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Materialismo


Enviado por   •  6 de Julio de 2014  •  21.608 Palabras (87 Páginas)  •  224 Visitas

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El Materialismo (Karl Marx 1818 – 1883)

Los materialistas tienen una visión completamente opuesta a los idealistas de la naturaleza y de la realidad. Creen que todo lo que existe es material o depende de la materia para existir. El mundo real está en la calle, no en la mente.

Como estudioso e investigador de las ciencias sociales, Marx atravesó por varias disciplinas que luego integraría aun todo concreto: "de la crítica de la religión a la crítica de la filosofía; de la crítica de la filosofía a la crítica del estado; de la crítica del estado a la crítica de la sociedad, es decir, dela crítica de la política a la crítica de la economía política, que culmina en la crítica de la propiedad privada

Es en la Ideología Alemana en donde Marx elabora y expone por primera vez su concepción materialista de la historia.

Esta nueva concepción de la historia ya se vislumbraba en los escritos anteriores; a fines de 1844, Marx se hallaba sobre el terreno de un determinismo económico, al definir la sociedad burguesa con la base natural del Estado moderno y la investigación del modo de producción como condición previa al conocimiento de un período histórico.

"Ya en la introducción a la Crítica de la filosofía del derecho hegeliano había declarado que la relación de la economía con el Estado es el problema central de la era moderna. Luego, en los manuscritos de París había postulado toda una superestructura, familia, estado, derecho moral, ciencia, arte, como modos particulares de la producción sometidos a las leyes de ésta.

Si en sus primeros escritos Marx crítica la religión, a la filosofía, al Estado, a la economía política y a la propiedad privada, es hasta la ideología Alemana en donde se funda la teoría del materialismo histórico. Marx pasó de la fenomenología del desarrollo al análisis genético.

Materialismo

No debe confundirse con Consumismo.

El materialismo es una corriente filosófica que, en oposición al idealismo, acerca de la relación entre el pensar, el espíritu y la naturaleza, problema cardinal o fundamental de la filosofía, postula que la materia es lo primario, y que la conciencia y el pensamiento son consecuencia de ésta, a partir de un estado altamente organizado.

Asimismo, acerca de la relación del pensamiento humano y el mundo que lo rodea y la cognoscibilidad de ese mundo, afirma que el mundo es material y existe objetivamente, independientemente de la conciencia. Según esta concepción, la conciencia y el pensamiento se desarrollan a partir de un nivel superior de organización de la materia, en un proceso de reflejo de la realidad objetiva.

Sostiene, además, que la materia no ha sido creada de la nada, que existe en la eternidad y que el mundo y sus regularidades son cognoscibles por el hombre, ya que es posible demostrar la exactitud de ese modo de concebir un proceso natural, reproduciéndolo nosotros mismos, creándolo como resultado de sus mismas condiciones y además poniéndolo al servicio de nuestros propios fines, dando al traste con la “cosa en sí, inasequible”

Introducción

La oposición entre el enfoque materialista y el enfoque idealista es una de las polémicas filosóficas más antiguas y persistentes. En el siglo XVII el término «materialismo» se solía usar principalmente en el sentido de representaciones físicas acerca de la materia. En ese sentido las ciencias naturales modernas tienen un enfoque completamente materialista.

Desde comienzos del siglo XIX, por influencia del materialismo histórico, el término pasa a usarse también en contexto de las ciencias sociales. En ese sentido el materialismo se refiere a varios marcos teóricos que buscan las causas de los procesos históricos y el cambio cultural en causas materiales. Para este materialismo de tipo histórico las causas últimas de los fenómenos sociales están determinadas por factores materiales y rechaza explícitamente las explicaciones en las que intervienen factores sobrenaturales, tomando como un hecho la irrelevancia científica de Dios, de espíritus y de una supuesta inteligencia del mundo en el devenir histórico. De acuerdo con el materialismo, las causas últimas deben buscarse en factores medibles o aprehendibles empíricamente.1

Aunque históricamente el materialismo histórico se popularizó en el seno del marxismo, donde sigue siendo un tema principal, se encuentran antecedentes anteriores a Marx. Actualmente está presente en antropología, teoría de la historia o sociología, haciendo que el materialismo histórico englobe a toda una serie de elaboraciones teóricas no necesariamente marxistas. Fuera del campo del marxismo, el materialismo de tipo histórico es la hipótesis de que los rasgos definitorios de las sociedades humanas y la evolución histórica de las mismas ha estado determinada por factores materiales (tecnología disponible, sistema de producción, características geográficas y climáticas). Debido al intento de establecer las ideas del materialismo histórico de modo independiente a la versión marxista del mismo, se han acuñado términos nuevos como: materialismo cultural, funcionalismo ecológico, determinismo geográfico,determinismo económico, y otros, que pueden ser considerados como concepciones materiales de la Historia. Diversos autores académicos como Jared Diamond o Marvin Harris han tratado en detalle la evolución histórica de extensas áreas geográficas, y tratando de explicar rasgos definitorios de la sociedad a partir de factores materiales, señalando que este tipo de factores son los preponderantes cuando se trata de entender la evolución de las sociedades y las civilizaciones.

Historia

Doctrinas materialistas del Antiguo Oriente[editar]

Los primeros vestigios que se tienen de la doctrina materialista se remontan a fines del tercer y principios del segundo milenio a. de n. e. en las culturas egipcia y babilónica, donde se formaron las primeras concepciones materialistas espontáneas. También y un poco más tarde pero con mayor integridad se la encuentra en la filosofía de la India y China Antigua.

En monumentos de la cultura egipcia antigua se menciona por ejemplo «el agua fría creadora de todos los seres y de la que proceden todas las cosas, así como el aire que llena el espacio y se halla en todas partes», lo cual muestra que ya en ese entonces se planteaba en forma embrionaria la cuestión del origen material de los fenómenos naturales. O puede que hayan interpretado estos elementos desde un punto de vista netamente simbólico.

En la cultura babilónica, por ejemplo, nos encontramos con el astrónomo Seleuco (siglo II a. de n. e.) quien ya en ese entonces formuló conjeturas acerca de la estructura heliocéntrica del mundo.

En la India Antigua aparece a mediados del primer milenio a. C. en la doctrina lokaiata (o escuela de los chárvakas) que sostenían que el mundo era material, compuesto de cuatro elementos primigenios: la tierra, el agua, el fuego y el aire. De estos elementos se formaban también los seres vivos, incluido el ser humano, los cuales luego de morir se descomponían nuevamente en estos elementos. Los chārvākas además, sometieron a crítica las doctrinas religiosas imperantes en esa época sobre la existencia de Dios, el alma y el mundo del más allá, demostrando que al morir el cuerpo, desaparecía la conciencia, por lo que consideraban absurda la doctrina de la transmigración de las almas.

El materialismo de los chárvakas se hallaba íntimamente relacionado con su ateísmo. Posteriormente en la corriente sankhya (cerca del año 600 a. C.) se sostenía que el carácter material del mundo se desarrollaba a partir de una substancia primigenia (prakriti); pero el logro más importante de esta corriente fue el postulado de que el movimiento, el espacio y el tiempo son propiedades inseparables de la materia.

Al comienzo de nuestra era esta corriente filosófica no resistió la lucha contra el idealismo y terminó por admitir la existencia de las almas aparte e independientemente de la materia.

A medida que se desarrollaba la filosofía hindú antigua, la concepción de la materia compuesta por los cuatro elementos (fuego, aire, agua y tierra) fue sustituida por representaciones más desarrolladas basadas en la estructura atomista del mundo. En las escuelas filosóficas niaia y vaisesika surgen las ideas de que el mundo se compone de pequeñas partículas de diversa cualidad que se hallan en el éter, en el espacio y en el tiempo. Estas partículas serían eternas, increables e indestructibles, al tiempo que los objetos compuestos de ellas serían mutables, inestables y transitorios. Estas ideas materialistas ejercieron un fuerte influjo sobre escuelas y doctrinas religiosas de la época, como por ejemplo en la escuela religiosa mimansa, la cual reconocía la realidad del mundo, cuyo ser no depende de ningún creador, existe eternamente y se compone de partículas regidas por la ley autónoma del karma.

En la China Antigua encontramos la doctrina materialista en la teoría del conocimiento de Mo-Tse (479 - 381 a. C.) en oposición a Confucio. Aportes importantes también las dio el Taoísmo, cuyo creador Lao-Tsé (siglos VI a. C. a IV a. C.) sostenía que el mundo, que es eterno, se halla en movimiento y mutación continuos. El movimiento, según los taoístas, es regido por el Tao(ley natural), que si bien es un concepto abstracto y metafísico, es al mismo tiempo anti-espiritista ya que al Tao se lo considera inmaterial pero natural, y no de origen divino o sobrenatural, por lo que la cosmovisión taoísta resulta en una dialéctica materialista-metafísica, dualmente naturalista y no espiritista.

Las ideas materialistas ingenuas cobraron sucesivo desarrollo en la doctrina de Xun Zi (313 - 238 a. C.) una de las relevantes figuras del confucionismo, quien a diferencia de otros confucianos consideraba que el cielo no posee conciencia y es parte de la naturaleza, en la que incluía asimismo el Sol, la Luna, los astros, las estaciones del año, la luz y las tinieblas, el viento y la lluvia, y que la sucesión de fenómenos celestes discurre según determinadas leyes naturales, de modo que el destino de las personas no puede ser regido por una inexistente «voluntad del cielo».

Xun Zi afirmaba que el ser humano, contrariamente a los animales, sabe mancomunar sus esfuerzos y organizar su vida pública, que puede conocer el mundo circundante y aprovechar los conocimientos adquiridos en su bien; además de que el conocimiento empieza por la percepción, pero es gobernado por el pensamiento que cumple leyes naturales.

Por último ya en las inmediaciones de nuestra era la encontramos en Wang Chung (27 - 97 a. C.) quien sostenía que el mundo se compone de la substancia qì, la cual se mueve en la eternidad, mientras que el tao es la ley de la propia realidad. Por la acción recíproca de dos qi —los enrarecidos que se hallan en el espacio celeste y los condensados que se hallan en la tierra constituyendo los diversos cuerpos— son engendradas todas las cosas. Sostenía que el hombre es un ser natural compuesto de substancia material en el que se ha instalado una energía vital, un principio espiritual elaborado por la circulación de la sangre, la cual desaparece al morir el hombre. Este materialismo era ingenuo y metafísico.

Materialismo de la Grecia Antigua[editar]

Desde el siglo VI a. C. la filosofía se desarrolla con mayor ímpetu en la Grecia Antigua y post moderna. Allí la corriente materialista surge en controversia con la religión principalmente en los filósofos representantes de la llamada escuela de Mileto; Tales de Mileto (ca. 624 - 547 a. C.), Anaximandro (ca. 610 - 546 a. C.) y Anaxímenes (ca. 585 - 525 a. C.).

Según la doctrina de Tales, el agua es el principio de todas las cosas; todo procede del agua y todo se convierte en agua.

Anaximandro tomó como sustancia primaria de todo lo existente el apeiron, principio indeterminado que engendra las cosas y los fenómenos mediante el movimiento y la segregación de contrarios tales como «lo húmedo y lo seco», «lo frío y lo cálido» «lo dulce y lo salado». Según esta doctrina todo se encuentra en constante rotación, una cosa surge del apeiron y otra desaparece y se decompone transformándose en apeiron, lo cual siguiendo un curso materialista hace uno de los primeros intentos de representar el mundo dialécticamente, en movimiento.

Anaxímenes tomó como sustancia primordial el aire, cuyo movimiento condiciona el surgimiento y la desaparición de las cosas.

Otro filósofo griego que hizo grandes aportes a la doctrina materialista fue Heráclito de Éfeso (ca. 530 - 470 a. C.) el cual tomó como sustancia primaria el fuego. Sostenía la existencia en la eternidad del mundo, independientemente de cualesquiera de las fuerzas sobrenaturales, como un fuego eternamente vivo, que con orden regular se enciende y con orden regular se apaga. Subrayaba la idea del movimiento y cambio constante del mundo, de la contradicción como fuente de movimiento, de la posibilidad de transformación recíproca de los contrapuestos. Expresó ideas sobre los principios dialécticos, que reflejan de una u otra manera el estado verdadero de las cosas, aunque no sostenidas por conocimientos científicos.

El desarrollo más profundo de la corriente materialista en la Grecia Antigua se ve en la doctrina de Demócrito de Abdera (460 - 370 a. C.), que promovió la teoría atomista de la estructura de la materia. Según esta teoría, el principio cardinal del mundo es la existencia del vacío y los átomos que se mueven en el vacío, encontrándose y formando diferentes cuerpos e incluso el alma del hombre, la cual muere al perecer el organismo.

Finalmente dentro de la corriente materialista aunque un tanto más inconsecuente encontramos al filósofo griego Aristóteles (384 - 322 a. C.) el cual sostenía que todas las cosas tenían en su base una materia prima, que se caracterizaba por la falta de determinación, de forma, es decir, no eran sino una posibilidad de existencia. Esta posibilidad se convierte en cosa verdadera sensible sólo cuando la materia se une con una u otra forma que le da su determinación. Esta concepción, si bien es materialista en su esencia, tiene graves insuficiencias porque separa la materia primaria del movimiento, que es introducido por la forma desde fuera, además de que su transición de un estado indeterminado a determinado toma su origen a fin de cuentas de los dioses y otras divinidades, que vienen a ser el primer propulsor.

Esta concepción, a la par con los elementos de la dialéctica y las tendencias materialistas, contiene también rasgos metafísicos y tendencias idealistas.

Después de Aristóteles se observa una decadencia condicionada por la crisis general que vive el Estado Griego, perfilándose una transición del materialismo al idealismo y al misticismo.

Materialismo de la época Medieval[editar]

En la Edad Media domina la religión en todas las esferas de la vida espiritual de la sociedad. La filosofía se convierte en ese periodo en sirvienta de la teología, justificando y argumentando los dogmas religiosos y demostrando su veracidad e inmutabilidad. En dicho periodo se presta especial atención al problema de la correlación de las ideas generales y de las cosas del mundo sensible y la pugna entre el materialismo y el idealismo se centra en resolver la cuestión de la correlación de lo singular y lo general, de las ideas generales y las cosas particulares. En ese sentido los materialistas afirman que lo universal no puede existir en la realidad y tanto menos antes de lo singular. En la realidad existen solo las cosas singulares y lo general es solo denominación que no refleja nada y por eso no existe en la realidad. A esta corriente materialista se le denominó "Nominalistas".

Al mismo tiempo en los siglos III y IV en China perdió rápidamente el papel la ideología confuciana, propagándose el misticismo religioso de la secta taoista y penetro cada vez más el budismo en la India.

Los pensadores materialistas de aquella época intervenían contra ese misticismo e idealismo.

Fan Zhen (siglo V a VI) propagaba la idea de que no existe el mundo del más allá y que el alma del hombre es una forma de existencia del cuerpo y desaparece al morir el hombre.

Los confucianos de los siglos VII a IX adelantaron algunas proposiciones materialistas pero más tarde renunciar, culminando con una doctrina idealista neoconfucionista.

El principal defensor de la orientación materialista dentro del neoconfucianismo fue Zhang Zai (1020 a 1077 de n. e.) que refutó las representaciones idealistas del que el cielo y la tierra son un conjunto de aprehensiones subjetivas; promovió la idea de que el mundo de las cosas, que existe realmente, descansa en la substancia materia, que adopta diversas formas. La primigenia de ellas es el espacio infinito lleno de partículas invisibles diseminadas que cuando se condensan forman una masa nebulosa llamada "magna armonía", compuesta por partículas pasivas y activas, de las que surgen todas las cosas. Zhang Zai también hace referencia a los cambios y al desarrollo de las cosas entregando importantes vislumbres dialécticos, pero de los cuales elaboraba conclusiones metafísicas. Señalaba que todas las cosas se hallan condicionadas recíprocamente y en interconexión; el proceso de desarrollo de los fenómenos toma dos formas -graduales y repentinas-; que todo proceso acontece en la contienda de fuerzas contrapuestas: el principio activo y el principio pasivo; pero concluía que el resultado final de la lucha entre esas fuerzas opuestas es su conciliación.

