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Responsabilidad moral, determinismo y libertad


Enviado por   •  7 de Julio de 2014  •  Trabajos  •  2.118 Palabras (9 Páginas)  •  954 Visitas

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Responsabilidad moral, Determinismo y libertad

Condiciones de la Responsabilidad Moral

Actos propiamente morales, no solo son aquellos en los que podemos atribuir al agente, una responsabilidad moral, no solo por lo que se propuso realizar, sino también por los resultados y consecuencias de su acción. Pero el problema de la responsabilidad se halla ligado al de la necesidad y la libertad humana, pues solo si se admite que el agente tiene cierta libertad de opción y decisión cabe hacerle responsable de sus actos.

No basta juzgar determinado acto conforme a una norma o regla de acción, sino que es preciso examinar las condiciones concretas en que aquel se produce a fin de determinar si se da al margen de libertad de opción y decisión necesario para poder imputarle una responsabilidad moral.

Las condiciones fundamentales para imputar a un sujeto una responsabilidad moral:

a) Que el sujeto no ignore las circunstancias ni las consecuencias de su acción; o sea que su conducta tenga un carácter consciente.

b) Que la causa de sus actos, este en el mismo (o causa interior), y no en otro agente (o causa exterior) que le obligue a actuar en cierta forma, pasando por encima de su voluntad; o sea, que su conducta sea libre.

Así pues solo el conocimiento, por un lado, y la libertad, por otro, permite hablar legítimamente de responsabilidad. Por el contrario, la ignorancia, de una parte, y la falta de libertad de otra (entendida aquí como coacción) permite eximir al sujeto de la responsabilidad moral.

La ignorancia y la Responsabilidad Moral

La ignorancia se presenta, como una condición eximente de la responsabilidad moral. Hay circunstancias en que el agente ignora lo que pudo haber conocido, o lo que estaba obligado a conocer. La ignorancia no puede eximirle de su responsabilidad ya que el mismo es responsable de no saber lo que debía saber.

La ignorancia de las circunstancias, en que se actúa, del carácter moral de la acción- de su bondad o maldad- o sus consecuencias, no puede dejar de ser tomada en cuenta, particularmente cuando es debida al nivel en que se encuentra el sujeto en su desarrollo moral personal o al estado en que se halla la sociedad en su desenvolvimiento histórico, social y moral.

La ignorancia de las circunstancias, naturaleza o consecuencia de los actos humanos, permite eximir al individuo de su responsabilidad personal, pero esa exención solo estará justificada, a su vez, cuando el individuo en cuestión, no sea responsable de su propia ignorancia; es decir, cuando se encuentra en la imposibilidad subjetiva (por razones personales) u objetiva (por razones históricas sociales) de ser consciente de su propio acto.

Coacción exterior y responsabilidad moral

Cuando el agente moral se encuentra bajo presión exterior, pierde el control sobre sus actos y se le cierra el camino de la elección y la decisión propias, realizando así un acto no escogido ni decidido por el, por el cual no se le puede hacer responsable de la forma en que ha actuado.

Pero la coacción puede provenir, no de algo, sino de alguien que consciente y voluntariamente le obliga a realizar un acto que no quiere regalar, es decir, que el agente no ha escogido.

En algunos casos, la coacción es tan intensa que no queda margen para decidir y actuar conforme a la voluntad propia, y que en algunos casos puede atentar contra la propia vida.

La coacción exterior puede anular la voluntad del agente moral y eximirle de su responsabilidad personal, pero esto no puede ser tomado en un sentido absoluto, ya que hay casos en que, pese a sus formas extremas, le queda un margen de opción y de responsabilidad moral. Y esa reducción seria menos legitima tratándose de actos cuyas consecuencias afectan a amplios sectores de la sociedad.

Coacción interna y responsabilidad moral

El hombre puede ser responsable de los actos cuya naturaleza conoce y cuyas consecuencias puede prever, así como aquellos que, por realizarse en ausencia de una coacción extrema, se hallan bajo su dominio y control.

