Biografia

demás quienes han pretendido hacernos sentir así” (Consuelo Cruz)

¿Puedo emitir un juicio objetivo sobre una persona que he visto tan sólo dos veces? Rotundamente, no. ¿Puede decepcionarnos una persona en quién habíamos puesto nuestra confianza? Naturalmente que sí. Los ídolos que no fallan a sus fans son los ídolos que no se someten al desgaste cotidiano, y generalmente suelen estar muertos. Puede ser que nuestro antepasado Nelson Mandela sea uno de los pocos personajes históricos que ha ido aumentando su magnetismo hasta su muerte. Personas como Consuelo Cruz pueden fallarnos pero hoy por hoy su magnetismo es innegable para mí. Aunque sólo he hablado con ella dos veces, puedo seguir afirmando (igual que lo escribí hablando del sacerdote ruandés Andrés Sibomana) que el dicho ruandés se cumple en ella: “izina niryo muntu” (el nombre marca carácter). “Consuelo” y “Cruz”, dos palabras profundamente cristianas reflejadas en una mujer aparentemente frágil pero increíblemente apaciguadora. Los exegetas suelen aplicar estas dos palabras a María, la Madre de Jesús de Nazaret, que contemplando a su hijo en la cruz seguía transmitiendo un mensaje de consuelo a los discípulos disgustados. Las dos veces que he hablado con Consuelo Cruz he sentido esa sensación tranquilizadora que normalmente los hijos suelen sentir al mirar a sus madres y se dicen a sí mismos: “no me puede pasar nada”. Un asistente al encuentro se refirió a ella como “nuestra hermana mayor”.

En nuestro primer encuentro me estuvo hablando de la realidad de la comunidad negra en España, del uso del lenguaje que no es en absoluto inocente y de la necesidad de visibilizar la comunidad negra en España y combatir las identificaciones policiales basadas en perfiles raciales. Naturalmente que yo estaba totalmente de acuerdo. Mis distintas entradas en este blog lo corroboran.

La segunda vez que nos encontramos me quedé impresionado por su forma de coordinar el grupo de los que estábamos allí, cada uno con sus ganas de compartir sus impresiones sin tener en cuenta que el tiempo es limitado. Consuelo Cruz logró que todo el mundo se sintiera importante, que todo el mundo se considerara parte del grupo afrosocialista. Tengo la sensación de que cuando el Partido Socialista le ponga en las listas electorales saldrá elegida. Todo afro acudirá a sus amistades españolas para conseguir como mínimo un voto personal para ella.

Todo el mundo que haya tenido que abandonar sus raíces lleva consigo una cruz. Siendo afrocolombiana, Consuelo Cruz tiene raíces ancestrales en África. Recordemos que desde el principio del siglo XVI hasta hace tan sólo 100 años, alrededor de 13 millones de africanos fueron comprados como maderas y llevados al continente americano para su explotación: “entre diez y quince millones de africanos fueron sacados, por la fuerza, de África. A este tráfico occidental hay que añadir una cantidad semejante, o aún mayor, que los árabes sacaron por las costas orientales” (BAUR (1996) 106). Sus descendientes forman parte de la diáspora africana, una comunidad negra que lo ha tenido difícil dentro de un mundo dominado por los blancos. Navegando por internet me he encontrado con las “palabras amables” que los “habitantes de la caverna” dedicaron a Consuelo cuando propuso a los ayuntamientos gobernados por sus compañeros socialistas que las personas que representen al rey Baltasar en las cabalgatas del 5 de enero “sean miembros del colectivo africano o afrodescendientes”. No sobra recordar la

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