofía

o La búsqueda de la verdad mediante la razón natural.

o Las pasiones del alma

- Científicas:

o Dióptrica

o La luz

o Tratado del Mundo

o Geometría

o Meteoros

Síntesis de su contexto histórico (para el texto)

Sobre el momento histórico en el que se desarrolla el pensamiento del autor, podemos decir que es el inicio de la Modernidad, periodo del que Descartes se considera punto de partida o fundador, por la novedad de sus planteamientos. Tras el Renacimiento, la Europa moderna se está formando a través de la Guerra de los 30 años (1618-1648), una prolongada serie de conflictos cuyo detonante fueron las diferencias religiosas entre la Reforma y la Contrarreforma. Esta guerra, junto al conflictivo desarrollo de la revolución científica (condena de la Iglesia al copernicanismo en 1616, condena a Galileo en 1633) le harán plantearse a Descartes la necesidad de una nueva filosofía universal basada en la claridad de la razón y sus verdades indudables, que lleve al hombre a superar los enfrentamientos derivados de sus creencias particulares.

2.- La duda metódica

La idea de Descartes de unir todo el saber en un método único se apoyó en los siguientes supuestos:

• La razón humana está capacitada por naturaleza para alcanzar la verdad, lo único que habrá que hacer para no errar es utilizarla según un método adecuado.

• La educación recibida y la tradición cultural no aseguran la verdad de las creencias.

• Al confiar en la capacidad natural de la razón, es necesario hacer un examen crítico de todas las opiniones recibidas.

• Un método adecuado asegura el acierto en el uso de la razón, puesto que esta es naturalmente apta para conocer la verdad. Para evitar los peligros del ejercicio crítico, quien decide examinar todas sus creencias debe seguir un procedimiento auténticamente racional, un método riguroso sometido a reglas y destinado a robustecer el uso de la razón natural. La razón no se equivoca a menos que se emplee de forma errónea.

Descartes se propone construir una nueva filosofía plenamente racional, segura y universal, tras percatarse de la falibilidad y parcialidad de los sistemas filosóficos antiguos. Quiere un sistema filosófico que, una vez asentado sobre bases firmes, en el futuro no pueda sino avanzar, nunca retroceder o derrumbarse, como ha sido habitual en la historia del pensamiento. A semejanza de las matemáticas, esa filosofía eterna que él iniciaría, no estaría basada en creencias o en costumbres particulares, sino en la claridad universal de la razón, en la cual, ante una disputa cualquiera sólo hay que sentarse y razonar para llegar a una solución, “sentémonos y calculemos su solución”.

El método más seguro por él conocido es el método axiomático, donde se formula un axioma y de ahí se derivan ideas y teorías usando escrupulosamente las leyes de la lógica. Primero tenemos que encontrar un axioma o punto de partida autoevidente para la propia mente, absolutamente indudable, para luego de él ir deduciendo desconfiadamente las ideas que se irán aceptando. Para encontrar este axioma hay que empezar dudando sistemáticamente de todo hasta que se encuentre una idea o verdad de la que no se pueda dudar.

Hay que distinguir a qué ámbito de la verdad afecta la duda metódica:

- Sobre la verdad práctica, muchas veces es preciso actuar sin estar del todo seguro, porque de no ser así nunca se haría nada.

- Sobre la verdad teórica o filosófica, sí que debe exigirse una seguridad completa. Es sobre las verdades teóricas sobre las que se aplica la duda cartesiana.

La duda metódica consiste en el empleo de la duda como método. Se trata de dudar deliberadamente o declarar falso todo aquello de lo que sea posible imaginar el menor motivo de duda. El objetivo final es encontrar una verdad cierta, libre de cualquier sospecha. Esta verdad será intuitiva, es decir, se presentará tan clara y distinta al espíritu humano que no habrá motivo alguno para ponerla en duda.

Por tanto, para encontrar un punto de partida indudable que sea la base de la nueva filosofía segura, dudaremos de los siguientes contenidos de nuestra mente:

• De todo aquello que es conocido por los sentidos, puesto que pueden conducir a error. Si los sentidos pueden engañarnos, alguna vez lo habrán hecho o no, pero, puesto que lo pueden hacer, hay que desconfiar de ellos porprudencia, pues podrían volver a engañarnos (“no es prudente fiarse de quien alguna vez te engaña”). Los sentidos son sospechosos de falsedad, a veces son contradictorios, no se puede fundar sobre ellos un pensamiento. El conocimiento no puede basarse en la experiencia porque es falible, habrá de ser en la razón (por eso se denominará “racionalismo” a la filosofía cartesiana).

• De la realidad de cuanto conocemos o percibimos, debido a nuestra incapacidad para distinguir el sueño de la vigilia.La realidad experimentada podría no ser sino un sueño. El motivo de duda es la creencia que nos acompaña en los sueños sobre la realidad de lo soñado. La mente no puede diferenciar entre las realidades, sin embargo, en los sueños, la mente nunca puede violar las leyes matemáticas.

• ¿Es posible poner en duda de alguna manera la certeza de las leyes matemáticas? Sólo con la hipótesis del genio maligno: “¿Y si existiera un ser lo suficientemente poderoso como para hacerme creer que estoy en lo cierto cuando me engaño?”.Si existiera ese “genio maligno”, nunca podríamos saber si lo que tomamos como cierto es cierto o falso. No sabemos si existe ese ser (en ningún momento se le ocurre a Descartes afirmar eso), pero el axioma que buscamos debería poder salvar incluso esta devastadora hipótesis.

En este punto, Descartes encuentra el axioma buscado, que es la propia existencia de la conciencia mientras se piensa: “pienso, luego existo” (“Cogito ergo sum”). Esta verdad viene dada en una intuición: al dudar, el yo se da cuenta de que existe, cuanto más insiste el yo en dudar de todo lo demás, con más certeza advierte que al menos está pensando y existe.“Aunque todo fuera un sueño, en todo caso sería mío; aunque me engañara en todo el genio maligno, no podría engañarme en cuanto a mi propia existencia”.

Acerca de esta verdad nadie puede decir lo contrario. La existencia de cada uno para cada uno es la verdad más segura que uno tiene, lo sabes porque estás pensando cualquier contenido mental, “ninguna cosa hay segura de momento más que esta: que mientras pienso he de existir”.

