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Sr. Quitame Lo Bruto

mario.mr72 de Diciembre de 2014

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Un relato que te enseña a utilizar tu potencial interior para enfrentar y transformar la

adversidad.

PRÓLOGO

Una vez más la doctora Levinstein nos invita a mirar en nuestro interior para

descubrir nuestra verdad y así volvernos libres.

En este nuevo libro, la autora intenta con éxito una nueva forma de brindarnos sus

enseñanzas; el relato, y lo hace muy bien. Para empezar, nos mete en el personaje

principal, Juan Salabim, y a lo largo de la obra vivimos en los zapatos de él.

Como lo plantea nuestra queridísima doctora, todos somos brutos, en el sentido de

pasamos buena parte de nuestra vida sumidos en la inconciencia, lo que nos hace

cometer todo tipo de tarugadas que no sólo nos dañan a nosotros mismos, sino

también a los seres que más amamos.

A lo largo del libro, viviendo las vicisitudes de Juan Salabim, aprendemos que Dios

aprieta pero no ahorca y que nos quiere tanto que, a pesar de ser tan brutos, nos

tiende su mano bondadosa para sacarnos de las arenas movedizas de la inconciencia.

Para aprovechar mejor el libro, sugiero al lector identificarse plenamente con el

personaje principal y tratar de vivir lo que él vive en el espacio y en el tiempo narrados, pues sólo así usted podrá sacarle al relato todas las enseñanzas que la

autora ha procurado ocultar sutilmente en cada situación, en cada escena, en cada

diálogo interno y externo de la narración, para que usted las descubra, las haga suyas

y las aplique en su vida personal, a pesar de que esté convencido de que usted no es

ningún bruto. Aunque yo creo que al finalizar de leer el libro, exclamará como yo:

¡Todos somos Juan Salabim!

Luis Castañeda

Prefacio

En una época en la que prevalecen las guerras, conflictos y levantamientos entre las

naciones y en la humanidad, cuando nuestro diario acontecer se encuentra teñido de

violencia, inseguridad y hasta tragedias.

Cuando la corona que enmarca una historia de humanidad doliente e inconsciente

aflora las dependencias químicas y emocionales, cuando las familias se desintegran y

parece que los hijos están en contra de los padres y los padres en contra de los hijos;

cuando la mayor guerra que tenemos que enfrentar se encuentra dentro de nosotros

mismos, surge este libro como un canto de esperanza y gratitud a la vida para que

dejes de ser dependiente de falsas profecías, de supercherías y supersticiones; para

que ya no seas más presa del miedo, y logres la conquista de tu propio interior

descubriendo la verdad, “la verdad que te hace libre”, eterno e inmortal.

Para que dejes de sentirte como una hoja al viento o un corcho en el mar; para que

dejes de reclamarle a la vida y a Dios, “tal como tú puedas entenderlo”, los sinsabores

que cotidianamente tienes que enfrentar; para que jamás dejes de voltear a las

estrellas y descubrir en ellas tu raíz Divina y la esencia de eternidad que palpita e tu

corazón y descubras que la adversidad que como humanidad estamos enfrentando

representa la más grandiosa de las oportunidades: la de descubrir tu esencia y tu

verdad, aquella que no sólo te hace libre, sino aquella que te permite establecer un

reencuentro con nuestro Creador y percibirle como parte de ti mismo, y tú, aún en tu

fragilidad y pequeñez humana, como parte integral de Él. Y con ello, la posibilidad de

transformar la realidad material, caótica y destructiva por su propia naturaleza, en un

edén de paz, armonía y libertad anunciado desde tiempos inmemoriales.

Este libro constituye la respuesta a una serie de acontecimientos con los que se

instaló lo que parecía una noche oscura, un invierno largo y frío. Esto comenzó con el

fallecimiento de personas muy queridas y cercanas a mí hasta con aquellas pérdidas

que desgarran el alma y mutilan el corazón porque son parte de mi propia vida: la

pérdida de mi hermana, mi única hermana mujer; la pérdida de mi esposo, mi

compañero durante casi 35 años y la pérdida de un tío muy querido, que en mis

recuerdos de infancia cobra un papel muy, pero muy especial. En este lapso, no mayor de año y medio, también tuvimos que enfrentar accidentes,

enfermedades con carácter fatídico como el cáncer de mi madre, dos cirugías en mi

propio cuerpo, injusticias y arbitrariedades dentro del núcleo laborar, hasta mi salida

de Televisa, Radio.

Hoy, cuando el alba comienza a aparecer, me doy cuenta de que en verdad en cada

ser humano se encuentra la verdad que le hace libre, y que el oro para convertirse en

oro tiene que atravesar el crisol de fuego.