Hacia los siglos XVII y XVIII los postulados materialistas cobran mayor desarrollo y fundamentación más profunda en filósofos como Wang Chuanghan (1619 a 1692 de n. e.) y Dai Zhen (1723 a 1777 de n. e.) que fundamentan y desarrollan las ideas materialistas acerca de la naturaleza y las leyes del desarrollo pero que en cuestiones sociales no avanzan más allá que sus precursores.

En la India por su parte en dicho periodo adquieren la mayor influencia los sistemas ortodoxos nyaya, vaisesika, sankhya, yoga, mimansa y vedanta y los heterodoxos charvaca-lokayatamanta, jainismo y budismo, integrado este por cuatro escuelas: vaibhasika, sautrantika, madhyamika y yogacara. De ellos solo mantuvo una tendencia materialista coherente los charvakas, en los demás coexistían elementos materialistas e idealistas o eran idealista consecuentes.

En ese periodo y partiendo de la filosofía griega antigua y del pensamiento filosófico en oriente, surge y alcanza un alto nivel la filosofía arabográfica.

De los siglos X a XIII estuvo representada por las corrientes: peripatetismo (aristotelismo) oriental, la doctrina de los Hermanos de la Pureza, el sufismo y la filosofía musulmana ortodoxa.2

Materialismo de la época del Renacimiento[editar]

Italia fue el primer país en el que comenzaron a desarrollarse las relaciones capitalistas. Desde el punto de vista económico, la región más desarrollada era el norte, con sus repúblicas marítimas comerciales de Venecia y Génova, y la industrial de Florencia. En el centro de la atención de los pensadores avanzados de la época quedó la persona humana. Los ideólogos de la burguesía ascensional que necesitaba la libertad de desplazamiento, la libre empresa y la libertad de comercio, soñaban con liberar al hombre del despotismo feudal.

Esta nueva dirección de la cultura fue denominada «humanismo» (del latín humanus, ‘humano’). La vieja sentencia de «soy hombre y nada humano me es ajeno» se convirtió en la divisa de los humanistas. La particularidad del pensamiento filosófico del Renacimiento es su carácter antiescolástico. Debe tenerse en cuenta que la escolástica, tanto por el lado de la Iglesia como del Estado, fue durante toda la Edad Media la filosofía oficial y se impartió en la mayoría de las universidades. A diferencia de la escolástica, la filosofía de los humanistas dejó de ser sirvienta de la teología. En oposición a la escolástica y a la teología de la Edad Media comenzó a desarrollarse en Italia la filosofía materialista.

Dos filósofos italianos[editar]

Bernardino Telesio (1509-1588) dio un importante paso en el desarrollo de la filosofía de Italia. Fundó una academia filosófica en la que por oposición al aristotelismo medieval se propagaba el estudio empírico de la naturaleza. Su principal obra se titula De la naturaleza de las cosas conforme a sus propios principios. En lo fundamental era materialista y sostenía que existe objetivamente la materia eterna e inmutable, homogénea, increada e indestructible. Pero, al mismo tiempo, se inclinaba hacia la idea de que todas las fuerzas de la naturaleza están animadas. Como fuente del movimiento de la materia, Telesio señalaba la oposición del calor y del frío.

El gran pensador italiano Giordano Bruno (1548-1600) sacó conclusiones profundamente materialistas y ateas de la teoría heliocéntrica de Copérnico. Nació en Nola (cerca de Nápoles). A los quince años entró en la orden de los dominicos. Gracias a su esfuerzo tenaz e independiente se convirtió en uno de los hombres más cultos de su tiempo.

Por sus ideas avanzadas fue acusado de herejía y excomulgado. Viose obligado a huir de Italia y, durante largos años, tuvo que vagar por Suiza, Francia, Inglaterra y Alemania, difundiendo en todas partes su concepción materialista del universo.

En 1592 regresó a Italia, donde fue capturado por la Inquisición y arrojado a la cárcel. Pese a las torturas que sufrió, no se retractó de sus convicciones, siendo condenado a muerte. «Tenéis más miedo al pronunciar mi sentencia que yo al escucharla», dijo Bruno dirigiéndose a sus verdugos. Finalmente, el 17 de febrero de 1600 fue quemado vivo en la Plaza de las Flores (en Roma).

Sus obras principales son: La cena de las cenizas (1584), De la causa, principio y uno (1584), Del infinito, del universo y los mundos (1584), Del triple mínimo y de la medida (1591), De lo inmenso y de los innumerables (1591), De la mónada, del número y de la figura (1591). En su libro titulado La expulsión de la bestia triunfante (1584) desenmascara al papado y a la religión católica. Su obra El misterio de Pegaso, con el anexo del asno de Killen (1586), constituye una brillante y cáustica sátira contra los escolásticos y teólogos medievales.

Según el pensamiento de Giordano Bruno:

• La naturaleza es infinita;

• El Sol no es el centro del universo sino tan solo el centro de nuestro sistema planetario;

• No sólo el Sol tiene planetas sino también las otras estrellas;

• Todo el universo es homogéneo; es decir, tiene las mismas sustancias de la Tierra;

• Todos los otros planetas también están poblados;

• La materia es madre y alumbradora de todas las cosas y capaz de producir infinitamente nuevas y nuevas formas;

• El hombre es parte inseparable de la naturaleza, es el microcosmos que refleja el macrocosmos;

• Admite los grados del conocimiento que había establecido Nicolás de Cusa: los sentidos, el entendimiento y la razón. Aunque le otorga la prioridad a la razón;

• El entender el universo como infinitud conduce al filósofo italiano a la «dialéctica de la coincidencia de los opuestos», tanto en lo infinitamente grande como en lo infinitamente pequeño.

estudio de las leyes materialistas de México

Materialismo metafísico (mecanicista). ss. XVII y XVIII[editar]

(Galileo Galilei, Francis Bacon, Thomas Hobbes, P. Gassendi, J. Locke, B. Spinoza).

Con el surgimiento de la relaciones capitalistas de producción, se fomenta la producción, se despliega la industria y el comercio, lo cual requiere el conocimiento concreto de la leyes del mundo circundante y aparece la necesidad de estudiar e indagar la naturaleza. Esto le da un impulso a la filosofía la cual se proclama como ciencia llamada a averiguar las verdades que ayudan en la vida práctica y orientan la creación de valores materiales, se declaran falsos los postulados de la filosofía medieval y a su método por la inducción a errores y se ofrecen nuevos medios de investigación y métodos para conocer la verdad.

Uno de los principales filósofos de esta corriente fue Francis Bacon (1561-1626), quien criticó duramente la filosofía idealista, empezando por la Antigüedad y llegando hasta el Medioevo, por haberse convertido en sirviente de la teología y haber llegado a fundamentar sus tesis con dogmas religiosos, por su carácter especulativo, la vacuidad y la inconsistencia de sus postulados. Bacon consideraba la experiencia como fundamento del proceso de conocimiento si se libraba al hombre y a su conciencia de todo tipo de prejuicios. Defendía el mundo material infinito y eterno siendo una de sus propiedades fundamentales el movimiento, que Bacon reducía a unas cuantas formas.

Al método de Bacon le son inherentes asimismo la metafísica y el mecanicismo, pues entendía que los objetos eran una combinación mecánica de ciertas cualidades permanentes y que podían ser entendidos mediante la unificación mecánica de los datos sobre sus diversos aspectos. Pese a sus insuficiencias, la doctrina de Bacon fue un considerable paso adelante en el desarrollo del pensamiento filosófico y marcó la aparición de una nueva forma de materialismo filosófico, el materialismo metafísico.

La doctrina materialista continuó desarrollándose por filósofos como Thomas Hobbes (1588-1679), quien entendía que la naturaleza representa una totalidad de cuerpos que poseen dos propiedades principales: extensión y figura, y reducía la variedad de movimiento al movimiento mecánico, entendiendo como movimiento la traslación de los cuerpos en el espacio. Estableció como único método científico del saber el matemático, sostenido en las operaciones de sumar y restar.

Muchos años más tarde, tenemos a Pierre Gassendi, representante de la tradición materialista, quien se oponía a los intentos de René Descartes para basar las ciencias naturales en fundaciones dualistas.

Materialismo francés del siglo XVIII

Algunos serían pensadores de la Ilustración alemana como Ludwig Feuerbach (siglo XIX).

Materialismo dialéctico[editar]

Creado a mediados del siglo XIX por Karl Marx y Friederich Engels y desarrollado posteriormente por Vladimir Ilich "Lenin" en la nueva situación histórica. Marx y Engels, volteando ladialéctica idealista de Georg Hegel "de arriba hacia abajo", proveyeron al materialismo con un proceso de cambio cuantitativo y cualitativo llamado materialismo dialéctico, y con una visión materialista de la historia, conocida como materialismo histórico. Otros filósofos rusos siguieron esta línea de pensamiento como Visarión Belinski, Aleksandr Herzen, Nikolái Chernishevski, N. Dobroliúbov.

Materialismo en la actualidad[editar]

El materialismo es una corriente de la Filosofía que surge estricta y exclusivamente como contrapartida de otra, denominada idealismo, para responder a aquella cuestión fundamental de la filosofía sobre qué es primero: el pensamiento o lo material. Entonces y como se desprende ya desde el nombre que se le atribuyó, el materialismo le da absoluta preeminencia al mundo material, siendo que siempre lo material precederá al pensamiento.

El concepto no afecta sólo a la visión filosófica del mundo sino también a la ciencia. Aunque en las ciencias naturales los enfoques no-materialistas quedaron descartados hace mucho tiempo, en ciencias sociales ha existido en los últimos siglos una polémica en torno al materialismo como enfoque de investigación. Más recientemente Marvin Harris propuso un enfoque de investigación materialista de las culturas y las sociedades llamado materialismo cultural. E, incluso, Paul y Patricia Churchland han promovido una forma extrema de materialismo, conocida como materialismo eliminativo que sostiene que los fenómenos mentales en realidad no existen y que hablar de los reflejos mentales, como se hace en psicología popular es algo así como dar crédito a las enfermedades causadas por el diablo. En España, un representante actual del materialismo con una línea de pensamiento similar es por ejemplo Martín López Corredoira, 34 5 6 al abogar por una visión del mundo en la que todo lo existente es materia-energía física siguiendo sus correspondientes leyes naturales y excluyendo la posibilidad de cualquier otro ente no-material (mente, libre albedrío, persona en tanto que ser con identidad propia, sentimientos,...), o relegándolo a mera representación mental de algo inexistente en sí.

El materialismo ha sido entendido frecuentemente como una forma enteramente científica y racionalista de ver el mundo, particularmente por pensadores religiosos que se le oponen y pormarxistas. El materialismo como principio filosófico o científico típicamente contrasta con el dualismo, la fenomenología, el idealismo y el vitalismo.

La definición de «materia» en el materialismo filosófico moderno comprende a todos los entes científicamente observables, como la energía, fuerzas y la curvatura del espacio. Muchos autores del siglo XX, particularmente epistemólogos y filósofos de la ciencia, prefieren la denominación de fisicalismo porque carece tanto de las connotaciones emocionales de la palabra «materialismo» como de las restricciones históricas asociadas a éste. Enfatiza lo físico, sea materia o energía.

Uso erróneo como sinónimo de consumismo[editar]

En el lenguaje común es usado como una etiqueta peyorativa para un estilo de vida que busca riqueza, dinero y comodidades en lugar del desarrollo espiritual o mental. Este término no tiene que ver con la posición de filósofos o científicos materialistas, sino que se identifica con el término consumismo

MATERIALISMO HISTORICO

El materialismo es un marco teorico que explica los desarrollos y algunos de sus cambios en la historia humana, tecnologicos, materiales y su modo de produccion y sus limitaciones que impone seguir asi como el aspecto juridico, economico, politico, cultural, entre otros.

En el materialismo sus factores principales en el cambio social, politico y juridico son los cambios tecnologicos y su modo de produccion.

Surgió en el seno del Marxismo y las ideas de Marx han influido en la antropologia, historia y la sociologia.

Su vision sobre el materialismo, resalta en las relaciones sociales, y en el capitalismo es una etapa historica muy importante y transitorial en el desarrollo de la humanidad y no en un sistema en un producto de una evolucion natural en el ser humano.

Karl Marx desarrollo en la historia de la humanidad, una concepción materialista historica, donde los seres humanos cambian en ocasiones su modo de produccion y tambien sus relaciones sociales a medida que el desarrollo de las fuerzas productivas exigian el cambio a otro modo de produccion mas eficaz.

Los principales modos de produccion eran el comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, y el capitalismo

Karl Marx no utiliza los conceptos, solo para guias ,para un analisis más concreto y claro.

Concibió el socialismo como la etapa que vendria despues de la superacion de los modos de produccion capitalista para asi llegar al comunismo.

Marx desarrolló los conceptos de: modo de produccion, explotacion, sobreproduccion, entre otros.

En el materialismo cultural, es un enfoque de investigacion en las ramas de la antropología y la sociologia que postula que las condiciones materiales suelen ser el factor que promueve los cambios sociologicos y culturales en el ser humano, siendo patrones culturales y organizacion de una cultura o sociedad determinada.

La teoría de la concepción materialista de la Historia fue promulgada por Karl Marx (que además de economista era historiador) y desde entonces se ha visto muy marcada por ello. En el fondo, es uno de los pilares del pensamiento político marxista, hasta el punto de que aunque se puede ser materialista histórico pero no marxista, es imposible ser marxista y no aceptar el Materialismo Histórico.

En realidad, es un debate distinto. Yo creo que se puede tener un pensamiento de derechas y creer en el Materialismo Histórico. Pero el nombre de Marx ha tenido una poderosa influencia sobre el sXX, y gran parte de las críticas y elogios del Materialismo Histórico en realidad iban dirigidos hacia Marx.

La teoría del Materialismo Histórico rompe frontalmente con el Positivismo. Da un importantísimo paso hacia el Relativismo al asumir que no sólo las fuentes escritas sufren la influencia de las ideologías políticas del que lo escribe, sino que incluso lo escrito sobre Historia en la actualidad. Para el Materialismo Histórico, una persona concreta vive inmersa en su cultura y en su pensamiento político y, aunque debe buscar la neutralidad, es imposible que lo sea por completo. Por lo tanto, debe desconfiarse mucho de la Historia postulada como dogma o como neutral. Este pensamiento puede parecer extraño a primera vista, pero en el fondo es algo que nos pasa a todos. Un artículo sobre Alejandro Magno será, necesariamente, muy distinto si lo escribe un militar que si lo escribe un defensor de los derechos gays. No es algo premeditado, simplemente no podemos evitar nuestra propia visión del mundo a la hora de escribir sobre Historia. Pasa algo parecido con el periodismo. el Materialismo Histórico ha sido injustamente criticado por acusarle de no pretender ser objetivo, en realidad lo que afirma es que es imposible serlo, aunque haya que intentarlo.

MATERIALISMO DIALECTICO

El materialismo dialéctico es la corriente del materialismo filosófico de acuerdo a los planteamientos originales de Friedrich Engels y Karl Marx que posteriormente fueron enriquecidos por VladimirI. Lenin y ulteriormente sistematizados por miembros de la Academia de las Ciencias de la ex Unión Soviética[1] . Esta corriente filosófica define la materia como el sustrato de toda realidad objetiva(física) y subjetiva (el pensamiento) e interacción de la misma[1] , emancipa la primacía e independencia de la materia ante la conciencia y lo espiritual, declara la cognoscibilidad del mundo envirtud de su naturaleza material, y aplica la dialéctica –basada en las leyes dialécticas propuestas por Hegel– para interpretar el mundo. El materialismo dialéctico es uno de los tres componentes –labase filosófica– del comunismo marxista-leninista.[2] Denominado “Diamat”, el materialismo dialéctico fue también la filosofía oficial de la ex Unión Soviética[3] .