La res cogitans

“Una vez que sé que existo, me pregunto qué soy”, “yo soy una cosa que piensa”. Para cada uno lo más indudable es la propia existencia como cosa que piensa (res cogitans), y sobre esa verdad nadie nos puede engañar.

Descartes usa estas definiciones en su duda metódica:

• Sustancia es aquello que para existir no necesita de otra cosa.

• Atributo es la propiedad o característica esencial de una sustancia. La esencia de una sustancia es su definición. Y la definición de una sustancia viene dada por su atributo correspondiente.

Descartes afirma: “yo soy mi alma, una cosa que piensa, enteramente distinta del cuerpo”. La existencia del cuerpo no es indudable, en cambio, la del pensamiento sí. El yo se da cuenta con total seguridad de que existe solo cuando piensa, en cambio le es posible suponer que carece de cuerpo. Po lo tanto: el yo es una sustancia cuya esencia consiste en pensar.

En este punto, Descartes cae en el problema del solipsismo (solus: solo, -ipse: uno mismo). Significa no poder probar la existencia de seres diferentes de uno mismo. Le lleva a caer en este problema su alto nivel de exigencia a la hora de aceptar ideas como verdaderas: “Sólo admitiré en mi mente como verdadera aquella idea que sea al menos tan cierta y evidente como mi propia existencia como cosa que piensa”, pues para Descartes el cogito no sólo es el punto de partida, sino también el modelo de toda verdad que pueda ser admitida en su mente.

Clasificación de las ideas

Para solucionar el problema del solipsismo, habría que buscar dentro de la propia mente de uno mismo, pues la experiencia es sospechosa de falsedad. Así, en la mente hay ideas (contenidos mentales) y será preciso buscar entre ellas alguna salida al solipsismo, alguna otra verdad cierta aparte de la existencia de uno mismo. Para ello, Descartes clasifica las ideas en tres tipos, según su origen:

• Adventicias: Son todas aquellas que parecen provenir de un mundo exterior. No son fiables porque los sentidos, que son su camino para llegar al yo, son dudosos.

• Facticias: Aquellas que ha sido construidas por la propia mente. Estas son menos fiables que las adventicias, porque provienen de ellas.

• Innatas: Ideas con las que la mente nace, son universales. No dependen de la experiencia, todo ser humano las piensa. Son ideas que todo el mundo tiene y vienen en la mente de cada uno como contenidos mentales con los que uno nace. De aquí la más importante es la idea innata de Dios, acerca de la cual pretende demostrar que se corresponde con un Ser real aparte de las res cogitans.

Pruebas de la existencia de Dios

Para demostrar la existencia de Dios a partir de su idea en nuestra mente, Descartes usa varios argumentos:

Primero, acude al argumento ontológico de San Anselmo, que plantea que, al ser la definición de Dios la de un ser que posee todas las perfecciones, y al ser la existencia una de esas perfecciones, necesariamente Dios debe tener la existencia, pues estaría exigida de esta manera por su propia esencia, expresada en la idea. No es posible pensar el Ser perfecto como no existente así, al ser evidente que es posible pensar el Ser perfecto, ha de existir necesariamente. En la mente del sujeto se encuentra la idea de Dios concebido como sustancia infinita y eterna. Esta idea no es adventicia, puesto que los sentidos no perciben nada que sea eterno o infinito. Si bien el sujeto puede ser la causa de todas sus otras ideas, no lo puede ser de esta porque le supera en grado de realidad. La causa ha de ser proporcional al efecto, y si el efecto es la idea de infinito, su causa ha de ser infinita. Por tanto, solo Dios como Ser infinito y real puede ser la causa de la ideas de infinito que posee el sujeto, Dios es la res infinita.

Además, formula Descartes el argumento de la perfección, que afirma que cada uno de nosotros nunca podría ser consciente de su propia imperfección, como de hecho lo somos, si no existiera en nosotros la referencia a un modelo de perfección supremo (Dios) que de ninguna manera puede provenir de nosotros mismos, y cuya única fuente puede ser ese Ser supremo.

Con estos argumentos, Descartes cree probada la existencia de una segunda sustancia, la res infinita o Dios, segundo componente de su universo junto a la propia mente, la res cogitans, a partir de la cual se ha deducido. Por tanto, para Descartes lo primero que es seguro para cada uno es nuestra propia existencia, y lo segundo la existencia de Dios.

Pero es necesario admitir también la existencia del mundo material o res extensa, la tercera sustancia. Piensa Descartes que la materia o res extensa que percibimos ciertamente debe de existir, pues el Dios que hemos demostrado, al ser bueno, jamás iba a permitir que en cada momento nos engañáramos cuando la percibimos continuamente. Si el atributo de la res cogitans era el pensamiento y el de la res extensa la perfección, el atributo de la res extensa será la determinación estricta por leyes.

El problema de la comunicación de las substancias

Se deriva de su dualismo, de dos substancias diferentes. La mente es inmaterial, ordena al cuerpo y el cuerpo recibe y obedece.

Este problema se deriva de un mal planteamiento, de la duda metódica se llega a un dualismo tajante, el ser humano es la res cogitans y la res extensa. Son dos cosas separadas que, paradójicamente, están juntas. El ser humano es la coincidencia de dos substancias de naturaleza diferente.

Descartes propone la existencia de la glándula pineal, un lugar del cuerpo donde se produce la interacción cuerpo-mente, allí está el alma que da sus órdenes al cuerpo que es un sistema de engranajes que obedece. No se sabe cómo sucede, sino que sucede.

Reglas del Método

Las cuatro reglas que componen el procedimiento filosófico usado por Descartes son:

1º.-La evidencia. Con esto, Descartes se refiere al empleo correcto de la intuición, puesto que se trata de captar verdades evidentes. Una verdad es evidente cuando presenta dos rasgos fundamentales: claridad y distinción.

La intuición obtiene de modo natural este tipo de verdades, a menos que quien la ponga en práctica se precipite, creyendo evidente lo que no lo es o que, por un exceso de prevención, no reconozca lo que sí lo es. (“Podré estar seguro de que un conocimiento es verdadero cuando lo perciba clara y distintamente, esto es, de tal modo que no pueda dudar de su verdad”)

2º.-El análisis. Esto, ordena dividir lo complejo hasta que no se pueda dividir más, obteniendo de este modo lo elemental en cada género de cosas. Descartes denomina a lo elemental naturalezas simples. Una naturaleza simple se reconoce porque no puede ser deducida, sino solo intuida.