Un individuo normal es responsable del robo cometido por él, pero que no lo es por lo menos, el cleptómano que roba por un impulso irresistible.

Es evidente que en este caso, de coacción interna, a la que el sujeto no le es posible resistir en modo alguno. Es un caso de una persona enferma que si bien se comporta de un modo normal, muestran zonas de conducta que se caracterizan por su anormalidad. Y ciertamente, aunque es difícil trazar la línea divisoria entre lo norma y lo enfermizo en el comportamiento de los seres humanos, es evidente que las personas consideramos normales, no actúan en general bajo una coacción interna relativa (deseos, pasiones, impulsos o motivaciones inconscientes en general). Pero normalmente esta coacción no es tan poderosa como para anular la voluntad del agente e impedirle una opción y por tanto contraer una responsabilidad moral en cuanto que mantiene cierto dominio y control sobre sus propios actos.

Responsabilidad moral y libertad

La responsabilidad moral, presupones la posibilidad de decidir y actuar venciendo la coacción exterior o interior. Pero si el hombre puede resistir la coacción, y es libre en este sentido, ello no quiere decir que el problema de la responsabilidad moral, en sus relaciones son la libertad, haya quedado completamente esclarecido, pues aunque el hombre pueda actuar libremente en ausencia de una coacción exterior o interior, siempre se encuentre sujeto a causas que determinan su acción. Por un lado, la responsabilidad moral, requiere la posibilidad de decidir y actuar libremente y por otro, formamos parte de un mundo casualmente determinado. Solo hay responsabilidad moral si hay libertad.

El problema de la responsabilidad moral, depende en su solución, del problema de las relaciones entre necesidad y libertad, o más concretamente, de las relaciones entre la determinación causal de la conducta y libertad de la voluntad.

Las tres posiciones fundamentales en el problema de la libertad

Nadie puede ser responsable moralmente, si no tiene la libertad de elegir un modo de conducta y de actuar efectivamente en la dirección elegida.

No se trata de decidir y actuar libremente en ausencia de una coacción exterior o interior, sino ante una determinación de la conducta misma. Determinemos específicamente cuales son las tres posiciones.

1. Si la conducta del hombre se halla determinada, no cabe hablar de libertad, y por tanto de responsabilidad moral. El determinismo es incompatible con la libertad.

2. Si la conducta del hombre se halla determinada, se trata solo de una autodeterminación del Yo, y en esto consiste su libertad. La libertad es compatible con toda determinación exterior del sujeto (de la naturaleza o de la sociedad).

3. Si la conducta del hombre se halla determinada, esta determinación, lejos de impedir la libertad, es la condición necesaria de ella. Libertad y necesidad se concilian.

El determinismo absoluto

El determinismo absoluto parte del principio de que en este mundo todo tiene una causa.

Al hablar de determinación causal nos referimos al conjunto de circunstancias que determinan el comportamiento del agente, de modo de que el acto no es sino el efecto de una causa, o de una serie causal. El hecho de que mi decisión este causada significa que mi decisión no es libre. La elección libre se revela como una ilusión, pues, en verdad, no hay tal libertad de la voluntad.

Los actos humanos no son sino eslabones de una cadena causal universal; en ella, el pasado determina el presente.

Todo se halla causado y, por consiguiente, no hay libertad humana y, por ende, responsabilidad moral. Y, en verdad, si la determinación causal de nuestras acciones fuera tan absoluta y rigurosa hasta el punto de hacer de nosotros meros efectos de causas que escapan por completo a nuestro control, no podría hablarse de responsabilidad moral, ya que no se nos podría exigir actuar de otro modo distinto de cómo nos vimos forzados a obrar.

Así, pues, el hecho de que esté determinado causalmente, no significa que el hombre no pueda, a su vez, ser causa consciente y libre de sus actos.

El libertarismo

Ser libre significa decidir y obrar como se quiere; o sea, poder actuar de modo distinto de cómo lo hemos hecho si así lo hubiésemos querido y decidido.