El materialismo dialéctico, comosistema filosófico, es una concepción e interpretación del mundo opuesta al idealismo filosófico representado por la concepción mágica de la religión y su primacía del espíritu (Dios) por sobre lamateria. Como tal, el materialismo dialéctico se apoya en los datos, resultados y avances de las ciencias y su espíritu se mantiene en correspondencia y vigencia con la tradicional orientación progresistadel pensamiento racional científico[3] . Asimismo está opuesto a la corriente filosófica del agnosticismo al declarar la cognoscibilidad del mundo en virtud de su materialidad y de su existenciaobjetiva en el tiempo y en el espacio. Engels lo manifestó de esta manera: “Las formas fundamentales de todo ser son el espacio y el tiempo, y un ser concebido fuera del tiempo es tan absurdo como lo seríaun ser concebido fuera del espacio”.[4]

MATERIALISMO

Resumen

Es indudable la influencia que han tenido Engels y Marx en la comprensión de la realidad del mundo, todavía hoy, a pesar de la traición que sus teorías sufrieron por quienes pretendieron convertirlas en ideologías y dogmas, siguen siendo sin duda un referente para la interpretación de la historia y el mundo, al menos desde un punto de vista material.

El presente trabajo pretende establecer los elementos necesarios para la comprensión del materialismo dialéctico e histórico desde los argumentos presentados por Engels y Marx, lejos de las actuales interpretaciones que han desviado la real valoración de estás teorías, para tal fin se pretende establecer un marco de referencia cronológico sobre las distintas influencias desde donde plantearon el punto de partida de dichas teorías, posteriormente se plantea una estructura definicional que pretende establecer claridad sobre los elementos que posteriormente se discutirán, qué impacto tuvo en aquella época esta manera de interpretar al mundo, qué vigencia pueden tener en la actualidad.

Este trabajo plantea un acercamiento al estudio de dichas respuestas, entre muchas otras que tiene que ver con la conformación de las realidades humanas y la vida en sociedad, pero haciendo un esfuerzo por mantenerse al margen de los dogmas ideológicos que desvirtúan y traicionan, que hacen vida en el mundo de hoy.

Breve marco cronológico desde 1841 hasta 1845

Antes de abordar los planteamientos propuestos por Engels y Marx en torno al materialismo dialéctico e Histórico, es necesario establecer un breve espacio de comprensión sobre los antecedentes que marcaron sus escritos y que fundaron los cimientos desde donde partieron para la elaboración de sus teorías, para tal fin haremos una breve interpretación de los acontecimientos y las corrientes filosóficas que imperaban en aquel momento siguiendo una coherencia cronológica.

Marx cursó estudios superiores en la Universidad de Bonn y luego en la Universidad de Berlín donde comenzó a establecer afinidad intelectual con la estructura del pensamiento Hegeliano especialmente con los llamados jóvenes hegelianos de izquierda. Este apelativo se usaba exclusivamente para los partidarios de la izquierda radical, no hay indicios de juventud hegeliana de derecha, o al menos no fueron dignos de análisis histórico, lo cierto es que de ésta juventud de izquierda uno de los más influyentes fue Feuerbach. Y la separación esencial del pensamiento Hegeliano radica en que su línea de pensamiento se halla en el materialismo y no en la idea de definir el Absoluto como espíritu. Es decir Hegel parte del Ser como pensamiento, idea, en cambio en Feuerbach el ser es la naturaleza.

En Abril de 1841 se le otorga el titulo de Doctor en Filosofía, La Tesis que presentó para obtener dicho grado ya daba serias muestras de su propio pensamiento “Diferencia entre la filosofía natural de Demócrito y la de Epicuro” , separándose del pensamiento Idealista Hegeliano, dado el carácter materialismo y ateo característico de Epicuro.

Posteriormente en 1842 comenzó a colaborar con la recién fundada revistaRheinisc Zeitung (Gaceta del Rin) una tribuna para propagar las ideas de avanzada contra la opresión social, política y espiritual imperante en Prusia y en toda Alemania, desde este espacio se va alejando de la actitud puramente teórica de los hegelianos de izquierda. Marx se estaba apartando de la concepción idealista de analizar el mundo desde la razón, la razón solo como elemento contemplativo del mundo, y no la razón como motor para impulsar los cambios políticos y sociales. Si la religión significaba para él alienación , también lo era ésta filosofía alemana, meramente especulativa carente de praxis.

En 1843 inicia un estudio crítico de la concepción hegeliana del estado y se plantea someter a una crítica implacable todo lo existente, comenzando por la filosofía del derecho de Hegel, el estudio se llamó Kritik des Hegelschen Staatsrechts (Contribución a la crítica de la filosofía hegeliana del derecho), Hegel piensa que que todo espíritu objetivo alcanza su máxima expresión en el Estado, el carácter omnipotente y omniabarcador del Estado hegeliano, es el centro de la crítica de Marx quien considera que un estado de estas características enajena al hombre de su verdadera naturaleza. Para Marx el hombre existe como parte del estado pero es rector y centro de sus políticas y no ajeno a su estructura que se opone a sus intereses. De la misma manera Marx ataca la propiedad privada, y aunque aquí no ha expresado su teoría comunista, aquí se halla implícita la idea de una sociedad económica libre de clases.

A finales del mismo año Marx se traslada a París y comienza así un nuevo espacio de realidades que enriqueció su experiencia política, se relacionó con los Socialistas Utópicos franceses Etienne Cabet, Pierre Leroux, Louis Blanc y Proudhon, además de mantener contacto con los políticos rusos Bakunin, Botkin entre otros. Además de este nuevo espacio de comprensión histórica, también se dedicó al estudio de los economistas clásicos ingleses, Adam Smith y David Ricardo. Estas nuevas realidades le confirmaron la necesidad de transformar, desde la razón, la realidad práctica, sin embargo, consideraba que estas posturas socialistas carecían de visión, propósito y método.

En 1844 comienza la amistad con Friedrich Engels, quien fue sin duda, el apoyo más irrestricto con el que contó y que más influencia tuvo en sus escritos posteriores a esta fecha.

Antes de seguir con el orden cronológico que llevamos en Marx, es necesarios explicar antes que Engels en 1841 se asoció al circulo de Bruno Bauer y adoptó la ideología Hegeliana, de la misma manera la lectura de Feuerbach hizo que se apartara del idealismo Hegeliano y adoptara una posición materialista.

En 1845 Engels y Marx escribieron en conjunto la obra Die heilige Familie (La sagrada Familia) donde critican la postura idealista de la filosofía Hegeliana de los hermanos Bauer y sus adeptos (la familia sagrada) que consideraban agentes de la historia a unos cuantos elegidos. En dicho planteamiento formulan que las formas del estado, religión, sociedad, moral no son producto de “héroes” o elegidos sino que son consecuencia directa o están determinadas por la lucha de clases. Esta obra es considerada por muchos como la base de la concepción revolucionaria y materialista de la labor histórica que reside en el proletariado.

En ese mismo año es expulsado de París y se trasladó a Bruselas donde escribió once tesis sobre Feuerbach donde expone su separación con las teorías Materialistas de Feuerbach, ambos coincidían en el carácter no idealista, materialista, sin embargo para Marx el materialismo de Feuerbach era meramente contemplativo y metafísico, no se volcaba hacia una actividad práctica, en tal sentido era materialista pero meramente teórico. Es en esta obra donde expone la celebre frase : “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”

Seguidamente terminan en conjunto en 1846, Engels y Marx, la obra Die deutsche Ideologie (La ideología alemana), la obra es un estudio crítico sobre la filosofía contemporánea alemana, representada por Feuerbach, Bauer, Stirner y los socialistas alemanes. Es en esta obra donde se establece por primera vez un planteamiento claro sobre la concepción materialista de la história.

El marco referencial cronológico expuesto anteriormente pretende establecer el camino recorrido por Engels y Marx para la consecución de la teoría del materialismo dialéctico e histórico. Este marco referencial fue interpretado desde las obras Historia de la Filosofía por Frederick Copleston tomo 7 y Carlos Marx Esbozo Biográfico por E. Stepanova.

Planteamiento de la estructura definicional

Para aproximarnos a una idea clara sobre el Materialismo Dialéctico e Histórico partimos desde una base definicional que nos permita la correcta aprehensión de los términos y evaluarlos en su justo contexto desde Marx y Engels. Dada la notable influencia que el sistema dialéctico Hegeliano ha tenido sobre ambas teorías, pretendemos evaluar el concepto de Dialéctica desde el Sistema Hegeliano, dejando claro que él heredó un camino ya recorrido por los presocráticos y por supuesto por Sócrates y Platón, sin embargo partiremos desde Hegel como fundador del sistema.

En tal sentido trataremos de explicitar en este breve bosquejo y como hilo conductor para llegar al propósito del trabajo, lo que creemos que entendió Hegel como Dialéctica, para tal fin citamos a Eduardo Vázquez (1) :

Según Hegel “la infinitud verdadera es la unidad de lo finito y lo infinito”.1.1 El problema es como lograr esa unidad.

Ella no puede ser lograda únicamente por el pensamiento. Lo infinito y lo finito son categorías de la realidad, y por consiguiente, la unidad tiene que ser lograda en la realidad misma. Es en ella donde tiene que producirse. El proceso que llevará a cabo la unidad mencionada es lo dialéctico. No es ello una invención del pensamiento, sino un proceso que vemos cumplirse en la realidad misma. Lo finito, por su propia fuerza y dinamismo, tiene que convertirse en infinito.

El proceso dialéctico en la cita anterior implica un devenir en el que lo finito deja de ser finito para volcarse en lo inifinito, en la Fenomenología del Espíritu en la sección A. Conciencia, en el capitulo I. La certeza sensible o el esto y la suposición, Hegel manifiesta el carácter dialéctico de varias categorías de la certeza de lo sensible como el ahora y el aquí, para el ahora usando el ejemplo del día y de la noche y en el aquí el ejemplo del árbol. Allí vemos como el objeto sensible día es ahora mientras sea de día, pero al evaluarlo en la noche pierde su ahora sensible pero no perece el ahora como elemento universal, este paso de ser y no ser y fundirse en el ahora universal representa el movimiento dialéctico.

Igualmente pasa en el otro ejemplo del esto, con el aquí. Citamos directamente a Hegel (2), más esclarecedor en este caso:

El aquí es por ejemplo el árbol. Pero si doy la vuelta, esta verdad desaparece y se trueca en lo contrario: el aquí no es un árbol, sino que es una casa. El aquí mismo no desaparece, sino que es permanentemente en la desaparición de la casa, del árbol, etc., indiferente al hecho de ser casa, árbol, etc. El esto se revela, de nuevo, pues, como una simplicidad mediada o como universalidad.

Finalmente aportamos una definición de Dialéctica en Hegel desde la comprensión de Ferrater Mora (3) :

La dialéctica es, en suma, lo que hace posible el despliegue y, por consiguiente, la maduración y realización de la realidad. Sólo en este sentido se puede decir que, para Hegel, la realidad es dialéctica. Mas lo que importa en esta dialéctica de lo real es menos el movimiento interno de la realidad que el hecho de que esta realidad alcance necesariamente su plenitud en virtud de ese su interno movimiento. En otras palabras: Hegel no se declara <<partidario>> de la dialéctica porque sienta una irreprimible tendencia a ver la realidad del el punto de vista del movimiento, sino que aspira a ver la realidad desde el punto de vista del movimiento porque sólo éste le permitirá verdaderamente realizarla. Por lo tanto, es la <<realidad realizada>> lo que interesa a Hegel y no sólo el movimiento dialéctico que la realiza. No sólo está, pues, en la base de la dialéctica de Hegel una ontología de lo real, sino que, además, y sobre todo, tal ontología está basada en una voluntad de salvación de la realidad misma en lo que tenga de real, es decir para seguir empleando el vocabulario de Hegel, en lo que tenga de positivo-racional o de <<especulativa>>

Podemos aproximarnos a una definición propia entendiendo la dialéctica desde Hegel como la realización de la realidad (valga la redundancia) a partir del movimiento interno de la negación de su ser originario, en otras palabras, la dialéctica tiene como elemento primordial e irreductible el movimiento, la realización del proceso dialéctico implica movimiento, desde Hegel este movimiento es meramente contemplativo (actividad espiritual del pensamiento) y se da en el pensamiento como elemento que interpreta lo sensible (no-ser) , lo abstrae y lo convierte en universal pero solo a partir del movimiento. Esta es la característica fundamental del Idealismo Dialéctico, y para dejar más claro el concepto de idealismo, citamos a Vázquez (4) :

Por idealismo hay que entender, dice Hegel, “la idealidad de lo finito”, esto es, que lo finito sólo llega a su verdad cuando logra la identidad con el concepto” Y esta identidad con el concepto es el proceso dialéctico mediante el cual lo finito se universaliza en lo infinito. Esto pretende darnos una idea de que los cambios dialécticos en Hegel ocurren en el pensamiento, en la idea. Por eso el carácter idealista de esta filosofía.

Ahora bien , una vez superado el intento de explicar la dialéctica desde Hegel, seguidamente planteamos la adopción que Engels y Marx hacen de este sistema, cuales fueron los puntos de coincidencia y cuales fueron los elementos diferenciadores que, dialécticamente hablando, negaron su origen y dieron paso a otra realidad conceptual.

Tratar de acometer dicha labor, identificar la escisión entre Hegel y Marx, pasa necesariamente por reconocer, como Marx lo hizo, la comprensión e inversión que hizo Feuerbach del fenómeno dialéctico y sus implicaciones.

Para Feuerbach el proceso dialéctico no tenia lugar en el pensamiento, sino en la naturaleza, era profundamente conocedor y partícipe de la corriente Hegeliana, de los llamados de izquierda radical, casi llamados antihegelianos, pero este término es sin duda un error, él contribuyó a la conformación de un nuevo modelo interpretativo de la dialéctica, pudiéramos decir que negó su origen, pero no lo negó para hacerlo perecer, sino para fundirlo en su verdadera realización.

Es pertinente citar a Copleston (5) para participar de su comprensión en este fenómeno de inversión dialéctica.

Hegel, evidentemente, parte del ser. Sin embargo Feuerbach afirma que el ser, en el sentido mencionado, es la naturaleza, y no la idea ni el pensamiento. “El ser es sujeto, y el pensamiento, predicado”. La realidad fundamental es la naturaleza espaciotemporal; conciencia y pensamiento son secundarios, son meros derivados. La existencia de la naturaleza sólo puede ser conocida por un sujeto consciente, pero el ser que se distingue a sí mismo de la naturaleza sabe que no es el fundamento de la naturaleza. Por el contrario, el hombre conoce la naturaleza distinguiéndose a sí mismo de su fundamento : la realidad sensible, de tal manera que la “naturaleza es el fundamento del hombre”

De tal manera que entre Hegel y Marx, hay un paso fundamental y es sin duda Feuerbach, es a él quien justamente Marx le atribuye la fundación del verdadero materialismo y de la ciencia real. De acuerdo con Vázquez (6), “la inversión de Hegel fue hecha por Feuerbach. En la esencia del cristianismo Feuerbach realizó dicha inversión. En Hegel, lo infinito (el pensamiento) es el principio y el origen de toda realidad. Lo sensible, lo finito, se fundamentan en lo suprasensible, en lo infinito.”

Ahora bien, ¿Dónde se separó Marx de Feuerbach?, tanta importancia tuvo para Marx la inversión de Feuerbach, que a él le dedicó 11 apartados que llamó tesis contra Feuerbach (7), ahí manifiesta su clara diferencia, y su más alta crítica se recoge bien en el último apartado.

“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.”

Esta cita despierta especial interés en varios sentidos, el primero de ellos y manteniendo el hilo conductor de nuestra interpretación es que Marx critica duramente el carácter contemplativo que Feuerbach establece del materialismo, pero no porque esté en desacuerdo con el materialismo, sino con la manera en que esto se lleva a la concreción de las realidades humanas, Marx critica que Feuerbach no comprende la importancia de la actuación <<revolucionaria>> del hombre en el cambio de sus propias realidades, así pues se puede entender que la filosofía de Feuerbach es válida para explicar el mundo, pero hace falta que esas teorías sirvan para motorizar los cambios de las realidades humanas.

Ahora bien siguiendo con el análisis de la frase, y fortaleciendo el debate sobre el carácter filosófico o no de Marx, algo queda claro, él no se veía como un filósofo, a pesar de entender claramente a Hegel y llegar al punto de refutarlo, además de ser Doctor en Filosofía, su tesis sobre Demócrito y Epicuro es digna de un trabajo filosófico, él mismo no se veía como filósofo. Más aún despierta mucho interés la traducción que emplea Copleston (8) :

Los filósofos solo se han dedicado, hasta hoy, a intentar llegar a una comprensión del mundo desde puntos de vista diferentes, sin embargo, lo necesario es cambiar el mundo.

