Crecimiento Económico Novo Hispano

Mientras se consolidaban las regiones, el crecimiento económico de Nueva España origino también nuevos centros urbanos. La mayoría de las poblaciones florecieron con rutas comerciales al igual que en las zonas productivas, y aunque ya existían en siglos pasados, durante el siglo XVIII ocurrió una nueva etapa de esplendor.

El Altiplano se encontraba entre las ciudades más grandes y poderosas, así como en otras zonas aumentaba la producción agrícola, como en la región del Bajío. La Ciudad de México fue la más importante de todas.

Centro comercial, político, religioso e histórico, fue la cede de comerciantes funcionarios y profesionales. Y la capital del virreinato convivía gente de todas las etnias y condiciones. Allí almacenes, vinaterías mesones, posadas, estancos de nieve, hospitales, conventos y templos traían lo mismo a viajeros que a los propios habitantes de la ciudad.

No podríamos entender la conformación de la Nueva España y demás reinos de la Corona sin la analizar el papel de la iglesia. Llegó al mismo tiempo que los conquistadores con el fin de evangelizar, pero detrás de eso se encontraba el control total de las riquezas americanas.

Desde el comienzo la iglesia se desempeñó como la rectora de la economía de la Colonia pues logró sumergirse en las mentalidades de los habitantes de la Colonia a grado tal que sus fortunas se vieron incrementadas al considerarla como la salvadora de las almas, salvación que sólo podía conseguirse con el otorgamiento de las riquezas personales a la iglesia antes de morir.

La bonanza que vivió Nueva España en el siglo XVII estuvo sustentada básicamente en el l auge minero y en la actividad agropecuaria y comercial. La Corona española, con tal de aumentar sus ingresos, continuaba con la política de venta de algunos cargos públicos, ahora mayoritariamente a los peninsulares, también de nuevos títulos de nobleza comprados principalmente por dueños de minas, hacendados y comerciantes.

Esta situación hizo crecer todavía más la ya de por si enorme desigualdad social que privaba en Nueva España e incremento en criollos y mestizos un distanciamiento con los peninsulares y en sentimiento de identidad nacional.

Para inicios del siglo XVIII, la minería había crecido de manera extraordinaria y se habían convertido en una actividad básica de la economía novohispana.

El aumento de población en las ciudades y la prosperidad de las minas crearon una situación propicia para el campo novohispano, pues ahora se requería que el campo produjera más.

Esto implicó el crecimiento de las haciendas que ante la necesidad de una mayor fuerza laboral, tuvieron que atraer, mediante incentivos económicos, trabajadores de los pueblos indios.

Este crecimiento durante el siglo XVIII significó que la economía española se convirtiera de manera definitiva en el tipo de preponderante sobre

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