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Discurso Hitler Le Respondía A Roosevelt


Enviado por   •  9 de Febrero de 2015  •  1.008 Palabras (5 Páginas)  •  187 Visitas

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"Permítanme, señores, definir mi actitud frente a ese mundo extraño encarnado en la persona de un hombre que, en el momento en que nuestros valerosos soldados combaten en la nieve y el hielo, tiene el tacto de pronunciar lo que él llama sus "Charlas al amor de la lumbre"; un hombre sobre el que pesa la máxima responsabilidad de esta guerra. Pasaré por alto los ataques insultantes de que soy objeto por parte de este llamado Presidente. Ser tratado de gángster no me conmueve. Después de todo, este epíteto lleva la marca americana, sin duda porque nuestro continente ignora esta categoría de individuos. Los insultos de Roosevelt no me alcanzan, porque este individuo está loco, como antes lo estuvo Wilson. Para empezar, incita a las naciones a la guerra, falsifica luego sus causas y, cubierto con un manto de hipocresía cristiana, conduce lenta y seguramente a la humanidad a la guerra, no sin poner a Dios por testigo de la pureza de sus intenciones, como buen francmasón que es."

"Yo acuso a Roosevelt de ser culpable de una serie de delitos contra las leyes internacionales: capturas ilegales de navíos alemanes e italianos; amenazas contra los súbditos del Eje; internamientos arbitrarios y pillaje de los bienes de los internados. Las provocaciones de Roosevelt han ido todavía más lejos. Dio orden a su marina de atacar, donde lo encontrara, a todo barco con pabellón alemán o italiano y de hundirlo, en cínica violación del Código internacional y del Derecho de gentes. Los ministros estadounidenses se han jactado de haber destruido varios submarinos alemanes. En varias ocasiones, los cruceros estadounidenses han atacado a nuestros barcos mercantes, se han apoderado de ellos y han apresado a sus tripulantes. Ante tales hechos, los sinceros esfuerzos por demostrar una paciencia sin precedentes de Alemania e Italia, en la esperanza de prevenir un nuevo conflicto, a despecho de las insostenibles provocaciones multiplicadas desde hace dos años por el Presidente Roosevelt, todos estos esfuerzos, digo, han resultado inútiles."

"Un abismo infranqueable separa las concepciones de Roosevelt de las mías. Este hombre, salido de una familia rica, pertenece desde su nacimiento a esa clase llamada privilegiada cuyos orígenes, en los países democráticos, allanan todos los problemas de la existencia. Yo, hijo de una familia pobre, he tenido que abrirme camino en dura lucha trabajando encarnizadamente y sin merced. Roosevelt vivió la primera guerra mundial bajo la sombra protectora de Wilson, en la esfera de los exploradores. Por ello, no conoció sino las agradables alternativas de las querellas entre los pueblos, de las que se benefician los que manejan los negocios, mientras los demás derraman su sangre. Yo era el simple soldado que cumple las órdenes de sus jefes. Me fui pobre a la guerra y volví de ella pobre. Yo compartí la suerte de millones de hombres y Roosevelt la de los privilegiados a los que se les llama "Los Diez Mil". Después de la guerra, se apresuró a explotar sus actividades de especulador

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