3º.-La síntesis. Se trata de reconstruir lo complejo a partir de lo simple, para lo cual es preciso suponer un orden de composición, si es necesario. Solo reconstruyendo lo complejo se consigue demostrar lo que se conoce.

4º.-El repaso. Consiste en revisar lo hecho anteriormente, para cerciorarse de que no se ha cometido ningún error. Puesto que se han seguido dos caminos, el del análisis y el de la síntesis, habrá también que dar dos tipos de repasos:

a. Enumeración. Se trata de hacer un recuento de las naturalezas simples obtenidas en el análisis, para comprobar que no falta si sobra ninguna.

b. Revisión. Por medio de ella repasamos la síntesis realizada, para asegurar que la memoria no falle.

3.- Operaciones naturales de la mente.

La razón, como potencia o facultad natural, realiza bien su función propia, que es conocer la verdad. Para ello, se vale de dos operaciones naturales:

• La intuición es el conocimiento intelectual inmediato. Se trata de la captación intelectual sin esfuerzo de una verdad evidente, la naturaleza simple, objetos mentales, denominados por Descartes ideas claras y distintas.Una idea es clara cuando resulta manifiesta para la mente atenta, y es distinta cuando somos capaces de precisar con exactitud lo que contiene.

• La deducción es la operación de la mente que hace posible que una verdad se derive de otra.

Baruch de Spinoza

[tomado de biografíasyvidas] Amsterdam, 1632 - La Haya, 1677. Filósofo neerlandés. Hijo de judíos españoles emigrados a los Países Bajos, estudió hebreo y la doctrina del Talmud. Cursó estudios de teología y comercio; por la fuerte influencia que ejercieron sobre él los escritos de Descartes y Hobbes, se alejó del judaísmo ortodoxo. Su crítica racionalista de la Biblia provocó que fuese por último excomulgado por los rabinos en 1656. Se retiró a las afueras de Amsterdam, como pulidor de lentes.

Durante este período escribió un Breve tratado acerca de Dios, el hombre y su felicidad, y parece que tambien el De la reforma del entendimiento y un polémico Tratado teológico-político, aunque se publicarían más tarde. Renunció a una cátedra en Heidelberg (1673) para mantener su independencia intelectual. En 1675 terminó su obra más importante, la Ética demostrada según el orden geométrico, iniciada catorce años antes y que no se publicaría hasta su muerte, en 1677. También por esta época emprendió la redacción del Tratado político, que quedó inconcluso.

Su filosofía parte de la identificación de Dios con la naturaleza (Deus sive natura), y representa el mayor exponente moderno del panteísmo. Llevó al extremo los principios del racionalismo, y dedujo toda su filosofía de la definición de sustancia como «aquello que es en sí mismo y se concibe por sí mismo», por lo que sólo podía existir una sustancia, la divina.

La mente humana conoce sólo dos «atributos» o formas de aparecer de Dios, el pensamiento y la extensión, aunque sus atributos deben ser infinitos. Los individuos son a su vez modos, determinaciones concretas, de los atributos. Este monismo radical resuelve el problema cartesiano de la relación entre pensamiento y extensión, pues son sólo formas de presentarse la sustancia divina, así como el conflicto entre libertad y necesidad, que se identifican desde el punto de vista de Dios, pues es libre como natura naturans (en cuanto causa) y determinado en cuanto natura naturata (en cuanto efecto). Desde el punto de vista del hombre, la libertad individual es una ilusión.

Spinoza destacó tres géneros de conocimiento humano: en el primero, el hombre es esclavo de las pasiones y sólo percibe los efectos o signos e ignora las causas; en el segundo, la razón elabora ideas generales o nociones comunes que permiten a la conciencia acercarse al conocimiento de las causas, y aprende a controlar las pasiones; en el tercer género, el hombre accede a una intuición totalmente desinteresada, pues conoce desde el punto de vista de Dios (sub specie aeternitatis), ajeno a sí mismo como individuo y por tanto sin que le perturben las pasiones individuales. En esta contemplación se identifican lo singular y lo eterno, y se percibe la presencia de todo en todo, intuición en la que se cifra la única felicidad posible.

En el terreno político, Spinoza rechazó el concepto de moral, por considerar que implicaba una desvalorización de lo real en nombre de un ideal trascendente. Todos los seres se guían por el principio de autoconservación, sobre el cual se edifica el Estado como limitación consensual de los derechos individuales. Sin embargo, lo que el individuo busca en el Estado es la conservación propia, por lo que puede revolverse contra él en caso de que no cumpla esta función («Dios crea individuos, no naciones»).

En la medida en que la ley limita el poder de cada uno mediante un sistema de recompensas y castigos, la política descansa necesariamente en pasiones tristes (temor, seguridad). La principal preocupación política de Spinoza fue: ¿por qué los hombres combaten por su esclavitud como si se tratara de su libertad? Aunque la democracia es el mejor de los regímenes políticos, pues tiende a sustituir las pasiones tristes por el amor a la libertad y favorece el acceso al estado de razón, sólo se llega al tercer género de conocimiento por la vía individual y privada.

La filosofía de Spinoza generó un importante rechazo en su tiempo, aunque un siglo más tarde sería recuperada y su influencia fue importante no sólo en el terreno de la metafísica, sino entre poetas románticos como Shelley y Wordsworth. Spinoza no perteneció a ninguna escuela, y resulta difícil destacar al nivel que merecen la profunda originalidad y la independencia de su pensamiento.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel

Georg Wilhelm Friedrich Hegel (Stuttgart, 27 de agosto de 1770 – Berlín, 14 de noviembre de 1831), filósofo alemán nacido en Stuttgart, Wurtemberg, recibió su formación en el Tübinger Stift (seminario de la Iglesia Protestante en Wurtemberg), donde trabó amistad con el futuro filósofo Friedrich Schelling y el poeta Friedrich Hölderlin. Le fascinaron las obras de Platón, Aristóteles,Descartes, Spinoza, Kant, Rousseau, así como la Revolución Francesa, la cual acabó rechazando cuando esta cayó en manos del terror jacobino. Murió víctima de una epidemia de cólera, que hizo estragos durante el verano y el otoño de 1831.