Decir que todo tiene una causa significa, asimismo, a juicio de los adeptos de esta posición que solo pudo haber sucedido lo que sucedió efectivamente. Por tanto, si sucedió algo que pudo no haber sucedido, de haberse querido que sucediera, o si no se produjo algo que pudo haberse producido, si así se hubiese elegido y decidido, ello implica que se tiene una libertad de decisión y acción que escapa a la determinación causal.

Se rechaza que el agente se halle determinado causalmente, ya sea desde afuera –por el medio social en que viven-, ya sea desde dentro – por sus deseos, motivos o carácter. La libertad se presenta como un dato de la experiencia inmediata o como una convicción inquebrantable que no puede ser destruida por la existencia de la causalidad. Y aunque se admita que el hombre se halla sujeto a una determinación causal, se considera que hay una esfera de la conducta humana libre; es decir, libre respecto de la determinación de los factores causales.

Lo característico de esta posición es la contraposición entre libertad y necesidad causal. En ella la libertad de la voluntad excluye el principio causal, pues se piensa que si lo que se quiere, decide o hace tiene causas, ese querer, o esa decisión y acción, no seria propiamente libres. La libertad implica una ruptura de la continuidad causal universal. Ser libre es ser incausado.

Para que la autodeterminación sea pura, tiene que excluirse incluso la determinación interior del carácter mismo. Solo así puede gozarse de una genuina libertad.

El sujeto que quiere, decide y actúa en cierta dirección no solo determina, sino que se halla determinado; es decir, no solo se inserta en el tejido de las relaciones causales, alterándolo o modificándolo con su decisión y acción, sino que obedece también, en su comportamiento, a causas internas y externas, inmediatas y mediatas, de modo que lejos de romper la cadena causal, la presupone necesariamente.

Llegamos a la conclusión de que la libertad de la voluntad lejos de excluir la causalidad – en el sentido de una ruptura de la conexión causal, o de una negación total de ésta- presupone forzosamente la necesidad causal.

Dialéctica de la libertad y la necesidad

Para Spinoza, el hombre como parte de la naturaleza se halla sujeto a las leyes de la necesidad universal, y no puede escapar en modo alguno de ellas. El hombre se presenta determinado exteriormente y comportándose como un ser pasivo, es decir, regido por los afectos y pasiones que suscitan en él causas exteriores. La libertad no puede concebirse al margen de la necesidad. Ser libre es tener consciencia de necesidad o comprender que todo lo que sucede es necesario. En esto se diferencia el hombre libre del esclavo, que por no comprender la necesidad, se halla sujeto ciegamente a ella.

La libertad humana se halla, por tanto, en el conocimiento de la necesidad objetiva. Esta libertad no es sino esclavista, o sometimiento voluntario y consciente. El hombre queda liberado en el plano del conocimiento, pero sigue encadenado en su relación efectiva, práctica, con la naturaleza y la sociedad. La libertad no es sólo sometimiento consciente, sino dominio del hombre frente a ella.

Hegel, como Spinoza, no opone libertad de necesidad, y dice que la libertad es la necesidad comprendida. Pero a diferencia de Spinoza, pone a la libertad en relación con la historia. El conocimiento de la necesidad depende en cada época, del nivel en que se encuentra en su desenvolvimiento del espíritu, que se expresa en la historia de la humanidad. La libertad es histórica, hay grados de libertad o de conocimiento de la necesidad. La voluntad es más libre cuanto más conoce, y por tanto cuanto su decisión se basa en un mayor conocimiento de causa.

Marx y Engels, aceptan estas dos características, la libertad es pues, consciencia histórica de la necesidad. Pero para ellos la libertad no se reduce a esto, es decir a un conocimiento de la necesidad que deje intacto el mundo sujeto a esta necesidad. La libertad no es sólo asunto teórico, porque el conocimiento de por si no impide que el hombre se halla sometido pasivamente a la necesidad natural y social. La libertad entraña un poder, un dominio del hombre sobre la naturaleza y a su vez sobre su propia naturaleza. El desarrollo de la libertad se halla ligado al desarrollo del hombre, como ser práctico, transformador o creador, es decir se halla vinculado al proceso de producción de un mundo humano o humanizado.

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