Sé que ninguna contrariedad o adversidad tiene el poder de dañar, ni siquiera de

tocar a la criatura más amada de Dios, que eres tú mismo.

Pero es necesario que comiences a creer en ti. Dios se encuentra presente en cada

paso que das, en cada instante que transcurre. Él es tu fuerza y tu verdad. Y aún

cuando hay momentos en los que quisieras verle con el alma, escucharle con el

corazón, parece que no responde, parece que se ha ido, que ya no está.

Hoy quiero compartir contigo la victoria de un triunfo humano, un triunfo que es tu

propio triunfo, una victoria que nos corona a todos como humanidad, porque lo que

un hombre hace para sí mismo, lo hace—aun sin darse cuenta—en pro o en contra de

la humanidad entera.

Hoy quiero decirte que aun cuando en ese lapso que no se mide con hojas de

calendario ni con el tiempo que marca las manecillas del reloj, hubo momentos de

incertidumbre y de profundo dolor, jamás dejé de tener la certeza de que el amor

infinito del Padre me envolvía, de que su sabiduría infinita me guiaba, y que aun

cuando había cosas que yo no podía entender, que la razón no podía explicar, ni el

corazón aceptar del todo—por lo menos en primera instancia—me repetía mil veces:

“Señor no entiendo, no entiendo qué es lo que pasa, pero sé que si Tú estás a

cargo, todo, todo está bien; aún cuando no pueda entenderlo, Señor, yo

confío, confío en Ti”

Esta frase se hizo cotidiana en mí; era como la punta de lanza con la que iniciaba una

nueva batalla, con la que enfrentaba una nueva adversidad. Con sólo repetirla

obtenía paz y serenidad. Quisiera que también fuera tu frase preferida en los

momentos difíciles; y lo más importante, que comenzaras a creer en ti. Pues ésta

era la respuesta silenciosa que yo no escuchaba con claridad cuando de mil formas le

decía al Creador que confiaba en Él. Él mismo me decía: pero, acaso, ¿tú confías en

ti?

Esa respuesta la quise evadir mil veces. Me parecía que con mi confianza en Él era

suficiente. Me parecía que era soberbia, falta de humildad, creer en mí. Pero hoy sé

a ciencia cierta que tenía que creer en mí, y que si bien es cierto que por mi misma

nada, nada puedo, en Él todo, todo es posible, como…, “todo es posible para el que

cree”.

Hoy el miedo ya no me da miedo, no como desafío o reto de inconciencia, sino porque

sé que en cada ser humano se encuentra sembrada una semilla de gloria, que en cada

uno de nosotros se encuentra la esencia misma del padre y que el infortunio es

precisamente la oportunidad para descubrir esta verdad, para transformar la

oscuridad en luz, la esclavitud en libertad y el sufrimiento en paz. Hoy que el tiempo ha transcurrido y la luz se comienza a instalar, puedo decirte que,

en cada contratiempo enfrentado con valor, dignidad y confianza en Dios y en mí, hay

resultados maravillosos, sólo que por nuestra propia naturaleza humana estamos

dados a ver sólo lo malo e ignorar incluso el milagro que viene como respuesta a una

oración, a una creencia a la gratitud infinita, aun antes de ver la respuesta.

Voy a comentarte sólo algunas de las bendiciones con las que El Señor respondió a mi

llamado: Mi sobrino que sólo tenía el 15% de posibilidades de vida, hoy se encuentra

vivito y coleando” y con un proceso de transformación que lo hace mejor cada día.

Los accidentes que tuvieron mis hijos y mi nieta y que parecían mortales por

necesidad. En los que aunque hubo pérdida total de automóvil—hoy tengo uno nuevo

y mejor—salieron ilesos; la niña incluso sin rasguño alguno. El cáncer de mi mamá,

que por su edad y condición no era sujeto de cirugía ni quimioterapia, ya desapareció,

y para todos los médicos este hecho, la forma y la rapidez con el que se llevó a cabo

representa un milagro sorprendente. Hoy goza de una estupenda salud.

Tenemos un equipo de trabajo maravilloso, mil proyectos en ciernes y la certeza de

que Dios tiene preparado un nuevo y mejor espacio en la radio para continuar con el

trabajo que adoro hacer y que juntos como radioescuchas, grupos de transformación

interna y equipo de colaboradores, llevamos a cabo día con día con el único fin de

transformarnos en mejores personas y construir a partir de nuestro propio cambio una

vida, un mundo y un México mejor.

Hoy sé también que la muerte es vida y que, en verdad, en verdad ¡jamás se pierde lo

que se ama! Y que si bien esos seres amados ya

...

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