El énfasis que emplea Copleston en “hasta hoy”, pareciera ratificar la categoría de Filosofo en Marx, sin embargo surge la pregunta ¿ De dónde extrae esta cita Copleston?, ¿ Hubo alteración de los manuscritos originales?.

Una tesis que reafirma la alteración la conseguimos en Wikipedia (9) :

Engels editó este papel de Marx reescribiéndolo para adaptarlo a las urgencias políticas del momento, pero también clarificando y concretando su significación. En la frase literal de Marx la tesis 11 dice: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.” En la interpretación de Engels, la más difundida, se lee “Los filósofos, hasta el momento, no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, ahora de lo que se trata es de transformarlo.”

Si se atribuyera certeza alguna a esta aseveración, lo cual puede ser un grave error tomando en cuenta la fuente poco confiable, estaríamos ratificando que Marx evidentemente no se consideraba filósofo. En cualquiera de los casos, aunque representa este análisis una digresión en nuestro trabajo, es digno de estudio la influencia que pueden tener los análisis de algunos autores externos en la obra real del autor que se pretende interpretar, volveremos sobre este punto más adelante.

Así de esta manera, llegamos al punto donde Engels y Marx establecen por primera vez la concepción materialista de la historia. La obra que recoge el pensamiento materialista de la historia es Die deutsche Ideologie (La ideología alemana), obra escrita de manera conjunta por ambos pensadores. La obra representa una crítica a las filosofías contemporáneas alemanas, representadas por Feuerbach, Bauer, Striner y los socialistas alemanes. Pero citemos directamente desde la ideología alemana (10) y observemos el carácter de lo que planteamos :

Esta concepción de la historia consiste, pues, en exponer el proceso real de producción, partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata, y en concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y engendrada por él, es decir, la sociedad civil en sus diferentes fases como el fundamento de toda la historia, presentándola en su acción en cuanto Estado y explicando a base de él todos los diversos productos teóricos y formas de la conciencia, la religión, la filosofía, la moral, etc., así como estudiando a partir de esas premisas su proceso de nacimiento, lo que, naturalmente, permitirá exponer las cosas en su totalidad (y también, por ello mismo, la interdependencia entre estos diversos aspectos). Esta concepción, a diferencia de la idealista, no busca una categoría en cada período, sino que se mantiene siempre sobre el terreno histórico real, no explica la práctica partiendo de la idea, sino explica las formaciones ideológicas sobre la base de la práctica material, por lo cual llega, consecuentemente, a la conclusión de que todas las formas y todos los productos de la conciencia no pueden ser destruidos por obra de la crítica espiritual, mediante la reducción a la «autoconciencia» o la transformación en «fantasmas», «espectros», «visiones» , etc, sino que sólo pueden disolverse por el derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales, de las que emanan estas quimeras idealistas; de que la fuerza propulsora de la historia, incluso la de la religión, la filosofía, y toda teoría, no es la crítica, sino la revolución. Esta concepción revela que la historia no termina disolviéndose en la «autoconciencia», como el «espíritu del espíritu» , sino que en cada una de sus fases se encuentra un resultado material, una suma de fuerzas productivas, una actitud históricamente creada de los hombres hacia la naturaleza y de los unos hacia los otros, que cada generación transfiere a la que le sigue, una masa de fuerzas productivas, capitales y circunstancias, que, aunque de una parte sean modificados por la nueva generación, dictan a ésta, de otra parte, sus propias condiciones de vida y le imprimen un determinado desarrollo, un carácter especial; de que, por tanto, las circunstancias hacen al hombre en la misma medida en que éste hace a las circunstancias.

Así pues en Engels y Marx, la concepción materialista de la historia que exponen en la ideología alemana representa los comienzos de una forma de pensar el mundo, explicarlo y transformarlo, esta tesis la madura mucho más en sus escritos posteriores como en la crítica de la economía política y por supuesto en el capital. Sin embargo desde aquí se puede aproximar a la idea que consolidó todos sus planteamientos posteriores, económicos, políticos y sociales, todas estas áreas tienen el influjo directo de la concepción materialista de la historia. No entender claramente en qué consiste la concepción materialista de la historia implicaría desconocer totalmente la obra completa de Engels y Marx.

Este Materialismo es un método para entender la naturaleza humana en su carácter concreto histórico, pero no simplemente entender la naturaleza en sentido contemplativo, entender la naturaleza implica entender los hombres y dado el carácter social del hombre, entender el hombre en sociedad, comprender los mecanismos de la formación de estas sociedades, sus cambios cualitativos y qué originan estos cambios. Evidentemente estos cambios llevan el influjo del carácter dialéctico, mediante la cual las sociedades se transforman para negar su estado actual y dar paso a otro modelo estructural que resulte de los conflictos y condiciones sociales actuales.

En este sentido podemos observar que el uso dialéctico que Engels y Marx plantean no corresponde con una dialéctica ontológica como la de Hegel, tampoco una dialéctica conceptual o contemplativa, es una dialéctica que resulta de las contradicciones de las sociedades que originan la lucha de clases y estas luchas producen otro modelo de sociedad que cambie el rumbo y determine su historia.

Dejemos hasta aquí la concepción materialista de la historia, por ahora, y evaluemos seguidamente el concepto que estableció posteriormente Engels en la obra La transformación de las ciencias por el Sr. Dühring, conocida también como Anti-Dühring y otros manuscritos procedentes de 1873-1883 llamadosDialektik der Natur (Dialéctica de la naturaleza), para aproximarnos a lo que manifestó Engels, citamos la comprensión de esta teoría desde Ferrater Mora 11.

Mientras el materialismo mecanicista se apoya en la idea de que el mundo está compuesto de cosas y, en último término, de partículas materiales que se combinan entre sí de un modo <<inerte>>, el materialismo dialéctico afirma que los fenómenos materiales son procesos. Hegel tuvo razón en insistir en el carácter global y dialéctico de los cambios en los procesos naturales , pero erró en hacer de estos cambios manifestaciones del <<Espíritu>>. Hay que <<invertir>> la idea hegeliana y colocar en la base la materia en cuanto que se desarrolla dialécticamente. La dialéctica de la naturaleza procede según tres grandes leyes dialécticas : ley del paso de la cantidad a la cualidad, ley de la interpenetración de los contrarios (u opuestos) y ley de la negación de la negación. Negar que hay contradicciones en la naturaleza es, según Engels, mantener una posición metafísica; lo cierto es que el movimiento mismo está lleno de contradicciones.

Ahora bien, esta manera de analizar lo que posteriormente se conoció como materialismo dialéctico, pudiéramos interpretarla como una forma de colocar más énfasis en el carácter dialéctico del materialismo pero además tiene un carácter mucho más amplio que el histórico que tiene como ámbito de acción la sociedad humana y sus relaciones, esta variación que significa el materialismo dialéctico abarca otros espacios como las ciencias experimentales.

En cualquiera de los casos, estas interpretaciones y categorizaciones fueron hechas posteriormente y el término que hoy acuñamos obedecen a ese trabajo realizado por Plejanov en la extinta Unión Soviética, Materialismo Dialéctico (Diamat) y Materialismo Histórico (Hismat) .

Podemos aproximarnos a entender las coincidencias que ambas teorías mantienen y tal como sostiene Ferrater Mora (12), “ Es posible – y, según cierto número de autores , plausible – sostener el materialismo histórico sin sostener el materialismo dialéctico. En cambio, parece difícil, caso de que sea posible , adoptar el último sin abrazar el primero. Para algunos , además, el materialismo histórico está incluido en el dialéctico”.

Quisiéramos ahondar aún más en las diferencias entre materialismo dialéctico y materialismo histórico; es necesario entender por qué Engels complementaría el carácter ya prácticamente definitorio de la concepción materialista de la historia (como lo llamó Marx y no como lo hicieron conocer los autores soviéticos ), desde nuestro entendimiento, Marx quiso explicar la historia como procesos marcados por las luchas sociales, estas luchas y sus constantes pugnas originaban cambios en el modo de organización de las sociedades y estos cambios pudieran asociarse a una manera dialéctica de comprender la sociedad, en este sentido le dio nuevo sentido al proceso dialéctico conocido hasta entonces.

Ahora bien, el materialismo dialéctico de Engels tiene un carácter mucho más amplio , abarca, tal como aparece en su obra Dialektik der Natur (Dialéctica de la naturaleza), Matemáticas, Mecánica, Física, Química, Biología, entre otras. Es decir Engels extendió el sentido dialéctico materialista que ya Marx le había dado a las ciencias sociales, así pues tal como expresa Ferrater Mora, el materialismo histórico pudiera entenderse como contenido dentro del materialismo dialéctico.

Conclusión

Es necesario ahora, ya habiéndonos aproximado a un espacio de entendimiento un poco más claro de ambas concepciones, valorar el carácter tan diferente entre la comprensión, digamos común, del marxismo (incluso en algunos pseudo-intelectuales), entendido como doctrina y la aproximación real a sus escritos lejos de dogmas y revisionismos posteriores.

Desde aquí surgen varias de esas contradicciones : ¿Cómo pudo asociarse el término Materialismo Histórico a Marx, cuando el término fue acuñado en la Unión Soviética por Plejanov? , ¿Es correcta tal interpretación?, suponiendo que sea correcta , ¿Por qué no se dejó el término que el mismo usó, concepción materialista de la Historia?, en cualquiera de los casos esto no reviste quizás mucha importancia, además en algunos casos incluso es a Marx a quien se le asocia el materialismo dialéctico también, dejando a Engels sin crédito alguno por la obra.

Lo más digno de énfasis en este breve ensayo es, sin duda, la convicción que hoy tenemos sobre del daño que le hizo la Unión Soviética y su “adoctrinadores” a la teoría Marxista, si bien la hizo pública, también la estatizó y la convirtió en dogma (tal como la religión a la que Marx criticó , como opio del pueblo ) restándole todo el carácter dialéctico que la misma teoría marxista exige como estructura fundamental.

Además, nos encontramos hoy en el mundo con una corriente, no se realmente hasta que punto valga la pena llamarla corriente, llamada marxismo-leninismo. ¿Cómo puede asociarse tan fácilmente y elevarlo a nivel de dogma dos términos tan antagónicos?, en todo caso es más válido engelsismo-leninismo, pero incluso este también sería digno de revisión. Marx creía profundamente en la abolición del estado por medio de la dictadura del proletariado, derogando completamente cualquier función del estado, este era su estadio final, el comunismo. Pero si observamos lo que hizo Lenin en el poder , vemos que fue totalmente lo contrario, más bien el estado se volvió más poderoso aún, y ni hablar de Stalin. Entonces ¿Cómo puede alguien llamarse marxista-leninista? O Marxista o Leninista, pero ambos es totalmente contradictorio.

Ahora bien procedemos a plantear algo que debemos seguir construyendo, al menos seguir revisando más profundamente, que no abordaremos aquí, tomando en cuenta lo finito del trabajo que pretendemos presentar, pero que dejamos como parte concluyente del presente esfuerzo :

1. El movimiento es el carácter fundamental del proceso dialéctico.

2. El movimiento nunca cesa, por tanto el proceso dialéctico es continuo en el mismo sentido.

3. Desde nuestro entendimiento, podemos expresar que la concepción materialista de la historia estaba marca por el proceso dialéctico de la lucha de clases, y que constantemente generaban nuevas formas de ordenamiento social.

De estas tres premisas , podemos aproximarnos a concluir que las luchas de clases en una sociedad , jamás cesarán y siempre estarán presente originando nuevos cambios.

Entonces, ¿Cómo es que el comunismo puede entenderse como un estadio final del orden de la sociedad?, ¿Con la llegada del comunismo se acaba el proceso dialéctico de lucha de clases ?.

Precisamente este es el carácter del próximo estudio que debemos realizar en el proceso de comprensión del trabajo de Engels y Marx, es un atrevimiento asaltar el entendimiento con estas preguntas si no hemos estudiado bien varios elementos desde los escritos de Engels y Marx y no desde aproximaciones que, como hemos concluido en párrafos anteriores, están marcadas de sesgo político e instruyen la comprensión ciega de sus doctrinas, restándole el brillo y la validez universal que invocan el libre pensamiento para su interpretación y constante adecuación, digno de un proceso dialéctico.

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1. Vázquez, Eduardo. La Dialéctica en Hegel y Marx. Revista del Postgrado Filosofía de la ULA , Núm.4,Pag. 25

1.1. Hegel, Enciclopedia, parágrafo 95

2. Hegel, Fenomenología del Espíritu, pag. 65

3. Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, Tomo 1, Pag. 799

4. Vázquez Eduardo, La Dialéctica en Hegel y Marx. Revista del Postgrado Filosofía de la ULA , Núm.4,Pag. 25

5. Copleston, Frederick. Historia de la filosofía tomo 7, pag. 231.

6. Vázquez Eduardo, La Dialéctica en Hegel y Marx. Revista del Postgrado Filosofía de la ULA , Núm.4,Pag. 32

7. Marx, Carl. Tesis sobre Feuerbach, tesis once.

8. Copleston, Frederick. Historia de la filosofía tomo 7, pag. 231.

9. Wikipedia, Internet. Tesis sobre Feuerbach. Interpretación de Engels.

10. Marx y Engels, la ideología alemana, Capitulo II

11. Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, Tomo 3, Pag. 2148

12. Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, Tomo 3, Pag. 2149

Referencias Bibliográficas

Principales

1.- Marx & Engels, Obras Escogidas en tres tomos, La Ideología Alemana. (Editorial Progreso, Moscú, 1974), T. I.

2.- Marx, Karl. Tesis sobre Feuerbach. publicado por Friedrich Engels en 1888 como apéndice a la edición aparte de su Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Edición digital, http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm.

3.- Engels, Friedrich. Dialéctica de la Naturaleza, Edición digital

http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dianatura/index.htm

4.- Hegel, G. Fenomenología del Espíritu. Traducción Wenceslao Roces. Editorial Fondo de cultura Económica, México 2009

Secundarias

1.- Copleston, Frederick. Historia de la Filosofía Tomo 7, Traducción Manuel Sacristán, Editorial Ariel Filosofía, España, 2004.

2.- Stepanova, E. Carlos Marx Esbozo Biográfico. Traducción A. Beliakov. Ediciones en lenguas extranjeras. Moscú, 1954.

3.- Vázquez, Eduardo. Revista del Postgrado de Filosofía de la Universidad de los Andes, Número 4.

4.- Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía Tomos I,II y II. Editorial Alianza Diccionarios, España 1981.

5.- Wikipedia. Internet.

El modo de entender lo que sea la materia determina diferentes maneras de percibir y organizar la realidad, muchas veces antagónicas e irreductibles entre sí, con sus consecuencias ideológicas en el terreno filosófico, científico, teológico y doctrinal en general. Se ofrecen aquí textos y enlaces que permiten estudiar, de forma empírico-cronológica y también histórico-dialéctica, la evolución del concepto y la construcción de la idea de materia, la confusa sucesión de doctrinas dichas materialistasy el propio rótulo pretendidamente englobador de materialismo.

No lo hacemos desde ningún sitio, pues en estos asuntos no cabe pretender eclecticismo, apartidismo o neutralidad. Afrontamos esta tarea desde las coordenadas sistemáticas del materialismo filosófico,que distingue tres géneros diferentes de materia determinada, y que inspiran, por ejemplo, el artículoMateria, escrito por Gustavo Bueno y publicado en 1990 en alemán por la Europäische Enzyklopädie zu Philosophie und Wissenschaften. Como sistematismo no implica dogmatismo, nuestro modo de entender la materia y el materialismo, y de reinterpretar su historia, siempre estará dispuesto a aceptar análisis que resulten más potentes, invitando al debate a quienes tengan algo que decir.