Considerado por la historia clásica de la filosofía como el representante de «la cumbre del movimiento decimonónico alemán delidealismo filosófico» y como un revolucionario de la dialéctica, habría de tener un impacto profundo en el materialismo históricode Karl Marx. La relación intelectual entre Marx y Hegel ha sido una gran fuente de interés por la obra de Hegel. Hegel es célebre como un filósofo muy oscuro, pero muy original, trascendente para la historia de la filosofía y que sorprende a cada nueva generación[cita requerida]. La prueba está en que la profundidad de su pensamiento generó una serie de reacciones y revoluciones que inauguraron toda una nueva visión de hacer filosofía[cita requerida]; que van desde la explicación del materialismo Marxista, el pre-existencialismo de Søren Kierkegaard, el escape de la Metafísica de Friedrich Nietzsche, la crítica a la Ontología de Martin Heidegger, el pensamiento de Jean-Paul Sartre, la filosofía nietzscheana de Georges Bataille, la dialéctica negativa de Theodor W. Adorno y la teoría de la deconstrucción de Jacques Derrida, entre otros. Desde sus principios hasta nuestros días, sus escritos siguen teniendo gran repercusión, en parte debido a las múltiples interpretaciones posibles que tienen sus textos.

Pensamiento[editar]

Las obras de Hegel tienen fama de difíciles por la amplitud de los temas que pretenden abarcar. Hegel introdujo un sistema para entender la historia de la filosofía y el mundo mismo, llamado a menudo “dialéctica”: una progresión en la que cada movimiento sucesivo surge como solución de las contradicciones inherentes al movimiento anterior. Por ejemplo, la Revolución francesa constituye para Hegel la introducción de la verdadera libertad a las sociedades occidentales por primera vez en la historia.

Sin embargo, precisamente por su novedad absoluta, es también absolutamente radical: por una parte, el aumento abrupto de violencia que hizo falta para realizar la revolución no puede dejar de ser lo que es, y por otra parte, ya ha consumido a su oponente. La revolución, por consiguiente, ya no tiene hacia dónde volverse más que a su propio resultado: la libertad conquistada con tantas penurias es consumida por un brutal Reinado del Terror. La historia, no obstante, progresa aprendiendo de sus propios errores: sólo después de esta experiencia, y precisamente por ella, puede postularse la existencia de un Estado constitucional de ciudadanos libres, que consagra tanto el poder organizador benévolo (supuestamente) del gobierno racional y los ideales revolucionarios de la libertad y la igualdad. "En el pensamiento es donde reside la libertad".

En las explicaciones contemporáneas del hegelianismo —para las clases preuniversitarias, por ejemplo— la dialéctica de Hegel a menudo aparece fragmentada, por comodidad, en tres momentos llamados “tesis” (en nuestro ejemplo, la revolución), “antítesis” (el terror subsiguiente) y “síntesis” (el estado constitucional de ciudadanos libres). Sin embargo, Hegel no empleó personalmente esta clasificación en absoluto; fue creada anteriormente por Fichte en su explicación más o menos análoga de la relación entre el individuo y el mundo. Los estudiosos serios de Hegel no reconocen, en general, la validez de esta clasificación[cita requerida], aunque probablemente tenga algún valor pedagógico (véase Tríada dialéctica).

El historicismo creció significativamente durante la filosofía de Hegel. De la misma manera que otros exponentes del historicismo, Hegel consideraba que el estudio de la historia era el método adecuado para abordar el estudio de la ciencia de la sociedad, ya que revelaría algunas tendencias del desarrollo histórico. En su filosofía, la historia no sólo ofrece la clave para la comprensión de la sociedad y de los cambios sociales, sino que es tomada en cuenta como tribunal de justicia del mundo.

La filosofía de Hegel afirmaba que todo lo que es real es también racional y que todo lo que es racional es real. El fin de la historia era, para Hegel, la parusía del espíritu y el desarrollo histórico podía equipararse al desarrollo de un organismo, los componentes trabajan afectando al resto y tienen funciones definidas. Hegel dice que es una norma divina, que en todo se halla la voluntad de Dios, que es conducir al hombre a la libertad; por ello es panteísta. Justifica así la desgracia histórica: toda la sangre y el dolor, la pobreza y las guerras son "el precio" necesario a pagar para lograr la libertad de la humanidad.

Hegel se valió de este sistema para explicar toda la historia de la filosofía, de la ciencia, del arte, de la política y de la religión, pero muchos críticos modernos señalan que Hegel a menudo parece pasar por alto las realidades de la historia a fin de hacerlas encajar en su molde dialéctico. Karl Popper, crítico de Hegel en La sociedad abierta y sus enemigos, opina que el sistema de Hegel constituye una justificación tenuemente disfrazada del gobierno de Federico Guillermo III y de la idea hegeliana de que el objetivo ulterior de la historia es llegar a un Estado que se aproxima al de la Prusia del decenio de 1831. Esta visión de Hegel como apólogo del poder estatal y precursor del totalitarismo del siglo XX fue criticada minuciosamente por Herbert Marcuse en Razón y revolución: Hegel y el surgimiento de la teoría social, arguyendo que Hegel no fue apólogo de ningún Estado ni forma de autoridad sencillamente porque éstos existieran; para Hegel, el Estado debe ser siempre racional. Arthur Schopenhauer despreció a Hegel por su historicismo y tachó su obra depseudofilosofía.

La filosofía de la historia de Hegel está también marcada por los conceptos de las "astucias de la razón" y la "burla de la historia"; la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles sólo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.

Lógica[editar]

El acto del conocimiento es la introducción de la contradicción. El principio del tercero excluido, algo o es A o no es A, es la proposición que quiere rechazar la contradicción y al hacerlo incurre precisamente en contradicción: A debe ser +A ó -A, con lo cual ya queda introducido el tercer término, A que no es ni + ni - y por lo mismo es +A y -A. Una cosa es ella misma y no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se transforma ella misma en otra cosa. Esto significa la superación de la lógica formal y el establecimiento de lalógica dialéctica.

Todas las cosas son contradictorias en sí mismas y ello es profunda y plenamente esencial. La identidad es la determinación de lo simple inmediato y estático, mientras que la contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad, el principio de todo automovimiento y, solamente aquello que encierra una contradicción se mueve.

La imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro, que es lo más importante, cómo lo uno se convierte en lo otro.

