Arte Barroco
aidinperez6 de Marzo de 2014
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ESCULTURA BARROCA EN FRANCIA
En Francia las artes se pusieron al servicio del sistema político mediante la organización de las Academias, que controlaban el desarrollo literario y artístico. El proteccionismo estatal sustituyó al mecenazgo renacentista, lo que fomentó un arte clasicista en el que domina la monumentalidad y la grandeza.
La escultura francesa del siglo XVII, al igual que la arquitectura, tuvo por encima de todo carácter oficial y cortesano, en que prevaleció la exaltación del soberano y de los grandes artífices de la monarquía francesa. La obra religiosa pasó a un segundo plano y fue sustituida por retratos, estatuas o monumentos funerarios que perpetuaban la labor del soberano y las principales personalidades de la Francia del Barroco. Además, la floreciente arquitectura palaciega demandó de la escultura numerosos encargos para la decoración interior y de los inmensos parques y jardines que rodeaban los principales edificios.
La ortodoxia clasicista promovida desde la Academia tuvo en la obra de François Girardon a su más directo exponente; sin embargo, a finales de siglo el gusto declinó hacia el espíritu más barroco de Antoine Coysevox y, sobre todo, de Pierre Puget, que pese a ser denostado por el Clasicismo dominante en Francia será el más barroco de los escultores franceses de todos los tiempos; otros, considerados de segunda fila, ayudaron a engalanar la arquitectura palaciega.
Sobresalen las siguientes obras:
• Apolo atendido por las ninfas, de François Girardon: los grandiosos jardines de Versalles sirvieron de escenario perfecto para el programa alegórico de la fábula de Apolo; la secuencia que se iniciaba con el nacimiento del dios en el estanque de Latona culminaba en la Gruta de Tetis con el auxilio de las ninfas; Girardon esculpió una de las obras cumbres de la escultura francesa, sofisticada composición en forma abierta y bajo un concepto paisajístico próximo al helenismo, lo que resulta evidente en el ademán del Apolo sedente, que denuncia su relación evidente con la escultura clásica.
• Retrato de Luis XIV, de Antoine Coysevox: su obra más original y naturalista son los bustos y retratos, como este de Luis XIV, de honda captación realista, pudiéndose comparar con los antiguos retratos romanos; aparte destaca la libertad de movimientos y la aparente improvisación de la composición.
• Milón de Crotona, de Pierre Puget: a menudo esta obra ha sido comparada con el David de Bernini; sus anatomía se halla también en tensión incontenible, organizándose las figuras en una unión casi perfecta, sobre todo la mano de Milón y el árbol en que se apoya.
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