Materia es palabra de uso en lengua española desde hace mil años. El término latino del que procede significaba algo tan específico como silva (bosque) en cuanto material de construcción (de dondemadera) más que como lignum destinado al fuego (de donde leño, leña, madero). Hacía 1090 los Fueros de Villavicencio establecen una tasa de tres denarios por cada «karro de materia», y hacia 1105 Doña Berta concede al obispo Esteban, a San Pedro de Huesca y Jaca que «corten leña, madera, bellotas y hierba» en los montes de Agüero. Pero hacia 1223 los lectores de la Semejanza del mundosaben ya que «caer la nieve en tierra mojada quiere decir granizo por razón que es formado en figura de granos así fazes de materia e de natura de las aguas», que «este fuego que llamamos nos rayo primeramente enciende e quema e fiende e por ende es fuego que trespasa todas cosas que alcanza por que es muy sotil materia quel fuego que nos abemos en uso», que «las nubes se fazen cuando se ajuntan vientos e las nieblas en el aire espeso e esta es su materia e su natura donde se fazen cuando los vientos se vuelven por el aire», o que «según dicen los sabios el aire es toda cosa hueca e vana que ve el omen hasta el cielo desde la tierra e es todo a tal cosa que non embarga el viso del hombre e este aire pertenece una partida a la materia celestial donde en la altura desta partida a tal non se hace nube». Por esos mismos años Gonzalo de Berceo escribe que «la laude es materia e voz de alegría», pero también que «movamos adelante, en esto non tardemos, la materia es grande, mucho non demudemos...», y con similar sentido: «Como son tres personas e una Deidad / que sean tres los libros, una certanedad, / los libros sinifiquen la sancta Trinidad, / la materia ungada la simple Deidad.»

En el primer diccionario de la lengua española, obra pionera entre los diccionarios similares en otras lenguas modernas, su autor, el licenciado don Sebastián de Covarrubias Orozco, huía de manera curiosa antes de tratar qué fuera la materia (Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid 1611):

«Materia, es nombre Latino, materia, vel materies, ex qua aliquid sit. Lo demás dexemos para los Filósofos.»

Aunque el mismo Covarrubias, que elude tratar lo que advierte es ya una idea abstracta y filosófica, no duda al definir algunos conceptos relacionados que la lengua había ido cuajando durante siglos:

«Materias en las disciplinas, llaman los argumentos diferentes, y en las escuelas de los niños, los exemplares de letras que los Maestros les dan para que los imiten. Materia en las heridas, es la podre que sale della. Lat. pus, puris.

Materiales, las cosas que se aperciben para alguna fábrica, o otra cosa que se aya de hacer, como piedra, ladrillo, cal, madera, &c.

Material llamamos al hombre de poco ingenio, y bajos pensamientos.»

La Real Academia Española, institución fundada en 1713, se sirvió del diccionario de Covarrubias, pero sobre todo de lo que en español habían dejado escrito una selección de autores y de textos que pasaron a ser considerados autoridades de la lengua, al elaborar su primer diccionario académico, entre 1726 y 1739. En el tomo 4, páginas 512-513, publicado en 1734, se encuentra el resultado de su tarea recopiladora por lo que hace al término materia y afines: una docena de sentidos para materia, cinco para material y tres para materialidad y materialmente. Pero en 1734 los académicos todavía no podían incorporar a su diccionario términos demasiado modernos, como materialista o materialismo.

Sostenía en 1873 el autor de la primera historia específica del materialismo, Federico Alberto Lange, que la palabra materialismo no apareció hasta el siglo XVIII, en un entorno ideológico heredero de Francisco Bacon (1561-1626), a quien de cualquier modo no acepta como restaurador, tras el paréntesis medieval, del materialismo antiguo:

«Por un efecto del azar la palabra materialismo no apareció hasta el siglo XVIII; el pensamiento dominante de este sistema emana de Bacon, y si no designamos a este filósofo como el verdadero restaurador del materialismo es porque concentró toda su atención en el método y se expresó con ambigüedad y circunspección en los puntos más importantes; la ignorancia científica de Bacon, en quien hay tanta superstición como vanidad (34), no se ajusta en el fondo ni más ni menos con el materialismo que con la mayor parte de los otros sistemas; permítasenos sólo algunas reflexiones acerca del frecuente uso que Bacon hace de los espíritus (spiritus) en su explicación de la naturaleza; aquí Bacon se apoya en la tradición, pero añade a ella un argumento original que hace poco honor al 'restaurador de las ciencias'.» (Historia del materialismo, tomo primero, segunda parte, capítulo III: «Vuelta de las opiniones materialistas con el renacimiento de las ciencias», pág. 247 de la edición española de 1903.)

Aunque poco después, en 1879, otro alemán, Rodolfo Eucken, con «la vivacidad del sajón y el vigor mental y la energía que caracteriza a los germánicos» –que diría Santiago Valentí–, en la página 94 de su Geschichte der Philosophischen Terminologie (Verlag Von Veit & Comp., Leipzig 1879), atribuye a un texto de Roberto Boyle, publicado en 1674, la introducción del término materialista:

«Conceptos que ya están presentes en Descartes recibieron una formulación técnica a través de Roberto Boyle. Se le debe primeramente la introducción del término 'mecánico', sobre todo al emplearlo en los títulos de sus libros. Y digamos otras expresiones: filosofía atómica y atomista, filosofía corpuscular (corpuscular or mechanical philosophy), materialistas (por ejemplo en su trabajo The excellence and grounds of the mechanical philosophy, 1674).»

En efecto, el físico y químico inglés Roberto Boyle (1627-1691) publicó en 1674, como apéndice de su libro Excellency of Theology, Compar'd with Natural Philosophy (Londres 1674), un texto tituladoConsiderations About the Excellency and Grounds ot the Mechanical Hypothesis, en el que, por ejemplo, puede leerse lo siguiente (alejado por cierto de cualquier materialismo):

«And I have elsewhere shown by several proofs that the agitation or rest, and the looser contact or closer cohesion, of the particles is able to make the same portion of matter at one time a firm and at another time a fluid body: so that, though the further sagacity and industry of chemist (which I would by no means discourage) should be able to obtain from mixed bodies homogeneous substances differing, in number or nature or both, from their vulgar salt, sulphur, and mercury, yet the Corpuscular philosophy is so general and fertile as to be fairly reconcilable to such a discovery, and also so useful that these new material principles will, as well as the old tria prima, stand in need of the more catholic principles of the Corpuscularians, especially local motion. And indeed, whatever elements or ingredients men have (that I know of) pitched upon, yet, if they take not in the mechanical affections of matter, their principles have been so deficient that I have usually observed that the materialists, without at all excepting the chemists, do not only, as I was saying, leave many things unexplained, to wich their narrow principles will not extend; but, even in the particulars they presume to give an account of, they either content themselves to assign such commom and indefinite causes as are too general to signify much towards an inquisitive man's satisfaction, or, if they venture to give particular causes, they assign precarious or false ones, and liable to be easily disproved by circumstances or instances whereto their doctrine will not agree, as I have often elsewhere had occasion to show.» (Selected philosophical papers of Robert Boyle, Hackett Publishing, Indianapolis 1991, pág. 149.)

Pero en 1908 el Oxford English Dictionary de James Murray, una suerte de diccionario de autoridades de la lengua inglesa, recoge que seis años antes que Boyle, en los Divine Dialogues (1668), Henry More presenta al personaje Hylobares como «a young, witty, and well-moralized Materialist».

La referencia de Eucken a Boyle está presente en el Vocabulario técnico y crítico de la filosofía de Lalande en 1926 (s. v. materialismo, que también menciona a More a través de Murray), en elDiccionario de Abbagnano en 1961 (s. v. materialismo), en el Diccionario de Ferrater en 1979 (s. v.materialismo) y en muchos otros lugares.

Olivier Bloch, historiador de la filosofía en la Sorbona, en «Sur les premières apparitions du mot 'matérialiste'» (Raison Présente, nº 47, julio-septiembre 1978, págs. 3-16), atribuye a Leibniz la primera utilización del término materialista en francés, en 1702:

«... ce qui fait voir que ce qu'il y a de bon dans les hypothèses d'Épicure et de Platon, des plus grands matérialistes et des plus grands idéalistes, se réunit ici» (Leibniz, Opera philosophica,éd. J. E. Erdmann, Berlín 1840, tomo I, pág. 186a).

Fue un filósofo quien primero trató en español del materialismo con un mínimo rigor, Benito Jerónimo Feijoo, mediado ya el siglo XVIII, en 1752. En efecto, en el tomo cuarto de sus Cartas eruditas y curiosas, publicado en 1753, dedica la carta decimoquinta a tratar De los filósofos materialistas:

1. Muy Señor mío: Díceme V.S. que habiendo leído la Gaceta de Madrid de 28 de Marzo del presente año de 52, y en ella el Edicto del Señor Arzobispo de París contra las Conclusiones, que en la Sorbona defendió el dia 18 de Febrero del mismo año el Bachiller Juan Martín de Prada; entre muchas cualificaciones con que declara la perniciosidad de algunas de dichas Conclusiones, notó la de favorables a la impiedad de los Filósofos Materialistas. Notó, dice V.S. esta calificación; porque habiendo leído muchos Catálogos de proposiciones condenadas, ya por los Soberanos Pontífices, ya por los Santos Tribunales de Roma, y de España, en ninguno halló otra semejante; lo que le excitó un vivo deseo de saber, qué significa la expresión de Filósofos Materialistas, o qué nueva casta de Filósofos es esta, haciéndome a este fin la honra de servirse de mí para su explicación; lo que ejecutaré lo menos mal que me sea posible.

2. La casta de los Filósofos Materialistas no es nueva, antes muy antigua, sin que esa antigüedad sirva para calificación de su nobleza, siendo la más ruín de todas; ya porque pretende envilecer al alma racional, degradándola de su espiritualidad; ya porque conduce derechamente al Ateísmo. Digo que es muy antigua; pues Aristóteles atribuye la opinión delMaterialismo del alma a algunos de los Filósofos que le precedieron, como a Demócrito, Leucipo, y parte de los Pitagóricos. Pero no sé con qué justicia incluye entre ellos a su Maestro Platón, imputándole la sentencia de que el alma se compone de los cuatro Elementos, para lo cual le cita en el Timeo; pues yo puedo asegurar, que ni en el Timeo, ni en otro alguno de los libros de Platón ví vestigio de este sentir; antes, por lo común, habla muy dignamente del alma, reconociendo en ella cierta especial participación de la Naturaleza Divina.

3. La opinión, que Aristóteles atribuye a Platón, es reconocida comúnmente en Galeno; pues lo mismo es constituir el alma en la Armonía de las cuatro primeras cualidades, como la constituía Galeno, que componerla de los cuatro Elementos.

4. Mas si entre los antiguos hubo uno, u otro Filósofo que afirmase la corporeidad del alma, parece que entre los modernos creció considerablemente el número de los Sectarios de este delirio, a quienes se da el nombre de Materialistas; pues no admiten substancia alguna, que no sea material, o corpórea. Yo ningún Autor he visto de los que sostienen tan pernicioso dogma, y ojalá ninguno parezca por acá jamás. Pero ví varios Autores extranjeros, que amargamente se quejan de que esa impía doctrina tiene bastante séquito, por lo menos en Inglaterra. Tomás Hobbes, ingenio muy celebrado en aquella Nación, todos asientan que en sus libros la procuró establecer. Juan Locke, a quien algunos hacen Príncipe de los Metafísicos de estos últimos tiempos, parece debe agregársele, aunque acaso no se explicó muy claramente. ¿Pero qué quiere decir el que no repugnan algunos grados de entendimiento en una piedra? Para este desbarro le ví citado en buenos Autores.

5. El Edicto del Arzobispo de París suficientemente da a entender, que el partido de los Materialistas es algo numeroso; pero mucho más claramente lo expresa el del Obispo de Montalvan, a que dieron ocasión también las Conclusiones del Bachiller Prada, o Prades (este segundo pienso que es su verdadero apellido), y se lee en nuestra Gaceta de Madrid de 18 de Abril. Nótense estas palabras suyas. Hasta aquí el Infierno había vertido su veneno, por decirlo así, gota a gota. El día de hoy ya son raudales de errores, y de impiedad, que tiran nada menos que a sumergir la Fe, la Religión, las Virtudes, la Iglesia, la Subordinación, las Leyes, y la Razón. En los siglos pasados se vieron nacer sectas que impugnaban algunos Dogmas; pero respetaban cierto número de otros. Estaba reservado para el nuestro el ver a la impiedad formar un sistema que los derribe todos de una vez, que ejecutase todos los vicios, y que por abrirse un camino más ancho, y más tranquilo, aparte de nosotros el temor de los tormentos eternos, no dando otro término al hombre que el sepulcro: que no pudiendo resistir a la evidencia la confesión de la existencia de Dios, no le representa sino como un ser insensible a las injurias que le hace el hombre::: que bajando al hombre a la condición de los brutos, no le atribuye más que un alma material, y le reduce a la vergonzosa necesidad de buscar siempre lo que más lisonjea su amor propio: que confundiendo todos los estados, y todas las clases, trata la subordinación de derecho bárbaro, la obediencia de debilidad, y el Principado de tiranía.

6. Esta es la Filosofía del Materialismo Universal (que ese nombre veo dan algunos modernos a esta especie de diabólica secta), y que, como dije arriba, derechamente conduce al Ateísmo, o por mejor decir en sí mismo le envuelve; pues aunque la voz Ateísta, o Ateosignifica hombre que niega a Dios la existencia, equivalencia suya es negarle la providencia; y para el efecto de inducir los hombres a vivir como brutos, igual, o poco menor fuerza tiene lo uno que lo otro; pues quitado enteramente el temor de la Deidad, respecto del castigo: ¿qué freno queda al hombre para retraherle de aquellos delitos que puede, o espera ocultar a los demás hombres? Esto, y nada más sonaba el Ateísmo de Epicuro, el cual dejaba a los Idólatras contemporáneos en el respeto de sus mentidas Deidades; y a las Deidades en la posesión de sus templos, y sus cultos; mas ni el respeto, ni el culto, por el motivo del bien que podían esperar de su favor, o el mal que podían temer de su enojo; sí sólo del homenaje que era justo rendir a la excelencia superior de su Divina Naturaleza.

Y también en Oviedo, el 22 de noviembre de 1752, firma Feijoo otra carta, la vigésimosexta del mismo tomo cuarto, que dedica a defender Que no ven los ojos, sino el Alma, en la que advierte:

20. Y advierto a V.S. que esta doctrina filosófica, no sólo es apreciable por verdadera, mas también por el glorioso título de importantísima al servicio de la Religión, como inconciliablemente opuesta al impío dogma del Materialismo universal. Los Filósofos, que llaman Materialistas, interesados en desterrar de la naturaleza toda substancia espiritual, con el ministerio puro de la materia pretenden acomodar todas las funciones propias del espíritu. Así, a la materia sola variamente modificada atribuyen todas las facultades, que reconocemos en el alma; de modo, que no sólo pueda sentir, mas también discurrir, entender, amar, &c. Así, quitando al hombre la parte por donde es inmortal, no aspiran a menos que a persuadir, que es la fábula cuanto se nos dice del otro mundo; que no hay premio para los buenos, ni castigo para los malos; que acabada esta vida temporal, el hombre enteramente se acaba, y todo se acaba para el hombre.

21. Este dogma, con ser tan irracional, y desatinado, tiene bastante número de aficionados en otras Naciones, según nos han dado a entender las Cartas, que nos comunicaron nuestras Gazetas de dos Prelados Franceses. Los llamo solamente aficionados; esto es, no puedo creerlos persuadidos; y su afición viene del interés, que tiene su vida licenciosa, en quitarles (si es posible) todo miedo de la pena eterna.