Causa y efecto son momentos de la dependencia recíproca universal, de la conexión y concatenación recíproca de los acontecimientos, eslabones en la cadena del desarrollo de la materia y la sociedad: la misma cosa se presenta primero como causa y luego como efecto.

Es necesario hacer conciencia de la intercausalidad, de las leyes de conexión universal objetiva, de la lucha y la unidad de los contrarios y de las transiciones y las transformaciones de la naturaleza y la sociedad. La totalidad de todos los aspectos del fenómeno, de la realidad y de sus relaciones recíprocas, de eso está compuesta la verdad.

La realidad es la unidad de la esencia y la existencia. La esencia no está detrás o más allá del fenómeno, sino que por lo mismo que la esencia existe, la esencia se concreta en el fenómeno. La existencia es la unidad inmediata del ser y la reflexión: Posibilidad y accidentalidad son momentos de la realidad puestos como formas que constituyen la exterioridad de lo real y por tanto son cuestión que afecta el contenido, porque en la realidad se reúne esta exterioridad, con la interioridad, en un movimiento único y se convierte en necesidad, de manera que lo necesario es mediado por un cúmulo de circunstancias o condiciones.

La cantidad se transforma en calidad y los cambios se interconectan y provocan los unos con los otros. Las matemáticas no han logrado justificar estas operaciones que se basan en la transición, porque la transición no es de naturaleza matemática o formal, sino dialéctica.

Las determinaciones lógicas anteriormente expuestas, las determinaciones del ser y la esencia, no son meras determinaciones del pensamiento. La lógica del concepto se entiende ordinariamente como ciencia solamente formal, pero si las formas lógicas del concepto fueran recipientes muertos, pasivos, de meras representaciones y pensamientos, su conocimiento sería superfluo; pero en realidad son como formas del concepto, el espíritu vivo de lo real y por tanto se requiere indagar la verdad de estas formas y su conexión necesaria.

El método del conocimiento no es una forma meramente exterior, sino que es alma y concepto del contenido. Por lo que se refiere a la naturaleza del concepto el análisis es lo primero, porque debe elevar la materia dada a la forma de abstracciones universales, las cuales, luego, mediante el método sintético son puestas como definiciones. El análisis resuelve el dato concreto, aísla sus diferencias y les da forma de universalidad o deja lo concreto como fundamento y, por medio de la abstracción de las particularidades que aparentan ser inesenciales, pone de relieve un universal concreto o sea la fuerza de ley general. Esta universalidad es luego también determinada mediante la síntesis del concepto en sus formas, en definiciones.

La actividad humana une lo subjetivo con lo objetivo. El fin subjetivo se vincula con la objetividad exterior a él, a través de un medio que es la unidad de ambos, esto es la actividadconforme al fin. Así, con sus herramientas, el hombre posee poder sobre la naturaleza exterior, aunque en lo que respecta a sus fines se encuentra con frecuencia sometido a ella.

CARLOS MARX: EL MATERIALISMO HISTÓRICO

2007 | 09 | 30

1. Vida y obra

Carlos Marx nació en la ciudad alemana de Tréveris (Trier), Renania, el 5 de mayo de 1818, y murió en Londres el 14 de marzo de 1883. Dedicó toda su vida a cumplir con una de las consignas que escribió en las tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo“ (1845). Sus primeras influencias proceden de su propio padre, un funcionario judío cercano a la ideología de la ilustración francesa, y de quien será su suegro, el padre de Jenny von Westphalen, que le iniciará en la lectura de los clásicos. Cursó estudios de filosofía en Berlín; la influencia que la filosofía de Hegel ejercía allí dejó una huella indeleble en Marx, el cual, después de intentar criticarla prematuramente, lo que hizo fue adherirse a ella hasta “volverla del revés” como gustaba decir. Perteneció por un tiempo al grupo llamado de los hegelianos de izquierda. Los seguidores de Hegel se dividían en dos bandos que pueden quedar representados grosso modo según el siguiente criterio: “los que aceptando el principio idealista del desenvolvimiento del espíritu en la historia (como realización de la razón) discrepaban de la afirmación según la cual el Estado monárquico de la edad moderna es el final de todas las mediaciones, eran hegelianos de izquierdas, los que no discrepaban, eran hegelianos de derechas”. Marx se doctoró en filosofía en 1841 con una tesis sobre las diferencias entre la filosofía de Demócrito y de Epicuro, ambos atomistas, como sabéis. Rechazó la posibilidad de entrar como profesor en la universidad de Bonn, diciendo: “¿quién puede desear convivir siempre con estos espíritus fétidos, con estas gentes que no estudian más que para pregonarlo desde las cuatro esquinas del mundo?“(se refiere a los profesores universitarios.) Su vida, a partir de aquí, se convierte en lo que siempre será, un vagabundeo por Europa, huyendo de la persecución de la policía por agitador político, hasta que finalmente, en 1850, se instala en Londres, donde organiza la Primera Internacional (Asociación Internacional de Trabajadores, 1866-1872).

La obra de Marx es considerada por Lenin como una “síntesis original entre la filosofía clásica alemana (con la que critica la cultura capitalista y clasista en general), la economía política inglesa de David Ricardo y Adam Smith y la política revolucionaria francesa.

A todo ello, hay que añadir, como dice Manuel Sacristán, un cuarto ingrediente, esencial para entender el marxismo: el movimiento obrero ya perceptible en Francia, Alemania (1844, insurrección de los obreros textiles de Silesia). Esta clase confirma a Marx la verdad de su primer esquema y variación de las teorías de Hegel: “hay una clase que encarna toda la miseria de la alienación del trabajo, esta es la de los modernos trabajadores asalariados, el proletariado. El proletariado será la energía transformadora de la sociedad moderna.”

De sus obras destacan:

1844. Manuscritos económico-filosóficos.

1845-48. La Sagrada Familia, La ideología alemana.

1848. El manifiesto comunista

1859. Contribución a la crítica de la economía política.

1867. El capital. v.I

1857-58 “Grundisse“ o borradores de economía política.

(hay que señalar que las de 1845, 1848, y otras no citadas, fueron elaboradas en colaboración con Federico Engels, cuya aportación a la teoría marxista es paralela a la de Marx).

