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«Ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo», como dice la canción, protagonista y testigo de la Independencia nacional, «dormida» en un rincón de la zona urbana de Zitácuaro..


Enviado por   •  2 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  593 Palabras (3 Páginas)  •  272 Visitas

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LA MORA DEL CAÑONAZO

        «Ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo», como dice la canción, protagonista y testigo de la Independencia nacional, «dormida» en un rincón de la zona urbana de Zitácuaro.

 Es la llamada «Mora del cañonazo», en cuyas raíces se derramó sangre de rebeldes que soñaban con la libertad. Cuenta la historia, ¿o la leyenda? Bueno, las dos, que Ignacio López Rayón o sea mi hermano, reunió un grupo de líderes independentistas, con quienes conformó la Suprema Junta Nacional Americana. Era el 19 de agosto de 1811 cuando se lograron conjuntar, en esta ciudad, los esfuerzos políticos y administrativos de la insurgencia, ya sin Hidalgo ni Morelos. Aquí fundaron lo que se consideraba la capital de la nueva nación, que más tarde se llamaría México. Para el virrey Venegas, se trataba de un desafío de un grupo de revoltosos. Para contrarrestar la rebeldía, mandó a las mejores tropas realistas, encabezadas por el general Félix María Calleja. Las instrucciones eran claras: Destruir Zitácuaro. La batalla decisiva tuvo lugar el 2 de enero de 1812. La tradición oral menciona que los realistas tomaron el Cerro de Guadalupe (hoy llamado de la Independencia) y desde esa altura avanzaron sobre los independentistas.

 El grupo insurgente estaba dirigido por  mí; el general Ramón López Rayón, hermano de Ignacio López Rayón, quien era el presidente de la Junta. No éramos una tropa organizada. Más que con preparación, ¡había devoción por la causa!. Muchos de  nuestros  elementos eran pobladores de  esta  ciudad y sus alrededores, que resistieron con valor. Los rebeldes comenzamos  a replegarnos, al vernos  superados por el ejército del virrey. En la retirada, mi  caballo  fue herido y  junto con él caímos y la tierra nos envolvió. La caída me ocasionó heridas. La más grave fue la de un ojo, que, finalmente, perdí. Mi asistente, Joaquín Ruíz, me  recogió y me  colocó atrás de la mora, cuyo tronco me  defendió del ataque. Incluso, el árbol evitó que un cañón segara la vida de este quien les  habla,¡ Ramón López Rayón! El resto quedó registrado en la memoria nacional. Nuestro  movimiento fue derrotado y la lucha por la Independencia todavía tuvo que escribir múltiples momentos heroicos hasta ser una realidad.

La mora quedó ahí, como fiel testigo de los hechos. En el centro del tronco, el cañonazo quedó marcado para siempre. La bala del cañón estuvo muchos años ahí. Nadie sabe quién la sacó, ni dónde está. A finales del siglo XIX, el prefecto Aurelio Arciniega dispuso que el lugar de la mora se conservara como jardín histórico. Sin embargo, su hijo Juan Arciniega dispuso que el árbol se talara. El tronco, sin embargo, sigue ahí, en el mismo lugar, conocido por todos como la “Mora del Cañonazo”.

 El lugar a veces desaparece de la memoria de las autoridades municipales. A veces, algunos lo recuerdan y arreglan el Jardín de la Mora. La última vez fue en 1999, cuando se rehabilitó y se construyó una cúpula estilo morisco para dar sombra a la mora. Ahora, el tronco está reducido a una masa circular de dos metros de diámetro, casi petrificada. En el centro aún se nota el cañonazo, que cuenta su historia a quien quiera escucharla. La mora guarda en su seno el relato de una batalla perdida por los insurgentes, pero que fue parte de la construcción de la Independencia nacional, lograda doce años después, en 1824. 

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