22. Muy lejos están de asentir a este error, yo lo confieso, aquellos Filósofos, que concediendo a la materia facultad para sentir, se la niegan para entender. Pero sin ser ésa su intención, prestan un gran auxilio a los Sectarios de él. Explícome. Los Filósofos Atomistas, cuanto tratan del alma de los brutos, no se la niegan con el rigor que los Cartesianos, pero les conceden una alma, que no lo es sino en el nombre, porque todas es materia, y nada más. Dicen, que es una porción la más sutil de la materia, la más tenue, más movible, más espiritosa. La flor de la materia la llama Gasendo. ¿Pero de qué sirve esta metáfora en un asunto meramente filosófico, en que no se pretende el ornato de la Retórica, sino la indagación de la verdad? Atenúen la materia cuanto quieran. Y después de suponerla atenuadísima, sutilísima cuanto quieran, denle el nombre según su arbitrio, siempre será materia, y no otra cosa. Pues digo, que siendo materia, y no otra cosa, no puede ver, no puede oír, en general le repugna todo género de sensación, o sentimiento; porque al solitario concepto de materia, no menos repugna el sentir, que el entender. O por lo menos, concedido lo primero, está andado más que la mitad del camino para asentir a lo segundo. Porque dirán los Materialistas, o lo dicen ya, que si la materia sutilizada hasta tal, o tal grado, sin dejar de ser materia, tiene facultad para sentir, atenuada algunos grados más, tendrá facultad para entender. Es cierto que ella, así como es infinitamente divisible, es infinitamente atenuable, esto es, es necesario consiguiente de aquello. En un alto grado, pues, de atenuación dará sentimiento a los brutos; en otro mucho más alto dará discurso, o entendimiento a los hombres. Vencida la dificultad de que la materia, sin dejar de ser materia, sea capaz de percibir, o reconocer los objetos, poco hay que hacer en que, exaltándola a mayor sutileza, tenga otra percepción más elevada, o más sutil.

23. Descartes reconoció muy bien esta dificultad cuando huyó de conceder alma sensitiva a los brutos; porque figurándose, que cuanto hay en los brutos no es más que materia, vio, que la materia por sí no es capaz de sentir; y así, resolvió hacer a las bestias máquinas inanimadas. Reconoció la dificultad; pero recurrió, para disolverla, a una opinión, que sobre ser, cuanto yo alcanzo, manifiestamente falsa, es muy peligrosa hacia la Religión, como manifesté en el Tomo II. del Teatro Crítico, Discurso primero, num. 44, y 45. Así, no pudiendo admitirse, ni la opinión de Descartes, que despojaba de toda alma a los brutos; ni la de los Atomistas, que constituyen la alma sensitiva en lo que es puramente materia; porque fuera de ser absurdísima una, y otra, contra una, y otra se interesa la Religión; es preciso recurrir a la que expuse, y probé en el tercer Tomo del Teatro Crítico, Discurso IX, diciendo, que el alma de los brutos, aunque se puede llamar material, por su esencial dependencia de la materia, no es materia realmente, sino un ente medio entre espíritu, y materia. Nuestro Señor guarde a V.S. muchos años. Oviedo, y Noviembre 22 de 1752.

Mas como el impío dogma persiste, el benedictino de Oviedo se ve obligado a volver sobre el asunto, años más tarde, en otra carta dedicada a los filósofos materialistas (escrita en 1756, la segunda del tomo quinto, publicado en 1760: Establécese la máxima Filosófica de que en las substancias criadas hay medio entre el espíritu, y la materia. Con que se extirpa desde los cimientos el impío dogma de los Filósofos Materialistas), en la que inicialmente argumenta contra cartesianos:

1. Muy señor mío. Díceme Vmd. que, leyendo el Tomo IV de mis Cartas, le sucedió lo que al navegante, que habiendo surcado un gran espacio de mar sin azar, o peligro alguno, al fenecer su curso, saliendo a la tierra, tropieza en un escollo que halla a la orilla; esto es, que cuanto leyó en dicha Obra, mereció su aprobación, a excepción de aquella cláusula, con que terminó la última Carta, y en que afirmo, que aunque el alma de los brutos se puede llamar material, por su esencial dependencia de la materia, no es materia realmente, sino un ente medio entre espíritu, y materia. Este medio entre espíritu y materia escandalizó el buen entendimiento de Vmd. pareciéndole ver en él un monstruo filosófico, o un ente de razón digno de ser relegado para siempre al país de las quimeras: de que colijo, o que Vmd. no leyó el nono Discurso del tercer Tomo del Teatro Crítico (Racionalidad de los Brutos), o enteramente se olvidó de lo que contiene aquel Discurso en el núm. 61, y de ahí en adelante; pues en dicho lugar, no sólo pronunció la misma máxima, que ahora tanto desplace a Vmd. mas la pruebo a mi parecer, eficazmente.

2. Sí, señor mío, lo dicho dicho. Así lo escribí entonces: así lo repetí en el lugar, que Vmd. me cita; y así lo siento ahora. Y lo que es más, no desespero de persuadir lo mismo a Vmd. para lo cual le ruego tenga cuenta con lo que le iré diciendo.

3. La doctrina de que hay ente medio entre espíritu, y materia, que a Vmd. y aun acaso generalmente parece nueva, si se resuelven bien los Cartafolios, se hallará, que tiene una antigüedad muy rancia: como asimismo la diametralmente opuesta a ella, apenas más anciana, que la Filosofía de Descartes.

36. Refuerzan los Materialistas estas objeciones con otra reflexión, en que juzgan tener un firmísimo apoyo. Ningún Filósofo (dicen) puede lisonjearse de que conoce todas las propiedades de la materia, o certificar, que no tenga algunas otras distintas de aquellas, que conocemos; porque para esto era menester tener conocimiento comprehensivo de ella; el cual conocimiento es negado al hombre, respecto de cuantas substancias Dios produjo, así espirituales, como corpóreas. Luego es inevitable la duda de si, demás de esas propiedades conocidas de los Filósofos, hay otras impenetrables a toda nuestra Filosofía; y consiguientemente preciso a esa duda vaga la particular de si entre esas propiedades incógnitas de la materia está la de entender, y discurrir aun sobre especies abstractas, o genéricas.

37. No pienso, que se quejen los Materialistas de que no explico cuanto cabe toda la aparente persuasiva, que ellos pueden pretender en sus argumentos. Pero también es cierto, que el hacerlo no me tiene inconveniente; porque ya que no en mi ingenio, en la buena causa, que defiendo, estoy seguro de hallar sobrada fuerza para desbaratar sus artificiosos sofismas; lo cual ejecutaré, manifestando la falacia de aquel su descantado principio, que no hay medio entre espíritu, y materia: único fundamento de su quimérico dogma; y principio sí, pero principio fecundo de monstruos intelectuales; esto es, de los más intolerables errores.

38. Ciertamente bastaría para la más severa proscripción de aquel principio en la Filosofía, la consideración de los absurdos, que de él se derivan. Los Cartesianos infieren de él la visible paradoja de la constitución puramente maquinal de los brutos: los Materialistas usan de él para negar al hombre alma distinta de su cuerpo. La primera ilación por sí sola basta para hacernos evidente la falsedad del principio. La atenta inspección de las acciones de los brutos nos hace asentir tan invenciblemente a su vitalidad, que yo siempre he dudado de que haya hombre alguno en el mundo capaz de obtener, con el más leve mérito, el nombre de Filósofo, que en su interior asienta a la insensibilidad de los brutos. Claman los Cartesianos, que están persuadidos a ella. ¿Pero de dónde nos consta, que en esto hablan sinceramente? Yo creo que como Séneca dijo contra los Ateistas: Mentiuntur, qui dicunt se non sentire Deum, en que son de la opinión de Séneca innumerables Filósofos, y Teólogos, acaso se podría decir contra los Cartesianos: Mentiuntur, qui dicunt non sentire bruta. Y por cierto, ahora que ningún Cartesiano me oye, no hallo peligro alguno en decirlo abreviadamente.

39. Mas al fin, como yo no puedo dar tortura a los Cartesianos para que confiesen lo que tienen de botones adentro, no insisto tanto en esto, como en los argumentos tomados arriba, ya de la perfecta semejanza, que se halla entre las operaciones de los brutos, y las sensitivas del hombre: ya de la igual conformidad, que nos presenta la Anatomía en los órganos, que sirven a ellas en ellos, y en él. Yo, sin libertad, juzgo aquellos argumentos demostrativos, cuanto las materias Físicas permiten demostrarse de la alma sensitiva de los brutos; y como la repugnancia de ésta es ilación forzosa de aquel principio: No hay medio entre espíritu, y materia, probada invenciblemente la falsedad del consiguiente, está probada asimismo la falsedad del principio, de donde se deriva. Por cierto, que no me hubiera yo tan de veras aplicado a combatir la opinión de la maquinal constitución de los brutos, la cual miro con desprecio, si no viese su impugnación conducente para arruinar el principio de donde la deducen sus patronos; lo que importa sumamente, por estribar en el mismo, por consecuencia mediata, el detestable dogma del Materialismo.

40. Mas no contento con esto, paso a expugnar directamente en sí mismo aquel principio. Para lo cual quiero que me digan Cartesianos, y Materialistas, ¿de qué les consta la verdad de ese principio, o por donde saben que no cabe ente medio entre espíritu, y materia? Sobre que los reconvengo, con que negar la absoluta posibilidad de ese medio, es negar a Dios el poder para producirle; y para negar a Dios este poder, es preciso alegar alguna razón concluyente; pues quedando pendiente alguna duda, la posesión está siempre de parte de la Omnipotencia. Mas no sólo no podrán alegar razón alguna concluyente sobre este asunto, pero ni aun medianamente probable.

43. Asimismo lo de los adjetivos inmaterial, y espiritual son sinónimos, sería verdad en el lenguaje de los Cartesianos, y Materialistas, mas no en el idioma de los que llevan mi opinión, si no se determina en cierto modo, que diré, la significación de la voz inmaterial. Explícome. A esta voz se puede dar significación más lata, o más estrecha según se diere más lata, o más estrecha a su opuesta voz material. Puede la voz material estrecharse a significar aquella substancia inadecuada, parte esencial del compuesto físico, que llamamos materia primera, o simplemente materia; y puede extenderse a significar todo ente, que para su producción, y conservación depende esencialmente de la materia: como en la Escuela Aristotélica todas las formas substanciales, a excepción del alma racional, aunque distintas realmente de la materia, se llaman materiales, porque de ella dependen esencialmente para su producción, y conservación. Asimismo de la voz opuesta inmaterial se puede usar, o en la acepción estrecha, que sólo excluye la materia entitativamente tal, o en la lata, en que excluye todo lo que depende esencialmente de la materia.

44. Digo, pues, que la voz inmaterial, en la segunda acepción es sinónima de la voz espiritual,mas no en la primera. Esto es decir, que la inmaterialidad de un ente, en cuanto sólo significa no ser ese ente la misma materia, no infiere que sea espíritu; pero lo infiere en cuanto significa, ni ser ese ente la misma materia, ni depender esencialmente de ella. Y si no; distinguiré esta proposición, todo lo inmaterial es espiritual, usando de voces de la Escuela, de este modo: todo lo inmaterial precisamente substantive, niego: todo lo inmaterial, tam substantive quam adjetive, concedo. En estas dos palabritas se compendia todo lo que dije antes: que esta gran comodidad tienen los terminillos de las distinciones escolásticas, de que suelen hacer asunto para la zumba algunos Profesores de otras Facultades, porque ignoran la importancia de su uso para desenredar sofismas, y aclarar proposiciones capciosas, o equívocas, a cuyo fin son en su amable concisión como monedas de oro de mucho valor en corto volumen.

45. Y ve aquí Vmd. con lo que he razonado hasta ahora convencido de ilusorio el absurdo filosófico de la inanimación de los brutos; y asimismo arruinado, como consiguiente suyo, el impío sistema de los Filósofos Materialistas. A uno, y otro hice servir el descubrimiento de la falsedad de la máxima, que no hay medio entre la substancia espiritual, y material, en que tenían su apoyo, como si fuese un principio irrefragable, así los Materialistas, como los Cartesianos; y que yo al contrario miré siempre como una paradoja indefensable; admirando al mismo tiempo, que la hayan aceptado como verdadera varios Filósofos de otras Naciones, que aún conservan la denominación de Aristotélicos, negando su sufragio a todo sistema corpuscular; y por otra parte veneran como deben los dogmas de la Religión, de los cuales el importantísimo de la inmortalidad del alma queda muy descubierto a los ataques de los impíos, que le niegan, como expuse arriba.

y a la que añade un apéndice, firmado en Oviedo en julio de 1756, contra los Gasendistas (§ 54-63):

54. Aunque yo no vi libro alguno de los que han salido a luz a favor del errado dogma de los Materialistas; porque a las producciones de esta impía secta justísimamente se prohibe la entrada en España; con suficientísimo motivo creo, que igual apoyo hallan en el sistema de los Gasendistas, que en el de los Cartesianos. No niegan aquellos descubiertamente toda alma a los brutos; pero se la conceden tal, que viene a serlo sólo en el nombre; y así tanBruticidas (permítaseme el uso de esta voz) son como éstos, porque igualmente, cuando está de su parte, despojan a los brutos de aquella vida, que les dio el Autor de la naturaleza. Sí, vida les dan; ¿pero qué vida? Hable por sí, y por sus sectarios el Jefe de los modernos Atomistas Pedro Gasendo.

61. Mas lo primero: esto no salva los inconvenientes propuestos, porque los Materialistas, que no son Atomistas, quedan cargados de los absurdos, que resultan de la infinita divisibilidad de la materia; sin poder evitar los precipicios a que lleva su errada doctrina. Lo segundo: de la composición atomística de la materia, se sigue, que toda es igualmente atenuada, o atenuable; porque toda, y en todas sus porciones, según los Atomistas, se compone de átomos; y así, aun la porción crasa será tan delicada, o por lo menos podrá adquirir tanta tenuidad, como la que se asienta más sutil, y por consiguiente podrá pasar de ser cuerpo a ser alma.

63. Dijo sabiamente el gran Canciller Bacon, que una Filosofía superficial suele conducir a los hombres al Ateísmo; pero la sólida, y bien reflexionada los dirige al conocimiento, y culto de la Deidad (Interiora rerum cap. 16). Fácil es la aplicación al asunto de esta Carta. ¿Qué Filosofía más superficial, que la que piensa componerlo todo con lo grosero de la materia? ¿Qué Filosofía más superficial, que la que, parando en la exterioridad de las acciones del alma, no descubre en ellas el fondo de la substancia espiritual, que las influye? ¿Qué Filosofía más superficial, que la que sin más fundamento, que el de que acaso no conocemos todas las propiedades de la materia, le atribuye la de raciocinar, y entender, que claramente le repugna? Mas déjolo ya, que esto de lidiar con monstruos, no sólo fatiga, también fastidia. Nuestro Señor guarde a Vmd. muchos años. Oviedo, y Julio de 1756.

y otro apéndice posterior, en que se coteja el sistema de los Filósofos Materialistas con el de los Pitagóricos (§ 64-73), donde concluye que los materialistas son más abominables que los pitagóricos(como resume el índice de las cosas más notables contenidas en ese tomo):

64. Esta es una comparación instruida, no entre bueno, y malo, sino entre malo, y peor, en que lo peor tocará a los Materialistas por el examen que voy a hacer.

65. De los Escritos de Pitágoras, si los hubo (lo que algunos dudan), ninguno llegó a nosotros. Pero de lo que nos dicen varios Autores, en orden a su principalísima doctrina, consta, que este antiguo Filósofo enseñaba que las almas racionales fueron criadas fuera de los cuerpos; y por delitos, que cometieron en aquel estado de separación muchas de ellas fueron condenadas por la Deidad a vivir encarceladas en los cuerpos humanos, con la facultad de usar de ellos bien, o mal; y con el destino para las que obrasen mal, de ser después trasladas a otras prisiones más bajas, más incómodas, y más viles; esto es, a los cuerpos de varios brutos; observando en este nuevo castigo la proporción de la especie de la culpa, con la especie de la prisión: de modo, que la alma de un hombre cruel pasase a habitar el cuerpo de un León, o un Tigre: la de un inverecundo, y lascivo en el de un Perro: la de un doloso, y maligno en el de un Zorro, &c.

66. En esta doctrina Pitagórica ocurren desde luego dos incongruidades notables. La primera, que por observar en el castigo la proporción física, olvidó la que en tal materia principalmente se debe atender; esto es, la moral, dando a las almas más delincuentes las más molestas, o trabajosas prisiones, trasladándolas a los cuerpos de aquellos brutos, que viven en más miseria, angustia, y fatiga: v. gr. mulas de tahona, rocines de molineros, caballos de posta. Pero en el sistema Pitagórico totalmente se invierte una providencia tan justa, porque la alma de un hombre cruel, trasladada a un Tigre, hallará en las interpresas de aquella fiera una ocupación muy grata a su nativa sevicia: la alma de un voluptuoso, colocada en una bestia lasciva, tendrá la complacencia de continuar sus torpes deleites en ella. El rumbo opuesto se debiera seguir, si la ejecución, como es sólo imaginable, fuese posible; la alma de un voluptuoso se colocaría en alguna de aquellas bestias, cuya mutilación hace su servicio más útil: la de un soberbio en un escarabajo, o en otro insecto aún más despreciable: la de un afeminado, y presumidillo petimetre en un sapo; y así las demás.