El objetivo final de toda su filosofía, definido por la consigna de “cambiar el mundo”, es destruir el capitalismo fomentando la revolución del proletariado y haciendo desaparecer para siempre la sociedad de clases. Así reza el manifiesto comunista: “¡proletarios de todos los países, uníos!”. Esto es, la instauración de la sociedad comunista. (Hay que señalar que la URSS no existe aun; no podemos identificar los deseos de Marx con la realización concreta que se produjo después, a partir de la interpretación que, Lenin primero, y después Stalin, hicieron de su obra.

La vida de la familia Marx fue muy dura, sobre todo en la década de los cincuenta; casi todos sus hijos murieron por causa más o menos directa del hambre dada la penuria en la que vivían. Prácticamente, Engels, amigo fiel de Marx desde los primeros años cuarenta, es quien les mantiene. Jenny Marx escribía a una amiga en 1852 sobre la muerte de su hija Francisca: “La pobre niña luchó durante tres días con la muerte. Al final su cuerpecito descansó en la habitación de atrás: nos pasamos todos a la de delante, y al llegar la noche nos echamos en el suelo. La muerte de mi hija ocurrió en nuestra época de pobreza más amarga… no tuvo cuna cuando llegó al mundo, y hubo de esperar bastantes horas para tener ataúd”. Los años cincuenta y sesenta son aquellos en los que escribe Marx su obra más importante, una de las aportaciones imprescindibles en la economía política, El capital. “Creo que nunca se ha escrito acerca del dinero careciendo de él hasta este punto” le dijo a Engels en una de sus múltiples cartas.

Lenin escribió sobre la amistad entre Marx y Engels (al que, familiarmente, los Marx llamaban “el general”, lo siguiente: “Las leyendas clásicas traen muchos ejemplos conmovedores de amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia procede de dos sabios y luchadores cuya relación deja chicas las más conmovedoras leyendas antiguas sobre la amistad”. Engels vivió prácticamente toda su edad madura intentado salvar a los Marx de la miseria mediante su propio trabajo mercantil. En cuanto a Marx (que todos llamaban Moro por su aspecto), en 1857, por ejemplo, cuando parecía que, por primera vez desde que entró en la gran pobreza en 1852, podía volver a dedicarse a sus estudios de economía, los dejó de lado y se puso a estudiar medicina porque Engels había enfermado y el juicio de los médicos no le parecía digno de toda fe.

En el entierro de Marx, Engels dijo: “Marx fue ante todo un revolucionario. Su verdadera vocación era contribuir de un modo u otro al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones estatales creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, al que él mismo había sido el primero en dar consciencia de su situación y de sus necesidades, consciencia de las condiciones de su liberación.”

2. La teoría del Materialismo Histórico

Introducción: materialismo, sociedad, conocimiento y revolución

La filosofía marxista es la elaboración más consciente de una filosofía materialista. Es imposible contemplar todas las influencias que sufre Marx, sobre todo de los filósofos ilustrados franceses, Helvetius y d’Holbach, ambos materialistas, grosso modo. El materialismo viene definido genéricamente como la teoría que considera que la conciencia de cada individuo viene configurada por su determinación social; por el contexto social de clase en el que se desarrolla su existencia. Su pensamiento, pues, depende de la clase social a la que pertenece. Lo que esta tesis niega es precisamente el idealismo tipo Hegel o Fichte. Según estos autores, la conciencia (definida como Yo, o como Espíritu) es la que determina el ser social. En términos de Hegel, el espíritu del pueblo “Volkheiss“. Pero entre el concepto de conciencia de Kant o Fichte y el de Hegel media una variación importante; esta variación corresponde a una interpretación sociologista del espíritu de la que carecía la filosofía Kantiana. El espíritu, la razón, ya no es universal y monótonamente igual para todos los hombres (según el ideal ilustrado del que Kant era partícipe) sino que ahora éste se manifiesta en el Estado, más concretamente en el Estado alemán. Sigue siendo universal pero está por así decir determinado en el contexto de un pueblo, de un estado. Marx va a desarrollar más aún esta tesis considerando que la conciencia depende de la determinación social, pero no de un estado, sino de la clase social a la que pertenezca. Ahora, esta conciencia sigue siendo universal, pero determinada no en un pueblo, sino en una clase, que atraviesa toda frontera posible.

El análisis de Marx incluye una consideración sociológica de las clases sociales. La cuestión será cuáles son y por qué son. Las clases son dos, dice Marx, y su causa es el sistema económico de producción. Los propietarios de los medios de producción, son los capitalistas, la burguesía, los trabajadores por cuenta ajena que venden la fuerza de su trabajo que es, en definitiva lo único que les pertenece, son los proletarios, el proletariado. Cada clase social tendrá su propia conciencia, determinada por las condiciones propias de existencia. Así, lo que para unos es legítimamente propio, para otros es más bien una explotación. Como el sistema capitalista está o tiende a imponerse en todo el mundo, la clase proletaria se da a nivel internacional, de ahí que Marx intentara organizar a los proletarios en una internacional. El Manifiesto Comunistaterminaba con el siguiente llamamiento: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

La clase burguesa considera legítima la explotación que ejerce sobre los obreros; Marx llama a esta suposición “falsa conciencia“; una conciencia confundida sobre la situación real de existencia, pero que no es producida por deseo explícito del sujeto, sino por el contexto social en el que vive y que no puede modificar a su antojo (en otras filosofías posteriores, esto será llamado el inconsciente objetivo). El proletariado, como clase, también sufre una deformación de la conciencia, al considerar que su situación es legítima; esta falsa conciencia está infundida por la propia burguesía, a la que le interesa perpetuar esta situación de injusticia. Sin embargo, la contradicción existente entre las condiciones de vida del burgués y el proletario es manifiesta y esta misma rompe la falsa conciencia del proletariado que empieza a considerar necesario y legítimo un cambio en las condiciones de vida que sufre. Esto alerta al burgués que comienza a desarrollar los medios para perpetuar la injusticia, la falsa conciencia deviene en el burgués “mala conciencia“, y en el proletario “conciencia revolucionaria“. Como decía Marx, “el arma de la lógica debe dar paso a veces a la lógica de las armas”. El cambio de las condiciones de vida no puede hacerse de modo pacífico porque los burgueses no quieren dejar lo que falsamente consideran suyo, y los proletarios para superar esa situación de explotación deben recurrir a la revolución.

