¿por Que Socialismo ?
AKILA7 de Junio de 2014
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¿Por qué socialismo?
Albert Einstein
Rebelión
Introducción y traducción Sebastian Risau
Como es sabido, el 2005 fue elegido como el año de la física porque se cumplieron cien años desde la publicación de cuatro artículos esenciales de Albert Einstein en la revista Annalen der Physik. También se cumplieron cincuenta años desde su muerte. Quizás no sea el efecto menos importante de esta conmemoración el haber hecho comprender al gran público que sus contribuciones a la física del siglo XX van mucho más allá de la teoría de la Relatividad.
Lamentablemente, la celebración de la figura de Einstein no ha bastado para que su firme posición frente a los diversos problemas sociales de su (nuestro) tiempo reciba toda la atención que merece. La imagen del anciano distraído y bonachón se resiste a morir. Apenas se le reconoce un pacifismo diluido no incompatible con esta imagen.
Pero Einstein fue mucho más. Fue un intelectual comprometido y capaz de potentes declaraciones publicas en circunstancias políticamente desfavorables. No por nada estuvo en la mira del FBI hasta su muerte (ver al respecto el libro de Fred Jerome, The Einstein File). Una de sus tomas de posición menos conocidas fue su apoyo a la idea del socialismo a través del artículo que transcribimos más abajo, publicado en el primer número de la revista Monthly Review, en 1949.
Para comprender su significado es necesario conocer el contexto político en el que fue publicado el artículo. Einstein, había apoyado activamente la candidatura de Henry Wallace del recientemente creado Partido Progresista (integrado por socialistas y comunistas), quien acabo perdiendo la elección en 1948, siendo Truman reelegido para su segundo mandato. El furor anticomunista comenzaba a hacerse sentir. Truman había iniciado en 1947 un programa de seguridad destinado a buscar cualquier "infiltración de personas desleales" en el gobierno. Esto parecía además justificado por eventos externos: expulsión de no comunistas del gobierno checo (1948), bloqueo de Berlin por la URSS y, sobre todo, la proclamación por Mao de la República Popular China en 1949. Un año después Truman comienza el bombardeo de la Coreas del sur y del norte, para proteger a la primera de la "amenaza comunista" de la segunda. Algunos intelectuales prominentes como Leo Huberman y Paul Sweezy deciden abandonar el partido por sus actitudes blandas hacia ciertas cuestiones sociales. En 1949 fundan la revista marxista Monthly Review y, a través de un amigo común y conociendo las posiciones de Einstein, consiguen que éste escriba el artículo principal del primer número. Demás está decir que este artículo, (cuya traducción sigue a estas líneas) y su cristalina argumentación a favor del socialismo, considerando incluso sus dificultades, fue un gran aporte a la difusión de Monthly Review, revista que aun hoy continua en circulación.
¿Por qué socialismo?
¿Es aconsejable que alguien que no es un experto en asuntos económicos y sociales exprese sus opiniones acerca del tema del socialismo? Creo, por una cantidad de razones, que lo es.
Consideremos primeramente la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Podría parecer que no hay diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos intentan descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos con el objeto de hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad tales diferencias sí existen. El descubrimiento de leyes generales en Economía se complica por la circunstancia de que los fenómenos económicos observados están frecuentemente influidos por mucho factores que son muy difíciles de evaluar separadamente. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado periodo civilizado de la historia humana ha sido -como es bien sabido- grandemente influenciada y limitada por causas cuya naturaleza no son de ningún modo exclusivamente económicas. Por ejemplo, la mayor parte de los estados en la historia deben su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se arrogaron el monopolio de la posesión de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus filas. Los sacerdotes, en control de la educación, hicieron de la división de clases de la sociedad una institución permanente y crearon un sistema de valores mediante el cual de allí en adelante el pueblo fue, en gran medida inconscientemente, guiado en su conducta social.
Pero la tradición histórica es, por así decirlo, de ayer; en ninguna parte hemos realmente superado lo que Thorstein Veblen llamó "la fase depredadora" del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esta fase e incluso las leyes que podamos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Dado que el propósito real del socialismo es superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual no puede echar mucha luz sobre la sociedad socialista del futuro.
Segundo, el socialismo está dirigido hacia un fin socio-ético. La ciencia, sin embargo, no puede crear fines ni, aun menos, instilarlos en los seres humanos. Pero los fines en sí mismos son concebidos por personalidades con elevados ideales éticos y -si estos propósitos no son rígidos sino vitales y vigorosos- son adoptados y llevados adelante por aquellos muchos seres humanos que -semiinconscientemente- determinan la lenta evolución de la sociedad.
Por estas razones, deberíamos estar atentos a no sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos, y no deberíamos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse sobre las cuestiones que atañen a la organización de la sociedad.
Innumerables voces han estado afirmando desde hace ya algún tiempo que la sociedad humana esta pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de esta situación que algunos individuos se sientan indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, grande o pequeño, al que pertenecen. Para ilustrar este punto, déjenme registrar aquí una experiencia personal. Recientemente discutí con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, la que en mi opinión pondría seriamente en peligro la existencia de la humanidad, y comente que sólo una organización supranacional podría protegernos de aquel peligro. Tras lo cual mi visitante, muy calma y fríamente, me dijo: "¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?"
Estoy seguro que apenas un siglo atrás nadie hubiera afirmado tan ligeramente algo semejante. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado en vano por alcanzar un equilibrio interior y que básicamente ha perdido la esperanza de lograrlo. Es la expresión de una soledad y un aislamiento dolorosos de los que mucha gente sufre estos días. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?
Es fácil hacer estas preguntas, pero es difícil contestarlas con alguna seguridad. Debo tratar, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos suelen ser contradictorios y oscuros y que no pueden ser expresados en formulas fáciles y simples.
El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario intenta proteger su propia existencia y la de aquellos que le son más próximos, para satisfacer sus deseos personales y desarrollar sus habilidades innatas. Como ser social, busca ganarse el reconocimiento y el afecto de sus semejantes para compartir sus placeres, confortarlos en sus penas y mejorar sus condiciones de vida. Solo la existencia de estos diversos esfuerzos, frecuentemente en conflicto, puede dar cuenta del carácter especial del hombre, y su combinación especifica determina hasta qué punto un individuo puede alcanzar el equilibrio interior y contribuir al bienestar de la sociedad. Es bien posible que la fuerza relativa de estos dos impulsos esté, básicamente, fijada por la herencia. Pero la personalidad que finalmente emerge esta en gran medida formada por el entorno en el que el hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de dicha sociedad, y por su valoración de diversos tipos de conductas. El concepto abstracto "sociedad" significa para el individuo la suma de sus relaciones, directas e indirectas, hacia sus contemporáneos y hacia todas las generaciones anteriores. El individuo es capaz de pensar, sentir, actuar, y trabajar por sí mismo, pero su dependencia de la sociedad es tanta -en su existencia física, emocional e intelectual- que es imposible pensar en él, o comprenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la "sociedad" quien le proporciona comida, ropas, u hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, las formas del pensamiento, y la mayor parte del contenido del pensamiento; su vida se hace posible gracias al trabajo y los logros de los muchos millones, actuales y pasados, que están escondidos detrás de la pequeña palabra "sociedad".
Es evidente entonces que la dependencia del individuo hacia la sociedad es un hecho natural que no puede ser abolido -exactamente como en el caso de las hormigas y las abejas. Sin embargo, mientras que todas las acciones de las hormigas y las abejas están fijadas
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