70. No se puede negar que son grandes los dos defectos de la doctrina Pitagórica, que acabo de reconocer. Pero sin embargo de ellos, es claro que disuena mucho menos a la razón, que el sistema del Materialismo. Lo primero, éste degrada infinitamente el ser del hombre, dejándole tan material, y corpóreo, como el tronco, y la piedra. Pitágoras le deja como le halló compuesto de cuerpo, y alma. Lo segundo, los Materialistas, quitándole la inmortalidad, le conceden sólo una vida, o existencias tan pasajera, como la de los brutos, y plantas. Pitágoras le deja en la pacífica posesión de su inmortalidad, aunque deteriorada con la mísera condición de que esa Alma que la hace inmortal, por la mayor parte ande peregrinando de unas bestias en otras. Lo tercero, en el sistema del Materialismo sólo puede dar un culto pasajero, y de cortísima duración a su Criador. En el Pitagórico, obrando bien, como está a su arbitrio, puede servir por toda la eternidad al fin para que Dios le crió, que es amarle, y servirle.

71. Últimamente (y esto es lo principal) en el sistema Pitagórico, aunque directamente no se le presenta al hombre algún incentivo hacia la virtud, porque no se señala premio a sus buenas obras, se lo retrae del vicio con la amenaza de la pena, y aun con esto mismo es impelido indirectamente a la virtud; porque huyendo de las acciones viciosas, es preciso que vaya a dar con las honestas en todos aquellos casos, en que ni puede abstener la voluntad de todo ejercicio, ni en la senda por donde toma la fuga encuentra actos indiferentes, los cuales muchas veces no ocurren, aunque, según opinión bien probable, sean posibles en la práctica. Pero en el sistema de los Materialistas, como no se advierte premio ni castigo (sino cuando más, muy contingente, y de cortísima duración), falta todo incentivo para la virtud, y casi todo freno para el vicio. Con que suelta toda rienda a las pasiones humanas, ¿a qué se reducirá la sociedad humana, sino a un trato bárbaro, y ferino de unos hombres con otros? ¿Quién tendrá segura la honra, la hacienda, y la vida? Siendo cierto, que el insulto contra cualquiera de estas tres especies de bienes puede ser, y es frecuentemente objeto de la pasión de otros hombres.

72. De aquí se sigue que los Materialistas, no sólo son unos ciegos desertores de la buena Filosofía, mas también unos detestables enemigos del género humano; por consiguiente merecedores de que no sólo toda nuestra especie conspire a aborrecer tan infernal secta, mas también a exterminarla. Si con razón dijo Plinio, que el mayor número de males que padece el hombre, proviene de la iniquidad de los individuos de su especie: Homini ex homine plurima sunt mala (Prólogo lib. 7); ¿qué será, si librándolos del miedo del castigo, se suelta a su libertad la rienda para todo género de delitos? Lo peor es, que no sólo subscriben los Materialistas a esta licencia universal con el motivo de la impunidad, mas algunos de la secta pretenden autorizarla con la razón. El famoso Materialista Inglés Thomas Hobbes, estatuía la regla de que la naturaleza entre los hombres no exigía unión, o sociedad, sino discordia; y conformes a esta buena Filosofía natural, eran su Filosofía Moral, y Jurisprudencia, pues por la primera constituía último fin del hombre su amor, o comodidad propia; y por la segunda no conocía otro derecho en unos hombres, respecto de otros, que el que da la superioridad de la fuerza: de modo, que el más valiente, o más hábil puede, sin ofender la razón, hacerse propios cualesquiera bienes ajenos, y aun tiranizar a todo el mundo, si de tanto son capaces su fuerza, o su industria. ¡A tales extremidades conduce la bella doctrina de los Filósofos Materialistas!

En su siguiente carta, la tercera del tomo quinto, Feijoo ofrece unos consejos a los españoles, unDefensivo de la Fe, preparado para los Españoles viajantes, o residentes en Países extraños, algunos de ellos bibliográficos, que previenen sobre lo que se podrán encontrar fuera de la patria:

60. Pero lo más admirable, que hay en la complicación de tolerancia, e intolerancia heretical, es, que son muchos los Protestantes, que rehusando tolerar la Religión Católica, toleran lo que es supremamente intolerable; esto es, la absoluta irreligión, la denegación de todo culto a la Deidad, el Ateísmo. Un muy señalado ejemplo de tan raro desorden nos muestra Inglaterra, donde al mismo tiempo, que el Gobierno Británico proscribe todos los libros favorables a la Religión Católica, deja de correr indemnes muchos, que abiertamente fomentan la impiedad. La introducción de un Agnus Dei, de una Medallita de Roma, fue en tiempo de Henrico, y de Isabela tratada como crimen de lesa Majestad. Acaso ahora (que lo ignoro) sucederá lo mismo. Pero Escritos, en que directamente se impugna la inmortalidad del alma, públicamente se venden. El impío dogma del Materialismo, que, destruyendo su espiritualidad, la identifica con la máquina corpórea, y por consiguiente la supone perecedera con ella, se extendió tanto en Inglaterra, que rebosó una no muy pequeña parte de su veneno a su vecina Francia, si son bien fundadas las quejas, que contra la propagación de esta peste en aquel Católico Reino gritó el celo de algunos Prelados suyos.

Habrá advertido el lector que la preocupación de Feijoo por los filósofos materialistas y por el materialismo se manifiesta por escrito a partir de 1752, mucho después de la publicación del Teatro crítico universal (1726-1740). En las Adiciones a sus obras, publicadas de forma póstuma en 1765, encontramos todavía dos significativos párrafos de Feijoo sobre estos asuntos:

43. Por eso acabo de decir, que es menester tener cuenta con no extender el mecanismo fuera de los debidos límites. Es el caso, que el mecanismo constituido en el crédito de atribuírsele como a única causa todas las operaciones de los Brutos, es sumamente resbaladizo al impío Dogma del Materialismo. Doy la razón. Vemos en los Brutos los mismos actos, las mismas afecciones en orden a los objetos, que se les presentan, que en nosotros mismos, los sienten, los perciben, y según la experiencia se les ha mostrado, o agradables, o incómodos, explican hacia ellos su complacencia, o su displicencia, su deleite, o su dolor, su agrado, o su desagrado, apetito, ira, miedo, alegría, o tristeza; a que se añade en algunos la exquisita industria, y sagacidad con que se procuran lo que los deleita, y evitan lo que los ofende, en que claramente muestran acordarse de los objetos, que experimentan ya benéficos, ya nocivos. (Raíces de la incredulidad)

2. Lo segundo en orden a si puede la Alma racional, siendo puro espíritu, padecer el dolor del fuego, y cómo; digo, que en la explicación del modo están los Teólogos divididos. La sentencia más común recurre a que Dios sobrenaturalmente eleva el fuego material, para que pueda hacerle perceptible, o doloroso al espíritu: así como en el Sacramento del Bautismo eleva a la agua elemental a producir la gracia santificante. Pero los Escotistas siguiendo a su Doctor sutil asientan, que el Alma siente el fuego material, substituyendo por él la vivísima aprehensión, que Dios le imprime, de que está ardiendo en él, representándosele de ese modo presencial a su mente. Pero yo, dejando estas dos opiniones en la probabilidad, que no se les puede negar, creo se puede superar la dificultad por otro camino más filosófico, que los dos expresados. Para cuyo efecto supongo, que el Alma racional en el estado de la unión al cuerpo padece, y siente todas las impresiones dolorosas, que ejercen los objetos materiales en los órganos corpóreos. Pongo por ejemplo, quema el fuego cualquiera parte del cuerpo, o hiere la punta de un yerro. ¿Quién siente el fuego, y la herida? El que no es Filósofo, o lo es sólo en la apariencia dirá, que el miembro corpóreo herido, o abrasado es el que lo siente, y padece; pero el verdadero Filósofo debe decir, que quien siente, y padece en estos casos es el Alma, pues aunque sea verdad que este todo compuesto de espíritu y materia siente el fuego, y la herida, también es verdad, que esa sensibilidad le proviene únicamente de la Alma: La razón es clara, porque la materia por sí misma no es, ni puede ser sensitiva. El que supone la materia por sí misma capaz de sentir, no tendrá con qué impugnar a los Filósofos materialistas, (abominable Secta, que derechamente conduce al Ateísmo) que pretenden también hacerla capaz de pensar, y entender, porque tan ajeno, o casi tanto lo es del concepto de la materia uno, como otro. (Sobre el tormento material que padecen las Almas en el Purgatorio)

Hay que esperar a la cuarta edición del Diccionario de la Real Academia, publicada en 1803 –la última edición elaborada bajo el Antiguo Régimen–, para que los académicos, de forma nada imparcial por cierto, se decidan a incorporar materialismo y materialista a sus registros del español:

«Materialismo, s. m. El error de los que no admiten más substancia que la materia. Comúnmente se dice de los que niegan la inmaterialidad del alma. Animi immortalitatem inficiantium error.

Materialista, s. com. El sectario del materialismo. Animo immortalitatem inficians.» (DRAE 1803)

Pero no se crea que la Constitución de 1812 y la cristalización en España de la segunda generación de la izquierda, la liberal, tenían por qué afectar a los académicos, orgullosos en su papel de ortodoxos definidores de errores y de sectarios: la quinta edición de 1817, la sexta de 1822, la séptima de 1832, la octava de 1837, la novena de 1843 y la décima de 1852 repiten lo mismo. En la undécima edición, la de 1869, tras la gloriosa revolución, simplemente se atreven a suprimir los latinajos. Habrá que esperar a la duodécima edición, en 1884, para que el materialismo deje de ser un error (aunque materialistaseguirá siendo sectario todavía un siglo más, hasta fecha tan cercana como 1984, en que los académicos, vigésima edición de su obra, dejen de hacerle profeso y seguidor de una secta, o secuaz, fanático e intransigente de un partido o de una idea), ajena por supuesto la Academia a la riqueza de diferencias y matices que mientras tanto se habían ido acumulando tras esos términos:

«Materialismo. (De material.) m. Doctrina de algunos filósofos antiguos y modernos que consiste en admitir como única substancia la materia, negando, en su consecuencia, la espiritualidad y la inmortalidad del alma humana, así como la causa primera y las leyes metafísicas.

Materialista. adj. Dícese del sectario del materialismo. Ú. t. c. s.» (DRAE 1884)

Ni que decir tiene que los académicos de la Española, en cuanto cuerpo responsable del famosoDiccionario, prefirieron no enterarse a lo largo de todo el siglo XIX de las riquísimas irisaciones que iban afectando a cuanto tenía que ver con materialistas y materialismos, como si en estos asuntos la última palabra se hubiera dicho en tiempos de Feijoo, es decir, antes de que el Antiguo Régimen comenzara a derrumbarse para dar lugar a las Naciones políticas cristianas, al tiempo que avanzaban en su cierre categorial nuevas disciplinas científicas. En los años en los que escribe Feijoo no podía barruntarse la cercana ruptura de la secular alianza entre el Trono y el Altar, por lo que la escala de preocupación por el pernicioso efecto de materialistas y materialismos quedaba limitada al terreno teórico del Altar: almas, espíritus, ateísmos. Pero tras la Revolución, materialistas y filósofos quedan implicados necesariamente en el proceso destructor del equilibrio político anterior. Recordemos simplemente, como ejemplo, las premisas que animaban en 1812 al capuchino Rafael de Vélez:

«De esta ley común, que se extiende a todo racional, parece deberán eximirse ciertos hombres, que por lo raro se han notado en casi todos los siglos, y que en el nuestro por su excesivo número se pueden ya calificar. Ellos mismos se atribuyen con Pitágoras el título defilósofos, por el amor que dicen tienen a las ciencias, o por sus deseos de hallar la verdad: se llaman espíritus fuertes; porque no se dejan llevar de las preocupaciones que degradan en su opinión a los demás hombres: se dicen liberales, porque con facilidad renuncian a sus opiniones antiguas, y siguen otras nuevas de mayor ilustración. Ellos se jactan de ser superiores a todos los de su especie: su patria es todo el mundo: sus compatricios todos los hombres, hasta los hotentotes y cafres; se apellidan y titulan verdaderos cosmopolitas.

En toda la Europa son conocidos con los nombres de iluminados, materialistas, ateos, incrédulos, libertinos, francmasones, impíos. Sus doctrinas contra los reyes, autoridades y religión acreditan estos títulos, y sus obras los manifiestan a lo menos como unos fanáticos, unos misántropos, enemigos de toda sociedad.» (Fray Rafael de Vélez, Preservativo contra la irreligión o los planes de la Filosofía, Cádiz 1812, Prólogo.)

A principios de 1838 aparece Movimiento de la naturaleza, por D. Ramón Bercial (Imprenta de Miguel de Burgos, Madrid 1838, 8º, 140 págs.), que se anuncia en el Diario de Avisos. La Gaceta de Madrid no tarda en publicar, en primera página (el viernes 13 de abril de 1838) y reclamando «poner un coto a esa desenfrenada libertad de imprenta» que puede transformar una revolución política en revolución social al «atacar los fundamentos de la moral pública, de la religión de nuestra patria y de la creencia universal del género humano», una impugnación de tal folleto, «en el cual se preconiza y se cree haber demostrado el sistema del materialismo más puro»:

«Es imposible saber sin sorpresa y espanto, que se ha publicado en Madrid en el año 1838 un folleto, intitulado Movimiento de la naturaleza, en el cual se preconiza y se cree haber demostrado el sistema del materialismo más puro. El estilo es hinchado y declamatorio, como el del impío e infame libro que se publicó en Francia a mediados del siglo XVIII con el título deSisteme de la natura. El autor del folleto procura persuadir en el prólogo, que ha debido a su propia observación las doctrinas que vierte; pero ningún lector instruido lo creerá, observando que no ha hecho otra cosa sino reproducir los argumentos de Lucrecio y de Espinosa, sin el talento del primero, sin la lógica del segundo: y aun dudamos que los haya visto en estas fuentes venenosas, sino en alguna miserable rapsodia de tantas como produjo la monstruosa revolución de Francia.» (Gaceta de Madrid, Madrid, viernes 13 de abril de 1838.)

Y el Obispo de Coria, Ramón Montero, en una exposición dirigida a la Reina Gobernadora con fecha 15 de agosto de 1838, de cualquier modo más preocupado por el activismo en España de la Sociedad Bíblica y su agente Jorgito Borrow, no deja de paso de prohibir tal librito impugnado por la Gaceta:

«Esto es lo más horroroso de decirse, y está repetido en el Sistema de la naturaleza o de las leyes del mundo físico y moral por el Barón de Holbach, con notas y correcciones por Diderot, y es el mismo que se ha publicado y anunciado en el Diario de Avisos con el título deMovimiento de la naturaleza, y que con mucha satisfacción he visto impugnado por los Editores de la Gaceta. Es el sistema de un materialista, y basta para conocer los delirios y errores que contiene; esta es una muestra: "Los tiranos y los Ministros de la Religión se han servido del error para esclavizar a los hombres, y al error consagrado por la Religión deben atribuirse la ignorancia y la incertidumbre de sus deberes, y de las verdades más positivas en que el hombre se encuentra. No hay Dios, y la naturaleza es eterna; todo está arreglado por el movimiento, ni el hombre es libre."» (La voz de la religión, época segunda, tomo IV, Madrid 1838, pág. 141.)

«El señor Fabra, sin reparar que su doctrina huele a materialismo, quiere establecer dos voluntades diferentes, la una correspondiente al hombre físico, y por consecuencia serámaterial, y la otra al hombre moral, que será una de las potencias de nuestra alma.» (Filosofía de la legislación natural por D. Francisco Fabra Soldevila [1838], La Censura, Madrid 1845, pág. 114.)