Sólo la revolución puede superar el antagonismo de clases y por tanto la falsa conciencia. Y sólo en esta nueva situación de igualdad el hombre vivirá verdaderamente como hombre. Este cambio revolucionario permitirá por fin un conocimiento verdadero de las cosas y la justicia social. La revolución, por lo tanto, viene a sustituir aquí al famoso método de conocimiento que debía seguirse individualmente. Porque si las condiciones sociales determinan la conciencia, la conciencia dejará de ser falsa cuando esas condiciones sociales no respondan a intereses particulares. Cosa solamente posible cuando se realice la revolución. Y este es el principio del materialismo histórico.

Materialismo Histórico

La completa comprensión de la situación actual de la sociedad en el XIX, no es posible, afirman Marx y Engels, sin contemplar el proceso que la ha producido. Por otra parte, el principio de que las condiciones materiales de existencia determinan la conciencia es un programa teórico de interpretación de la historia. Y es aquí en donde Marx y Engels creen alejarse más del idealismo. En el sentido de que invierten su relación. Marx insistía en la necesidad dedarle la vuelta al idealismo, de modo que aquello que en el idealismo era determinante, motor de la historia (el espíritu) ahora será consecuente, determinado por el verdadero motor de la historia: las condiciones materiales de existencia de los hombres, su modo de producción.

Según la tesis materialista, en cada época se puede distinguir entre una base y unasobreestructura. (Posteriores autores dirán que se pueden distinguir tres partes: base, estructura y superestructura, pero para el caso quedémonos con el original). La base corresponde a las condiciones materiales de existencia, organización económica omodos de producción. La sobreestructura corresponde a las manifestaciones culturales a que dan lugar esas formas de producción. En ella están incluídas tanto las formas de organización social, como la filosofía, el arte, la religión, la organización jurídica, etc. Todas las tradicionalmente llamadas manifestaciones espirituales y que Hegel consideraba la manifestación más clara del espíritu. Pero ahora, contra Hegel, todas ellas no tendrán un carácter específico o determinante sino que serán resultado condicionado por la forma de producción típica de ese momento histórico. Para Hegel, la historia era la realización de la razón, el espíritu; para Marx, la historia es la realidad económica productiva que genera como resultado ideológico las realizaciones del espíritu, dependientes de esta realidad. Su carácter puramente derivado las convierte en simples representaciones ideológicas de la verdadera causa del proceso de la historia. La causa real del desarrollo de la historia es el proceso real de transformación de unas formas de producción a otras, siempre orientadas por el aumento de eficacia productiva y por el enriquecimiento.

Según estos criterios, la historia se desarrolla a lo largo de tres formas de producción diferentes que determinan tres etapas. La etapa del modo de producción esclavista que llega hasta la caída del imperio romano; la etapa de producción servil que da forma al sistema feudal que abarca la época medieval y de la que gradualmente va desarrollándose a partir de los gremios de artesanos de las ciudades y de su organización posterior en forma de producción manufacturera, el sistema de producción capitalistacuya base es la división en propietarios de los medios de producción y proletarios que venden la fuerza de su trabajo y cuya forma de organización social corresponde a la sociedad burguesa inspirada en los ideales de la revolución francesa.

A estas tres etapas le seguirá la etapa de la sociedad sin clases, en la que el ideal de igualdad económica, no sólo formal, se cumplirá plenamente, que es la sociedadcomunista en la que habrán desparecido los Estados, propios de la forma social burguesa que gusta de enfrentar a los obreros entre sí para defender intereses que ellos no tienen en realidad. Una sociedad sin clases, ni estado, que habrá que alcanzar mediante un proceso revolucionario y que seguirá el siguiente esquema: Primero, conciencia de las contradicciones por parte de los proletarios, la clase proletaria hace la revolución y elimina la propiedad privada, esto sólo se consigue durante un proceso dedictadura del proletariado que por la fuerza acabará con los privilegios de todo tipo y modificará de manera adecuada la conciencia para conseguir de todos los hombres el reconocimiento de la igualdad inalienable. Con esto se evitará definitivamente volver al pasado. Esta nueva etapa era la que Marx consideraba la Historia del hombre, cuando al fin, el estado, la dictadura del proletariado, etc., dejen de ser necesarias y pueda construirse una sociedad socialista. Todo lo anterior es realmente para Marx, la prehistoria de la humanidad, una época en la que no todos los hombres eran hombres en su pleno sentido, porque unos eran explotados y otros explotadores.

La obra de Marx inspirará movimientos revolucionarios a lo largo del siglo XIX y del siglo XX, poniendo en evidencia las injusticias sociales e históricas y transformando la conciencia general hacia una mayor sensibilidad a los problemas sociales y políticos. De hecho, hasta en el campo de la reflexión sobre la influencia de la tecnología y la producción en la calidad de vida de los hombres, algo que hoy suele interpretarse desde la perspectiva de movimientos ecologistas, etc. Y el materialismo instaurado a escala filosófica dará también resultados importantísimos, de hecho, puede decirse, algo que por otra parte es bastante obvio, que la filosofía del siglo XX se ha desarrollado siempre teniendo como referencia ese último grito de la supuesta capacidad emancipatoria de la razón. El último ideal universal, con todos los problemas que nos ha enseñado y obligado a plantear, que pide a gritos su superación, -pero en el sentido hegeliano-, superación e incorporación; porque sus ideales son evidentemente, y lo seguirán siendo, los ideales de cualquier persona consciente, moral.

Federico Engels (1820-1895)

Dirigente y maestro del proletariado; fundó, en colaboración con Carlos Marx, la teoría marxista, la teoría del comunismo científico, la fílosofía del materialismo dialéctico e histórico. Nació en la ciudad de Barmen (Alemania). Desde sus años de juventud, Engels se sintió atraído hacia la lucha por la transformación de las relaciones sociales imperantes. En otoño de 1841 ingresó en el servicio militar, que cumplió en Berlín; aprovechaba el tiempo libre para asistir a clases de la Universidad. Se adhirió al ala izquierda de los jóvenes hegelianos. En aquel entonces, publicó una brillante y honda crítica a las ideas místico-religiosas de Schelling («Schelling y la revelación» 1842, y otros trabajos). Al mismo tiempo, critica también a Hegel por sus conclusiones conservadoras y por las contradicciones de su dialéctica idealista. En las ideas de Engels, empero, se produce un auténtico cambio radical en Inglaterra, país al que fue aquél, a instancias de su padre, para dedicarse a los estudios comerciales. Al encontrarse con la vida de la clase obrera del país capitalista, entonces más desarrollado, Engels reflexionó profundamente acerca de las causas de la insoportable situación económica del proletariado y de su carencia de derechos políticos, estudió las insuficiencias ideológicas que se descubrían en el movimiento cartista, con sus ideas utópicas sobre la renuncia voluntaria de los capitalistas al poder. Como resultado de sus estudios, aparecieron los trabajos «Bosquejos para una crítica de la economía política» (1844), calificado por Marx como esbozo genial de crítica a las categorías económicas, y «La situación de la clase obrera en Inglaterra» (publicado en 1845). En esos trabajos, Engels dio una explicación científica del gran futuro y de la misión histórica del proletariado, mostró por primera vez que el proletariado no es tan sólo una clase que padece, sino, además una clase que lucha por su liberación. En Inglaterra, Engels se hace socialista. Pronto abandona dicho país y en 1844 se entrevista con Marx en la capital de Francia. Aquel encuentro fue el punto de partida de la honda y conmovedora amistad de los dos grandes hombres, amistad que se cimentaba en una comunidad de ideas y en la lucha práctica por la liberación del proletariado de la esclavitud capitalista. Las obras «La Sagrada Familia» y «La Ideología Alemana» escritas por ellos en 1844-46, están consagradas al examen crítico de las concepciones filosóficas –entonces dominantes– de Hegel, Feuerbach y sus discípulos, así como a la elaboración de los fundamentos del materialismo dialéctico e histórico. Al mismo tiempo, Marx y Engels llevan a cabo un inmenso trabajo práctico para organizar la «Liga de los comunistas», convertida luego en el partido revolucionario del proletariado. En 1847, Engels escribe el proyecto de programa de la «Liga», «Principios del comunismo», tomado después como base para elaborar el «Manifiesto del Partido Comunista» (1848), que proclamaba el nacimiento de una doctrina marxista íntegra, de la ideología científica de la clase obrera. La actividad periodística de Engels fue de gran trascendencia para la propaganda de la teoría de la lucha proletaria y para cohesionar las fuerzas democráticas. Engels recibe el bautismo de fuego en los acontecimientos que tuvieron lugar en Alemania en 1848-49, combate en las filas de las tropas revolucionarias. Vencida la revolución, abandona su tierra con los últimos destacamentos de patriotas. En los años siguientes, viviendo en la emigración, Engels generaliza la experiencia de la revolución alemana en sus trabajos «La guerra campesina en Alemania» y «Revolución y contrarrevolución en Alemania», revelando el papel de los campesinos como aliados del proletariado y desenmascarando la traición de la burguesía. Después de fijar su residencia en Inglaterra, donde también se traslada Marx, Engels participa activamente en el movimiento obrero, en la fundación de la I Internacional y en la lucha contra las concepciones oportunistas pequeñoburguesas y anarquistas. Desde entonces, Engels, en el transcurso de cuatro decenios, ayuda por todos los medios a Marx en el trabajo que éste lleva a cabo sobre «El Capital», cuyos tomos segundo y tercero edita el propio Engels, ya después de la muerte de su gran amigo, [141] llevando a cabo una enorme labor de investigación de los mismos. Mientras Marx, dedicaba su principal atención a la preparación de «El Capital», Engels seguía laborando para fundamentar en todos sentidos y desarrollar la filosofía del materialismo dialéctico e histórico. Su aportación para dotar de sólidos cimientos a la filosofía del marxismo es inmensa. Obras como «Ludwig Feuerhach y el fin de la filosofía clásica alemana» el «Anti-Dühring», «El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado», y otras, siguen constituyendo, hoy en día, la exposición clásica de la esencia y el valor de la filosofía marxista. Es singularmente grande el mérito de Engels en lo que concierne a la aplicación de las ideas del materialismo dialéctico a la ciencia natural. Las tesis enunciadas por Engels en los libros «Ludwig Feuerbach...», «Anti-Dühring» y, ante todo, «Dialéctica de la naturaleza» son ideas cuya profundidad ha empezado a comprenderse sólo después de transcurridos muchos decenios. Muchos de los descubrimientos fundamentales de la ciencia del siglo XX fueron, en esencia, previstos por Engels (por ejemplo, la concepción de la indisolubilidad entre la materia y el movimiento, así como la teoría, relacionada con dicha idea de la unidad de espacio y tiempo; la representación acerca del carácter inagotable de las formas de la materia y de la compleja estructura del átomo; la crítica de la teoría sobre la «muerte térmica» del universo; la concepción de la vida como forma del movimiento de la materia y como surgida en un determinado estadio del desarrollo de la naturaleza inorgánica, &c.). Sus muchos conocimientos sobre diversas ramas del saber, permitieron a Engels elaborar un sistema bien estructurado de clasificación de las ciencias, situando en la base de lo que tiene de específico cada una de las disciplinas, las formas objetivas del movimiento de la materia. Engels se niega decididamente a asignar a la filosofía el papel, que no le corresponde, de ciencia de las ciencias y hace hincapié en el valor metodológico de aquélla. Proporcionó a la filosofía una brújula para orientarse en los innumerables sistemas y escuelas del pasado al formular el problema básico de la filosofía y al poner de manifiesto el carácter de clase que ésta posee. Son de importancia extraordinaria la contribución de Engels al desarrollo de la teoría del conocimiento y su crítica del agnosticismo. Poseen un valor perdurable su planteamiento y elaboración de varios problemas de la lógica dialéctica. Engels desarrolla las tesis fundamentales del materialismo histórico y dedica mucha atención a la crítica de las representaciones vulgares acerca de la concepción materialista de la historia. Demuestra que el papel determinante de las condiciones económicas en la vida de los hombres no reduce en lo más mínimo la trascendencia de las ideas ni tampoco el significado de la personalidad en la historia, lucha contra las interpretaciones mecanicistas del nexo y de la correlación entre la base y la superestructura ideológica, &c. Engels tuvo un interés enorme por el movimiento revolucionario de Rusia, predijo que la revolución rusa no tardaría en estallar y cifró en ella grandes esperanzas. Hasta el último momento de su vida, participó Engels en la vida política de Europa y, al lado de Marx, fue el dirigente conocido de la clase obrera; fallecido Marx, siguió siendo «el consejero y guía de los socialistas europeos» (V. I. Lenin, t. II, pág. 12). El nombre y la obra de Engels pertenecen a los siglos.

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