A partir de 1840 constatamos que en español comienza a utilizarse la fórmula materialismo filosófico.Así, por ejemplo, en el anuncio publicado por El Constitucional de Barcelona el sábado 26 de febrero de 1842, no se vincula el materialismo a discusiones espirituales, físicas o metafísicas, sino que se le asocia a una ideología política determinada, que imbuye a los jóvenes máximas perniciosas de materialismo filosófico, de republicanismo y anarquía:

«Compendio de los principios, o Elementos de legislación universal, por don Plácido María Orodea. Los maestros públicos y los catedráticos de las universidades han deseado con la mayor inquietud y ansiedad que la abundancia desordenada de las doctrinas mal coordinadas que presenta la obra del autor francés, se redujese a un método más lógico y claro y se despojase de aquella algarabia de erudición, de pruebas y amplificaciones oratorias tan distantes a veces de la exactitud filosófica como de la sencillez y de la verdad. Por otra parte, el texto original tiene grandes errores de moral, de política, de economia, de administración pública y de gobierno municipal, y en lugar de enseñar los buenos principios de la legislación universal, imbuye a los jóvenes máximas perniciosas de materialismo filosófico, de republicanismo y anarquía, como que ha recogido todas las doctrinas del siglo XVIII que dominaron en Francia. El presente 'compendio' ha corregido todos los errores y presenta los 'principios de la legislación universal' con la sencillez, claridad y buen método que recomiendan la sana crítica y la buena filosofía. Se vende a veinte reales en la librería de Saurí, calle Ancha, esquina al Regomi.» (El Constitucional, Barcelona, 26 febrero 1842, página 6, col. 3.)

Y poco después el liberal Nicomedes-Pastor Díaz y Corbelle (1811-1863), en su opúsculo A la corte y a los partidos (1846), establece diferencias entre un materialismo filosófico y otro materialismo político:

«Por eso los pueblos no comprenden ningún poder sin una grande idea moral. Por eso las revoluciones no las hacen los hombres, sino las doctrinas. Por eso las religiones más absurdas han durado más que los poderosos imperios. Por eso los individuos que cambian la suerte de las Naciones, representan un pensamiento y una necesidad moral. Por eso César y Mahoma, Cromwell y Bonaparte, fundaron imperios: por eso Lutero, Rousseau y Mirabeau hicieron revoluciones. Por eso las revoluciones crearon poderes: por eso fundaron legitimidades las dictaduras; por eso en fin, el materialismo político es todavía más ignorante, más insuficiente que el materialismo filosófico.» (Nicomedes-Pastor Díaz, A la corte y a los partidos, 1846)

Materialismo filosófico que el mismo autor presenta tan aberrante como el socialismo político, en sus conferencias del Ateneo de Madrid dedicadas a Los problemas del socialismo (1848):

«Dios permitió a la vista de los pueblos, como a la de los ejércitos, que Roma sobria, pobre y religiosa, triunfara del mundo; y que el Imperio romano, abrumado con todas las riquezas del universo, fuera presa de un puñado de bárbaros. Dios permitió que seis falanges griegas anonadaran en una campaña los ejércitos innumerables del Rey de Reyes. Dios permitió que el potentísimo Imperio de los visigodos se hundiera en el Guadalete, bajo el alfanje de los rústicos y escasos secuaces de Tarik, y que pocos millares de montañeses cántabros arrojaran a las arenas de África el fastuoso poderío de los Califas del Guadalquivir. Dios permitió que quinientos soldados de Castilla conquistaran un Imperio de muchos millones de habitantes. Dios ha permitido, en fin, que una nación de treinta y dos millones de almas, fortísima y opulenta, haya estado a punto de hundirse y desaparecer en la barbarie, al día siguiente de una revolución política, por no poder gastar en dar sustento durante un mes a doscientos mil obreros; la mitad de lo que costó cualquiera de las catedrales que levantó la piedad religiosa en los tiempos bárbaros.

Por último, Señores; Dios permite que el socialismo político haya llegado al mismo punto que el materialismo filosófico, para decir al uno: '¡no tienes porvenir!...' o para decir al otro: '¡no tienes remedio!'» (Nicomedes-Pastor Díaz, Los problemas del socialismo, 1848, Lección VI, III.)

Materialismo filosófico que ya habría perdido su potencia en 1850, de hacer caso al anónimo autor del artículo «Intereses materiales», una vez que ese materialismo de cátedra, diríamos, habría quedado ya arrasado por el pragmatismo del materialismo político:

«No con igual imperio se entroniza el materialismo en la sociedad cuando de ella se apodera, ni se presenta en todas las épocas bajo formas análogas. Ha pasado ya, por fortuna, la desastrosa dominación del materialismo filosófico, o sea la negación del espíritu, excitando hoy tan solo la risa de los sabios y la indignación del mundo. Pero existe otro materialismo que pudiera llamarse político, no científico sino práctico, y es el achaque más común de que adolecen hoy los hombres de gobierno y que se deja entrever en las legislaciones modernas y los negocios de Estado. Este no niega el espíritu, sino prescinde de él con frecuencia; no entra en polémica de principios, la esquiva; no acomete a su adversario, le huye el cuerpo. Impórtanle poco los sistemas filosóficos; ninguno admite ni rechaza: es una especie de eclecticismo que a todo se acomoda, con tal que le dejen promover a su manera los intereses materiales, aunque sea a expensas de los grandes intereses religiosos, que juzga muy secundarios. Si el materialismo filosófico lleva de error en error hasta el ateísmo, el político arrastra irremisiblemente a la revolución, ardorosa fiebre que abrasa las entrañas de las modernas sociedades.» (Intereses materiales, El Ancora, Barcelona, 1º de octubre de 1850, nº 274, páginas 2-3.)

En 1854 la Enciclopedia moderna publicada en Madrid por el editor Mellado no dedica artículo propio a la Idea de Materia, pero sí a un concepto preciso, la materia sacramental. El artículo Materialismo trata de algo que ya es pasado, de tiempos de Espinosa, Leucipo o Epicuro, merecedor de ironías y hasta de risas, al glosar las protuberancias de los frenólogos, advirtiendo sólo de pasada sobre las consecuencias de tal absurdo, que «disuelve los vínculos sociales, y desencadena las pasiones más brutales por un egoísmo desenfrenado. Si el materialismo no hace necesariamente malvados a los hombres, es al menos la justificación completa de todos los vicios y de todos los crímenes.»

Pero el desarrollo de las ciencias positivas era imparable, y no dejaban de aparecer quienes encontraban en las ciencias físicas la única conceptuación rigurosa de la materia. Particularmente entre la clase médica. En 1852, en La Unión Médica, órgano de la Academia Quirúrgica Matritense, el bachiller José Garrófalo y Sánchez se proclama materialista puro, y a finales de esa década, en 1859, el solemne discurso de apertura de las sesiones de la Real Academia de Medicina de Madrid, pronunciado por el doctor Pedro Mata Fontanet, desencadena un escándalo notable. El doctor Mata disertó sobre «Hipócrates y las escuelas hipocráticas», y argumentó que se estaba asistiendo entonces a una tercera restauración de la medicina hipocrática, «en alas de una reacción política, empeñada en desenterrar todos los fósiles y en galvanizar todas las momias que sepultó en el panteón de los tiempos el siglo XVIII», como parte de un proceso más amplio: «Esa reacción funesta se ha dejado sentir, primero en el campo de la filosofía, y si hay quien, al abrigo de aquella, sueña en volver a los tiempos en que esa antorcha de la humanidad era la ancilla theologiae, no faltan otros que con más éxito la han convertido en la sierva de la política. Hecha la reacción en el campo filosófico, ha debido haberla por igual en el de las ciencias especiales; cuyas concepciones respectivas son siempre el genuino reflejo de las de aquel: ley fatal para la que no tiene fuero excepcional la medicina.» De manera que Pedro Mata, frente a esa reacción funesta, se propone defender precisamente el materialismo delpadre Hipócrates, «cuyas obras rebosan de materialismo jonio». La feroz polémica y los abundantes escritos a favor y en contra duraron muchos meses.

Mientras otro médico, en Alemania, Luis Büchner (1824-1899), se consolidaba como el representante arquetípico del materialismo monista, cientificista y antifilosófico, que se iba a popularizar durante décadas en ambientes «progresistas». Su famoso libro Fuerza y materia. Estudios populares de historia y filosofía naturales (1855) alcanzó una difusión extraordinaria, conociendo varias ediciones en español, a partir de 1868.

En 1866 otro alemán, Federico Alberto Lange (1828-1875), publica ya el primer ensayo de reconstrucción de la supuesta evolución histórica de los sistemas filosóficos llamados materialistas, su famosa Historia del materialismo (editada en español en 1903, en traducción de Vicente Colorado, a partir de la versión francesa de la segunda edición alemana).

A finales de 1874 el hegeliano Antonio María Fabié Escudero (1832-1899) comienza a publicar, en laRevista Europea, una serie de diez artículos donde realiza un «Examen del materialismo moderno»(Antecedentes del moderno materialismo, El darwinismo, Haeckel, Psicología empírica: Bain, Herbert-Spencer, La sociabilidad: Lubbock, C. Vogt, Clemence Roger, Spencer, Filosofía de la historia: Comte, Buckle, Draper, Bagheot, Lógica de las escuelas empíricas).

En 1890, a los pocos meses de su edición francesa, se publicó en español un Diccionario apologético de la Fe católica, dirigido por Juan Bautista Jaugey, que contiene un largo artículo dedicado alMaterialismo, del que es autor Juan Miguel Alfredo Vacant (1852-1901), presbítero católico y catedrático en el Gran Seminario de Nancy, donde realiza una exposición y refutación, que busca ser sistemática, de las teorías materialistas que más les afectaban.

Urbano González Serrano (1848-1904), confuso entre krausismos y positivismos, es autor de los artículos Materia y Materialismo en el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano (tomo 12, Barcelona 1893), del que ofrecemos también las distintas entradas relacionadas, que contienen ejemplos del uso efectivo de esos términos en español.

Aprovechando la Exposición Universal de París de 1900 intentó la Francia su último gran intento globalizador: desde los servicios postales a los grandes ferrocarriles europeos, desde un idioma auxiliar universal a la unificación del Vocabulario filosófico (que André Lalande elaboró entre 1902 y 1923 y publicó en forma de libro en 1926). Los artículos materia, material y materialismo nos ofrecen un ejemplo de la candorosa ingenuidad con la que aquellos bondadosos franceses creyeron tranquilamente dejar resuelto de forma armónica cuanto se refiere a estos asuntos, incluso el materialismo histórico.

Uno de los diccionarios de filosofía más difundidos por todo el mundo durante el siglo XX es el que prepararon Mark Moisevich Rosental (1906-1975) y Pavel Iudin (1899-1968), cuya primera edición en ruso apareció en 1939 (Kratkii filosofskii slovar). En 1948 estaba editado en chino, en 1949 en inglés, en 1954 en hebreo, en 1955 en polaco y en rumano, &c. Las ediciones en lengua española ya están adaptadas a la filosofía oficial resultante del XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (17-31 octubre 1961). Este Diccionario filosófico dirigido por Rosental e Iudin se reeditó varias veces en español durante dos décadas: Montevideo 1965, Madrid 1975, La Habana 1981, Guantánamo 1985, &c. La lectura de los artículos materia, materialismo, materialismo de las ciencias naturales, materialismo dialéctico, materialismo económico, materialismo francés del siglo XVIII, materialismo histórico,materialismo vulgar, materialismo y empiriocriticismo permite acercarse a la ortodoxia que para muchos millones de hombres representó el diamat.

En 1971 se publicó en ruso el manual preparado para el Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de la URSS por un grupo de autores dirigido por F.V. Konstantinov (Osnovy marksistsko-leninskoi filosofii). La versión en español alcanzó una amplia difusión: Fundamentos de filosofía marxista-leninista, y procede de la segunda edición rusa, que ya se ajustaba a las resoluciones del XXV Congreso del PCUS (24 febrero-5 marzo 1976). Ofrecemos el Capítulo III, La materia y sus formas principales de existencia, de la Parte I, Materialismo dialéctico. Sucede que la edición en español de Moscú 1977 presenta algunas variantes en las ediciones cubanas (La Habana 1977, 1986, 1987, 1988), por lo que para entretenimiento de hermenéutas ofrecemos ambos textos a doble columna.

En septiembre de 1972 publica Gustavo Bueno un libro, Ensayos materialistas, que se convertirá en el principal punto de partida del sistema filosófico, que irá cristalizando años después, conocido comomaterialismo filosófico. El materialismo filosófico acaso sólo tiene en común con los materialismos tradicionales la negación del espiritualismo, es decir, la negación de la existencia de sustancias espirituales. Es cierto que cuando estas sustancias espirituales se definen como no materiales, poco avanzamos en la definición del materialismo, puesto que no hacemos otra cosa sino postular la realidad de unas sustancias no materiales, pero sin definirlas previamente. Y si en lugar de definir las sustancias espirituales como sustancias inmateriales se definen como incorpóreas, estaremos presuponiendo que el materialismo es un corporeísmo, tesis que rechaza de plano el materialismo filosófico, en tanto admite la realidad de seres materiales pero incorpóreos (la distancia entre dos cuerpos es sin duda una relación real, tan real como los cuerpos entre los que se establece, pero no es corpórea, ni tampoco «mental»).

Por ello el materialismo filosófico ve necesario, para romper el círculo vicioso (sustancia espiritual es la sustancia no material, y sustancia material es la no espiritual), acudir a una tercera idea, a saber, a la idea de la Vida, definiendo la sustancia espiritual como sustancia viviente incorpórea. El materialismo, en general, podría entonces definirse como la negación de la existencia y posibilidad de sustancias vivientes incorpóreas. Esta definición de materialismo permite incluir al atomismo de Demócrito; pero el atomismo de Demócrito es un corporeísmo, por cuanto identifica a lo incorpóreo con el no-ser, con el vacío; por ello el materialismo filosófico no tiene que ver con el atomismo de Demócrito, renovado en el siglo XVII y XVIII en una concepción que bloqueó el desarrollo de la ciencia moderna y especialmente de la Química, la cual solamente pudo seguir adelante «rompiendo» el átomo. Pero, aparte de Demócrito, el materialismo tradicional se desarrolló como monismo materialista corporeísta, y este es el modelo más extendido en los siglos XIX y XX (Büchner, Moleschott, Ostwald, Haeckel, Marx, Engels, Monod, &c.). El materialismo filosófico tiene muy poco que ver con este materialismo tradicional.

El materialismo filosófico niega el monismo, por cuanto defiende el pluralismo ontológico, pluralismo que no se reduce al reconocimiento de las diferencias entre los seres, sino a la afirmación de que entre éstos hay discontinuidades irreducibles (acogiéndose al principio de discontinuidad implicado en lasymploké platónica, según la cual «no todo está relacionado con todo»); y en esto se diferencia del monismo materialista tradicional que, como el monismo teológico monoteísta, defiende que «todo está relacionado con todo».

El materialismo filosófico Niega el corporeísmo porque, además de las realidades corpóreas (que se incluyen en un primer género de materialidad) reconoce la realidad de un segundo género de materialidad incorpóreo pero temporal (por ejemplo un dolor de apendicitis) y de un tercer género de materialidad inespacial e intemporal (como pueda serlo un teorema matemático).

El materialismo filosófico utiliza también el concepto de Materia ontológico general como multiplicidad pura que se presenta en función del mundo de los fenómenos, constituido lisológicamente por los tres géneros de materialidad (la materialidad primogenérica, la materialidad segundogenérica y la materialidad terciogenérica), pero morfológicamente organizado según diferentes plataformas (materia inorgánica, materia orgánica, materia viviente, materia social, materia etológica, antropológica o institucional) y categorías establecidas en función de las ciencias positivas.

El Diccionario filosófico. Manual de materialismo filosófico de Pelayo García Sierra, ofrece una introducción analítica al materialismo filosófico hasta el año 1999. En octubre de 2003 Sharon Calderón Gordo publicó un artículo, «El Congreso de Murcia y las oleadas del materialismo filosófico», en el que se expone la idea de las oleadas que se podían distinguir ya en la evolución del materialismo filosófico. A partir de 2007 la revista El Basilisco, fundada por Gustavo Bueno en 1978, modifica el subtítulo que mantenía desde entonces y pasa a denominarse: El Basilisco, revista de materialismo filosófico.

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